Menú Cerrar

Natalia Bayona: ‘Conozco más de 100 países pero la costa colombiana es mi lugar’ – Cultura

Natalia Bayona: 'Conozco más de 100 países pero la costa colombiana es mi lugar' - Cultura

Desde el pasado 1 de julio, la colombiana Natalia Bayona (de 38 años) lidera la estrategia de innovación, educación e inversiones de la Organización Mundial del Turismo (OMT), una de las agencias más importantes de las Naciones Unidas. Estudió Relaciones Internacionales en el Externado y, después de un largo y brillante paso por ProColombia, la bumanguesa –de sangre wayuu– entró hace cinco a la ONU, donde ha labrado una carrera en franco ascenso. Hoy, como directora ejecutiva, es la colombiana con el cargo más alto en la organización.

(Le recomendamos: Jorge Alí Triana, la memoria del teatro en Colombia. Entrevista de BOCAS)

Jorge Alí Triana es el protagonista de la edición #130 de la Revista BOCAS.

Desde el 1 de julio, la colombiana Natalia Bayona es la directora ejecutiva de la Organización Mundial de Turismo –la agencia de las Naciones Unidas responsable de la promoción del turismo sostenible–, convirtiéndose en la segunda autoridad máxima en el sector, la primera mujer menor de 40 años en ocupar el cargo –la segunda en toda la historia– y la colombiana con mayor cargo en la Organización de Naciones Unidas. Un sueño que ella había escrito en un ensayo para el colegio a los 16 años.

De 38 años, nacida en Bucaramanga, es la mayor de tres hermanos: Andrés y Paula. Los niños Bayona no salían a jugar cada tarde como los demás, pues tenían clases de refuerzo después del colegio. Su madre, Ligia Baquero, es una mujer wayuu, licenciada en educación preescolar. Su padre, Héctor Bayona, trabajó toda su vida como contratista  de maquinarias, un trabajo que le permitió recorrer el país e inspirar a sus hijos.

A Natalia le dicen Mafalda desde pequeña. No solo por el listón que amarraba su corto, recto y liso cabello negro, y porque hablaba perfectamente desde los dos años –por lo que tuvo que saltarse un curso–, sino por los temas de conversación que planteaba cuando era niña: le gustaba hacer preguntas incómodas, leer el periódico que su padre dejaba en la mesa y cuestionar a los mayores. Pero a diferencia del personaje de Quino, a Natalia no solo le gusta la sopa, le fascina, sobre todo si es de plátano, la minestrone o si tiene mariscos.

(Puede leer: El expresidente Samper se despachó en la Revista BOCAS contra varias figuras de la escena política)

Bayona es la directora ejecutiva de la Organización Mundial de Turismo.

Había recorrido los peldaños más prestigiosos del mundo del turismo hasta que, hace cinco años, llegó a la ONU con una tarea nada fácil para un organismo antiguo y tradicional. Tenía la misión de convertir la voz del turismo del planeta, la OMT, en una de las agencias más innovadoras de la ONU, un sector que lleva a su espalda la creación de más de 280 millones de empleos en el mundo, que aporta al PIB mundial casi 6 billones de dólares estadounidenses y reúne a más de 160 Estados miembros. Lo logró y ese fue el comienzo de su nombramiento.

Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Externado de Colombia. Al salir hizo una pasantía no paga en la Cancillería y fue maestra en colegios públicos en el centro de Bogotá. De ahí saltó a ProColombia, donde trabajó por 10 años y en la que se adentró en el mundo del turismo. Fue nombrada directora inaugural de las oficinas comerciales de promoción en Argentina y fue gerente de turismo en Chile. Allí le dieron por dos años consecutivos el premio a la mejor aliada de gobierno por su trabajo en la promoción de Colombia. A los 27 años, se convirtió en la gerente de turismo más joven que ha tenido esta agencia gubernamental.

