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Las pequeñas empresas aportan una rendija de esperanza para mujeres afganas : IPS Agencia de Noticias

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KABUL – Era un soleado día de invierno en Kabul. Decidí dar un paseo por los alrededores. Me puse mi vestido largo y el hiyab y salí de casa. Como no estaba muy lejos, no necesitaba la compañía de un mahram, un guardián masculino, a mi lado, una restricción estricta impuesta a las mujeres afganas por los talibanes.

En la bulliciosa capital afgana, los niños vendían bolsas de plástico al borde de la vía  mientras la gente transitaba dedicada a sus quehaceres.

Mientras caminaba, mi mirada se posó en un cartel que indicaba un restaurante solo para mujeres, que servía una variedad de platos locales y nacionales. Me intrigó, dado que en una ciudad llena de numerosos hoteles y restaurantes, en su totalidad regentados por hombres, este en particular estaba gestionado por mujeres y solo atendía a clientas.

Decidí visitarlo. El cartel me llevó por 15 escalones hasta el sótano de un edificio, donde no se veía a las mujeres que trabajaban en el restaurante desde fuera.

De la cocina casera a un restaurante en toda regla

Me recibió una mujer que me dio una cálida bienvenida. Mientras me sentaba en una amplia sala, los recuerdos del pasado inundaron mi mente. Antes de que los talibanes retomaran el poder el 15 de gosto de 2021, solía ir a restaurantes con mi familia y amigos.

Era un momento de risas, en que compartíamos la comida y disfrutábamos de la compañía de los demás sin miedo ni restricciones.

Podíamos sentarnos juntos, conversar abiertamente y disfrutar de la vida, libres de la atmósfera opresiva que ahora define nuestra situación actual. Aquellos días estaban llenos de alegría y posibilidades, y los recuerdos se encuentran entre los más felices que he tenido; ahora parecen un pasado lejano, casi inalcanzable.

Una camarera me devolvió al presente cuando tomó mi pedido. Tenía curiosidad por saber cómo habían conseguido las mujeres montar un lugar de trabajo fuera de casa, en el corazón de Kabul.

Una de las dos propietarias, que pidió permanecer en el anonimato y ser mencionada como Farhard, me contó la historia: «El desempleo y la pobreza nos llevaron a mi hija y a mí a preparar comida deliciosa en casa y venderla en línea a bajo precio».

«El negocio fue prosperando poco a poco, aunque al principio cometimos muchos errores», detalló la joven hija, licenciada en Derecho, a quien los talibanes obligaron a abandonar sus estudios de posgrado.

Después de ahorrar 800 000 afganis (11 361 dólares) y recibir otros 100 000 (1421dólares) como ayuda de la Unión Europea (UE), las dos mujeres decidieron abrir su propio restaurante. El local alquilado cuenta con una cocina totalmente equipada y un gran salón para atender a las clientas.

Entre las paredes decoradas con mucho gusto, las cocineras se afanan en preparar la masa para el bolani, un pan plano de masa fina muy consumido en Afganistán, que a menudo se rellena con papas, puerros, calabaza rallada o cebollines.

Debido a la represión de las mujeres fuera del hogar por parte de los talibanes, el restaurante se ha convertido en un salvavidas para la mayoría de las mujeres que trabajan allí y que han ido perdiendo sus empleos.

Entre ellas se encuentra Wahida, una joven que cuenta que perdió su trabajo como oficinista. «Han pasado más de tres años desde que mis compañeras y yo perdimos nuestros empleos con la llegada de los talibanes», dice, y añade: «Me quedé sin saber qué hacer».

Pero ahora, con la apertura del restaurante solo para mujeres por parte de estas dos emprendedoras, ella y 10 de sus compañeras tienen un trabajo asalariado desde hace un mes.

Y esa fue precisamente una de las motivaciones de Farhard y su hija para abrir el restaurante: crear puestos de trabajo y proporcionar independencia económica a las mujeres que habían sido expulsadas de sus empleos por los talibanes.

«El trabajo de las mujeres fuera del hogar ha traído una gran esperanza a las mujeres que trabajan en nuestro restaurante, porque pueden mantener a sus familias con sus salarios», dijo Farhard.

Además, continuó, «un restaurante es una buena fuente de ingresos y reintroduce la cultura de la cocina auténtica afgana de la manera más hermosa posible».

Cuentan con la licencia del Ministerio de Comercio y su clientela aumenta constantemente. Las propietarias imparten formación en caterin y servicio a las candidatas antes de contratarlas.

Navegando por la cuerda floja de las normas talibanes

Desde que los talibanes irrumpieron en la escena política hace cuatro años, tras ya haber gobernado el país entre 1996 y 2001, establecieron la prohibición indiscriminada de que las mujeres trabajaran fuera de casa, las mujeres afganas están explorando opciones de negocio que les permitan generar ingresos.

La confección y la costura a medida son algunas de las más comunes, mientras que el sector de la restauración también ofrece una alternativa viable para muchas otras.

Este restaurante solo para mujeres únicamente puede funcionar porque cumple estrictamente todas las normas talibanes. Está situado en un sótano para garantizar que no se vea a ninguna mujer desde el exterior, ya que las mujeres no pueden trabajar fuera de casa ni comer en público con hombres.

Pagan impuestos mensuales a los talibanes, todo el personal es femenino y cumplen con portar el hiyab y otras normas religiosas establecidas por el Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio.

Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos que realizan las mujeres para generar ingresos, los talibanes siguen acechando no muy lejos.

«Los funcionarios del llamado Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio realizan visitas de inspección semanales a nuestro restaurante», se queja Wahida.

Las inspecciones, dice, «aseguran que todas las mujeres llevan correctamente el hiyab, con el rostro cubierto, y vestidas con el vestido largo adecuado, tal y como exigen las normas».

Además, registran minuciosamente todo el restaurante para asegurarse de que no hay hombres trabajando allí, ya que las mujeres tienen estrictamente prohibido trabajar en el mismo lugar que los hombres.

Para las mujeres que trabajan en el restaurante, estas inspecciones son sin duda un acoso innecesario. Se sienten vigiladas y, sin embargo, impotentes para luchar contra ello.

Sin embargo, Wahida tiene un mensaje para las valientes mujeres afganas: «No desesperéis, buscad los pequeños nichos que permite el sector privado y seguid adelante».

T: MF / ED: EG

Fuente de TenemosNoticias.com: ipsnoticias.net

Publicado el: 2025-06-26 13:58:00
En la sección: Últimas Noticias : IPS Agencia de Noticias

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