Murz, el propagandista ruso que se suicidó ‘devorado’ por los suyos tras criticar las bajas en Ucrania | elmundo.es

El propagandista militar ruso Andrei Morozov (Murz) cantaba las glorias militares rusas en la invasión de Ucrania, pero sus críticas al mal estado del ejército y el alto coste humano del avance ruso le costaron primero la popularidad. Y finalmente, la vida. Murz se suicidó después de enfadar a los propagandistas más radicales. Su pecado: decir que Rusia perdió 16.000 soldados en el asalto a Avdivka.

La figura del propagandista o «corresponsal militar» en Rusia es fundamental en el día a día de un frente opaco por la censura, donde al mismo tiempo el régimen necesita acceder a información al margen de los informes castrenses y compartirla con el público ruso interesado en cómo va la lucha. Pese al tono patriotero de militares y propagandistas, con frecuencia hay tensiones en la discusión diaria porque siempre hay voces más insatisfechas que otras. Murz era una de esas voces muy críticas.

Poco antes de morir, comentó que el 20 de febrero desde arriba le obligaron a eliminar una grabación del canal. Era su pieza más controvertida. En la que comentaba la captura por parte de las tropas rusas de la ciudad de Avdivka en la región de Donetsk. Murz, citando una fuente anónima, afirmó que durante el ataque a la localidad ucraniana, las bajas del ejército ruso ascendieron a 16.000 personas. Y que además unos 300 vehículos blindados fueron destruidos.

Los propagandistas rusos salieron en tromba contra Murz, diciendo que sus palabras sobre pérdidas irreparables en Avdeevka «suelen ser falsificaciones y calumnias contra el Ministerio de Defensa ruso».

El canal de Telegram de Morozov quedó escrito que la orden de eliminar su publicación fue dada bajo presión de «prostitutas políticas dirigidas por Vladimir Solovyov», uno de los presentadores más influyentes del putinismo, desde cuyo programa se alienta cada día la destrucción de Ucrania y futuros ataques a Europa.

En las últimas publicaciones de su canal, Andrei Morozov publicó una nota en la que afirmaba que «se pegaría un tiro». Pidió «no estar tristes» por su muerte y enterrarlo en un cementerio de la autoproclamada LPR. También colgó su testamento y una apelación al fiscal militar jefe para que investigue a un regimiento de artillería, el 1487, en el que según él hay una grave escasez de armas, pérdidas, falta de rotación, descanso y atención médica a las tropas.

Murz se pegó un tiro. En su entorno, estupor y sorpresa: «Hablamos con él por la noche, no había indicios», reaccionó el abogado Maxim Pashkov.

El coro belicista ha lamentado su muerte, aunque sin demasiada convicción. La propagandista rusa Yulia Vityazeva, que encabezó en la cacería de Morozov en redes sociales, reaccionó impasible: «El suicidio es un pecado, una debilidad y una derrota». No mostró ni la más mínima culpa, concluyendo que lo sucedido «está enteramente en la conciencia de quienes conocían los problemas de su supuesto amigo y camarada, pero no hicieron nada para ayudarlo».

Alexander Kofman, alto cargo de la autoproclamada República Popular de Donetsk, también se ha despedido sin demasiado cariño: «Que duermas bien, Murz, cometiste un gran error, pero nadie responderá por ello excepto tú».