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Piedad Córdoba reveló su vida personal en entrevista con Revista BOCAS – Cultura

Piedad Cordoba en BOCAS

(Este 20 de enero de 2024, la senadora Piedad Córdoba falleció en una clínica de la ciudad de Medellín. Recordamos su entrevista publicada en mayo de 2012 en la edición #8 de la Revista BOCAS)

Es tan popular como un deportista de primera línea; prácticamente ningún colombiano, para bien o para mal, ha dejado de mencionarla en los
últimos años. Su nombre está amarrado a liberación de secuestrados y a la
guerrilla; le han inventado romances con Hugo Chávez y ella, por su lado,
confiesa que está profundamente sola. En esta entrevista no se priva de lanzar
dardos contra el gobierno y el partido liberal, pero igualmente, muestra
su lado más personal y desconocido.

Córdoba fue Senadora de Colombia desde 1994 hasta su destitución en 2010 y de 2022 hasta el presente.

Foto:

Sebastián Jaramillo

Piedad Córdoba nos atiende en su apartamento del centro y nos señala, desde la ventana, hacia los cerros, el lugar donde queda la casa a la que se va a trastear. Está situada en el mismo centro. Al norte no va a irse “ni de fundas”. Dice que ya le quedó pequeño este lugar –que es enorme– y no tiene cómo ubicar sus libros, sus discos, sus cosas. (Y la verdad, también está aburrida de que muchos sepan dónde vive). Es tarde y no ha almorzado. Pide que le lleven un poco de sopa mezclada con arroz y se la come sentada en un sofá de la sala. Suena la música de NG La Banda por todos los rincones y la voz de su nieta de cinco años que le dice que quiere pintarse las uñas. La abuela le contesta que no le ve ningún problema. Piedad comienza por contar que está cansada, que a veces siente que no da más, que ahora cualquier cosa la hace llorar y su estómago se le inflama por el colon irritable, al punto de necesitar inyecciones. Pero pocos segundos después empieza a hablar con esa contundencia suya, a soltar esas opiniones que muchos critican y otros apoyan.

Piedad Córdoba es la suma de blanco y negro. Lo ha sido desde que nació en Medellín hace 57 años. Es hija de papá “negro-negro” y de mamá “blanca-blanca”, como ella misma dice. Su nombre es la suma de odios y de amores. Algunos dirán que ganan los primeros, ella se afianza en los segundos. Pero, como todos, tiene una historia que contar.

¿Cuál es el momento más duro que ha vivido en estos años?

La muerte de mi padre, la de mi hermano, la desaparición por varios años de mi hija, y no poder ir a Canadá para asistir al grado de uno de mis hijos. Jorge Visbal estaba de embajador (mire cómo todo en la vida se paga). Me hicieron un interrogatorio ni el hijueputa en la Embajada preguntándome por cosas de las Farc y tomaron la decisión de negarme la visa. Casi me mata de la tristeza porque mi hijo lloraba a moco tendido.

Nombra primero la muerte de su papá…

Sí. Mi papá siempre fue muy rígido, bravo, exigente. Me echó de la casa cuando tenía 17 años. En parte yo tomé la decisión de casarme a esa edad porque mi papá jodía demasiado. No me dejaba salir con amigos, tener novio. No le faltaba sino mandarme un escolta. Me sentía asfixiada, y pues me casé. Después ya me contenté con él y toda la cosa. Un día, que era Domingo de Resurrección, me visitó y me dijo que quería hablarme. Yo estaba durmiendo y le dije que estaba cansada. Empezó a darme consejos, yo me quedé mirándolo y le dije, ah, ya va a empezar usted, ya está tomando, no, qué pereza. Y mi papá se acostó y se quedó muerto. Yo hubiera querido que mi papá me viera crecer.

¿Qué heredó de su papá y de su mamá?

Mucho de lo que soy hoy se lo debo a ellos. El res- peto por las diferencias, la templanza, el amor por los libros y por la música. De niña viví la experien- cia de tener una familia muy blanca (de mi madre) y otra muy negra (de mi padre). Siendo chiquita, esta realidad me parecía normal. Pero cuando salí del nido familiar, eso que me parecía tan natural a los demás niños y niñas no. Y ahí mi madre me enseñó la dignidad y la fortaleza.

Piedad Córdoba en BOCAS

La ex-senadora siempre estuvo entre los liberales y la izquierda colombiana.