Después hizo un MBA en el IE de Madrid, una de las mejores universidades en temas de negocios y de gerencia. Fue nombrada en la capital española como vicepresidenta del South Summit, un foro global de innovación y emprendimiento, hasta que finalmente llegó a la Organización Mundial del Turismo, hace cinco años, como directora del Departamento de Innovación, luego como directora de Innovación, Inversiones y Proyectos de Educación. Hoy es la directora ejecutiva de todo el organismo.

Es mitad guajira y mitad bumanguesa. Alguna vez se desmayó en una morgue y así descubrió que la medicina no era lo suyo. A los quince años no pidió un tour por Europa ni una fiesta, sino un curso de inglés en Florida. Conoce más de cien países –acaba de conocer el 101 (Uzbekistán) y el 102 (isla Mauricio)–. Hace dos años se enamoró de un español con el que atravesó España en moto –algo que nunca había hecho–. Recorrieron juntos 2.500 km por el norte de España, y desde hace cuatro meses son padres de una pequeña bebé llamada Miranda.

(Le sugerimos: Mario Mendoza, el fenómeno de la literatura colombiana, habló en BOCAS del rechazo de la crítica, de Petro y más)

Natalia Bayona, durante un encuentro de turismo.

Foto:

archivo de Natalia Bayona

Natalia alterna sus días entre entrevistas, aeropuertos, reuniones, su familia y ser madre. En esto consiste ser la segunda autoridad del turismo en el mundo, un cargo cuya responsabilidad es llevar las relaciones políticas con los más de 160 Estados miembros de la OMT a través de sus ministerios de Turismo, crear proyectos de desarrollo en cada país, entre varias tareas. Actualmente planea la próxima Asamblea General de la OMT en Uzbekistán. Viaja casi cada semana, pero su hogar actual está en Madrid, con su familia: su esposo, Tomás, su hija, Miranda y en la distancia sus padres y hermanos. Habla la santandereana que mantiene su acento intacto, así como un marcado orgullo por Colombia.

¿Cómo fue su primer día en la ONU?

Hace cinco años y medio, todo era absolutamente protocolario. Pero entonces el primer día empecé a hablar con muchísima energía para trabajar todos los temas de innovación, y la mitad de la gente que trabajaba ahí en esa época me decía: “Natalia, nos estás hablando en chino avanzado”.

Usted ya conocía al actual secretario general, Zurab Pololikashvili. ¿Cómo le ofrecieron un puesto en la ONU?

Yo fui gerente de turismo en ProColombia, que es miembro afiliado a la OMT. Además, Colombia es Estado miembro, y eso significa que tiene que ir a las Asambleas Generales y demás. Cuando yo era gerente en el gobierno Santos, el ministro era Sergio Díaz-Granados, y nos dijo a María Claudia Lacouture, presidenta de ProColombia, y a mí: “La meta de ustedes dos es traer de nuevo la Asamblea General para Colombia”. María Claudia le dijo que era imposible porque esta debía rotar por todas partes del mundo, y como ya había venido a Cartagena en el 2007, no tenía por qué repetirse. El ministro nos dijo: “si no la traen, no vuelvan”. Zurab Pololikashvili, hoy en día el secretario general de la OMT, era en esa época el embajador de Georgia ante la OMT. Yo lo busqué para que me ayudara a conseguir el favor de esa zona y él me presentó a los ministros de Europa del Este. Y logramos lo imposible posible. Colombia repitió, ha sido el único país del planeta en repetir Asamblea General, y se hizo en Medellín con el presidente Santos. Así que Zurab vino e hicimos una muy buena amistad.

¿Cómo se lo volvió a encontrar?

Luego él aplica para ser secretario general y gana. Yo estaba saliendo de Colombia y trabajaba en el sector privado, pero un día de un frío diciembre, yo venía caminando por la calle Serrano en Madrid. Zurav y yo nunca nos habíamos visto a pesar de que éramos vecinos, nos separaban seis cuadras. Ese día yo venía de regreso a casa y me encontré con él frente a frente. Me dijo: “Nati, no puede ser, ¿cómo es posible que estés viviendo aquí y yo no sepa?”. Era el secretario general, la máxima autoridad del turismo. Este encuentro fue en diciembre y él empezaba el 1 de enero su mandato. Entonces me dice que le gustaría reunirse conmigo. “Yo quiero trabajar contigo para ver qué podemos hacer juntos por la OMT”. Entonces fuimos a tomar un café, y esa es mi historia de reencuentro con él.

