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Calzadas y vías romanas en Mérida, otrora Augusta Emerita

Calzadas y vías romanas en Mérida, otrora Augusta Emerita

Hoy en día, los seres humanos utilizamos herramientas para interrelacionarnos que hace poco tiempo eran impensables. El uso continuado de canales de comunicación como internet, redes sociales, videoconferencias, etc., hacen que territorios y gentes de diferentes partes del mundo estén en continuo contacto y a pesar de que no existe una vecindad física sí podemos sentir una presencia cercana de personas que están a cientos de kilómetros de distancia de nosotros. Por esas redes fluye información, se ofrecen productos, se vierten ideas que hacen al mundo cada vez más globalizado e interrelacionado.

Muchos siglos atrás, en su afán de conquistar y globalizar el mundo mediterráneo, Roma utilizó un elemento que le ayudó en la expansión de su idea de civilización. Todas las tierras que circundan el mar interior, o mare nostrum, se vieron surcadas por una ramificación de estructuras que hasta ese momento no habían tenido igual. Este elemento no es otro que la construcción de una de las grandes obras de infraestructura que todavía perviven en nuestro paisaje, que han llegado en muchas ocasiones fosilizadas hasta nuestros días; nos referimos a las calzadas.

Las calzadas son herramientas de la romanización, arterias por donde fluían personas, productos e ideas, intercomunicando las diferentes partes que constituyeron el llamado Imperio romano. Roma fue pionera en la construcción de estas grandes obras de infraestructura utilizándolas inicialmente como elementos para el tránsito de tropas, aprovechando los trazados y pasos que, debido a su idoneidad geográfica y morfológica, fueron utilizados por personas y civilizaciones anteriores a ellos. Roma le dio su toque personal: de veredas o sendas se pasa a vías empedradas y de vados o barcazas a puentes que facilitan el tránsito de personas y mercancías por aquellos puntos por donde los accidentes naturales pueden ser un obstáculo para lograr este objetivo.

División provincial de Hispania en época augustea. FOTO: ASC.

El año 25 a. C. modificó el organigrama paisajístico de las tierras que van a constituir la nueva provincia de Lusitania, división administrativa que realiza el emperador Augusto para una gestión más eficaz de Hispania, ya que estas tierras anteriormente estuvieron incluidas en la provincia Ulterior. Se edifica una nueva colonia romana, denominada Augusta Emerita, en las orillas del río Anas, posteriormente denominado Guadiana, poblada por veteranos de las legiones que habían luchado en las guerras cántabras y que hace necesaria la construcción de estas arterias de comunicación que pasen o confluyan en la que posteriormente será la capital de esta provincia, situada en la parte más occidental del Imperio.

Augusta Emerita, desde este momento, pasa a ser un punto clave para las comunicaciones tanto desde el sur al norte como desde el este al oeste peninsular. En total podemos contabilizar que confluyen en la ciudad nueve segmentos viarios de carácter principal procedentes de diferentes partes de la península, pero a su vez hay que sumar —gracias a las investigaciones realizadas por la arqueología— otros tantos caminos que hemos denominado de tipo secundario que unen la colonia con su territorio, lo que facilita su dominio y explotación.

Calzadas y vías romanas al sur y oeste de Augusta Emerita

El puente construido sobre el río Guadiana hasta la puerta monumental, levantada en la muralla fundacional a su entrada en la ciudad romana, marca un punto de tránsito de la traza de un tronco común que coincide, en su último recorrido, con esta construcción, siendo la confluencia de calzadas procedentes tanto del sur como del oeste peninsular; una vez flanqueada la puerta se inicia el decumano máximo de la urbe. Este puente, situado sobre un vado del Guadiana, fue construido para salvar el río Anas y sobre él se sitúa un eje viario de gran importancia.

En este trazado se une el segmento viario procedente del suroeste peninsular, denominado en la antigüedad con el nombre de Item ab ostio fluminis Anae Emeritam usque, procedente de la zona de Huelva hasta la desembocadura del río Guadiana, y la calzada romana procedente del sur peninsular llamada Item ab Hispalis Emeritam que uniría Augusta Emerita con colonias de gran importancia, asentadas en la parte meridional peninsular, como Hispalis (Sevilla) o Astigi (Écija) y que, con posterioridad, se convertirá en la denominada Vía de la Plata. Debemos aclarar que este término no es utilizado nunca en el mundo romano, sino que es un nombre adquirido con posterioridad. A su vez, a estas dos calzadas se sumaría otro segmento viario procedente del oeste peninsular denominado Item ab Olisippone Emeritam, el canal de comunicación más meridional con la actual Lisboa, ciudad romana de importancia estratégica ya que es el puerto natural de salida de los productos de la Lusitania hacia el mar y posiblemente esta vía comunicase también con la zona costera atlántica situada al sur de esta ciudad.