Foto:

Sebastián Jaramillo

Porque usted aguanta. ¿Cómo hace?

Pues yo le he echado mucha cabeza a eso y pienso que tiene que ver con que soy hija de un hombre negro y de una mujer blanca. Cuando estaba chiquita, yo no veía a mi papá como negro, ¿me entiendes? A mi mamá no la veía blanca. Pero cuando entré a la escuela y empezaron a decirme negra y a regar el cuento de que mi mamá no era mi mamá, empecé a sentirlo. Me acuerdo que una niña me llamó negra y me rasgó el vestido. Yo me senté en el antejardín de la casa y me puse a llorar. Llegó mi mamá y me dijo: la próxima vez que la vea a usted llorando por eso le doy una pela. Es como si ella me hubiera templado el espíritu, preparado para lo que se me venía, porque después fue una cadena de insultos.

Usted no ha querido hablar mucho de la desaparición de su hija.

No, eso ha sido muy doloroso. Eso tuvo que ver con el paramilitarismo. Cuando yo estuve con “Don Berna” en Estados Unidos le dije que le agrade- cería mucho que me dijera quiénes fueron y por qué. Yo sabía que era contra mí. Hubo unas cosas muy extrañas. De ahí viene mi enfrentamiento tan duro con el general Naranjo, y en su momento hablaré de eso.

Se comentaba que tuvo que ver algo de una secta religiosa…

La sospecha entró porque a Canadá (donde estábamos exiliados) comenzó a llegar una gente muy rara. Nosotros llegamos allá y tuvimos muchos problemas. Nos tocó vivir en una casa de una gente que ni conocíamos, allá nos dejaron dormir en el suelo hasta que pudimos irnos a una casa. Mis hijos son muy anónimos, nadie sabe quiénes son, y hasta cierto punto muy vulnerables. Yo me regresé a Colombia porque me comí el cuento de Ernesto Samper y de Horacio Serpa de que iba a ser presidenta del Senado, y que íbamos a hacer la campaña contra Uribe. Los muchachos me decían que eso era mentira, que era lo mismo de siempre, que me iban a dejar colgada de la brocha. Pero yo contestaba que me tenía que ir a frenar a Uribe. Estando solos, empezó a llegar una gente a la casa a rezar. Los muchachos me decían que era una gente rara. Y Natalia, mi hija, se enredó con eso en el cuento de la Biblia. Pero pura mierda. Eran unos hampones paramilitares que usaron ese medio.

Piedad Córdoba

El expresidente tuvo una relación cercana con la senadora.

La buscó muchos años…

Pensé que me iba a enloquecer. A lo último llegué hasta ir a donde un brujo en busca de señales de su ubicación. Yo ya no dormía, y no tenía pistas de nada. Pero resulta que uno de los tipos que hizo eso se fue para España y allá vivía la hermana de una excompañera de mi hermano. Y llamó diciendo que había conocido a un tipo que iba a unos sitios de oración y que se burlaba diciendo “me desquité de Piedad Córdoba”. Al final, Natalia logró conseguirse la forma de enviarme un correo electrónico en un computador que una señora le prestó. Ella es mi única hija mujer… No quiero ni hablar de las cosas que vivió.

¿Qué heredaron sus cuatro hijos de su forma de ser?

La solidaridad, la ternura, la capacidad de conmoverse frente al dolor del otro y de rebelarse con la palabra. Yo tengo un hijo con un retardo por una falta de oxígeno al nacer. Él vive en Medellín, con su papá, y está estudiando para chef. Antes quería ser músico. Entró a una universidad pero ahí se la montaban mucho. Pero estoy emocionada porque parece que en Cuba hay una terapia con células que puede ayudarle. Vamos a viajar.

Piedad Córdoba en BOCAS

El pasado diciembre, su hermano Álvaro Córdoba se declaró culpable por narcotráfico ante un tribunal de Nueva York

Foto:

Sebastián Jaramillo

¿Usted llora con frecuencia? ¿Qué la hace llorar?

Sí. Lloro por lo que me indigna… Lloro a veces mucho, a veces sola, con un escrito o un poema. Lloro también por el desamor, por la falta de comprensión, por las ausencias.

¿A qué le tiene miedo?

A la muerte de mi madre, a perder a mis amigos, a las traiciones, a las envidias y a no ser leal conmigo misma.