(Le sugerimos: Susana Muhammad, ministra de Medio Ambiente, habla en BOCAS de su familia en Cisjordania, de sostenibilidad y más)

A los 27 años, se convirtió en la gerente de turismo de Procolombia.

¿Ahí le propuso el puesto?

En Madrid los individuales son siempre de papel. En el café, él giró el individual y me dijo: “Natalia, si tú fueras secretaria general de la OMT, ¿qué harías?”. Le dije que la OMT era un organismo viejo, burocrático y lento. “Tú eres un hombre joven, así que tienes que impregnar juventud. Yo montaría el Departamento de Innovación para ayudar a empoderar a los jóvenes emprendedores, a las startups, a seguir un network de inversores para subir el nivel al turismo como sector económico”. Yo le pinté lo que yo creía. Él me dice: “¿tú sabes georgiano?” Y saca un papel y me dice: “Lo que tú me estás contando está escrito en este papel que yo mismo escribí”. Yo me quedé verde. Él me dijo “conserva estos dos papeles porque yo quisiera que tú vinieras a ser parte del equipo. Pero eso no depende de mí como secretario general”. Me dijo que iba a hablar con el presidente del Consejo Ejecutivo, la Junta Directiva de la OMT. Yo sabía cómo eran las cosas en la ONU.

Pero sí lo aprobaron.

Justo antes de Semana Santa, me llamó y me dijo: “Nati, quería contarte que hablé ya con el ministro Santos, presidente del Consejo, y me dice que tengo luz verde. Hay que montar realmente el proyecto, presentarlo a los 34 ministros y si sale voto favorable, se crea el Departamento. Pero yo te necesito aquí sentada porque necesito alguien que me empiece a ayudar con esta historia”. Y me pasó lo mismo que en ProColombia. Solo me podía ofrecer un contrato de dos meses como experta para que lo ayudara a montarlo. En mayo presentamos el proyecto y, por unanimidad, lo aprobaron. Ahí empecé todos los temas de innovación en la OMT. Esa es la historia. En una conferencia de innovación, yo le mandé a enmarcar la servilleta a Zurev, se la entregué y le dije: “esto es para que te acuerdes de dónde venimos y para dónde vamos”.

¿Cuál es su mayor logro en la ONU?

Haber puesto a la OMT en el mapa de innovación de las Naciones Unidas como una agencia de referencia. Ese fue un reconocimiento que nos dieron en el 2020 y en el 2022. La ONU trabaja normalmente haciendo reportes, guías en términos de políticas públicas, pero la innovación rompe todos los esquemas. Logramos crear el primer sistema de innovación turística a nivel mundial con una comunidad de más de 16.000 startups de más de 150 países, más de 100 proyectos pilotos con empresas del sector privado. Las primeras 250 que han ganado han conseguido más de 250 millones de dólares en inversión. Dentro trabajamos con más de 50 aceleradoras a nivel mundial, con más de 100 universidades para potenciar los temas de innovación, con más de 1.000 empresas a nivel privado. Eso no se había hecho nunca en la historia de la organización y sobre todo con resultados tangibles.

Desde hace 20 años, su trabajo le ha permitido viajar por el mundo y ya completa más de 100 países. Así que vayamos a sus inicios, a uno de sus primeros y más importantes viajes: el recorrido anual que usted y su familia hacían a Villanueva, La Guajira. ¿Qué es lo que más recuerda de este lugar?

