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El ejército británico en la sombra, el Servicio de Operaciones Especiales (SOE)

El ejército británico en la sombra, el Servicio de Operaciones Especiales (SOE)

La intención era incendiar Europa. Sin mayor eufemismo, Churchill definió así la finalidad del Servicio de Operaciones Especiales con el que el Reino Unido pretendía sembrar el caos y alentar la resistencia y el sabotaje tras las líneas alemanas. Desde esta idea inicial, el SOE creció en dimensión y eficacia hasta convertirse en el mayor ejército en la sombra de la Historia, con más de 13.000 efectivos. La leyenda adornó a sus integrantes con un aura de heroicidad y sacrificio que persiste hasta nuestros días.

Un instructor revisa el equipo de los candidatos a convertirse en agentes del SOE antes de realizar un salto en paracaídas. Foto: ASC.

La derrota parece inminente. La ofensiva germana ha aniquilado en semanas a los dos mayores aliados del Reino Unido en el continente: Francia y Polonia. En mayo de 1940, Churchill asume la jefatura del Gobierno, y con él lidera el compromiso de la resistencia a toda costa. La amenaza de invasión es real, especialmente tras el desembarco alemán en las islas del Canal. Junto al famoso discurso en el que el premier promete «sangre, sudor y lágrimas», planifica en privado una estrategia clandestina que pretende extender la guerra a todos los territorios y en todos los ámbitos. El SOE será el fruto de ese afán desesperado por combatir la expansión de Hitler con la guerra total.

Hasta entonces, los servicios secretos británicos se habían desarrollado bajo una fórmula convencional que respondía a la doble actividad de espionaje y contraespionaje. A la primera correspondía el Servicio Secreto de Inteligencia (SIS), más popularmente conocido como el MI6 (Inteligencia Militar Departamento 6). Al contraespionaje se dedicaba el MI5, de menor presupuesto y actividad, pero con un protagonismo creciente desde el inicio de la guerra a fin de evitar la infiltración de agentes alemanes. En 1938, bajo el criterio de una guerra inmediata en Europa, el MI6 creó el primer equipo secreto de guerra encubierta. Se llamó la sección D, y su objetivo era planificar acciones de sabotaje y propaganda negra contra el nazismo, incluso antes del inicio de las hostilidades. No obstante, sus medios y sus resultados fueron modestos. La evolución del conflicto en sus primeros meses aconsejaba una acción a mayor escala. Urgía una organización amplia que amenazara la retaguardia alemana.

Aunque el decreto de constitución del SOE se firmó bajo el mandato de Chamberlain, fue Churchill quien suscribió el 22 de julio de 1940 la orden de creación del Special Operations Executive (SOE), el Departamento o Servicio de Operaciones Especiales. El SOE nació como un organismo autónomo desvinculado tanto del Ministerio de Guerra como de la estructura de los servicios de espionaje. De hecho, se asignó su funcionamiento al Ministerio de Guerra Económica bajo la supervisión del titular de la cartera, el malhumorado y enérgico Hugh Dalton, si bien en la práctica el control lo asumió el propio primer ministro, muy interesado en orientar personalmente las actuaciones de sabotaje en el corazón de Europa.

Churchill realiza prácticas de tiro con un subfusil Sten, una de las armas preferidas del SOE. Foto: ASC.

Los irregulares de Baker Street

Su primera sede fue una modesta oficina en el número 64 de Baker Street, muy próxima al domicilio ficticio de Sherlock Holmes. En el umbral de la entrada se colocó una placa con el anodino nombre de Inter Services Research Bureau. El autor de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle, había acuñado el término de los irregulares de Baker Street en su novela Estudio en escarlata, y así fueron conocidos los primeros integrantes del SOE, cómodos en esa actividad abiertamente desafiante de incendiar Europa con las «manos libres», como había pedido expresamente Winston Churchill. Pronto las actividades del SOE requirieron de mayor espacio y ocupó otros inmuebles de la misma calle, incluido un local de la cadena comercial Marks & Spencer.

Placa conmemorativa del SOE en Baker Street (Londres). Foto: ASC.

En su fase inicial, el SOE se nutrió del M.I.R. (Military Intelligence Research) y de la mencionada sección D del MI6. La sección D estaba, a su vez, dividida en dos áreas: S.O1 (Electra House), encargada de la propaganda, y el S.O2, centrada en el sabotaje. Ambos departamentos se fusionaron en el SOE y se convirtieron en una prioridad estratégica del Estado Mayor británico.