¿Qué fue lo más duro de su secuestro?

Sentir que perdía mi libertad, el irrespeto, la tortura, la incertidumbre. Pero el secuestro contribuyó a templar mi espíritu porque en un primer momento sentía que todo el poder sobre mi vida lo tenían los secuestradores y a medida que pasaba el tiempo entendí que yo también tenía poder y que no iba a dejar amilanar mi espíritu por ellos.

¿Y qué siente al traer un secuestrado a la libertad?

Alegría y esperanza, pero temor al olvido del país, no el olvido de mí, sino de que esa alegría la merecemos todos los colombianos, y eso se lograría con la paz.

Tiene dos nietos. ¿Cómo es su relación con ellos?

Son el postre de mi vida. Es sentir de una nueva forma la risa, el juego, la búsqueda que hacen del mundo las niñas y los niños; es una energía que llena de alegría y de vida.

Piedad Córdoba y Álex Saab

Se le acusaba a la senadora Piedad Córdoba de sostener negocios con el empresario barranquillero Alex Saab, testaferro del presidente Nicolás Maduro.

¿Volvió a enamorarse?

No. Hace mucho rato que no. Y tuve una época, hace como seis años, en la que me decía “tengo que conseguirme un novio, no me puedo quedar sola”. Eso me atormentó un tiempo. Pero yo soy muy conservadora en eso. Soy muy libre para todo, pero para eso no. Se reirán de mí: pero yo no conozco un motel, y ya no lo conocí porque a estas horas de la vida ya qué. Pero ya no pienso en eso. De todas maneras, soy la más apasionada por las cosas que hago. A ratos digo, ah, tan bueno uno tener con quien salir, pero es que también con esa imagen tan horrible que se han formado de mí, ¿te imaginas qué tipo se me puede acercar a mí? No, pues cagados del miedo, dirán que cualquier día entran y se los llevan detenidos, los relacionan con la guerrilla. Y soy muy tradicional en eso. Infortunadamente para mí. Yo no hubiera podido tener nunca un amante, no soy capaz de tener una doble vida. Cuando estaba aburrida de casada dije no más, me voy. Duré 27 años casada.

¿No se siente sola?

La verdad en este momento no me siento sola porque tengo muchas cosas que hacer. Estoy metida y comprometida con este proceso del movimiento y esto me exige mucho tiempo. Además, me parece muy charro que mis hijos me vean con novio. En los diciembres sí me entra un poco de nostalgia, porque está todo el mundo encarretado y yo ahí soy como la tía. Lo curioso es que tengo fama de que soy muy rumbera y noviera y ninguna de las dos.

Pero le gusta la salsa. ¿Baila bien?

Me mata la salsa, me enloquece. Y tengo muchos discos. Me gusta mucho bailar, a veces voy a donde amigos míos a bailar un poco porque allá nadie me jode.

¿Cuántas cirugías plásticas se ha hecho?

Eso de las cirugías es pura mierda. Empezando porque si me hubiera hecho cirugías plásticas no me podría hacer estas trenzas así. ¿Dónde cirugía? ¿En el rabo? Semejante rabo, antes pa quitármelo, y estos muslotes.

Pero está más flaca. ¿Ejercicio o preocupación?

Es que he estado enferma del colon y otra serie de cosas un poco complicadas. Me tengo que hacer unos exámenes medio malucos. Entonces ya me da como miedo comerme un chicharrón, no me tomo una cerveza. No es que sea exagerada, pero me cuido.

Piedad Córdoba

La política nació el 25 de enero de 1955, Medellín.

Foto:

Instagram: @piedadcordobaruiz.oficia

¿Nunca fumó?

No mucho.

¿Algo de marihuana, por ahí en tiempos de estudiante?

Nunca me llamó la atención, y eso que en mi universi- dad, la Bolivariana, privada, fumaban más marihuana que en la de Antioquia. Pero no tengo estructura emocional para eso. Ni tomo pastillas para los ner- vios, y eso que lo que me ha tocado es como para vivir trabada.

¿Qué la relaja?

Una película, un libro. Me desestresa el afecto de mi familia, de mis amigas y amigos, el abrazo cálido y afectuoso de la gente en la calle, caminar, la playa. El juego de mi nieta y mi nieto. Duermo pocas horas pero muy bien. Ahora pretendo comenzar de nuevo las sesiones de ejercicio porque me hacen mucha falta. No puedo sacarles más excusas.