Tomábamos la carretera desde Bucaramanga y siempre pasábamos Nochebuena en Villanueva con mi abuela, que ya no está. Después seguíamos a Santa Marta. A pesar de que conozco más de 100 países, la costa colombiana es mi lugar favorito en el mundo. Mi parte favorita en el planeta es ese triángulo que se forma entre el Magdalena, La Guajira y el Cesar, porque encuentro lugares mágicos como la Sierra Nevada de Santa Marta, los ríos con esas piedras gigantes que te recuerdan la prehistoria, la diversidad de la gente, tres culturas indígenas completamente distintas, las inspiraciones de García Márquez, los vallenatos; esa fue mi infancia. Mi abuela, que vivía en Villanueva, era un vivo retrato de lo que era la cultura wayuu, supermatriarcal, y ese empoderamiento me inspiró desde pequeña. La gente que me conoce me podría describir como una persona supercolorida. Siempre estoy llena de alegría, siempre estoy sonriendo, pero sobre todo se ve en mi forma de vestir. Es muy difícil verme vestida de negro, y si uno revisa y mira la cultura wayuu, es una cultura colorida. Hasta su gastronomía me conecta. Todavía, cada vez que voy a Colombia, sin excepción, tengo que pasar por ese triángulo.

Natalia Bayona venía trabajando en la OMT desde hace cinco años.

Usted es muy afín a las culturas indígenas. ¿Tiene alguna anécdota de sus experiencias con los indígenas en su infancia?

A mí la cultura arhuaca me ha generado muchísima conexión desde niña. Uno de los mamos me dijo una vez cuando fui a la Sierra Nevada, que por qué veía yo una iglesia católica ahí. Yo no tenía idea. Me dijo: “esta fue la primera iglesia que se hizo en Colombia, donde nos querían adoctrinar. Tiene que preservarse como parte de su historia pero para nosotros los indígenas hoy en día es la cárcel. Si un indígena se porta mal, tiene que vivir en la iglesia católica como castigo”. Imagínate que esto te lo cuenten a los 12, 13, 14 años, no solamente es un cuento surreal, sino también te genera un pensamiento crítico.

A los 16 años ya sabía qué hacer con su vida y escribió en un ensayo su sueño de ser la colombiana con mayor cargo en la ONU. ¿De dónde vino esa inspiración?

Sí, fue un ensayo para el colegio. Me inspiró, desde los 10 años, Kofi Annan, un espectacular secretario general de la ONU [1997-2006] que, además de ser negro, ghanés, fue el primer secretario negro y africano. También recuerdo que la labor social era importante en mi casa y eso me inspiró mucho.

Antes de tener este sueño, usted había pensado en otras carreras. ¿Es cierto que una vez en el colegio se desmayó por ver un cadáver?

[Risas] Sí, yo decía que quería estudiar medicina porque es una carrera que implica disciplina, sacrificio y sobre todo apoyar a los demás. Una vez en el colegio en el que estudié en Bucaramanga nos llevaron al anfiteatro. Yo estaba feliz. Pero cuando llegué y vi el primer cadáver, me desmayé en la mitad de la explicación. Volví amarilla, casi blanca, a mi casa y le dije a mi mamá: “tienes toda la razón, la medicina no es lo mío”. Ella estaba muerta de risa.

Finalmente eligió Relaciones Internacionales en el Externado, en Bogotá. ¿Supo pronto que había sido una buena elección?

Yo siempre fui de las mejores de la clase. En el Externado fui monitora del área de Relaciones Internacionales, de Economía internacional, que es parte de lo que hago hoy en día. A mí me dieron clase Germán Umaña, Claudia López –que me dio clases de urbanismo–, Peñalosa y Rodrigo Lara. Y luego, cuando ya estaba terminando la carrera, me pregunté: ¿qué puedo hacer distinto a lo que hace el resto de la humanidad? Primero, voy a ir a buscar una escuela cerca al Externado, a ver si puedo dar clases, porque para mí el tema de verdad de entregar el conocimiento es una cosa que me apasiona. Fui a la escuela de Manuel Elkin Patarroyo y daba clase a los de noveno y décimo de geografía y economía. Luego me puse a trabajar en la Cancillería, también gratis, en el tema de derechos Humanos y de la ONU, en la coordinación de Naciones Unidas que tiene la Cancillería.

