¿Desde cuándo cantamos los seres humanos y por qué?

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha dejado su cantar por cada rincón del mundo, manifestándose como una de las formas de expresión más universales y profundas de la humanidad. Desde las melodías simples entonadas en la soledad del trabajo diario hasta complejas composiciones en grandes ceremonias, el canto ha sido una constante cultural. Pero, ¿cuándo comenzó exactamente esta práctica y por qué ha persistido a través de los tiempos? Nos hemos propuesto explorar los orígenes del canto y desentrañar su significado evolutivo, revelando cómo este arte vocal ha moldeado y sido moldeado por la sociedad humana a lo largo del tiempo.

Los primeros cantantes del mundo

Los orígenes del canto se pierden en la bruma de la prehistoria, donde los primeros indicios arqueológicos y antropológicos sugieren su presencia en rituales y ceremonias de las primeras civilizaciones. Pinturas rupestres y artefactos antiguos, como flautas hechas de hueso encontradas en cuevas europeas, apuntan a una tradición de música vocal que acompaña a la humanidad desde hace más de 40 000 años (hasta donde hemos podido rastrear). Este legado vocal servía como entretenimiento o expresión artística; pero también era un vehículo crucial para la transmisión de historias, leyes y conocimientos vitales antes de la existencia de la escritura.

Los juglares de la Edad Media, por ejemplo, eran más que simples personajes dedicados a entretener al pública. En sociedades mayoritariamente analfabetas, estos artistas itinerantes jugaban un papel esencial en la comunicación y preservación de la historia y la cultura a través de sus cantares. Obras como el «Cantar de Mio Cid» ilustran la vida y hazañas de héroes nacionales, por lo que funcionaban como medios para solidificar la identidad y los valores comunitarios. El canto, en este contexto, superaba su aspecto musical para convertirse en un instrumento poderoso de cohesión social y educación colectiva.

Evolución y función del canto

Un estudio monumental, colaboración de 75 investigadores de más de cuarenta países, ha aportado nuevas ideas sobre las funciones intrínsecas del canto en la sociedad humana. Los científicos emplearon una metodología directa pero reveladora: grabaron 300 interpretaciones de canciones tradicionales y 418 segmentos de habla en 16 idiomas diferentes. Luego analizaron acústicamente ambos modos de expresión. Las canciones se registraron tanto en su forma cantada con acompañamiento instrumental como en su versión solo hablada, sin melodía, para comparar la recepción y el impacto de las letras.

Los hallazgos confirmaron que el canto facilita una mejor sincronización y cohesión social en comparación con el habla. Esto se debe a que las melodías son generalmente más lentas, más regulares y predecibles que el lenguaje hablado, lo que permite a los individuos sincronizarse más fácilmente durante la ejecución y la escucha. Además, el estudio reveló que las personas tienden a emplear tonos más estables y uniformes al cantar, y que la voz se proyecta a un volumen más alto, lo que podría mejorar la claridad y la transmisión del mensaje a través de grandes distancias o en entornos ruidosos.

Estos resultados sugieren que el canto no solo cumple una función estética o recreativa, sino que juega un papel fundamental en la comunicación efectiva y la formación de vínculos grupales. A través de las eras, el canto ha servido como una herramienta esencial para unir a las comunidades, transmitiendo información y emociones de manera que el habla por sí sola no puede lograr. Esta conexión acústica y emocional entre el canto y su audiencia subraya su importancia en la evolución social y cultural de la humanidad. Prueba actual de ello es que sigamos educando a nuestros niños con grandes dosis de aprendizaje a base de canciones infantiles.

Cantar: un impacto social

El canto ha demostrado ser una herramienta poderosa para fortalecer lazos sociales a través de diversas culturas y épocas. Desde los rituales ancestrales hasta los modernos estadios de fútbol, el acto de cantar colectivamente fomenta un sentido de unidad y pertenencia. En rituales y ceremonias, las canciones no solo transmiten tradiciones y valores culturales, sino que también crean un espacio compartido para la experiencia emocional colectiva, solidificando las estructuras sociales y la identidad grupal.

En contextos contemporáneos, como eventos deportivos, los cánticos e himnos cantados por multitudes sirven para unir a los aficionados, generando una atmósfera de camaradería y apoyo mutuo. Esta función del canto como medio de comunicación emocional es esencial, ya que permite a las personas expresar y compartir sentimientos de alegría, orgullo, o incluso desafío, trascendiendo las barreras del lenguaje hablado y fortaleciendo la cohesión comunitaria.

Incluso en la soledad, el acto de cantar es una práctica introspectiva, ofreciendo consuelo y un medio para procesar emociones internas. Este fenómeno sugiere que el canto podría ser una herramienta evolutiva para la autorregulación emocional y la reflexión personal. Mirando hacia el futuro, surgen preguntas cruciales: ¿cómo influirá la tecnología en la evolución del canto? ¿Qué nuevos descubrimientos nos esperan en la intersección del canto con la neurociencia y la psicología social? Investigaciones futuras podrían desvelar aún más sobre cómo nuestra capacidad de cantar refleja y moldea nuestra humanidad compartida.

Referencias:

Ozaki, Y. et al. 2024. Globally, songs and instrumental melodies are slower and higher and use more stable pitches than speech: A Registered Report. Science Advances 10, 20. DOI: 10.1126/sciadv.adm9797.