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La trampa del litio creada por China amenaza a EEUU y pone en peligro la seguridad mundial

La trampa del litio creada por China amenaza a EEUU y pone en peligro la seguridad mundial

EEUU está ante dos verdades irrebatibles. Una es que el litio se ha ganado el apodo de ‘oro blanco’ por su cada vez mayor importancia estratégica en un mundo volcado en la electrónica y en la progresiva sustitución de los hidrocarburos. La otra es que la cadena de suministro de este metal cada vez más esencial pasa sí o sí por China. La primera potencia del mundo necesita algo que ahora mismo depende la segunda, con la que mantiene una rivalidad latente. Esta coyuntura preocupa a autoridades y analistas en EEUU, ya que las implicaciones no solo impactan en el creciente universo de la movilidad sostenible, sino que incluso podrían llegar a comprometer la seguridad mundial.

El primer informe anual de la Revisión del Mercado de Minerales Críticos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), publicado en julio de 2023, reveló que el auge de la adopción de tecnologías de energía limpia estaba impulsando una demanda sustancial de minerales como el litio, el cobalto, el níquel y el cobre. Según el informe, de 2017 a 2022, el sector energético desempeñó un papel fundamental en la triplicación de la demanda de litio y provocó un aumento del 70% en la demanda de cobalto y del 40% en la de níquel. El mercado de minerales de transición energética alcanzó los 320.000 millones de dólares en 2022 y la AIE espera que crezca rápidamente, para convertirse en un foco central de la industria minera mundial. EEUU no es en absoluto ajeno a esta dinámica.

«EEUU tiene un problema con el litio. Más concretamente, la demanda estadounidense de litio está creciendo exponencialmente, mientras que el acceso a suministros seguros de litio es cada vez más tenue», pone bajo el foco Ellen R. Wald, investigadora del Centro de Energía Global del think-tank Atlantic Council en un informe de la semana pasada. La experta señala que no es el uso omnipresente en EEUU de productos como smartphones, ordenadores portátiles y auriculares bluetooth, ni siquiera la demanda de dispositivos que salvan vidas como marcapasos o detectores de monóxido de carbono, lo que está causando el problema. La cantidad de litio utilizada en estos productos es ínfima en comparación con el litio necesario para los vehículos eléctricos, los semiconductores y las baterías especializadas. La batería estándar de un coche eléctrico, por ejemplo, necesita unos ocho kilos de litio, mientras que la de un iPhone utiliza menos de un gramo de este metal.

«La demanda de litio se ha disparado en los últimos años, pasando de 50.000 toneladas anuales en 2018-19 a más de 100.000 toneladas en 2022, gracias al aumento de la producción de baterías de iones de litio (contienen más energía y pueden descargarla más rápidamente que la mayoría de las demás baterías). Basándonos en nuestras previsiones de que las ventas de vehículos eléctricos alcancen alrededor del 30% de las ventas totales de vehículos nuevos en 2025, esperamos que la demanda de baterías relacionadas con los vehículos eléctricos se duplique aproximadamente en 2023-25 e impulse la demanda de litio refinado. Esto se complementará con un fuerte crecimiento de la demanda de baterías para almacenar energía renovable», dibuja Caroline Bain, estratega de materias primas de Capital Economics.

Al mismo tiempo, la industria mundial de baterías de iones de litio está dominada por China. Las empresas chinas suministran el 80% de las baterías del mundo y representan casi el 60% del mercado de baterías para vehículos eléctricos. Incluso algunas empresas estadounidenses que fabrican baterías dependen de componentes de células de iones de litio producidos por fabricantes chinos. «La erosión de la industria manufacturera estadounidense y su externalización a fábricas de Asia es un fenómeno bien conocido y estudiado», pone el dedo en la llaga Wald.

Esta supremacía de China sobre la cadena de suministro del litio no es casual para la analista, quien explica en su investigación cómo Pekín ha ido tejiendo esta ‘trampa’ que ahora trae de cabeza a EEUU: «China ha diseñado a propósito y mediante métodos insidiosos el control de la cadena mundial de suministro de litio. Según un informe de la Casa Blanca de 2021, el gobierno chino canalizó 100.000 millones de dólares en subvenciones, reembolsos y exenciones fiscales a empresas y consumidores chinos entre 2009 y 2019 para dominar la industria mundial de refinado de litio, antes de que la demanda mundial de litio se disparara».