Además de ejercicios, ¿cómo más se cuida?

Yo me protejo, me resguardo mucho. En eso soy muy negra. Me hago baños. Son cosas que a mí me funcionan. Lo hago cuando me siento pesada, como con malas energías. Hago cosas, pongo sahumerios en la casa, mantengo dulces para que la gente se lleve el odio, me baño siempre con jabón azul, el de ropa. Riego pétalos, clavos, azúcar. Uso limones y yerbabuena para cuidar la casa. Y a la entrada siempre tengo una patilla. Créame, eso sirve.

Usted está liderando un nuevo movimiento, la Marcha Patriótica. Pero ¿cómo ve su futuro ahí, en vista de que tiene una inhabilidad para cargos públicos por 18 años?

Este movimiento reúne más de mil setecientas organizaciones sociales y sectores políticos, yo represento ahí a la izquierda liberal. Pero considero que la política no se agota en la participación electoral. Hoy el ejercicio de los derechos políticos se está haciendo por fuera de los partidos, por eso se requieren nuevas formas. Además, a mí no se me ha arrebatado el derecho a la participación ni a denunciar.

¿Pero la idea es buscar curules en el Congreso, candidatos para alcaldías, una posibilidad de llegar a la Presidencia?

No sé. Es posible que se llegue al escenario electoral, pero aún falta mucho por recorrer.

¿Todavía cuenta con que la inhabilidad se caiga?

Esa fue una inhabilidad contra derecho, irrazonable e irracional. Me acuerdo que la noticia de mi destitución me cogió en un avión. Llegué a una reunión y todo el mundo estaba ahí como en un entierro. Pero yo sabía. Yo sabía que a mí o me mataban o me pasaba eso. De una persona como el procurador no se puede esperar sino algo así, porque es un vocero de ese sector del país que piensa que es más fácil estigmatizar, más fácil decir tal persona es de las Farc y con eso queda listo. Es como darle un tiro a uno.

Usted no hace más que criticar al Partido Liberal, pero no se sale de ahí. ¿Por qué?

A mí me cortaron el cordón umbilical ahí, con la diferencia de que yo no vengo de una familia de padres liberales. Mi papá fue conservador. Mi mamá, una mujer librepensadora. Sin embargo, es muy difícil que a uno le domen el espíritu. Eso es una cosa muy difícil. El liberalismo, en su historia, ha sido la expresión de matices de izquierda, de las mayorías afectadas por la exclusión. Pero ¿dónde está ese partido? Ustedes juzguen.

¿Por eso su enfrentamiento con Simón Gaviria?

No tengo nada personal contra Simón, pero me parece que la forma en la que llegó a ser director del partido no fue la adecuada, ni tampoco lo representa. Yo llevo 35 años ahí, he recibido palo como un diablo, pero jamás he estado en un gobierno neoliberal. Ellos han andado por todos los gobiernos, llegan al Partido Liberal hace escasamente dos o tres años, y modifican los estatutos, los violan. Para mí hacen fraude. Así lo eligieron a él. Cuando a Pardo lo escogieron candidato del partido a la presidencia -cosa que fue un desastre–, se hicieron unos acuerdos para apoyarlo sobre la base de no modifi- cación de los estatutos. Pero lo hicieron: los modificaron sacando a todos los sectores sociales. Y dicen que Gaviria es la renovación. Eso es una gran equivocación. Yo presenté una tutela contra el partido que supone que si la gano, se cae Simón y todas sus actuaciones.

¿Se siente cercana a otros partidos? ¿Con Progresistas o el Polo?

Claro. A sectores de esos partidos políticos, y también del Partido Verde. Me siento cerca de las bases de esos partidos. Y es que el liberalismo, en sus bases, es otro partido. Mire, yo llegué al último consejo con todo en contra, con toda la estigmatización de ser de las Farc. El hoy alcalde de Medellín se echó un discurso que no le faltó sino decir “Piedad Córdoba es miembro de las Farc”. Cuando de pronto, por allá abajo mencionaron mi nombre, el auditorio se paró a aplaudir y se puso de pie.
En esas reuniones siempre termino siendo la más mala del paseo a la entrada, pero la más aplaudida a la salida.

¿No le hace falta tener el poder de un cargo público,
como el de congresista?

