Frustracin, impotencia y mentiras: las fuerzas que mueven el mundo | elmundo.es

Stefaan De Winter hace seis meses espera y desespera para que la principal teleco ponga internet en casa de su padre

• Patio global Las agitadoras espaolas del ‘street art’ en Londres

Hace 10 aos, cuando me mud a Bruselas, descubr enseguida que Europa no exista. Esa imagen que tienen muchos en Espaa de un continente en el que la eficiencia, la transparencia, la honestidad, la riqueza o el buen hacer es directamente proporcional al nmero de kilmetro que separan, por el norte, del Ecuador es pura ficcin.

Los despropsitos son iguales o mayores que en otras partes. El ejemplo clsico suele centrarse en los servicios pblicos, con las deficiencias y retrasos -o ms bien atrasos- en la Administracin. La burocracia decimonnica. O con los problemas de recogidas de basura, un clsico en estas columnas costumbristas. Pero el shock es quiz ms profundo en cuestiones que tocan de lleno al sector privado, dado que los rankings internacionales de productividad colocan a Blgica en posiciones muy destacadas.

Es muy probable que la manifestacin ms brutal, sincera y desoladora de sufrimiento que yo haya visto fuera la del da en el que una pobre camarera en la cafetera de uno de los edificios principales del barrio europeo tuvo que soportar a unos crueles periodistas pidiendo, de golpe, tres cafs. No uno ni dos, tres: un solo, uno con leche y un cortado a la vez. Se escuch perfectamente el sonido del alma rota, el chirriar, la angustia. No conceba tener que procesar algo tan hostil. Ni contemplaba, por su puesto, que esa orden se pudiera tramitar simultneamente. De uno en uno, con buena letra y en tiempo rcord de cinco minutos y merci.

Cuando llegu me avisaron de que me armara de paciencia para conseguir internet. Pens que exageraban, pero no. El primer intento llev a pasar tres horas en una tienda, a una negociacin infinita y a salir derrotado. En mi calle daban servicio. En mi edificio daban servicio. Pero en mi planta no. Mis vecinos tenan contrato con ellos, pero al segundo no podan y no tenan la menor idea de por qu. La segunda empresa fue ms eficiente: tras dos horas llegamos a la conclusin de que poda tener telfono e internet, pero no televisin. Y no tenan la menor idea de por qu. Asum a regaadientes que poda vivir sin ella, pero daba igual, porque tampoco ofrecan el servicio sin esa parte del paquete. La tercera firma fue la solucin: lo ofrecan todo y adems tena suerte y poda ser inmediato, porque el inquilino anterior haba cancelado haca meses, pero ellos se haban olvidado de cortar el servicio; as que bast conectar el aparato para conexin automtica.

Esta semana se ha hecho viral el lamento del famoso actor y msico Stefaan De Winter, que desde hace seis meses espera y desespera para que la principal teleco ponga internet en casa de su padre en Ostende. Hasta ocho veces le han concertado la cita, pero nunca se han presentado. Y, cada vez, su progenitor tiene que alejarse de su residencia habitual, junto a su mujer, ingresada por demencia. Tras ms de 50 llamadas infructuosas, acudi a los micrfonos de un programa de radio para llorar: No lo entiendo. Si cualquier pequea empresa hubiera hecho esto, hace tiempo que habra quebrado.

Todos somos y hemos sido Stefaan. Todos hemos llorado y sufrido. Todos nos hemos tirado de los pelos y juramos con frustracin e impotencia que no hemos visto algo igual. Deca el sabio Revel que la primera de las grandes fuerzas que mueven el mundo es la mentira. Y, en concreto, la de la productividad.