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¿Cómo era realmente Pericles?

¿Cómo era realmente Pericles?

“Pericles fue el líder más célebre de la democracia más célebre y radical del lugar más célebre de la antigua Grecia durante su época más célebre” (Thomas R. Martin, Pericles. A Biography in Context, 2016). Efectivamente, Pericles (490 a.C.- 429 a.C.) se convirtió sin lugar a dudas en un personaje histórico de primera magnitud gracias a una confluencia de factores propios y ajenos, heredados y adquiridos.

Una diversa y asimétrica herencia familiar

El prólogo de la biografía de Pericles –esto es, su familia y la importancia de esta durante los dos siglos anteriores– se antoja clave para la forja intuitiva de su figura. Una herencia familiar diversa, asimétrica y dicotómica le ofreció una fortuna inigualable y una maldición perpetuamente amenazante.

Por parte de Agarista, su madre, heredó la inmensa riqueza y la maldición del linaje Alcmeónida –la reconstrucción de los antecedentes familiares de Pericles encuentra su origen en Heródoto, que fue su contemporáneo–. Casi dos siglos antes del nacimiento de Pericles, Cilón, un joven ateniense afortunado y afamado por una victoria olímpica, se casó con la hija del tirano de Mégara, cercana a Atenas, y, quizás creído de más fortuna de la que realmente tenía, perpetró junto a jóvenes de ambas ciudades, Mégara y Atenas, un golpe de Estado en la segunda ciudad, frustrado espontáneamente por los ciudadanos atenienses –que demostrarían en múltiples ocasiones su disposición a defender la democracia–; entre ellos, Megacles, funcionario de la familia Alcmeónida. Era el año 640 a.C. y los golpistas fueron ejecutados por su crimen. Sin embargo, lo que en principio era una ejecución por derecho se convirtió en una maldición, pues la acción se tachó de sacrílega al hallarse los reos aferrados a una estatua de la diosa Atenea. El error provocó que Megacles fuera castigado con el exilio junto a su familia, los Alcmeónidas, a los que acompañó la maldición por ello durante siglos.

Casi media centuria después, en 595 a.C., el general Alcmeón, hijo de Megacles, destacó durante la primera guerra sagrada, librada para castigar a otros griegos por sus sacrilegios en el Oráculo de Delfos, lo que permitió a los Alcmeónidas regresar del exilio y al propio Alcmeón vencer en una carrera de cuadrigas en el año 592 a.C., lo que lo convirtió en un personaje conocido a nivel nacional.

Estatua de Pericles – iStock/araelf

Hasta aquí la parte indeseable de la herencia. Vayamos con lo apetecible: Pericles no solo sufrió un linaje maldito, sino que también disfrutó de un entorno familiar enormemente adinerado. Una gran fortuna que tuvo, al parecer, su origen en Alcmeón, el cual –en recompensa por su actuación en Delfos– fue invitado por Creso, el rey de Lidia, a que recogiera cuanta riqueza pudiera transportar. Ante semejante invitación, Alcmeón, con túnica ancha y botas altas y flexibles, cargó con tantas riquezas como pudo, hasta el punto de espolvorearse el pelo con oro y llenarse la boca de objetos valiosos. La estampa resultó tan cómica para Creso –aunque otros opinan que en esa época reinaba en Lidia Aliates, padre de Creso–, que le colmó incluso de más regalos. Así, según la tradición, fue como los Alcmeónidas se hicieron inmensamente ricos. Cierto o no, Pericles perteneció no solo a la élite social, sino a una familia histórica.

Porque el linaje Alcmeónida todavía ofreció más personajes reseñables a Atenas: Clístenes, tío abuelo de Pericles, implementó la democracia directa en la ciudad-Estado y se le puede considerar por ello el verdadero fundador de la democracia ateniense. Una democracia que, en el año 546 a.C., fue derrocada por el tirano Pisístrato, que condenó a los Alcmeónidas a uno de los varios exilios que padecería la familia.

En 510 a.C., los espartanos consiguieron derrotar a Hipias (hijo de Pisístrato) y forzar su huida, terminando así con la tiranía que llevaba gobernando Atenas durante casi cuatro décadas. Es este un punto clave para comprender la animadversión de Pericles a los espartanos, a los que consideraba poco fiables. Estos, poco después de derrocar a Hipias en favor de la democracia, intentaron desandar lo andado e imponer una nueva tiranía en la confrontación entre Iságoras y Clístenes . Uno de los dos reyes espartanos, Cleómenes, apoyaba a Iságoras, que pretendía instaurar dicha tiranía, lo que le otorgaba a este una ventaja casi definitiva –Esparta era en esos momentos la potencia militar de Grecia–. Pero fue en aquella situación de precariedad en la que surgió la democracia directa, pues Clístenes, tío abuelo como se dijo de Pericles, logró en el año 507 a.C. que venciera su opción: un sistema democrático que otorgara poder político por igual no ya a las élites, sino a todos los atenienses.

