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El PPE aúpa a Von der Leyen con escaso entusiasmo y un 40% de abstención | elmundo.es

El PPE aúpa a Von der Leyen con escaso entusiasmo y un 40% de abstención

El Partido Popular Europeo ha entronizado hoy en Bucarest a Ursula von der Leyen como su spitzenkandidat, su favorita para seguir un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea. Von der Leyen llegó a la primera división comunitaria en julio de 2019, cuando los líderes de los 27 buscaban nombres para los altos cargos. Fue una idea de Emmanuel Macron que respaldó Angela Merkel y logró desbloquear una cumbre de más de tres días de duración.

Desde entonces, se ha convertido en la presidenta probablemente con más poder e influencia en la historia de la institución. Sin duda la más conocida a nivel global y entre la ciudadanía europea. El teléfono al que todo el mundo sabe que debe llamar. Es prácticamente imposible que queriendo ella y con el apoyo oficial del partido más grande y fuerte del continente no repita. Y sin embargo, entre los suyos la candidatura despierta cualquier cosa salvo entusiasmo. Este jueves votaron únicamente 499 de los 801 delegados acreditados, y la alemana sólo consiguió 400 votos a favor, el 50%. Hubo 89 que votaron en contra, pero otros 300 que prefirieron abstenerse antes de apuntalar a una líder que encuentran distante, «demasiado fría» o incluso opuesta a los intereses que creen que el partido debe representar.

Lo mismo que le pasa a ella a nivel personal le ocurre en cierto modo a su partido. Se espera que vuelva a ser el más votado, casi como siempre. Tiene todas las papeletas para conservar no sólo la Comisión, sino seguramente la presidencia de la Eurocámara, al menos durante dos años y medio. Pero bien por conformismo, bien por falta de carisma, el PPE, una máquina bien engrasada y con capacidad de pegada sin igual, aparece algo apagado, desubicado. En este Congreso ha decidido dar un giro hacia la derecha, o más bien afianzar esa posición ya perfilada desde hace un año, sobre todo en temas migratorios y de (oposición a la) agenda verde.

Von der Leyen es su mejor opción, pero no acaban de fiarse. En su primera legislatura ha tendido la mano a los socialistas, liberales y los verdes porque necesitaba su apoyo en el Parlamento para sacar adelante sus iniciativas, pero el PPE cree que los ha buscado demasiado y no ha defendido los intereses de su familia política. Y ahora le exigen que se acerque a los votantes de derechas, que busque alianzas con el resto de los grupos conservadores, que dé marcha atrás en algunas de sus políticas.

Su propio partido no sabe muy bien cómo analizar el fenómeno y el problema. Tienen a Roberta Metsola, mucho más entusiasta, activa, enérgica. A Manfred Weber, más ideológico, más duro, más cañero. Tienen a primeros ministros que sí van a las urnas y que han ganado. Pero ella es la que ha calado. Buena parte de la dirección de la propia CSU no la soporta, pero admiten su genialidad táctica, más que estratégica. Y tienen que lidiar con ella, que intenta mantener los equilibrios.

Para tener éxito los próximos cinco años, Von der Leyen necesita a los suyos, pero también a Macron, a los diputados de Pedro Sánchez (la española Iratxe García está al frente de los socialistas europeos) o a Giorgia Meloni. Y eso hace que los números se compliquen. Para ser nominada sólo importan los respaldos de los jefes de Estado y de Gobierno, pero para ser ratificada ella y su Comisión necesitan una mayoría simple del Parlamento Europeo, y hace cinco años la obtuvo por los pelos, por apenas ocho votos. Si un 20% de los suyos no la votara en julio y necesitara a conservadores del tipo Meloni, eso haría a la vez muy complicado que socialistas o verdes se situaran del mismo lado. Y si las fuerzas escépticas consiguen un peso relevante, sacar cada pieza legislativa puede ser una pesadilla para una europa asediada por enemigos externos.

Este jueves en Bucarest Von der Leyen tuvo que tragar sapos y defender que el programa migratorio del PPE y su Manifiesto «está en línea con el derecho europeo y las obligaciones internacionales», algo que muchos de los que han impulsado su agenda siendo de otro signo político no van a aceptar. Una cosa es asumir ese discurso y otra llevarlo a la práctica desde la Comisión, pero Von der Leyen va a tener que sacar en su segundo mandato, si lo consigue, una arsenal nuevo de capacidades políticas. Y no todos están seguros de que lo tenga. «Ha demostrado hasta ahora una capacidad increíble, aunque nadie sabe muy bien cómo o por qué. Pero por irónico que parezca, las dificultades de sus primeros años, de la pandemia a la guerra, le allanaron el camino. En esta legislatura hacía falta más Europa, pero ahora los suyos le piden que haya menos. Y eso será un desafío», explican altas fuentes comunitarias.

Esas discrepancias, fricciones, quedaron bien reflejadas esta semana en un Congreso orgánico, ordenado, sobrio. No hubo épica, emoción ni entusiasmo. No lo generó el discurso de Donald Tusk, ex presidente del Consejo Europeo y flamante nuevo primer ministro polaco que ha «traído de vuelta a su país al Estado de Derecho». No lo hizo tampoco el griego Mitsotakis, que el día antes se salvó por los pelos tras estallar unos misiles a unos cientos de metros de la caravana en la que viajaba junto a Volodimir Zelenski. Ni tampoco el resto.

Pero que no haya sido una cita festiva no quiere decir que no haya sido relevante. Lo es para pactar mensaje, discurso, directrices generales. Para cerrar filas y decirle a todas las delegaciones que en 2024 las prioridades son comunes y no caben salidas de tono o discrepancia. Su mejor activo, piensan, es la imagen de unidad, coherencia, gestión, idea de economía. Y lo deben combinar con una apisonadora en el resto de temas principales: migración, Estado de Derecho, transición verde, agricultura, Defensa, Ucrania. Hasta ahora les ha funcionado, pero cada legislatura que pasa con más peros.

Luchar contra virus y dictadores es más fácil que contra tus limitaciones o contradicciones. La retórica y narrativa contra «los amigos de Putin», los «populistas y radicales», sirve durante un tiempo, pero cuando los mensajes no se alinean con los pactos, cuando tienes que abrir las puertas a quienes hasta ayer eran considerados extremistas, cuando te tienes que comer tus palabras, hace falta algo diferente. Y no está claro que el partido o su spitzenkandidat lo tengan.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es

Publicado el: 2024-03-07 14:40:42
En la sección: Internacional // elmundo

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