Estos ejes viarios poseen una gran importancia económica para la ciudad antigua, ya que los productos procedentes de los espacios más fértiles de Augusta Emerita —como la denominada Tierra de Barros, las Vegas Bajas del Guadiana o la campiña de Olivenza—, transitarían por estas calzadas, sin excesivas pendientes; estamos ante una orografía sin apenas accidentes naturales. Este continuo tránsito de mercancías y gentes hizo que las piedras de la vía, conservada a la entrada de la puerta denominada «del puente», presenten los surcos marcados de las ruedas, desgaste del material de rodadura que no se ha conservado en otras zonas de la ciudad romana y, a su vez, nos indica el módulo de anchura del eje de los carros romanos, que llegaba a los 1,10 metros.

Calzadas y vías romanas al norte y oeste de Augusta Emerita

La zona norte también ejerce un papel receptor de varias de las calzadas que articulan el espacio peninsular y que, en las proximidades de la ciudad, confluyen en un segmento común que, paradójicamente, al igual que sucede en la zona sur, discurren por el puente romano sobre el río Albarregas, para desde allí ascender hacia la puerta de entrada norte donde se iniciaría el cardo máximo de la ciudad.

La primera de las calzadas que vamos a mencionar es quizá la más conocida en la actualidad ya que, junto al segmento que une Augusta Emerita con Hispalis, constituyen un verdadero eje norte-sur en el occidente peninsular, utilizado por civilizaciones y gentes que transitaron por estas tierras antes de la llegada del mundo romano, llevándolos desde las tierras béticas hasta la cornisa cantábrica. La vía romana denominada Iter ab Emerita Asturicam es por tanto otro de los segmentos que completan la llamada «Vía de la Plata», camino que pervive en la actualidad como eje turístico, comercial y viario.

Esta nominación «de la Plata», término utilizado con posterioridad y motivado por la presencia de piedras en su rodadura, no representa la realidad viaria existente durante el período romano. De hecho, este segmento hasta la mansio de Ocelo Duri, ubicada en la provincia de Zamora, es denominado inicialmente como Item ab Emerita Caesaragusta, por lo que también sería un itinerario a recorrer por aquellos viajeros que necesitasen dirigirse hasta la actual capital aragonesa, situada a orillas del Ebro, Zaragoza. Esta vía romana es quizá una de las más conocidas, descritas y utilizadas con posterioridad en el occidente peninsular ya que, desde el periodo antiguo hasta la actualidad, ha sido recorrida por ejércitos, viajeros, ingenieros, epigrafistas y arqueólogos que nos han ido legando datos sobre su estado, recorrido, fábrica e innumerables puentes y localidades que coincidían con su traza.

Detalle del encintado de la vía romana al norte de la ciudad. FOTO: ASC.

Este eje, ya descrito, confluía en las proximidades de la ciudad Augusta Emerita con otras calzadas procedentes del occidente peninsular, como la denominada Alio itinere ab Olisippone Emeritam que era un segmento único hasta la mansio Plagiaria, cuya ubicación no es del todo conocida, bifurcándose en dos segmentos para unir Augusta Emerita con Scallabis (Santarem) —que en aquel momento era capital del convento jurídico— y de ahí a Olissipo, Lisboa (Item alio itinere ab Olisippone).

Por lo tanto, tenemos tres itinerarios que unen el occidente peninsular y la colonia Augusta Emerita, dos al norte del Guadiana y uno al sur, mencionado en el apartado anterior. La presencia de tres itinerarios conocidos marca la importancia de las comunicaciones de la capital de la provincia de la Lusitania con la zona costera atlántica.

