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¿Cuáles son los peligros reales de los ‘pellets’ de plástico en nuestras costas?

¿Cuáles son los peligros reales de los 'pellets' de plástico en nuestras costas?

En las últimas semanas, las costas del noroeste de España son testigo de un desastre ambiental de gran magnitud. Millones de pequeñas bolitas de plástico, conocidas como pellets o granza, han empezado a aparecer en las playas de Galicia, generando alarma en la ciudadanía y la comunidad científica. El fenómeno se originó por el vertido de más de 26  toneladas de este material desde el buque mercante Toconao en aguas portuguesas, y ha despertado un debate urgente sobre los peligros que representan estos residuos

La granza es una forma de plástico refinado, que sirve como materia prima para la fabricación de una amplia gama de productos, desde envases hasta juguetes y puede ser de múltiples tipos.

Granza de plástico — cl2004lhy/iStock

Impacto inmediato de los ‘pellets’ en la naturaleza

La aparición de pellets de plástico en las costas gallegas, incluso si son de verdad químicamente inocuos, algo aún por demostrar, plantea riesgos directos e inmediatos para la fauna marina.

Investigaciones previas con este tipo de materiales han mostrado que la fauna marina, que incluye peces y aves, a menudo confunde la granza con su alimento natural. Esta confusión puede llevar a la ingestión accidental de estas partículas, especialmente cuando la densidad es elevada.

Uno de los problemas de su ingesta es la obstrucción del sistema digestivo de la fauna marina, que conduce a la desnutrición, el deterioro de la salud y, en casos extremos, a la muerte. Por otro lado, la acumulación de estos plásticos en el tracto gastrointestinal de los animales más grandes, incluso sin que se produzcan obstrucciones graves, limita su capacidad para absorber nutrientes esenciales, afectando su crecimiento y reproducción.

Pero el peligro no se limita a la ingestión de los pellets. Existe el riesgo adicional de que estos plásticos, una vez degradados se conviertan en microplásticos, que fácilmente serán consumidos por organismos más pequeños, como el plancton, y pasarán después a los peces y a otros depredadores, incluido el ser humano y, de este modo, se incorporen a la red trófica.

El plástico no llega solo

Según parece, la granza vertida es principalmente polietileno, ampliamente utilizado en materiales destinados a conservar alimentos y, en principio, químicamente inocuo. Pero, estos materiales no llegan solos; para la fabricación de pellets se utiliza una serie de compuestos químicos que actúan como estabilizantes, antioxidantes o filtros que protegen al plástico de los efectos de la luz.

Muchas de estas sustancias son altamente tóxicas para la vida acuática cuando se encuentran en estado libre y aunque en condiciones normales y embebidas en el plástico, no suponen un problema, estos plásticos no están diseñados para soportar el entorno marino. El agua de mar, sus movimientos, y la exposición constante al sol genera unas condiciones muy distintas a las del uso doméstico que se suele dar a cualquier producto fabricado con este material. Unas condiciones que provocan la erosión y degradación del material, con efectos graves a medio y largo plazo.

Con el paso del tiempo, la granza en el mar se erosiona y genera nuevos impactos — FernandoPodolski/iStock

A la liberación potencial de estas sustancias tóxicas se suma la propiedad de las partículas plásticas de adsorber sustancias disueltas en el medio. En palabras de Alicia Herrera Ulibarri, investigadora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para SMC España, «hay contaminantes químicos que están en muy bajas concentraciones en el ambiente, pero se pegan a las paredes de los pellets y eso provoca que se concentren allí, lo que los hace más peligrosos para los organismos marinos que los ingieran». Estas sustancias pueden ser metales pesados, pesticidas o filtros ultravioleta empleados en cosmética, entre otras.

Esta exposición puede causar problemas de salud diversos en la fauna marina, desde alteraciones endocrinas hasta daños directos en órganos vitales. Este proceso, sumado al fenómeno de la bioacumulación, magnifica los efectos tóxicos de los contaminantes a lo largo de la red trófica, aumentando el riesgo para una gama más amplia de especies, incluidos los consumidores finales. Un estudio liderado por Ricardo Beiras, investigador del Centro de Investigación Marina de la Universidad de Vigo, afirma que la toxicidad de los microplásticos se debe principalmente a la lixiviación de aditivos químicos y sustancias adsorbidas por ellos, y no a los microplásticos en sí.

