Menú Cerrar

la colonización del árbol chino

la colonización del árbol chino

Ingresó de forma ‘oficial’ en Italia y el culpable fue un monje, un sacerdote jesuita de nombre Pierre Nicolas Le Chéron d’Incarville. Él lo importó de China, de donde es autóctono, en el siglo XVIII. Pero, en Roma, el ailanto (Ailanthus altissima), también conocido como árbol de los dioses o del cielo, no solo hoy es visto de forma peyorativa, sino que también mantiene en alerta a las autoridades de la capital de Italia, donde incluso la prensa ha empezado a dedicar ríos de tinta a su gran propagación en la ciudad.

La razón es que el ailanto es una especie considerada invasora, agresiva y difícil de erradicar. “Es una planta que llegó a Italia por error. Se creyó que contenía el gusano de la seda, pero no era así”, cuenta Mario Tozzi, un conocido geólogo y experto en naturaleza italiano. “El asunto es que se reproduce de forma vertiginosa y en cualquier sitio, incluso en el asfalto, le gustan los climas húmedos y calurosos como el de Roma, lastima al resto de plantas y también es difícil de quitar”, resume, en entrevista con EL PERIÓDICO.

Imposible de erradicar

El mismo Tozzi lo vivió en primera persona. Durante su mandato como presidente del parque nacional del archipiélago de la región de Toscana entre 2006 y 2011, donde también el ailanto se instaló hace años, puso en marcha un proyecto para su erradicación. Pero no hubo manera y el problema aún persiste. Y una situación similar también experimentó en 2013 cuando pasó a estar a cargo del parque de la Apia Antigua de Roma. “Ya entonces se la podía ver en todas partes, porque si bien crece en los sitios más inhóspitos, las zonas verdes por supuesto le gustan mucho. Quitarla es muy complicado”, explica.

El ailanto, en verdad, no es una planta cualquiera. Es una especie termofílica que, además de adaptarse a casi cualquier superficie, también es muy resistente a la sequía, a la contaminación atmosférica y a los cambios de temperatura. Asimismo, también tiene una capacidad de reproducción extraordinaria, ya que cada planta produce varios cientos de semillas y, cuando se poda o se rompen sus raíces, sus rebrotes radiculares pueden alcanzar lugares de hasta 15 metros de distancia desde de la planta principal. De igual modo, al ser originario de China, tampoco forma parte de la dieta de los animales autóctonos, como las cabras, que no se la comen, posiblemente también a causa de su fuerte olor. Y más aún: también sirve como ‘hotel’ para otras especies invasoras, “como la chinche parda marmorada y el escarabajo barrenador polífago”, según recordaba recientemente National Geographic. 

La cuestión, además, es que ya ni se trata solo de que es una plaga que irrita a los puristas de la conservación de los ecosistemas autóctonos. En una ciudad en la que a menudo el mantenimiento de las carreteras no brilla por su diligencia, el ailanto también empieza a ser una amenaza para la seguridad vial, denuncian en la ciudad. 

Limita la visibilidad

La planta “se encuentra en toda Roma, pero se observa con mayor frecuencia en zonas residuales y descuidadas, como áreas abandonadas y antiguas fábricas, así como a lo largo de las carreteras (…) donde ha habido repetidas intervenciones del Departamento de Protección Ambiental del Ayuntamiento de Roma”, reconocen desde esta oficina. El peligro para los automovilistas es que “su crecimiento puede limitar la visibilidad de las señales de tráfico o de los cruces, además de reducir la calzada”, precisan.

De esto precisamente se quejan una parte de los (indignados) ciudadanos romanos, algunos de los cuales también han recurrido a las redes sociales para manifestar su malestar por la gran proliferación de la planta china en la ciudad. “Nuevamente hay un bosque de ailantos en el Muro Torto (una zona muy céntrica de Roma), que ha empezado a invadir la carretera”, era la queja días atrás de Luce di Roma, una cuenta en Twitter dedicada a señalar difiultades en la ciudad. 

No todos opinan de la misma manera, claro está. Otros consideran que el ailanto es ya parte del paisaje de Roma y creen que aporta vegetación y biodiversidad al entorno. Tanto es así que, en el pasado, incluso hubo protestas por la tala de algunos ejemplares.  

Noticias relacionadas

Desde el Ayuntamiento, además, subrayan que la solución no es sencilla. Esto se debe a que “el uso de herbicidas es prácticamente imposible en casi toda en la ciudad, debido a la legislación europea que prohíbe el uso del glifosato por aspersión, que es el único que tiene un efecto rápido y eficaz con esta planta”, afirman. Por tanto, “en las plantas más grandes, se usa un producto herbicida como parte de un tratamiento por endoterapia”.

Pero tampoco esto es siempre posible, dado esta terapia puede dañar los restos que se encuentran en las áreas arqueológicas. Esto deja como única opción la erradicación de la planta de forma mecánica tan pronto como aparece, o realizar cortes periódicos para limitar su crecimiento.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-09-09 02:00:03
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Clasificadas