Si a las calzadas procedentes de la zona sur le dimos un carácter comercial, estas situadas en la zona norte y oeste poseen además un matiz constructivo. La zona norte y oeste de la colonia Augusta Emerita posee una litología muy significativa, debido a la presencia de rocas que fueron utilizadas como elementos de construcción en la ciudad y que llegaron a ella a través de esta red de calzadas y caminos secundarios documentados por la arqueología en estas zonas. Se ha descubierto y documentado la presencia de canteras para la extracción de granito en la zona norte y noreste de la ciudad como las de Royanejo, Proserpina, Sequeros, Coto Pelayo, etc., así como las canteras marmóreas registradas en las proximidades de Estremoz, de donde, según estudios realizados, procedía casi todo el mármol utilizado en la colonia Augusta Emerita y situándose esta localidad en las proximidades de una de las calzadas mencionadas para la zona occidental.

Calzadas y vías romanas al este de Augusta Emerita

Las calzadas de acceso a Augusta Emerita por la zona oriental poseen unas características similares a las mencionadas con anterioridad. Estas vías se encuentran en un segmento común que, en las proximidades de la ciudad romana, se convierte en una verdadera calzada, jalonada de tumbas y edificios funerarios de diversa morfología. Pero, lo más destacable para el viajero es encontrarse con el magnífico Circo Romano en una de sus márgenes, así como el paso bajo el acueducto denominado de San Lázaro cuyas arquerías majestuosas, realizadas para salvar el valle del Albarregas, alternan el granito con el ladrillo, técnica constructiva que da belleza a la obra. Una vez alcanzada la zona suburbana, conocida como La Rambla de Santa Eulalia, ascendería suavemente entre viviendas situadas fuera de la muralla para llegar a una puerta monumental de tres vanos donde empezaría el decumano máximo de la ciudad, conocida actualmente como Puerta de la Villa.

Por lo tanto, los viajeros procedentes del este peninsular y que quisiesen llegar o pasar por Augusta Emerita utilizaron la calzada denominada Alio itinere ab Emerita Caesaragusta, considerada como el auténtico camino que unía Augusta Emerita con Caesaraugusta, es decir Mérida con Zaragoza, pasando por zonas intermedias tan conocidas como Toledo, Alcalá de Henares o Calatayud. Como mencionamos anteriormente, también existe otro itinerario en la zona norte que, de igual modo, llevaba a esa ciudad.

Está clara la intencionalidad del Estado romano de unir ciudades utilizando diferentes itinerarios para no quedar ningún territorio sin comunicación viaria, esencial para el desarrollo económico y social de todos los espacios conquistados por Roma.

Rodadura y encintado lateral realizado con sillares de granito de la vía suburbana cercana a los edificios de espectáculos romanos. FOTO: Pedro Dámaso Sánchez Barrero.

Por último, nos quedaría la comunicación de la colonia Augusta Emerita con la capital de la provincia bética, Córdoba. Esta unión se realiza a través del itinerario conocido como Item a Corduba Emeritam que, tras recorrer toda la zona sureste de la provincia de Badajoz a través del corredor de la comarca de la Serena, llega a la colonia romana de Metellinum (Medellin) y de allí, tras salvar el Guadiana con otro puente, llegaría a la ciudad Augusta Emerita también por su parte oriental, accediendo, bien en coincidencia con la calzada procedente de Caesaraugusta o bien a través de una magnífica vía que une la zona suburbana emeritense con el área de espectáculos de la ciudad, donde se encuentra el Teatro y el Anfiteatro.

Esta calzada posee la peculiaridad de estar porticada y jalonada por magníficos monumentos funerarios ubicados en la zona denominada «del Disco». Como elemento significativo, y saliéndose del marco oficial que marcan los itinerarios antiguos, también en la zona sur se ha localizado una vía romana que no aparece en los itinerarios de la antigüedad pero que la arqueología ha identificado perfectamente y que siempre se asoció a la comunicación con la colonia cordobesa. Este camino que sería la prolongación del cardo máximo hacia el sur, fuera de la muralla fundacional romana, está jalonado igualmente por una extensa área funeraria e industrial, tejares y alfares. Una vez que abandona el espacio suburbano, atravesaría el Guadiana por un posible vado para llegar a las proximidades de la localidad de Alange y dirigirse hacia el sur, aprovechando la traza favorable que le ofrece el valle del río Matachel.

Una fábrica de calzadas y vías romanas en Augusta Emerita

Las calzadas de Augusta Emerita se realizaron de forma muy similar a todas las grandes obras de infraestructura viaria que nos encontramos en el resto del Imperio romano. Lo que cambia en ellas es el material utilizado en su fábrica, ya que el ingeniero romano utiliza aquellos elementos pétreos autóctonos que dan buena consistencia a esta infraestructura y suponen un ahorro en los costes, al no encarecerse la fabricación con transporte de material desde puntos muy alejados del trazado.

