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The Kills: así es el sonido del nuevo disco de la banca, God Games – Entretenimiento – Cultura

The Kills

“Todo lo que teníamos antes de la pandemia lo descartamos para este disco”, declara Alison Mosshart, musa absoluta del indie contemporáneo. La pintora, cantante, pianista y guitarrista de la Florida conversa con deliciosa sutileza y se acomoda imperialmente en un sofá rectangular en una suite del Hotel Sunset Marquis de Hollywood. Su compañero de mil batallas, Jamie, no corre con la misma suerte: al sentarse a su lado izquierdo queda sumido entre los cojines frondosos de la poltrona mientras dice: “¿cómo lograste estar tan bien sentada? ¿Te pusiste un cojín en el trasero o cómo hiciste?”.

Mosshart balbucea algunas palabras y suelta una carcajada plácida y sarcástica, como el gato Cheshire de Lewis Carroll. La comunicación exterior de The Kills está hecha de chistes internos y comentarios impenetrables. La comunicación REAL, sin embargo, está hecha de música oscura, roquera, con tintes de trip hop y lo fi que nunca se han ido del mapa cultural moderno. God Games, el sexto disco de Mosshart y Hince, regresa a la determinación de su primer larga duración, Keep On Your Mean Side, con canciones que solo requieren de un tratamiento sónico coherente con la propuesta musical.

Para lograr este propósito, llaman a Paul Epworth, el productor de Adele. Epworth, me cuenta Jamie, “fue el primer ingeniero al que le pagamos para los toques. Así que GRACIAS Y CON GUSTO, ADELE”, replica con ironía el flemático británico.

Cuando Paul Epworth es convocado a producir God Games, ya todo el trabajo duro está hecho. “Ya habíamos hecho las paces con estas canciones. Ya habíamos tenido los temores, los berrinches, la felicidad, la euforia, ya habíamos tenido todo eso. No hubo problemas de ese tipo en el estudio, ¿o sí? Yo tuve un pequeño colapso nervioso porque no le había metido guitarras a nada, y había prometido meterlas, pero no tenía nada. Eso fue algo preocupante”, cuenta Jamie.

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La razón por la que la guitarra parece difuminarse en el proceso de construcción de God Games es muy parecida a la que los unió hace más de dos décadas. “Yo estaba de gira con mi banda Discount –cuenta Mosshart–, giramos mucho en Inglaterra. Él vivía en una casa en el sur de Londres con otras dos personas. Una de las personas con las que vivía manejaba la ‘van’ en la que giramos y el otro tipo conseguía las fechas de los toques, y era también parte de un sello discográfico que sacaba discos míos de 7 pulgadas, así que yo me la pasaba por ahí, merodeando, y así nos conocimos. Recuerdo que me quedé escuchando el sonido que venía del piso de arriba y oyendo este sonido esquizoide de una guitarra que se filtraba por las rendijas del techo, y no sabía quién era, pero era el sonido más chévere que había oído… y era ESTE TIPO. Y de repente un día este tipo supercool, con un estilo loquísimo, baja a hacerse unas tostadas y un café, y fue así como conocí al señor Jamie Hince”.

“Yo no… ¿Cuál estilo loquísimo? He escuchado esto antes”, le replica Hince a Mosshart con una sonrisa. “En serio, estabas muy loco”. Y luego de la breve interrupción, Alison continúa: “En todo caso, era muy interesante y muy divertido. Una vez, estando de gira, me prestó una grabadora de casete de cuatro pistas. Y me animó a escribir”.

Inspiración con piano

Esa misma idea de impulsar a Mosshart a escribir sus propias canciones apareció en esta ocasión, pero en forma de piano.

“Jamie sugirió que consiguiera un teclado con el qué trabajar, así como cuando me dio esa casetera. Y me encantó, me sumergí en él, empecé a escribir muchas, muchas canciones, pero el teclado cambió el ritmo de todo. No sé tocar el piano, entonces fue una experiencia muy rudimentaria, pero liberadora. El proceso de escribir canciones fue completamente distinto para este disco. Habían salido algunas melodías y ritmos sobre los qué cantar, y fue genial. Así que el proceso fue completamente distinto en este disco, porque siempre compongo todo mientras toco una guitarra acústica. Y esa fue una decisión brillante. Además de llegar con todas las canciones listas, en el estudio, fue bastante parecido a hacer un primer disco, siempre se lo dije a Jamie. Porque pienso que la última vez que llegamos a un estudio con todo listo fue con Keep On Your Mean Side. Fue un sentimiento maravilloso llegar sabiendo qué era lo que queríamos y no tener que estar buscando. Seguro hubo muchas cosas que hacer creativamente en el estudio. Pero saber bien cómo eran estas canciones y para dónde van, y qué es lo que queríamos oír de ellas fue algo muy divertido. Fue un goce de hacer para mí. Y trabajar con Paul Epworth fue genial; a veces hasta me engañaba para cantar las canciones, porque pensaba que solamente estaba probando el micrófono en el estudio y me hacía cantar la canción un par de veces… y en su mayoría, eso es lo que usted oye en el disco”, reflexiona con cariño y admiración Mosshart.

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El nuevo álbum fue terminado en The Church Studios, actualmente propiedad de Epworth. ‘La Iglesia’ es el nombre de este legendario edificio en el que Dave Stewart de Eurythmics grabó Sweet Dreams (Are Made Of This) en 1983”, me cuenta Hince.
“Bob Dylan dormía en ese estudio”, agrega Alison con misterio. Hince le complementa: “durante la época de los Travelling Wilburys”, el supergrupo compuesto por Dylan, Tom Petty, Roy Orbison, George Harrison y Jeff Lynne.

