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Zelenski, un personaje empujado por su pueblo al papel de hroe | elmundo.es

Zelenski, un personaje empujado por su pueblo al papel de hroe

Cuando escuch las hlices de los helicpteros rusos pasando por encima de su edificio y camino del aeropuerto, la profesora Olga Yermuraki supo que la guerra haba empezado a 500 metros de su casa y que su marido, perteneciente a la Defensa Territorial de Hostomel, corra un gran peligro. Morira minutos despus por culpa de un misil, pero Olga baj al refugio y trat de entretener a todos los nios del vecindario.

Mientras, el jugador profesional de pker Olexander Jarkinsky estaba metido en una timba en la ciudad de Jrkiv, sin mviles a mano, en un stano, con otros cuatro apostadores. Ninguno de ellos se tom en serio las amenazas de EEUU, as que no valoraron que, a 30 kilmetros de donde ellos estaban, los rusos haban movilizado el mayor ejrcito desde la Segunda Guerra Mundial, que ya rompa las barreras fronterizas como si fueran palillos mondadientes.

Cuando Jarkinsky sali de aquel stano, con las primeras luces del da, las sirenas atronaban el cielo y los misiles rusos ya caan en el centro de la ciudad. As que Jarkinsky cogi el coche, llen el depsito de gasolina, se tom varios cafs para no dormirse y tom la autopista, que en ese momento comenzaba a llenarse de refugiados en pnico hacia la regin de Kiev. All estaba su antigua unidad con la que haba combatido en el Donbs, y a la que pensaba reengancharse. Cuatro das despus, con tan slo unas horas de sueo, embosc en Ivankiv su primer convoy logstico ruso junto a varios estudiantes de mecnica, ultras del equipo de ftbol Metalist, malotes de gimnasio, un pinchadiscos y tres maestros infantiles.

Margaryta Rivchachenko, periodista y modelo, se levant en Kiev sin escuchar las sirenas antiareas. Tena decenas de llamadas perdidas de su familia y, cuando se enter de lo que pasaba, acudi a donar sangre y, esa misma noche, trat de alistarse en el ejrcito de Ucrania en una oficina de reclutamiento. En plena madrugada un militar por fin repar en ella y la llev a una estacin de metro de Kiev donde una mujer enseaba nociones bsicas de primeros auxilios. En pocas horas se convirti en paramdico.

Natali Sevriukova, frente a su edificio atacado en Kiev.EMILIO MORENATTIAP

Alina Mijailova, concejal de Kiev, se puso su viejo uniforme de veterana del Donbs y se fue en busca de su antigua unidad.

Al escuchar los primeros aviones sobre Bucha, su ciudad natal, Grigori, un jubilado de 70 aos, abri su armario en busca de su viejo uniforme sovitico. Se lo puso y acudi al ayuntamiento, donde a esa hora cientos de jvenes trataban de alistarse. Todos se rieron de l. Das despus, armado con un antitanque, este anciano con experiencia de combate en Afganistn revent un camin cisterna y varios blindados en la calle de la estacin de su ciudad, donde ardieron decenas de militares rusos y se derriti hasta el asfalto. Despus camin hasta su casa y se qued dormido.

Una cocina en el jardn

Paralelamente, Tamara, una mujer de 66 aos de nacionalidad rusa, quem su pasaporte y se puso a cocinar en el jardn, ya sin luz en el vecindario, para los pocos vecinos que no huyeron en las primeras horas.

Roman Zaverukha, un constructor de Lepolis, abri su casa a una pareja y su hijo recin llegados de Jrkiv durante esas primeras horas de infierno, slo parando para repostar. Adems, se ofreci para conducir gratis con los periodistas occidentales que llegaban a su ciudad. Lo coordinaba Sergei, bajista de jazz, que puso a su banda de cuatro msicos a buscar casas vacas para refugiados, reclutar voluntarios para proteger el patrimonio histrico de la ciudad, repartir bocadillos en la estacin de tren o para organizar viajes a la frontera con Polonia.

