Nikola se declaró en quiebra, culminando un largo declive para la otrora estrella de la industria de los coches eléctricos, que lidiaba con ventas débiles y cambió de director ejecutivo a raíz de un escándalo de fraude. La empresa está estudiando la posibilidad de vender sus activos después de acogerse al Capítulo 11 en Delaware el miércoles. En los documentos judiciales, enumeró una deuda total financiada y obligaciones de arrendamiento por 98 millones de dólares.
Las acciones de Nikola cayeron un 45% en Nueva York. La acción ya había perdido el 97% de su valor en los últimos 12 meses hasta el martes. El valor de mercado de Nikola alcanzó un máximo de 29.000 millones de dólares en los días posteriores a su inicio de cotización, pero había caído a menos de 100 millones de dólares. Con su solicitud, Nikola busca autorización para iniciar un proceso de subasta y venta, indicó la empresa en un comunicado.
La empresa dijo que tiene la intención de cumplir con las obligaciones con los empleados con los 47 millones de dólares en efectivo. Por su parte, Nikola planea continuar con un servicio y operaciones de soporte para los vehículos en carreteras, incluyendo ciertas operaciones de abastecimiento de HYLA hasta finales de marzo, sujeto a la aprobación del tribunal.
«Al igual que otras empresas en la industria de vehículos eléctricos, hemos enfrentado diversos factores de mercado y macroeconómicos que han impactado nuestra capacidad para operar», informó el CEO Steve Girsky en un comunicado. «La Junta ha determinado que el Capítulo 11 (pedir protección ante acreedores) representa el mejor camino posible a seguir bajo las circunstancias para la empresa y sus partes interesadas», explicó.
«Con la dedicación de nuestros empleados y el apoyo de nuestros socios, Nikola ha tomado medidas importantes para impulsar el transporte de cero emisiones, incluyendo la introducción en el mercado de los primeros camiones eléctricos de pila de combustible de hidrógeno Clase 8 disponibles comercialmente en América del Norte y el desarrollo de la autopista de reabastecimiento de hidrógeno HYLA, que conecta el norte de California con el sur de California», ha señalado Girsky.
«Nuestros clientes han acumulado aproximadamente 3,3 millones de millas de flota en nuestras plataformas de camiones FCEV y BEV y nuestra red de reabastecimiento de combustible HYLA ha distribuido más de 330 toneladas métricas de hidrógeno. Al igual que otras empresas de la industria de vehículos eléctricos, nos hemos enfrentado a diversos factores macroeconómicos y de mercado que han afectado a nuestra capacidad para operar», comenta Girsky.
El directivo añade que en los últimos meses, han tomado numerosas medidas para recaudar capital, reducir pasivos, sanear su balance y preservar el efectivo para sostener sus operaciones. «Lamentablemente, nuestros mejores esfuerzos no han sido suficientes para superar estos importantes desafíos, y la Junta ha determinado que el Capítulo 11 representa el mejor camino posible a seguir en estas circunstancias para la empresa y sus partes interesadas», ha señalado.
Nikola se une así a otras empresas estadounidenses, como Fisker, que se han declarado en quiebra en los últimos años por la dificultad de acceder a la financiación con lo tipos de interés más altos y una disminución de la demanda de vehículos eléctricos.
El Tesla de los camiones
En plena era del ascenso de Tesla, esta firma se convirtió en su rival, presentándose como la alternativa más prometedora para otro segmento clave como es el de los camiones y transporte eléctrico. Despertó tal nivel de euforia que en 2020, sin haber vendido una sola unidad, desembarcó en bolsa con cifras millonarias. Tal fue su apoyo que llegó a superar en capitalización a Ford brevemente.
Desde el mismo nombre ya mandaba un mensaje a los inversores en el que unía su destino al de la firma fundada por Musk. Ambas rinden tributo a Nikola Tesla, el inventor que diseño el sistema moderno de electricidad corriente alterna. De este modo, se planteaba como la segunda pata de toda una revolución para la industria. Si bien Tesla parecía asaltar el reinado de los coches de las familias y usuarios, Nikola parecía llamado a dominar el boyante mercado de camiones y transporte.
Pero la verdad es que la convivencia de ambas fue un camino cargado de odios, recelos y denuncias. Más allá del nombra ambas acusaban a la otra de ‘inspirarse’ en su tecnología. Nikola le llegó a exigir en 2018 2.000 millones de dólares por infracciones de patente en la propuesta de camión de Tesla, el Semi. En aquel momento de esperanzas y sueños todo parecía construido para su ascenso, tal es así que General Motor llegó a comprar el 11% de la firma por 2.000 millones de dólares para iniciar una compra total.
Sin embargo, la pesadilla de Nikola comenzó en 2020 cuando su ceo y fundador, Trevor Milton, dimitió ante un informe de Hindemburg Research de fraude contable. Tras esto General Motors deshizo posiciones y comenzó un camino de sufrimiento para la firma. La crisis de confianza se convirtió en interna y sus modelos no lograban aterrizar con éxito en el mercado.
Un festival de directores ejecutivos fueron tomando el volante de la firma de camiones pero el descalabro terminó por producirse en el último año y medio, con una crisis en el sector. A medida que la demanda se debilitó por las dudas de China, los costes subieron, los tipos de interés dificultaban la financiación y modelos ultrabaratos de china condenaron al sector a una guerra de precios, Nikola encontró un contexto demasiado difícil para sobrevivir.
A este punto de dolor para todo el sector la empresa se encontró con que solo había vendido cerca de 200 unidades de sus semirremolques de hidrógeno en 2024. En esa misma presentación de resultados confirmó que con la liquidez disponible, los gastos y las escasas ventas solo tendría efectivo suficiente para seguir operando hasta el primer trimestre. Entonces buscó alianzas estratégicas, fusiones o cualquier solución para seguir operando. Pero no ha logrado aterrizar ninguna, por lo que la bancarrota ha sido la única salida.
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