“El fantasma de Orbison merodeando por ahí, mientras ustedes grababan ese disco”, les digo con una sonrisa.

“Yo me quedaría toda la noche con ese fantasma”, reflexiona Alison, mirando hacia el vacío. “Yo también”, afirma Hince …y con el de Tom Petty”.

Pero aun con la influencia de los espíritus del rock pasado, y con un título que parece darle todo el sentido a una aparente espiritualidad, God Games no es un disco que nazca de una búsqueda necesariamente espiritual. La primera canción, New York, es todo lo contrario: una carnal mirada de un romance de una noche en la ciudad que le da título. “Sabes a Nueva York antes que la tormenta la posea”, canta Mosshart, que describe cómo se rompen los labios mientras las estrellas de la noche brillan como moscas volantes, puntitos de lujuria que fulguran en la inmensidad del placer.

“Nueva York fue la ciudad en la que siempre tuve puestos los ojos porque fue un circo de covid”–explica la cantante–. Fue como el epicentro de la pandemia para este país. Todas las noticias llegaban de allá en ese momento. Nueva York también es mi ciudad favorita en todo el mundo, y la había extrañado muchísimo. Siempre había querido volver. Así que fue una cosa gloriosa poder regresar, caminar por sus calles, ver a los amigos, y esa canción se inspiró en esa felicidad que siento y en lo mucho que me inspira. Es una canción de amor a esa ciudad, es una canción de amor en sí misma, y como suele suceder cada vez que voy a Nueva York, a mi regreso estoy completamente llena y lista para hacer cosas”.

¿Qué tiene Nueva York?, pregunto con ingenuidad.

“No se nos permite saber –contesta Mosshart–. Porque si pudiéramos saberlo, la magia desaparecería”.

Mientras Mosshart construía New York, Hince se recuperaba de dos fracturas en los talones en Los Ángeles.

“Brinqué un muro sin zapatos y estuve con tornillos y platinas durante 4 meses” –cuenta el artista–. No fue un tema de ejercicio ni nada de eso. Fue más un tema de generosidad: me iba a acostar y sentí que a mi perro lo estaban atacando. Pensé que eran coyotes, porque en donde vivo aparecen con frecuencia. Así que salí corriendo y como reacción inmediata, brinqué un muro grande y caí en unas escaleras de concreto. Me destrocé los talones. Al final no habían sido coyotes; fue un zorrillo”.

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Canción a Los Ángeles

Hince estuvo 4 meses en silla de ruedas y cuando pudo volver a caminar, escribió una canción dedicada a Los Ángeles.

“Estaba parado en una esquina y de repente me fascinó el sonido de Los Ángeles: el hiphop que sonaba en un carro, ese bajo profundo mezclado con un coro góspel, y por allá lejos un mariachi sonando. Toda esta cacofonía de carros y música estallando. Así que le dediqué una canción que tuviera esa sensación. Me llamó la atención que todo el mundo en esta ciudad vive como en una cápsula, que son sus carros, y que todos tienen sus pequeñas vidas sucediendo dentro de ellos. Hay una magia negra rara pasando aquí en Los Ángeles. Si es bueno o malo, no es importante. Todo el tiempo estamos intentando categorizar lo que está sucediendo en bueno o malo o divertido o positivo o negativo y a mí nada de eso me importa, es solo algo. Esta canción es sobre el caos, la cacofonía, la hipocresía de la maravillosamente hermosa Los Ángeles”.

Aun cuando las referencias son mundanas y seculares, es interesante que el disco se llame Los juegos de Dios, porque Jamie se declara ateo y la portada del disco es una pintura de un matador y un toro.

“Era una pintura que me dejaron como un regalo en la casa al mudarme, y estaba sobre la chimenea –reflexiona–. Me hacía reír porque no es una pintura bonita. Es de un pintor que nunca logró serlo. Pero me empezó a encantar porque la veía todos los días, especialmente durante la pandemia. Se convirtió en un refugio creativo. Era como un altar. Me empezó a gustar lo que conjuraba: esta metáfora obvia de la condición humana en una corrida de toros, la crueldad de ella, nuestra forma de tratar a los animales, a la gente, emocionalmente, físicamente, y de cómo nos vestimos según la tradición de lo que hagamos, este comportamiento ridículo y raro que decidimos que excusa todas estas acciones. Y al mismo tiempo, al ser una pintura mala, me llamaba la atención la idea de este artista que está sufriendo por pintarlo. Pero no hay una declaración”.

“Es solo algo en lo qué pensar” –complementa Alison–. Está diseñado para hacerte pensar, pero no hay código ni respuesta al final” –resume Jamie, al final de la charla–. Es todas las cosas en las que usted piensa si está en contra de la crueldad animal, y espero que todo el mundo lo esté, verá que esa es su reacción. Y si está a favor de las corridas de toros, la reacción debe ser: échese a sí mismo la culpa, no le eche la culpa al arte”.

Alison finaliza las ideas de Hince con la misma química espectacular que los hace The Kills: “las letras tienen referencias a los toros, a Dios, al cielo, a todas estas cosas, que sin que quisiéramos seguían apareciendo”.

Jamie recita algunos versos de God Games: «como al matador, te adoraré por cada corazón que has destruido, y como todo matador antes de ti, todos están esperando que te mate el toro. Es un concepto simple de entender. Es una metáfora sencilla, no es literal: que se pueden hacer cosas crueles, brutales, y que te pueden aceptar por hacerlas, volverte parte de las multitudes, pero al final todo el mundo está esperando a ver cómo te jodes. Así es la humanidad».

AUTOR: ALEJANDRO MARÍN
Para EL TIEMPO
Los Ángeles
@themusicpimp

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2023-11-05 01:10:26
En la sección: EL TIEMPO.COM – Cultura

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