Al contrario. Me siento más libre y con más tiempo para ampliar mi agenda, para recorrer el país sin estar atada a una agenda legislativa. Para qué ir al Congreso a debatir sobre esto o aquello, a hacer debates que finalmente no llevaban a nada. Allá podríamos haber llevado a Jesucristo en calzoncillos y nada de lo que se hiciera servía. Daba lo mismo.

Gustavo Petro y Piedad Córdoba

Gustavo Petro y Piedad Córdoba fueron aliados políticos durante michos años.

Foto:

César Melgarejo. EL TIEMPO / Presidencia de la República

Bueno, pero las voces en contra suya no vienen solo de colegas políticos. Muchos colombianos se expresan de usted con adjetivos de odio. ¿Qué siente al oírlos?

No los responsabilizo. Es doloroso, porque reflejan la negación a la posibilidad de conversar sobre las diferencias. Pero es un daño que ha sido pensado, incluso planificado en manuales que conciben al que aboga por el respeto de los derechos humanos como un terrorista. Claro que es duro. A veces uno espera, además de la ofensa verbal, de la agresión, un golpe o muchos tiros. Es el costo por creer en lo que se cree.

¿Le molestó que el presidente Santos no le diera las
gracias después de las recientes liberaciones?

No. Yo no espero nada del establecimiento, como nunca he esperado nada de los que han sido liberados. No me extrañó. Tengo claro que hay mucho obstáculo hacia la paz, hay muchos intereses, hay mucha gente que dice querer la paz y no la quiere.

¿Pero no siente, como muchos, un aire diferente de
los tiempos de Uribe a los de Santos?

Creo que hay una cosa que fue muy bien pensada, muy bien trabajada, y fue cambiar las formas del estilo pendenciero al estilo como gobierna la oligarquía en el
poder. Todo eso que vimos en Cartagena es un ejemplo.

Por donde va usted, dicen que van las Farc. Incluso relacionaron la concentración de la Marcha Patriótica
con eso.

Es una herencia del Frente Nacional que se regodea de lo que fue toda la doctrina de Seguridad Nacional. A nosotros nos llegaron los reflejos de amordazamiento y de persecución. Sospechar de lo que no pueden controlar, lo que no pueden imaginar. Les resulta imposible pensar que yo, por ejemplo, aporté para el pago del centro de convenciones donde nos reunimos. ¡A nosotros quién nos va a financiar!

Sin la entrada económica de congresista, ¿usted de
qué vive?

De mi pensión. Yo no tengo problema con eso. Tengo mis asesorías, mis cosas. Mejor dicho, yo estoy haciendo más política ahora que cuando estaba en el Congreso. Me siento más libre porque yo volví a mi esencia. Claro que me arman cada bollo. Hasta han dicho que me financia Chávez. Qué no he hecho yo que no digan que es ilegal.

¿Cuál es el mayor chisme que, según usted, le han
inventado?

Vea, el que más me impactó fue este. Estaba con mis hijos en Puerto Rico, y el mayor, muy pinchado, me dijo “mamá, yo rento los carros”, y alquilamos una camioneta. Estaba alojada en un apartamento que nos prestó un amigo, así que casi no pagábamos nada. Cuando veníamos de regreso, nos enteramos de que aquí estaban diciendo que yo tenía una tarjeta de crédito que me había dado Chávez y que con eso me pagaba todos los gastos.

Se dijo que era su novio…

Todo el que ha sido cercano a mí ha sido mi amante, mi marido, mi mozo, lo que quieran.

¿No se arrepiente de nada de lo que ha hecho?

De nada. Esto no implica, claro, que no reconozca que me he equivocado en algunas decisiones, que he cometido errores. Pero arrepentirme, no.

¿Quiere ser presidenta de Colombia?

Por ahora no.

Por ahora.

No pienso en eso. Pero sí veo que la simple idea les da mucho miedo a algunos. Obvio que me gustaría tener el poder de transformar este país. Pero tanto enemigos
como amigos hacen fuerza para que no se caiga la inhabilidad. Porque conmigo vendría una transformación real. Y aquí la clase política, incluso en parte de la
izquierda, le teme a eso.

Esta entrevista fue realizada por María Paulina Ortiz
Fotos: Sebastián Jaramillo
Edición #9 Mayo de 2012
Revista BOCAS

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2024-01-20 19:07:49
En la sección: EL TIEMPO.COM – Cultura

Publicado en Cultura

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