Vladimir Putin dise su «Operacin Militar Especial» conociendo de primera mano los efectivos con los que contaba Ucrania, su capacidad fabril, sus puentes, aerdromos y nudos de comunicacin. Tena una tupida red de espas y un plan para comprar a polticos y militares corruptos, pero crea que la sociedad civil ucraniana estaba tan amordazada, tan anestesiada y tan manipulada como l mismo mantiene a la rusa. Pensaba, y se fue su gran error, que los ucranianos recibiran con flores a las tropas, con una mezcla de sumisin y terror. Sin embargo, el pueblo ucraniano, al que Putin niega asegurando que no es otro que el mismo pueblo ruso, y que por tanto no merece contar con un estado propio, decidi defenderse.

Anastasia Ohrimenko y su familia despiden a su marido en Bucha.
Anastasia Ohrimenko y su familia despiden a su marido en Bucha.EMILIO MORENATTIAP

La propaganda rusa asegur entonces por sus canales habituales que centenares de miles de jvenes ucranianos huan al resto de Europa para no cumplir sus obligaciones militares. Era falso. Claro que hubo deserciones, pero mnimas, porque la gran mayora acudi voluntariamente a los banderines de enganche antes de que nadie los llamara, mientras que los trenes en los que escapaban centenares de miles de mujeres y nios de las bombas de Putin regresaban llenos de ucranianos expatriados dispuestos a luchar, mujeres incluidas.

Electricidad

Esa electricidad patritica que recorre desde ese momento hasta hoy cada rincn del pas no emergi del palacio presidencial de Kiev, sino que comenz en el interior de cada ucraniano aquellos primeros das de guerra y termin llegando al presidente Volodimir Zelenski, rusfono de origen judo que ha hecho parte de su carrera artstica en Rusia. Ese poderoso calambre acaba llegando al bnker de Zelenski unas horas despus de la invasin. Entonces ya sabe que los soldados siguen en sus puestos y que el estado ucraniano no se ha derrumbado. El presidente se ve empujado a grabar un videoselfie en plena noche con sus consejeros y su ministro de Defensa, que se viraliza en segundos. «El presidente sigue aqu», es el mensaje. Ms tarde, cuando Washington le ofrece un rescate en helicptero para llevarlo fuera de Kiev, deja su frase ms conocida, de ecos churchillianos, que vuela en los WhatsApp de los ucranianos: «No necesito un paseo, necesito municin». La electricidad de la resistencia fluye entonces en direccin contraria, pero esta vez desde el bnker de Zelenski hacia el resto de ucranianos que luchan, de uno u otro modo, por la supervivencia del pas.

La guerra, en ese momento, se plantea como una verdadera «guerra de la independencia», drama heroico fundacional que traer una nueva Ucrania, al precio que sea, para tumbar por fin el pesado yugo de Mosc. Todo esto no lo crea Zelenski, sino que lo asume.

Recordemos que Ucrania es posiblemente el pas que ms muertes violentas ha sufrido en relacin a su poblacin durante el siglo XX. Desde la represin zarista, pasando por el Holodomor o genocidio por hambre inducida de Stalin, la invasin de la Alemania nazi, el genocidio judo, la posterior ocupacin sovitica, las purgas de Beria y, finalmente, las muertes a tiros de muchos manifestantes desarmados en el Maidn, la venenosa intervencin rusa en el este del pas para armar a los seores de la guerra de Donetsk y Lugansk y la invasin a gran escala del 24 de febrero para borrar al estado ucraniano del mapa.

Ese factor, la motivacin del pueblo, jams la entendi Putin y eso explica los errores que vinieron despus. Porque la potencia de fuego no lo es todo. Mientras que los soldados rusos nunca han entendido las razones para atacar Ucrania, los ucranianos asimilan a la perfeccin las razones que tienen para defenderse de los rusos. Zelenski se visti con el verde militar y transmiti al mundo con vehemencia y credibilidad, ya en el papel de su vida, lo que todo eso significaba.

Unas semanas despus, esa resistencia terca y feroz de la sociedad ucraniana, civiles y militares, consigui frenar a los rusos a las puertas de Kiev. Exhaustos y vencidos, dieron media vuelta. Fue en ese momento donde Occidente entendi que lo de ganar la guerra no era un farol de los ucranianos, sino una cuestin de vida o muerte. Fue entonces cuando lleg la ayuda, la ayuda de verdad.

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es

Publicado el: 2022-12-29 15:36:42
En la sección: Internacional // elmundo

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