China utilizó entonces su posición como principal consumidor de litio sin refinar y principal productor de litio refinado para impedir que otros entraran en el mercado, continúa Wald. Esto incluyó prácticas anticompetitivas como subvencionar la producción cuando la demanda no era lo suficientemente alta y verter productos a precios inferiores a los del mercado en el mercado internacional. Las inversiones chinas en minas de litio de todo el mundo también garantizan a las empresas chinas el acceso principal a este importante elemento, recalca igualmente. Pekín ha incurrido en prácticas similares con otros minerales críticos, como el cobalto, el grafito y el níquel.

Wald (Atlantic Council): «En caso de guerra o de necesidad repentina de suministrar ayuda militar a un aliado o socio estratégico, EEUU podría enfrentarse a una grave escasez de productos clave para la defensa»

«China seguirá siendo el líder mundial en capacidad de refinado de litio debido a las continuas inversiones. Por tanto, existe el riesgo de que el país pueda restringir el suministro en el futuro (por ejemplo, si se deterioran las relaciones entre EEUU y China)», ahonda Bain, de Capital Economics. En esta casa de análisis prevén que la cuota de suministro minero procedente de países estrechamente alineados con EEUU descienda ligeramente y que aumente la cuota proclive o favorable a China. Esto se debe al crecimiento de la oferta en países como Zimbabue.

Incluso si los precios no acompañan en un momento dado, China seguirá produciendo. «Los precios de incentivo, utilizados para valorar los proyectos, sugieren que la mayoría de las minas en proyecto no son rentables a las cotizaciones actuales. Sin embargo, el litio es una industria estratégica en China, lo que limita el apetito por reducir la producción allí», apunta Michael Widmer, estratega de materias primas de Bank of America (BofA) en una nota para clientes de esta semana.

Dentro de su estrategia, Pekín ha tomado posiciones en países que destacan por sus minas de litio. China ha ganado terreno en el conocido como «triángulo del litio» que conforman Chile, Bolivia y Argentina, con una ola de inversiones para adquirir activos de este metal que le garantizan una posición preferente en toda la cadena productiva.

Aunque los titulares se los lleve el coche eléctrico, esta dinámica es crítica en términos de Defensa. En su prospectiva, la investigadora del Atlantic Council remarca que «EEUU necesita desesperadamente acelerar el desarrollo de cadenas de suministro de minerales críticos que no impliquen a China ni a empresas chinas, tanto por intereses comerciales como de seguridad nacional». Y pone ejemplo los riesgos recientemente salidos a la luz de externalizar por completo la producción de bienes clave, como los antibióticos.

La realidad es que el ejército estadounidense podría enfrentarse a situaciones similares con los suministros de baterías y semiconductores, amenazando la seguridad y protección de los intereses estadounidenses en todo el mundo. «El ejército de EEUU necesita baterías especializadas más grandes, de mayor calidad, con mayor densidad de potencia y empaquetadas para resistir un trato mucho más duro que las necesarias para fines comerciales. Si el ejército se encontrara de repente con la necesidad de baterías más especializadas, el Pentágono podría no ser capaz de obtenerlas porque los productores extranjeros de células de iones de litio tienen pocos incentivos para dejar de producir baterías para sus clientes comerciales y desviar la producción a los productos especializados que necesitan los fabricantes de baterías militares estadounidenses».

Además, si estos proveedores están controlados por intereses gubernamentales chinos, pueden incluso verse incentivados a no suministrar productos militares para EEUU, aunque se les ofrezcan incentivos económicos, alerta Wald. Estos riesgos se conocen desde hace tiempo, puntualiza la experta. De hecho, un informe no clasificado del Grupo de Trabajo Interinstitucional de la Oficina del Subsecretario de Defensa para Adquisiciones y Mantenimiento y de la Oficina del Subsecretario Adjunto de Defensa de Política Industrial en Cumplimiento de la Orden Ejecutiva 13806 describió estas vulnerabilidades en 2018.

«China no sólo está preparada para ganar cientos de miles de millones de dólares en ingresos, sino que también está en posición de restringir el acceso a las baterías de iones de litio a determinados países o empresas según desee. Esto pone en peligro la seguridad nacional de EEUU y sus aliados. En caso de guerra o de necesidad repentina de suministrar ayuda militar a un aliado o socio estratégico, EEUU podría enfrentarse a una grave escasez de productos clave para la defensa, como drones, cazas F-35, misiles tierra-aire e incluso radios», escribe en su publicación Wald.

El brete del coche eléctrico

Por supuesto, el brete que se puede abrir en el mercado del coche eléctrico también es preocupante para EEUU. Según un reciente estudio de la consultora McKinsey, se prevé que la demanda mundial de baterías de iones de litio pase de unos 700 gigavatios hora (GWh) en 2022 a 4.700 GWh en 2030. Esto se debe en gran parte a las políticas de energía limpia que fomentan la adopción de vehículos eléctricos. Se prevé que EEUU y Europa experimenten los mayores índices de crecimiento. Se espera que los vehículos eléctricos cubran más del 80% de la demanda mundial de litio en 2030, recuerdan Manish Kabra y Charles De Boissezon, estrategas de Société Générale.

Las alternativas para saciar esta demanda con garantías no son fáciles y las actuales políticas de la Administración Biden no están ayudando, denuncia Wald: «Se están desarrollando alternativas a las baterías de litio, pero aún faltan muchos años para que lleguen al mercado. Una solución mejor es desarrollar nuevas cadenas de suministro que no dependan de China o de empresas chinas para obtener minerales esenciales, incluido el litio. Aunque el proceso parece desalentador porque China domina ahora el mercado, es posible si EEUU lo convierte no sólo en una cuestión de política medioambiental o energética, sino también en una prioridad de seguridad nacional. Es vital hacer bien la transición energética, sin amenazar la seguridad nacional en el proceso. Por desgracia, la política actual está haciendo lo contrario».

Según la investigadora del Atlantic Council, las políticas actuales, incluidas las regulaciones de la Ley de Reducción de la Inflación, están perjudicando la demanda de vehículos eléctricos, los mismos productos que incentivarán el desarrollo de estas cadenas de suministro. Algo que, en teoría, choca con la agenda del Partido Demócrata y cuya contraposición es el daño al segmento que infligiría un regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. En lugar de regulaciones como la citada norma, Washington necesita liberar el poder del mercado estadounidense eliminando las barreras al acceso al capital, acelerando la fabricación, proporcionando apoyo diplomático de alto nivel y promoviendo la demanda interna, propone Wald.

Las políticas de Biden no ayudan

La Ley de Reducción de la Inflación, valorada a menudo como una ambiciosa apuesta en la transición a la sostenibilidad al tiempo que reduce la dependencia de EEUU del exterior, reconoció los problemas planteados por el dominio chino de las cadenas de suministro de minerales críticos e intentó abordarlos mediante incentivos fiscales para los vehículos eléctricos. Para que estos coches puedan optar a la totalidad de la desgravación fiscal (7.500 dólares), un determinado porcentaje del valor del componente de la batería no puede proceder de China y debe producirse o fabricarse en Norteamérica. Los legisladores esperan que la demanda de los consumidores de vehículos que puedan optar a la máxima desgravación fiscal impulse a los fabricantes a abrir cadenas de suministro de estos componentes que no impliquen a China o a empresas chinas.

El problema, explica Wald, es que estas normativas entran en vigor este año y otras aún más estrictas lo harán en 2025. Pero la extracción de minerales, el refinado y la fabricación de baterías no pueden desarrollarse en este plazo sin cumplir las normas medioambientales, de seguridad, laborales y financieras que deben respetar las empresas estadounidenses y europeas.

«Ahora que muchos modelos eléctricos o híbridos enchufables no pueden optar a la totalidad de la desgravación fiscal, la demanda de los consumidores disminuirá. Sin una fuerte demanda de los consumidores, los fabricantes de automóviles perderán rápidamente el incentivo para producir y comercializar coches eléctricos entre los conductores estadounidenses. De hecho, ya están viendo cómo se debilita la demanda y están respondiendo con recortes de la producción. En diciembre de 2023, Ford dijo que reduciría la producción de su pick-up totalmente eléctrico F-150 Lightning en 2024 a la mitad de su producción de 2023, por ejemplo. La política destinada a incentivar nuevas cadenas de suministro de baterías de iones de litio tiene ahora más probabilidades de desincentivarlas, al debilitar la demanda de vehículos eléctricos por parte de los consumidores», remata.

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es

Publicado el: 2024-02-02 06:15:40
En la sección: elEconomista Mercados

Publicado en Economía y Finanzas

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