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descubren una especie de anfibio que «amamanta» a sus crías

descubren una especie de anfibio que "amamanta" a sus crías

El rasgo más característico de los mamíferos es la función de amamantar a sus crías. El mismo nombre ‘mamífero’ viene del latín mamma, ‘mama’ y ferre, ‘llevar’; literalmente ‘el que lleva mamas’. Pero a pesar de la creencia generalizada, los mamíferos no son los únicos animales que alimentan a sus crías con fluidos nutritivos segregados por su propio cuerpo. También lo hacen algunos insectos, como las abejas con la jalea real, o las hormigas y su ‘leche pupal’. Y según un estudio recientemente publicado en la prestigiosa revista Science, a la lista se ha sumado un grupo de extraños anfibios denominados cecilias.

Cecilia de la especie ‘Boulengerula taitanus’ — (CC) Milvus / Wikimedia

La cecilia, un anfibio diferente

La cecilia, del grupo Gymnophiona, representa un tipo de anfibio realmente distinto dentro de la diversidad del grupo. Se distinguen fácilmente de otros anfibios por su cuerpo alargado, cilíndrico y sin extremidades, que recuerda más a una serpiente o un gusano que a los anfibios más conocidos, como ranas y salamandras. La piel lisa y a menudo segmentada, les confiere un aspecto anillado. Las cecilias se encuentran principalmente en regiones tropicales de África, Asia y Sudamérica, de tamaño muy variable, desde unos pocos centímetros hasta casi un metro y medio, según la especie.

Las cecilias tienen una dieta carnívora, se alimentan de pequeños invertebrados del suelo. Poseen una boca con mandíbulas fuertes y, en algunas especies, dientes especializados para cavar y capturar presas. Adaptadas a una vida subterránea, muchas especies de cecilias tienen ojos diminutos, protegidos bajo la piel o incluso ausentes, lo que sugiere que la visión no es un sentido vital para estas criaturas. En su lugar, dependen más del tacto y de otros sentidos para orientarse y localizar a sus presas. Otras adaptaciones al estilo de vida subterráneo incluyen cuerpos musculosos para moverse a través del suelo y una piel especializada que facilita la respiración cutánea.

Su vida subterránea y hábitos ocultos hace que sean animales difíciles de estudiar; se conocen 219 especies de cecilias, aunque es probable que existan muchas más aún sin describir.

Cecilia de la especie ‘Siphonops annulatus’ — (CC) I. Dias / Wikimedia

Anfibios con cuidado maternal

La mayoría de los anfibios, durante la reproducción, ponen los huevos en un lugar húmedo, son fecundados en el exterior e inmediatamente después, los adultos se desentienden. Pero las cecilias no. La primera diferencia está en la fecundación, que se produce en el interior del cuerpo de la hembra. Además, muchas especies son ovovivíparas, el huevo se desarrolla en el útero, eclosiona en el interior, y pare directamente a los renacuajos.

Otras especies son ovíparas, pero también con marcadas diferencias con el resto de anfibios. Las cecilias presentan un comportamiento de cuidado parental extraordinariamente desarrollado. La hembra enrosca su cuerpo en torno a la puesta, cuidándola, manteniéndola hidratada y protegiéndola y una vez que los renacuajos eclosionan, la hembra sigue cuidando de su prole con gran dedicación.

Cecilia de la especie ‘Siphonops annulatus’ cuidando y alimentando a su prole —Mailho-Fontana et al. (2024)

Innovaciones evolutivas para alimentar a la prole

Algunas cecilias han llevado el cuidado maternal a otro nivel, totalmente insólito en los anfibios: además de cuidar a sus crías, también las alimentan con sustancias que produce su propio cuerpo. El entorno subterráneo y húmedo favorece el desarrollo de estas estrategias de cuidado maternal, como método para asegurar la supervivencia de las crías en un hábitat donde el alimento puede ser escaso.

La primera descripción de este comportamiento fue publicada en el año 2008, de la mano del profesor Alexander Kupfer, en aquel momento, asociado a la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania.

El artículo, publicado en la revista Journal of Experimental Zoology, mostraba cómo la hembra de Boulengerula taitanus, una cecilia endémica de Kenya, alimenta a sus crías empleando como fuente de alimento su propia piel —que arrancan, literalmente, a mordiscos—, lo que supone un alto precio para la madre.