Para construir una calzada es necesario un estudio detallado del espacio circundante, donde el ingeniero romano realiza un análisis y estudio topográfico de la zona, viendo pendientes, la naturaleza del terreno y los accidentes naturales. Normalmente las calzadas romanas en esta zona se han caracterizado por su carácter rectilíneo, huyendo siempre de los espacios excesivamente encharcados o con peligro de avenidas de ríos cercanos o arroyos. Siempre que se tengan que atravesar accidentes topográficos se utilizará el paso más adecuado tal y como sucede con la Vía de la Plata a su llegada a las inmediaciones de Mérida, donde para flanquear las sierras de la Moneda y Don Tello utiliza el paso existente entre ellas, cogiendo la traza donde los porcentajes de subida y bajada son menores. En el mismo caso nos encontramos con las vías procedentes del occidente, donde su traza siempre salva las zonas de inundación del Guadiana para que, en caso de crecidas, nunca dificulte el paso.

Restos del «miliario aúreo» situado en el Foro Romano (Roma). FOTO: Pedro Dámaso Sánchez Barrero.

Durante el proceso de construcción, las diferentes cuadrillas contratadas para su realización cavaron una trinchera con una anchura que oscila entre los 7 y 8 metros, lo que facilita que dos carros se puedan cruzar sin ningún problema. Para limitar los márgenes se utiliza un encintado de piedras, llamado margines, de mediano y gran tamaño, que va a contener una sucesión de capas de piedra de diferente grosor, siendo de mayor a menor tamaño según vamos subiendo la rasante y siempre con una buena capacidad de compactación, pues van a constituir la base de la calzada. La sucesión de capas dependerá de la base rocosa sobre la que se asiente la calzada y la naturaleza de la fosa excavada.

Una vez terminado este proceso se pondrá la rodadura, en la mayoría de las ocasiones piedras de pequeño tamaño mezcladas en muchos casos con granito disgregado llamado jabre, lo que constituye una rodadura idónea para carros de mercancías y carretas de pasajeros, pero que, por desgracia, es lo primero que se pierde o desgasta por el paso del tiempo, de ahí que las calzadas sean reparadas de forma habitual, incluso por los legionarios en periodos de paz. Debemos huir, por lo tanto, del tópico de que las calzadas romanas tenían como rodadura grandes losas de piedra, ya que esta fábrica es propia de vías urbanas o de espacios viarios suburbanos próximos a las ciudades. Sería impensable que los carros de mercancías, el paso de las legiones o los viajeros aguantasen el traqueteo que producen estas grandes losas de granito a lo largo de cientos de millas.

La rasante de las calzadas romanas también poseía un perfil trasversal ligeramente abombado, para que las lluvias drenasen hacia la zona de los muros de las márgenes que, tapados por la capa de rodadura, verterían el agua hacia las cunetas liberando a estas grandes obras de infraestructura de encharcamientos y facilitando el tránsito de vehículos incluso con lluvia.

Distancias y miliarios en las calzadas y vías de Augusta Emerita

Un elemento fundamental, que identifica y caracteriza a las vías romanas en general y a las de Augusta Emerita en particular, es la presencia de los miliarios. En definitiva, este término procede la lengua latina y define a una estructura o elemento físico de forma cilíndrica, situado en las márgenes de estos itinerarios y que marca las distancias en millas en estas rutas.

La situación de estos elementos a lo largo de los recorridos es de gran interés para estudiar aspectos relacionados con la cronología del itinerario, reparaciones, carga propagandística a favor de la figura imperial que realiza o repara la vía, responsables de la realización, financiación y por supuesto, las millas que marcan las distancias entre dos puntos concretos.

La plasmación técnica de los itinerarios sobre el terreno conllevaba la utilización de un sistema métrico para determinar dónde iban a ir ubicados cada uno de estos hitos que señalaban las millas. De esta manera, se utilizaba un carro con unas ruedas especiales de cuatro pies de diámetro y doce y medio de circunferencia que daban cuatrocientas vueltas, llegando a una longitud de una milla romana. El carro llevaba acoplado un instrumento llamado «odómetro» que en un cuenco hacía caer un guijarro cuando se llegaba a una longitud de una milla romana, que en el caso de las calzadas emeritenses se sitúa entre los 1476 y 1485 metros.