Después tuvo un periodo de diez años en ProColombia, donde se conectó de lleno con el turismo.

Yo empecé a trabajar en ProColombia a los 20 años, en el 2005. Me fui sola y dije: “yo quiero trabajar aquí”. Me dijeron que no había vacantes, pero igual dejé mi hoja de vida. A los 15 días me llamaron y empecé a trabajar en la Gerencia de Servicios para temas de exportaciones, y mira cómo es la vida, era la que llevaba todo el tema de diseño y accesorios, y esa es una de mis pasiones. Duré seis meses. En esa época, Luis Guillermo Plata, el presidente de ProColombia, daba unos estímulos a los mejores funcionarios y me gané el estímulo a la mejor estudiante en práctica. Me fascinaba lo que hacía que era ayudar a los empresarios a exportar. También ayudaba a que Colombia se luciera en diferentes ferias internacionales. Cuando salgo de esa práctica, me ofrecen un trabajo de dos meses en ProColombia. Entonces empecé ahí.

(Puede leer: Entrevista de BOCAS con la colombiana Ángela Zuluaga, vicepresidenta global de Coca Cola)

Fue directora inaugural de las oficinas comerciales de promoción en Argentina y fue asesora de turismo en Chile.

¿Recuerda alguna anécdota que haya marcado ese periodo?

Me pusieron el rol de coordinar la participación de Colombia en Fitur, que es la feria más importante del mundo en turismo, que es aquí en España, después de 30 años que Colombia no aparecía en el mapa global de turismo por la violencia. Ese fue mi primer trabajo y queríamos llevar a los Silleteros de Santa Elena. Como Colombia no había ido por mucho tiempo, el rey tenía que pasar por el estand y saludar a las autoridades. Resulta que media hora antes, la Guardia Civil española pensó que las sillas eran arreglos del día anterior y las botó a la basura. Yo tenía 20 años y sabía que me estaba jugando mi puesto. Cuando le cuento a mi jefa, que era Nubia Stella Martínez, me dice: “pues tendrás que convertirte en silleta, pero a ver qué haces”.

Fue su primera prueba…

Fuimos al lugar más cercano del estand de Colombia a ver si estaban y, en efecto, estaban justo ahí en una esquina en el proceso de llevarlas para botarlas a la basura, y las rescatamos. Colombia se lució y ese año ganó el premio al mejor estand de todo el mundo. Recuerdo perfectamente que mi jefa me dijo: “algo tuviste que haber hecho bien, todo el mundo me habla de las bellezas de tu trabajo. Bienvenida a ProColombia”. Eso marcó mi vida, porque además estaba en Madrid a los 20 años, en un gobierno que estaba apostando por el turismo.

Usted hizo parte del equipo que cambió la imagen de Colombia en el mundo.

Yo hice parte del equipo que ayudó a crear la campaña ‘Colombia, el riesgo es que te quieras quedar’. Creamos los primeros planes de marketing con las aerolíneas para traer más rutas y aumentar las frecuencias aéreas de Colombia hacia el mundo. KLM y Air Europa llegaron en mis épocas y mi rol era desarrollar ese plan. Eso no se había hecho antes, solo con Avianca. Algo muy importante de mi legado como gerente de turismo en ProColombia fue ayudar a crear su gerencia de Innovación Turística. El día que lo logré supe que era el día de irme después de 10 años de trabajo.

¿Qué fue lo más difícil de esa promoción?

Cuando vivía en Chile, que no está muy lejos de Colombia, me colgaban muchas veces los teléfonos porque me decían que no estaban ni cinco interesados. Me decían que para qué perdía el tiempo promocionando Colombia si era la tierra de Pablo Escobar, la tierra de las guerrillas y el narcotráfico. En Argentina una vez me dijeron que la imagen del país iba a durar 20 años en cambiar. Una vez a un periodista internacional de Canadá, que había venido a hacer un superdocumental de Colombia, le robaron la cámara en el centro andino. Eso era un reto gigante. Cuando pasó, me tocó poner la cara a mí. Finalmente logramos que el periodista revirtiera su imagen y no escribiera cosas negativas de Colombia.

