Sin los comedores comunitarios o el boca a boca, es complicado encontrar y atender a estos individuos.
JOSÉ CARLOS CUETO / BBC NEWS MUNDO | La alcaldía de Chapinero tiene intención de ampliar este comedor comunitario debido a la alta demanda
«Al hecho de que a muchos les avergüenza admitir su situación, se une que, para el sistema, estas personas no clasifican como pobres y, por lo tanto, no pueden recibir subsidios por vulnerabilidad«, le explica a BBC Mundo Mauricio Gutiérrez, subsecretario de Integración Social de la alcaldía de Chapinero.
Las localidades bogotanas donde más casos se detectan, además de Chapinero, son Teusaquillo, Barrios Unidos y Usaquén. Son localidades con altos precios por metro cuadrado, cuidadas avenidas y edificios de calidad superior a la media de la ciudad.
Dentro de muchas de estas propiedades pueden encontrarse decenas de individuos o familias que apenas cubren sus necesidades.
La problemática es tan reciente y compleja que todavía no hay cifras oficiales, pero trabajadores de la secretarías de integración de Chapinero y Usaquén dicen que han trabajado con decenas de casos en cada localidad.
«Solo en Usaquén sospechamos que puede haber más de 800 y es un número que se cree subestimado», me cuenta Aura Parrado, involucrada en la detección y exposición de casos.
«En otras ciudades como Barranquilla o Medellín también se ha reconocido el tema, pero la agenda se ha centrado más en Bogotá por la mayor prevalencia de localidades con clase media», contextualiza la investigadora Pineda.

JOSÉ CARLOS CUETO / BBC NEWS MUNDO | Cindy Ovalle cuenta que hay casos de «pobres ocultos» que todavía pagan por almacenamiento de sus muebles y antigüedades porque aguardan la esperanza de volver a sus épocas de solvencia económica
Los adultos mayores son un perfil muy repetido entre «los pobres ocultos», pero Ovalle, en el comedor comunitario de Chapinero, describe otras situaciones.
«Quien heredó una gran propiedad pero no cuenta con ingresos, quien perdió el trabajo y no tenía ahorros, quien dependía económicamente de su cónyuge, quien tiene un hijo con discapacidad a su cargo y no puede trabajar», cuenta.
Los adultos mayores en «pobreza oculta» que demuestren vulnerabilidad pueden conseguir una vía de apoyo: el subsidio para mayores de 70 años que otorgan las alcaldías locales.
Muchos pasan años solicitando el bono. Otros, más jóvenes, deben buscar soluciones. A veces extremas.
«Me avergüenza no poder sostenerme»
Nerfhi Rojas, residente del barrio de clase media alta Cedritos en el norte de Bogotá, cumple con varios de los agravantes de los «pobres ocultos».
«Tenía una vida muy buena con mi exesposo que se desmoronó cuando terminamos. Yo dependía de él. Ahora me toca todo sola, incluido cuidar a uno de mis hijos con discapacidad», dice desde el salón de su casa.
Es un apartamento de estrato 4 donde vive arrendada tras vender su anterior propiedad de estrato 5.
Desde que cayó en vulnerabilidad, Rojas no hace más que desprenderse de cosas: su antiguo departamento, sus muebles, sus otros hijos, a los que motivó migrar a Estados Unidos.
Ella misma también intentó dar el salto.

JOSÉ CARLOS CUETO / BBC NEWS MUNDO | El edificio de Nerfhi Rojas tiene cuidadas zonas comunes y portero de seguridad, pero su apartamento luce desolado. Vendió muchos de sus muebles para sostenerse
«Vendí todo para irme a EE.UU. Dejé a mi hijo discapacitado con mi hermano. Pero en México caí en manos de personas dedicadas al tráfico humano y tras 7 u 8 meses regresé a Colombia», confiesa.
Rojas ha contemplado irse a un barrio más barato o incluso a un pueblo pequeñito, pero reconoce que es más fácil decir que hacer.
«En los pueblos apenas hay trabajo y aquí, por lo menos, consigo algo haciendo arreglos de peluquería a domicilio».
A Rojas le ha costado abrirse para contar su historia. Todavía dice sentir vergüenza de no tener capacidad para sostenerse.
«Pero oye», se libera, «uno tiene que agarrar con la verdad porque esta es la realidad. No hay que ocultar las cosas».
«Pobres, pero no pobres»
Ante la adversidad, varios de estos «pobres ocultos» se ponen manos a la obra para suplir sus necesidades.
Ana Cristancho, propietaria de una casa de estrato 6 en Usaquén, puso habitaciones en renta.
«Ahora mismo lo necesito porque debo hasta el agua de mi casa, pero alquilar también es difícil. Me han pasado unas cosas con los inquilinos…», cuenta.

JOSÉ CARLOS CUETO / BBC NEWS MUNDO | Ana Cristancho y Marta Munar se encuentran entre contados testimonios que están dispuestos a contar su situación de vulnerabilidad a pesar de las acomodadas propiedades donde viven
Son de los pocos lamentos que pronuncia esta mujer, quien vivió 17 años en Estados Unidos pero que ahora, de vuelta en Colombia, donde nunca cotizó, se enfrenta a un escenario incierto sin pensión al que elige mirar de frente y con buena cara.
«Económicamente flaqueo, pero agradezco tener vida y salud. Para mí es lo principal», le dice a BBC Mundo.
«Sí, somos pobres pero no pobres. En mi estado no me gusta utilizar ese término», añade.
Su actitud, abierta y franca, facilita que las autoridades entiendan un fenómeno para el que ahora mismo no existe un plan concreto y que expone complejidades y paradojas en el segundo país con mayor desigualdad de ingresos de América Latina.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elnacional.com
Publicado el: 2024-11-29 12:02:00
En la sección: EL NACIONAL