Su primer oficial al mando fue un militar curtido en la India, sir Frank Nelson, aunque la mayor parte de su actividad la desarrolló como civil y miembro del Parlamento. Había presidido la Cámara de Comercio de Bombay y, en sus últimos años antes de ser convocado para dirigir el SOE, compaginó la labor diplomática con la de inteligencia, en su condición de cónsul británico en Basilea.

Desde el anonimato y la modestia de recursos, el SOE desplegó con eficacia una doble actuación centrada en la captación de agentes y en el entrenamiento de los mismos. Como regla general se buscaban hombres y mujeres que fueran originarios de las zonas donde se pensaba actuar, asumiendo que el conocimiento del lugar y el idioma serían condiciones idóneas para su infiltración.

Respecto a las sedes, se establecieron numerosos centros de entrenamiento y alojamientos para sus agentes, a menudo camuflados como tradicionales mansiones victorianas o tranquilas casas solariegas en la campiña. La formación se centralizaba desde la que podría denominarse escuela principal de instrucción del SOE en Beaulieu Manor, un palacio medieval situado en el condado de Hampshire, en el sureste de Inglaterra.

La residencia de origen medieval de Beaulieu Manor, situada al sur de Inglaterra en la costa de Hampshire, se convirtió en centro de entrenamiento del SOE. Foto: ASC.

Allí se formaba a los agentes en disciplinas prácticas alejadas de los cánones de la formación militar convencional: salto en paracaídas, manipulación de explosivos, operar una radio, superar un interrogatorio de la Gestapo, defensa personal o técnicas de guerrilla. El coronel F. T. Davies se hizo cargo de la formación de los futuros agentes.

La sombra de SOE

La estructura del SOE se ajustó al campo de operaciones sobre el que trabajaba, que en la práctica era casi toda la Europa ocupada. Así, se crearon secciones territoriales especializadas en cada país. Por ejemplo, existía una sección de los Balcanes —donde el SOE jugó un papel determinante en el derrocamiento del príncipe regente Pablo de Yugoslavia— o de Oriente Medio. Sin embargo, fue Europa central y occidental el destino mayoritario de sus acciones. Esta labor se organizó desde varias secciones: Sección F. Francia ocupada; Sección RF. Francia libre; Sección EU- /P. Polacos en Francia; Sección N. Holanda; Sección T. Bélgica; Sección O. Noruega; y Sección C. Checoslovaquia.

Las actividades del SOE suscitaron serios problemas con el ministerio de la Guerra (War Office) y con el SIS. Ambos habían aceptado con recelo la autonomía de la nueva organización de sabotaje y este celo burocrático provocó no pocos problemas de coordinación.

Algo similar ocurrió con los servicios de información de los gobiernos de los países ocupantes que residían en Londres. Divididos entre la necesidad de activar la resistencia y no delegar todo el control en el SOE, a menudo se resentía la colaboración y la eficacia de las misiones. El caso más patente fue la oposición de De Gaulle a colaborar con el SOE en la Francia libre.

Charles de Gaulle. Foto: Wikimedia Commons

Aunque cada misión requería una planificación y medios singulares, existía un protocolo de cómo debía ser el equipo desplegado en el terreno. Habitualmente se componía de tres personas: un oficial de enlace, una persona que conociera bien el destino o un guía local —conocido en la jerga del SOE como el intérprete— y un operador de radio. Todos los agentes pasaban por un proceso de preparación antes de ser lanzados en paracaídas o desembarcados desde submarinos. Su adaptación incluía todos los documentos falsos necesarios y la ropa adecuada para camuflarse entre la población. Para esta labor, el SOE contó con el apoyo del Scientific Research Service, que puso a su disposición investigadores y laboratorios.

El SOE disponía de su propia imprenta y de un sofisticado equipo técnico capaz de suministrar copias de gran calidad de cualquier documento de la Europa ocupada. Se conocía como el Servicio de Documentación y mantenía una actividad frenética para simular pasaportes, billetes, sellos o documentos de cualquier naturaleza. Este servicio contrató a un reputado sastre de origen judío para confeccionar la ropa apropiada para cada misión, desde trajes parisinos o pantalones bastos empleados en las montañas yugoslavas. El cuidado era tal que se copiaban todos los detalles de las marcas continentales y se personalizaba cada prenda a medida de las necesidades de la misión. Este sastre recorrió las sinagogas de Londres buscando judíos refugiados de Europa a los que pedir las etiquetas de sus ropas fabricadas en el continente.