Los efectos a largo plazo de la contaminación por granza cargados de contaminantes son motivo de especial preocupación. A medida que los pellets se degradan por factores ambientales como la luz ultravioleta y la acción mecánica, los contaminantes adsorbidos pueden liberarse en el medio ambiente. Esto representa un riesgo continuo para la salud de los ecosistemas marinos y, potencialmente, para la salud humana.

La superficie de la granza puede acumular microorganismos patógenos formando biofilms — Dr_Microbe/iStock

La granza como vector de patógenos

Los famosos pellets no solo suponen un riesgo físico y químico para los ecosistemas marinos; también presentan riesgos biológicos. Los plásticos —tanto la granza de tamaño medio como las partículas de microplásticos en que se pueden degradar— proporcionan una superficie ideal a la colonización y el crecimiento de microorganismos, formando biopelículas, también llamadas biofilms. Estos biofilms son acumulaciones de organismos que se apilan, capa a capa, recubiertos de una matriz de sustancias segregadas por ellos mismos, que pueden llevar consigo una variedad de bacterias, algas, hongos y protozoos. La matriz de la colonia protege a los microorganismos de condiciones ambientales adversas y de tratamientos antimicrobianos.

La preocupación radica en que los biofilms pueden actuar como reservorios de bacterias patógenas que representan un riesgo a medio o largo plazo para los organismos marinos y los humanos y no debe ser obviado. Además, algunos microorganismos presentes en los biofilms pueden ser especies invasoras o productoras de toxinas que afectan negativamente a la fauna y flora locales. La presencia de estas biopelículas puede alterar procesos ecológicos naturales, sobre todo los ciclos de nutrientes en el medio marino.

¿Y cuál es la mejor solución?

Evidentemente, la mejor solución es la prevención; o en su defecto, que esta mala experiencia sirva como aprendizaje de futuro.

Ahora que el daño está causado, es urgente retirar los pellets de plástico de las costas, pero también es crucial que el proceso se realice de manera cuidadosa y coordinada. Según Zulema Varela, investigadora en ecotoxicología de la Universidad de Santiago de Compostela, algunas de las actuaciones que se están llevando a cabo en las costas gallegas, seguro que con la mejor intención, pueden estar causando más problemas de los que resuelven.

Aunque hay que retirar los plásticos, es esencial hacerlo sin dañar otros ecosistemas, como las dunas — Valilung/iStock

Las dunas de la zona afectada, por ejemplo, juegan un papel fundamental en la protección de las líneas costeras y albergan una biodiversidad única. Las actividades de limpieza que no toman en cuenta la fragilidad de estos ecosistemas pueden llevar a la erosión de las dunas y la pérdida de su vegetación, generando daños ambientales graves más allá de donde está la granza.

Por otro lado, el rastrillado o cribado sin control de la arena de la playa puede perjudicar a las comunidades de invertebrados que habitan en el suelo, muy sensibles, y cuyo mantenimiento es imprescindible para la salud de los ecosistemas costeros. Métodos de limpieza invasivos pueden perturbar o destruir estos hábitats, afectando la cadena alimentaria y el equilibrio ecológico de la playa. Además, si se realiza con poco cuidado, es posible que se pisoteen las partículas de granza y se entierren, dificultando su retirada e incrementando su impacto.

Ante tal dificultad, hemos consultado a Zulema Varela sobre la forma óptima de retirar esta granza. «Es que es complicadísimo», nos ha indicado, «yo no conozco un método, no sé», ha reconocido la investigadora. Lo que sí tiene claro es que es necesario un protocolo unificado que busque maximizar la eficiencia minimizando el daño. Es fundamental, en este sentido, que las autoridades implementen cuanto antes este protocolo, y que involucren la participación de expertos en conservación para guiar y educar a los operarios y voluntarios.

Una respuesta efectiva requiere una coordinación cuidadosa entre las autoridades, organizaciones ambientales y la comunidad local. La educación y la sensibilización sobre la importancia de preservar estos ecosistemas mientras se limpian los contaminantes son las mejores herramientas.

Referencias:

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2024-01-13 13:13:35
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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