Otro acontecimiento relevante anterior al nacimiento de Pericles sucedió en 499 a.C.: los atenienses, engañados por Aristágoras, participaron con 20 embarcaciones y 4.000 hombres en la revuelta jonia contra Darío, aunque se retiraron tras la victoria en Sardes por considerar a los jonios unos cobardes. Así surgió el enfrentamiento con los persas que finalmente permitió el predominio de Atenas, pero que pudiera haber significado su aniquilación.

En contraste con la familia materna, el linaje de Jantipo, el padre de Pericles, no contaba con una fortuna como la de los Alcmeónidas, aunque gozaba de una buena posición económica. Tampoco poseía, ni mucho menos, una historia tan notable, pues solo se tienen referencias del padre de Jantipo y no se conocen más antepasados. De hecho, aunque se piensa que este participó en la batalla de Maratón, en la que se produjo la primera gran victoria griega sobre los persas, no se tiene constancia de ello, aunque no se puede obviar la relevancia e importancia de Jantipo como alto mando militar.

Lecciones vitales

Si los antecedentes familiares y la historia inmediatamente anterior a Pericles resultan esenciales para comprender a este, ello se debe a las huellas vitales que le imprimieron, junto con las de los acontecimientos que vivió en sus primeros treinta años.

En primer lugar, podemos señalar la fiscalización a la que todos los gobernantes griegos estaban sometidos. Una fiscalización que se llevaba al extremo, pues Jantipo, el padre de Pericles, sufrió el ostracismo en el año 484 a.C. – y solo dos años antes, en 486 a.C., lo padeció un miembro de la familia Alcmeónida–, un castigo por el cual un hombre era obligado al destierro durante diez años, aunque se le permitía conservar sus propiedades y no sufría sanción económica alguna. El ostracismo era una medida por la que aquel que era votado de forma mayoritaria –por varios miles de votos– resultaba expulsado de Atenas, sin que ello significase que hubiera cometido falta alguna. Se desconoce si la familia acompañó o no a Jantipo en su destierro, pero este debió de ser traumático para el pequeño Pericles.

En segundo lugar, tras la participación griega en la revuelta jonia, el hijo de Darío, Jerjes, reunió un formidable ejército para invadir Grecia por el este –pactó con los cartagineses para que atacaran por el oeste–. Tan extraordinario era, que se relata que tardó siete días en conseguir que los varios centenares de miles que lo conformaban cruzaran el estrecho del Helesponto que separa Europa de Asia. Su flota no era menos soberbia, pues se componía de más de mil embarcaciones. Por tanto, la época vital de Pericles estuvo rodeada de tres grandes peligros: el interno –la exigencia de la sociedad ateniense y de aquellos que pretendían derrocar la democracia para imponer una tiranía–, el local –la amenaza espartana, la potencia militar de Grecia– y el global –la amenaza persa, la gran potencia de la época–.

Y en tercer lugar, el uso de la razón como elemento básico para la toma de decisiones en base a la capacidad para predecir las consecuencias de las mismas se convirtió en el factor clave en el progreso político dentro de una sociedad, la ateniense, que castigaba severamente el fracaso. Pericles encontró un ejemplo de ello en Temístocles, a quien podríamos considerar como su precursor por su capacidad de persuasión basada en el uso de la razón, ya que fue capaz, por ejemplo, de convencer a los ciudadanos del beneficio colectivo que obtendrían con la fortificación del puerto de Atenas y la construcción de naves de guerra con las que protegerse, en lugar de repartir los dividendos que se podrían obtener tras el descubrimiento de una mina de plata. Esta decisión resultaría definitiva en la confrontación con los persas y en el predominio que después obtendría Atenas sobre Esparta y el resto de Grecia.

Fue también Temístocles quien consiguió, en el año 480 a.C., el respaldo necesario para enviar la armada a combatir a los persas en Artemisio, en coordinación con una pequeña expedición terrestre para bloquear el paso de las Termópilas. Tras la derrota griega en dicho paso y el equilibrio que se obtuvo en Artemisio, la situación seguía siendo desesperada, pero la victoria en la batalla de Salamina obligó a Jerjes a regresar a Persia y retirar sus embarcaciones.

Sin embargo, Temístocles –al igual que le había sucedido a Milcíades, el héroe de Maratón– tuvo que abandonar la patria a finales de los años setenta del siglo V a.C. En la democracia griega, aquellos que gozaban de un exceso de popularidad corrían peligro, algo que Pericles siempre tuvo presente.