Un tema controvertido para los estudiosos de las vías romanas es plantear cuál es el punto de inicio para los itinerarios romanos. En la ciudad de Roma la situación es fácil, ya que el Foro Romano alberga una estructura de carácter circular, situada en las proximidades del templo de Saturno. Esta pieza cilíndrica, denominada «miliario aúreo», que estuvo revestida de bronce, servía de punto de partida de la red viaria que conducía a las diferentes partes del Imperio.

En el caso de Augusta Emerita, tras su fundación, la ciudad aparece como punto de partida, pero también hay que considerarla como punto de llegada. La presencia de los miliarios y el contabilizar las millas que aparecen reflejadas en los itinerarios de la antigüedad, Antonino, Vicarelo, etc., son de gran importancia a la hora de localizar espacialmente otro elemento asociado a los itinerarios como son las mansiones. Estas estructuras marcan puntos intermedios dentro de los segmentos viarios y en la antigüedad sirvieron como espacios con estancias y estructuras de diferente tipo en los que los viajeros podían realizar un descanso, pernoctar o incluso hacer votos a alguna divinidad protectora de los caminantes.

Puentes romanos en Augusta Emerita

Un elemento a destacar en la construcción de una vía romana es la presencia de puentes. Estos elementos del paisaje, que también son considerados como grandes obras de infraestructura y que merecen un capítulo extenso aparte, son utilizados por los ingenieros romanos en su afán de facilitar el paso de personas y mercancías por cauces fluviales que sin su existencia serían difíciles de flanquear.

En el caso de la colonia Augusta Emerita tenemos un buen repertorio de puentes de origen romano que se conservan en la actualidad, alguno de ellos de gran monumentalidad y otros de carácter más modesto pero concebidos con el mismo carácter funcional de facilitar el tránsito sobre una corriente de agua. El más conocido es el magnífico puente sobre el Guadiana que, desde el punto de vista viario, es el paso hacia las tierras sureñas de la conocida comúnmente como Vía de la Plata. No vamos a entrar a describir su magnificencia y estructura constructiva, destacando únicamente que su construcción se debió a la necesidad de comunicación viaria de la colonia emeritense con otras partes del occidente y sur peninsular.

En la zona norte tenemos el llamado puente sobre el río Albarregas que de igual modo marca el paso viario por este afluente del Guadiana y que limita a la ciudad romana por su vertiente norte. Este puente, de menores dimensiones, cumple también el objetivo de facilitar el paso de la calzada romana en dirección al norte peninsular y que actualmente es recorrido por los peregrinos que se dirigen a Santiago de Compostela utilizando la traza de la llamada Vía de la Plata.

Puente de «La Alcantarilla» donde es visible su arquería de ladrillos y en el que se le ha robado parte del revestimiento de sillares de granito. FOTO: Pedro Dámaso Sánchez Barrero.

Con una estructura más modesta, pero no por ello ocultando su carácter funcional, destaca el llamado Puente de la Alcantarilla, cuyo robo de material granítico a lo largo de los siglos, ha puesto al descubierto su núcleo de hormigón romano y su único arco realizado mediante ladrillos. Este puente salvaría el paso de un arroyo en la traza de la calzada que unía Augusta Emerita con Olissippo, pasando por Scallabis y cuya base y rodadura es todavía visible en la parte superior del puente.

Por último, tenemos que mencionar el puente sobre el río Aljucén, ubicado al norte de la colonia Augusta Emerita, a una distancia de entre 10 y 12 millas de la ciudad, hoy prácticamente desaparecido, ubicado en la traza del itinerario de Augusta Emerita a Asturica, con unas dimensiones que oscilan entre los 6,80 y 7 metros, un tajamar en la mitad del cauce del río y con numerosas piezas diseminadas por todo el espacio circundante.

Para finalizar, podemos decir que las vías romanas emeritenses han sufrido, a lo largo de su historia, procesos de utilización, deterioro y abandono, pero que son elementos fosilizados en el paisaje reutilizadas muchas veces como cañadas o cordeles ganaderos en el periodo moderno, otras veces reconstruidas con losas de piedra a lo largo de la Edad Media y, en ocasiones, arrasadas prácticamente por los arados en las labores agrícolas. Pero siempre son estructuras que marcan el devenir de una época en la que florecieron y fueron instrumentos de la expansión del poder de Roma en la zona más occidental del Imperio.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-02-18 16:04:39
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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