¿Ha sido difícil como mujer abrirse paso en el mundo del turismo?

A pesar de que las cosas están cambiando y a pesar de que el turismo sea el gran empleador de mujeres en el mundo, sólo el 12% de las mujeres están en la alta dirección. Me ha pasado en Arabia Saudí y me ha pasado en Qatar, me ha pasado en Emiratos Árabes, todas mis fotos salgo rodeada siempre de hombres, ministros, líderes, jóvenes. Pero me da igual si tengo gente mucho mayor que yo o con muchísimo más poder que yo. Lo importante es el objetivo y entonces hay que cumplirlo y punto.

Hace cuatro meses empezó a ser madre. ¿Cómo ha sido ese balance?

Fui mamá el 16 de marzo y a los tres meses y medio me ascendieron a un cargo como estos. Ya no hago viajes largos porque entiendo cuáles deben ser mis prioridades dentro de este balance. Claramente tengo que estar con Miranda, mi hija, pero tengo un esposo fabuloso que desde el momento cero me dijo: “tú estás en un modelo de crecimiento espectacular. Así que yo voy a estar aquí para todo lo que necesites, y tú podrás seguir brillando”. Cuando todavía era directora de Innovación, en una de estas reuniones de ministros, alguien me preguntó: “¿y Miranda qué? ¿Dónde la dejaste? Tú tienes que dejar de viajar”. Yo le dije: “Miranda está con la mejor compañía posible, que es su papá”. Si yo hubiese sido un hombre no me lo hubieran dicho, porque en gran parte de la sociedad están pensando que son las mujeres las que se tienen que quedar en la casa. La igualdad no es solamente por quién tiene el mismo puesto o quién tiene el mismo salario, la igualdad también es poder entender que puede haber roles que tanto el papá como la mamá pueden asumir.

¿Cómo se ve a Colombia en el exterior actualmente?

Colombia se ha convertido en una potencia musical a nivel global. Mira, yo hablo con gente de Arabia Saudí y todos tienen que ver con Maluma, con Shakira, con Camilo, con Sebastián Yatra y saben que todo esto es talento colombiano. Por otro lado, también se reconoce la calidez de su gente. Por lo menos en España tenemos fama de muy buenos trabajadores, de ser muy buena gente, de ser gente honesta y muy bien educada. Luego también la biodiversidad hace que se abra una ventana de oportunidad, y es empezar a promocionar una nueva Colombia que ni siquiera la mitad de los colombianos conoce.

¿Y la visión que no es tan buena?

Yo hice parte del equipo que lideró la estrategia de cambio de percepción y de imagen de Colombia, y yo sé lo difícil que es. Creo que el principal reto que tiene Colombia hoy en día es combatir la inseguridad. Si queremos promover nuevos destinos, sí o sí, la seguridad tiene que seguir siendo una bandera porque el turismo es sinónimo de confianza. En algún momento se hizo mucho daño con las series que ya conoces. En la época de Pablo Escobar no había redes sociales, ni existía YouTube, ni TikTok. Hoy en día un turista cualquiera puede ser embajador, pero también principal enemigo de un destino turístico.

¿Qué es lo que más se lleva de todos sus viajes?

El turismo es una inversión en la vida. Yo conozco más de 100 países y seguiré viajando una, dos, tres y 100.000 veces, porque es una manera muy importante de abrir la mente. Pero lo más importante es que te llena de humanidad, porque estás en contacto con lo más bonito que tiene este planeta, que son sus recursos naturales. No hay otro sector, como el turístico, que haga eso.

Esta entrevista fue realizada por Gabriela Herrera Gómez
Fotos de Camilo Rozo
Edición #130 Julio – Agosto

(Le recomendamos otra entrevista BOCAS: El escritor tanzano Abdulrazak Gurnah, premio Nobel de Literatura 2021, contó su historia en BOCAS)

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2023-08-05 04:50:26
En la sección: EL TIEMPO.COM – Cultura

Publicado en Cultura