Las hembras encontradas cuidando a las crías tenían un volumen de grasa corporal y un estado de salud más bajos que las hembras no incubadoras. Sin embargo, han hallado una estrategia para minimizar el problema: el cuidado comunal. La agrupación de nidos, estableciendo grupos sociales, favorece el intercambio de roles y el apoyo entre las hembras, aliviando la carga que representa el cuidado de las crías.

Kupfer y sus colaboradores observaron que algunas crías no coincidían genéticamente con la hembra que las cuidaba, lo que prueba el cuidado maternal compartido.

Cecilia de la especie ‘Siphonops annulatus’ — (CC) Vincent A. Vos / iNaturalist México

La leche de los anfibios

El nuevo descubrimiento, producto de una investigación liderada por el investigador Pedro L. Mailho-Fontana, del Instituto Butantan de São Paulo, Brasil, y en el que ha colaborado el mismo Alexander Kupfer —ahora asociado al Museo de Historia Natural de Stuttgart, Alemania—, describe un comportamiento novedoso que muestra la diversidad de estrategias evolutivas que las cecilias han adquirido en la optimización del proceso de cuidado maternal.

Este estudio se centra en la especie Siphonops annulatus, una especie natural de Sudamérica que mide entre 20 y 40 centímetros de longitud. Se trata de una especie ovípara y, como suele suceder en este grupo, la hembra cuida de la puesta hasta que los renacuajos eclosionan.

El estudio documenta por primera vez en anfibios un comportamiento funcionalmente análogo a la lactancia en mamíferos, aunque biológicamente distinto. Las hembras liberan una secreción de aspecto lechoso, rica en grasas y carbohidratos a través del conducto materno, que las crías ingieren. Esta ‘leche’, rica en nutrientes esenciales, promueve el rápido crecimiento y desarrollo de las crías.

La liberación de la ‘leche’ se produce como respuesta a estímulos táctiles y, probablemente, también acústicos de las crías. Los jóvenes se acercan al conducto materno y mediante su contacto y la emisión de sonidos, inducen a la madre a liberar la ‘leche’, que luego consumen activamente. Las crías de Siphonops annulatus muestran un crecimiento rápido durante el periodo de ‘lactancia’, con un incremento significativo en masa corporal.

Cecilia de la especie ‘Siphonops annulatus’ — (CC) Vicent A. Vos / iNaturalist México

No es la misma ‘leche’

A pesar de las grandes similitudes con los mamíferos, la sustancia que segregan estos anfibios no es el mismo tipo de sustancia. La ‘leche’ de la cecilia proviene de glándulas hipertrofiadas en el epitelio del oviducto de la madre, y está compuesta principalmente por carbohidratos y por lípidos. Es especialmente rica en ácidos grasos de cadena larga, sobre todo ácido palmítico y ácido esteárico, que representan más del 98% de los lípidos presentes.

La leche de mamíferos, sin embargo, se produce en glándulas mamarias especializadas y su composición, aunque varía entre especies, suele estar representada hasta por 400 ácidos grasos distintos, de cadena corta, media o larga. Además, es muy rica en proteínas, sobre todo, de tipo caseína.

Así pues, este comportamiento de ‘lactancia’ en Siphonops annulatus es considerada una forma de convergencia evolutiva con la lactancia mamífera. Una convergencia evolutiva es un proceso por el cual, organismos que no están estrechamente emparentados desarrollan rasgos o comportamientos similares como respuesta a una presión ambiental semejante o un nicho ecológico parecido.

La convergencia evolutiva en la lactancia entre mamíferos y cecilias proporciona una valiosa perspectiva sobre la plasticidad de los comportamientos de cuidado parental en el reino animal. Destaca cómo las soluciones funcionales a desafíos ecológicos similares pueden emerger en distintos linajes de seres vivos, reflejando la capacidad de la evolución para innovar siguiendo distintas estrategias para cubrir una misma necesidad.

De ahí la importancia de estudiar grupos de organismos tradicionalmente poco estudiados, como las cecilias, para ampliar nuestra comprensión de la complejidad de la vida y los patrones evolutivos.

Referencias:

  • Kupfer, A. et al. 2008. Care and parentage in a skin‐feeding caecilian amphibian. Journal of Experimental Zoology Part A: Ecological Genetics and Physiology, 309A(8), 460-467. DOI: 10.1002/jez.475
  • Mailho-Fontana, P. L. et al. 2024. Milk provisioning in oviparous caecilian amphibians. Science, 383(6687), 1092-1095. DOI: 10.1126/science.adi5379

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-03-15 15:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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