Predominancia de Atenas

En 479 a.C., la batalla de Platea concluyó con la victoria de los griegos por muchos motivos, entre los que también se incluye la fortuna. El general persa, Mardonio, fue alcanzado por una roca lanzada por un espartano y su fallecimiento causó una importante desmoralización en las tropas. Tras este triunfo, los griegos acordaron organizar un ejército terrestre y una flota naval para atacar a los persas y los atenienses se impusieron a los espartanos como potencia hegemónica con la creación de la Liga Délica. Esta alianza, inicialmente voluntaria, comenzó a tornar en un modelo diferente cuando Naxos decidió abandonarla y fue atacado, asediado y derrotado.

En este contexto del nacimiento del Imperio ateniense se iniciaron las actividades públicas de Pericles, que en 472 a.C. aparece como corego –algo así como productor– de una trilogía del dramaturgo Esquilo en la que destacaba la obra Los persas, una tragedia que narraba la batalla de Salamina.

Formación innovadora y controvertida

Como ya hemos comentado, el razonamiento como forma de persuasión política fue un rasgo clave en la figura de Pericles. En La historia de la Guerra del Peloponeso, Tucídides –aristócrata y general durante dicho conflicto bélico– afirma de Pericles y su gobierno de Atenas que “aquello era de nombre una democracia, pero, en realidad, un gobierno del primer ciudadano”. Si ello fue así se debió a unas habilidades oratorias extraordinarias basadas en el razonamiento, con las que podía convencer a los ciudadanos atenienses para que adoptaran sus políticas.

Unas habilidades no exentas de polémica por la intensa relación de Pericles con Anaxágoras de Clazomene, uno de los sofistas más importantes de la época. Los sofistas, sabios considerados los primeros filósofos griegos, fueron señalados como peligrosos porque sus enseñanzas, que ofrecían a cambio de dinero, podían permitir a los más ricos vencer en los debates solo a base de retórica, sin ceñirse al derecho ni a la justicia. Ello podía ser considerado una especie de ‘trampa’ democrática: pensemos que la mayoría de los atenienses eran personas con un nivel de vida precario y escasos conocimientos, mientras que Pericles era un hombre situado en la élite social ateniense.

Las sombras de Pericles

Aun cuando Pericles aparece en las Vidas paralelas de Plutarco, escritas cuatro siglos después, como cauteloso, justo y razonable en situaciones de gran peligro, y en la Constitución de los atenienses, de Aristóteles, queda remarcada su decisiva contribución a la democracia griega, su vida no careció de sombras.

En lo personal, sus hijos se quejaron de su carácter autoritario y austero porque les limitaba los gastos –o el despilfarro, según se entienda–, y uno de ellos llegó al extremo de acusarle de adulterio con su nuera. Tras el divorcio de su primera mujer, se enamoró de Aspasia, una extranjera de gran capacidad intelectual y vida discutida, pues dirigía un prostíbulo, lo que provocó gran cantidad de críticas. Incluso se acusó a Pericles de promover la Guerra del Peloponeso para desviar la atención de esta relación.

En lo político, Aristófanes lo acusó de haberse convertido en un tirano por la excesiva influencia que ejercía en las decisiones tomadas por los ciudadanos de Atenas, lo que mermaba en cierto sentido la democracia. No fue el único: Teléclides, Hermipo y Cratino también le dedicaron críticas en este aspecto.

La construcción del Partenón en la Acrópolis de Atenas, que duró quince años, no solo se convirtió en símbolo de la superioridad ateniense, sino también en un grave problema para Pericles, que estuvo directamente involucrado en su edificación. Por un lado, sus rivales políticos lo consideraron un despilfarro y una muestra de arrogancia; por otro, su relación con el constructor, Fidias, acusado de sustraer materiales costosos, no le dio al político más que disgustos.

Así pues, Pericles fue criticado por su conducta sexual, satirizado en comedias por sus tendencias intelectuales, atacado por lo tiránico de su ascendencia discursiva y acusado de oponerse a las demandas espartanas para provocar la Guerra del Peloponeso con el único fin de tapar sus escándalos personales.

Personaje histórico a pesar de su final

Y aunque, como en el caso de otros héroes atenienses –Milcíades o Temístocles–, su final no estuviera a la altura de sus logros, pues falleció poco después del comienzo de la Guerra del Peloponeso víctima de una epidemia y el resultado del conflicto bélico con los espartanos fue desastroso, Pericles pasó a la historia como un gran estadista. 

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-10-03 08:28:29
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades