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así imagina la IA la mente de estas grandes personas de la física

así imagina la IA la mente de estas grandes personas de la física

OpenAI ha revolucionado nuevamente el panorama de la inteligencia artificial con la introducción de GPT-4o, un modelo multimodal que integra capacidades avanzadas de generación de imágenes directamente en ChatGPT. Esta innovación permite a los usuarios crear imágenes detalladas y fotorrealistas a partir de descripciones textuales, transformando la interacción con la IA en el ámbito visual. GPT-4o es capaz de procesar y generar texto, imágenes y audio de manera integrada, facilitando la creación de contenido visual coherente y de alta calidad. Es un paso que deja atrás aquella vez que imaginábamos las carreras más difíciles según ChatGPT.

La incorporación de esta funcionalidad ha tenido un impacto global significativo, generando tanto entusiasmo como controversia. Millones de usuarios han experimentado con la nueva herramienta, convirtiendo sus fotografías en ilustraciones al estilo de Studio Ghibli. Sin embargo, esta tendencia ha suscitado debates sobre derechos de autor y la apropiación de estilos artísticos protegidos. Estudios como Ghibli han expresado su preocupación por la posible desvalorización del trabajo artesanal en la animación tradicional. Además, se han planteado cuestiones éticas y legales sobre el uso de material con derechos de autor sin compensación, lo que ha llevado a OpenAI a implementar restricciones en la generación de imágenes que imitan el estilo de artistas vivos. ​

En este contexto de creatividad desatada, hemos querido poner a prueba esta nueva función de OpenAI con un experimento visual tan curioso como revelador: imaginar cómo serían tres de los mayores genios de la ciencia —Isaac Newton, Albert Einstein y Marie Curie— si hubieran vivido dentro de los mundos visuales de dos grandes artistas: Salvador Dalí y M.C. Escher. ¿Cómo se vería la gravedad envuelta en relojes derretidos? ¿Qué aspecto tendría la radiactividad en un universo de escaleras imposibles? A continuación te mostramos el resultado.

El universo de Escher

El universo visual de M.C. Escher es una paradoja que se repite sin fin. Sus obras parecen sacadas de un sueño matemático: escaleras que suben y bajan al mismo tiempo, figuras que se transforman unas en otras, habitaciones donde la lógica se curva y la perspectiva se vuelve imposible. Aunque nunca se consideró un artista dentro de ningún movimiento, Escher supo combinar el rigor geométrico con la imaginación más delirante. Su obra conecta con la ciencia de forma profunda, especialmente con la física, la arquitectura y las matemáticas. Por eso, imaginar a Newton, Einstein y Curie dentro de sus mundos laberínticos no solo es un juego visual, sino una forma de explorar qué tan cerca están el arte y la ciencia cuando ambas buscan romper las reglas de lo establecido.

Isaac Newton

Newton en el universo de Escher. Fuente: ChatGPT / E. F.

En esta reinterpretación visual, Isaac Newton aparece como un pensador atrapado en un universo de escaleras imposibles, su expresión tan firme como la manzana que sostiene en la mano. Pero aquí no hay gravedad que resuelva el laberinto: todo sube y baja a la vez, y los espacios se pliegan sobre sí mismos. La clásica flecha que representa la fuerza que atrae el fruto hacia el suelo apunta en dirección incierta, casi burlona, como si la ley de la gravedad estuviera siendo puesta a prueba por el propio entorno.

La imagen es un guiño perfecto al encuentro entre Newton y Escher. El primero, obsesionado con poner orden al cosmos; el segundo, empeñado en desordenar la percepción del espacio. La manzana, símbolo de la claridad newtoniana, flota aquí dentro de un sistema que desafía esa misma claridad. Lo que antes era una fuerza absoluta ahora se ve enfrentado a una arquitectura que no distingue arriba de abajo. Y sin embargo, la mirada de Newton no vacila: incluso dentro del caos visual de Escher, la ciencia intenta encontrar sentido.

Albert Einstein

Einstein en el universo de Escher. Fuente: ChatGPT / E. F.

En esta escena, Einstein se convierte en un guía en medio del laberinto, señalando con el dedo como quien intenta orientarse —o más bien orientar al espectador— en un mundo donde las leyes del espacio han dejado de obedecer. Rodeado de escaleras que se cruzan sin lógica aparente, de arcos y pasajes que se niegan a seguir una única perspectiva, el físico parece haber sido absorbido por un universo que encarna, de forma visual, lo que él mismo propuso en sus teorías: que el tiempo y el espacio no son absolutos, sino relativos, curvos, maleables.

Escher y Einstein se encuentran aquí en un punto de coincidencia inesperado. El primero dibuja mundos imposibles; el segundo los describió con ecuaciones. Pero ambos rompieron con la visión clásica y rígida del universo. En esta imagen, el genio del siglo XX no solo sostiene un libro abierto —quizá un guiño a su papel como pensador incansable—, sino que se convierte él mismo en un habitante más de esa arquitectura irreal, como si su mente no pudiera habitar otro lugar que no fuera este espacio retorcido por la imaginación. La relatividad general convertida en dibujo.

Marie Curie

Marie Curien en el universo de Escher. Fuente: ChatGPT / E. F.

Marie Curie avanza serena por un universo que parece haber sido construido con precisión atómica. En medio del laberinto escheriano, su figura destaca por la calma con la que sostiene su matraz, como si la lógica de la radiactividad fuera capaz de imponerse sobre cualquier distorsión del espacio. Detrás de ella, los relojes marcan horas inciertas y las escaleras se bifurcan como cadenas moleculares, generando una sensación de inestabilidad, pero también de estructura invisible.

Lo interesante de esta imagen es cómo el orden de la ciencia convive con el caos aparente del entorno. Mientras las sombras caminan en múltiples direcciones y los planos arquitectónicos se solapan, la mirada de Curie permanece fija, analítica, casi imperturbable, como si su método científico pudiera, eventualmente, descifrar también la lógica interna de este mundo imposible. El universo de Escher se pliega y se estira, pero la radiactividad sigue brillando con la misma intensidad.

El universo de Dalí

El universo de Salvador Dalí es pura distorsión del tiempo, del cuerpo y del sentido. Todo en sus cuadros parece moverse y derretirse: los relojes, las figuras humanas, los paisajes, los límites de lo real. Dalí no pintaba lo que veía, sino lo que soñaba, y por eso su obra está llena de símbolos: hormigas, ojos, muletas, desiertos, sombras largas. Sus escenarios oníricos desobedecen las reglas de la lógica con la misma intensidad con la que Escher las doblaba.

Si Escher jugaba con la geometría para confundir al ojo, Dalí lo hacía con la materia misma, como si el tiempo y la física pudieran fundirse como mantequilla al sol. Entrar en el mundo de Dalí es aceptar que nada es fijo, que la realidad es un espejismo moldeado por el inconsciente. ¿Qué mejor escenario, entonces, para colocar a Newton, Einstein y Marie Curie? ¿Cómo se comportarían sus ideas en un mundo que flota entre el sueño y la descomposición? Lo veremos en las siguientes imágenes.

Isaac Newton

Newton en el universo de Dalí. Fuente: ChatGPT / E. F.

Newton, el padre de la física clásica, aparece aquí desconcertado ante una escena que desafía toda ley natural. Frente a él, una manzana cuelga suspendida en el aire, detenida en el tiempo como si la gravedad hubiera decidido tomarse un descanso. A su lado, un reloj blando se derrite sobre una rama seca: el tiempo se deforma, se estira, se vuelve líquido, como si incluso las constantes universales hubieran perdido consistencia en el mundo de Dalí.

Esta imagen subvierte por completo el mito fundacional de la gravedad. Si en la historia canónica la manzana cae, aquí flota. Si Newton convirtió el universo en un sistema ordenado, Dalí lo desordena con una sonrisa surrealista. Las rocas del fondo parecen ondas, el suelo no ofrece orientación, y sin embargo Newton sostiene un libro abierto con un esquema orbital: la razón intenta mantenerse firme en un paisaje que se niega a ser comprendido. El resultado es tan perturbador como fascinante: la ciencia congelada en un instante de delirio, buscando leyes donde solo hay símbolos y sueños.

Albert Einstein

Einstein en el universo de Dalí. Fuente: ChatGPT / E. F.

Einstein, en esta escena, parece haber salido directamente de una ecuación relativista para aterrizar en el corazón de un sueño de Dalí. Su rostro sereno y concentrado contrasta con el paisaje que lo rodea: un mundo blando, donde los relojes se derriten como si el tiempo hubiese abandonado su rigidez y decidiera fluir sin reglas. A su espalda, una cuadrícula espacio-temporal se curva como una sábana cósmica, evocando visualmente la distorsión gravitacional que predijo en sus teorías.

Dalí y Einstein compartieron una obsesión: el tiempo. El primero lo representó como materia plástica; el segundo, como una dimensión maleable. Esta imagen captura ese punto exacto donde la física teórica y el simbolismo surrealista se rozan. Einstein no parece sorprendido por el caos blando que lo rodea: al contrario, lo contempla como quien reconoce una antigua verdad. Su mundo interior —hecho de pensamiento abstracto, fórmulas y paradojas— encuentra aquí una forma visual inesperadamente coherente: la relatividad convertida en paisaje.

Marie Curie

Marie Curie en el universo de Dalí. Fuente: ChatGPT / E. F.

Marie Curie se alza en medio de un desierto surrealista, serena, decidida, ajena al delirio visual que la rodea. En su mano, un matraz irradia un fulgor verde antinatural que no solo ilumina su rostro, sino que parece desafiar las leyes del tiempo. A su alrededor, los relojes se derriten sobre ramas torcidas, el cielo arde con colores que no existen en la paleta de la realidad, y el suelo se ondula como si estuviera hecho de mercurio caliente.

Dalí transforma la radiactividad en una metáfora líquida, volátil, casi mágica, y Curie, lejos de parecer descolocada, encarna aquí el equilibrio entre ciencia y misterio. Ella no es víctima del caos daliniano, sino su núcleo estable. Si Newton representaba el orden y Einstein la relatividad, Curie en este mundo es la energía encerrada, la materia transformándose, el elemento invisible que lo atraviesa todo. La imagen captura esa tensión entre lo visible y lo invisible, lo físico y lo poético: una mujer que brilló en la oscuridad, ahora convertida en figura de luz dentro del sueño más extraño del arte.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2025-04-03 15:16:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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