Como ejercicio para poner a punto sus capacidades, especialistas en falsificación del SOE elaboraron un pasaporte de Hitler. Foto: ASC.

Con el mismo grado de precisión se adaptó el armamento a la actividad secreta de los agentes, desarrollando nuevos sistemas de explosivos como las cargas imantadas (el antecedente de las bombas lapa), los cebos de retardo químico o armas de corto alcance que se camuflaban bajo apariencia inofensiva. La fabricación de estas armas se desarrollaba en un hostal llamado Thatched Barn.

Algunos de los clichés del mundo del espionaje tuvieron sus precedentes en las sorprendentes tácticas de camuflaje iniciadas por el SOE. Por ejemplo, los zapatos de muchos de sus agentes se fabricaban con el tacón hueco para poder ocultar en su interior material sensible, desde documentos a munición.

Éxitos y fracasos

La actividad del SOE se demostró esencial para el esfuerzo bélico y resultó determinante en algunos teatros de operaciones para contener el avance germano, o, en el peor de los casos, distraer a sus tropas y evitar que reforzaran el frente.

Uno de los primeros éxitos relevantes del SOE fue el sabotaje en la planta de agua pesada de Vemork, en Noruega, uno de los centros esenciales para el programa nuclear alemán, que nunca llegó a materializarse. Durante 1942 y 1943 tuvieron lugar varios ataques con comandos noruegos entrenados por el SOE. Los dos primeros asaltos fracasaron. En el tercer intento en febrero de 1943, llamado operación Gunnerside, diez agentes noruegos consiguieron vadear el río Maan, burlar la vigilancia alemana y colocar explosivos en la cámara de electrolisis. La detonación paralizó durante varios meses la producción de agua pesada.

 Los diez comandos sobrevivieron. Seis de ellos llegaron esquiando hasta la neutral Suecia, y cuatro permanecieron en territorio noruego colaborando con la resistencia local. Tras un último atentado en 1944, Alemania abandonó la producción de agua pesada en Vemork. La historia conoció esta cadena de sabotajes como la batalla del agua pesada.

Planta Hidroeléctrica de Vemork (Noruega), escenario de la Batalla del agua pesada en la que comandos del SOE y patriotas noruegos evitaron que los nazis fabricasen su propia bomba atómica. Foto: ASC.

El SOE fue particularmente activo en Francia y en los Balcanes, con numerosas acciones de éxito. En el caso de Yugoslavia, tras el derrocamiento del regente Pablo, el giro proaliado del nuevo régimen auspiciado por el rey Pablo provocó la invasión alemana del país y el inicio de una conflictiva ocupación, en permanente tensión con el movimiento partisano liderado por Tito.

En el debe del SOE cabe señalar su fracaso en abortar el suministro de petróleo desde Rumanía al Eje. Pese a los sucesivos intentos, nunca se logró paralizar el envío de combustible y solo la derrota final de Alemania terminó con esta privilegiada relación entre Bucarest y Berlín.

El balance del SOE es sin duda exitoso en cuanto a sus resultados, si bien surgen más dudas sobre su desempeño en los territorios afectados. Además de los problemas de coordinación mencionados, el SOE recibió numerosas críticas por responder a los intereses británicos antes que a las prioridades de los gobiernos de los territorios en los que actuó. De nuevo el caso yugoslavo ofrece un buen ejemplo, cuando el gobierno británico decidió dar la espalda a los partisanos de Tito por su orientación filocomunista y favoreció la actividad de los chetniks serbios, hasta que sus masacres contra la población musulmana y croata provocaron la retirada del apoyo aliado.

Operador de radio del SOE en Grecia durante la contienda. Foto: ASC.

Al final de la contienda, el SOE gestionaba un ejército en la sombra próximo a los 13.000 agentes, 3.200 de ellos mujeres. Sus actividades concluyeron oficialmente el 30 de junio de 1946, aunque los rescoldos del incendio propiciado por Churchill siguieron alimentando durante años la brasa de la Guerra Fría.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-02-23 05:56:57
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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