Marina Pollán es doctora en Medicina, epidemióloga de prestigio internacional y actual directora del Instituto de Salud Carlos III, uno de los organismos más importantes en la investigación biomédica y sanitaria de España. Con su liderazgo, el Instituto ha reforzado su papel tanto en la financiación de la investigación en salud como en la producción de conocimiento científico a través de sus propios centros.
¿Cuáles son los principales desafíos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) bajo tu dirección?
El Instituto tiene una doble vertiente: por un lado, sus centros propios como el Centro Nacional de Microbiología o el Centro Nacional de Epidemiología, que fueron clave durante la pandemia y siguen siendo pilares científicos y técnicos del sistema sanitario. Por otro lado, actuamos como la principal agencia financiadora de la investigación en salud en España invirtiendo cada año importantes cantidades para contratos de personal y proyectos. También llevamos a cabo una importante labor de formación, asesoría y prestación de servicios científicos técnicos. El reto está en mantener la excelencia de nuestros centros, mientras fortalecemos la capacidad investigadora del Sistema Nacional de Salud (SNS), impulsando iniciativas como las Fundaciones (CNIO, CNIC y CIEN), los Institutos de Investigación Sanitaria (IIS) y el Consorcio Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER).
¿Cuál es el papel del Instituto en el contexto científico europeo e internacional?
Queremos que España gane más peso en el ámbito europeo de la investigación sanitaria. Somos el segundo país del mundo en ensayos clínicos, tras EE.UU., y estamos reforzando esa posición. Apostamos por la colaboración internacional a través de estructuras como el CIBER, que agrupa a más de 500 grupos de investigación, y los Institutos de Investigación Sanitaria (IIS) que acreditamos, que también son un motor de ciencia traslacional. Participamos activamente en numerosas convocatorias europeas, tratamos de implicarnos al máximo en el desarrollo y aplicación de Horizonte Europa, y tenemos ASC muchas expectativas puestas en el próximo Programa Marco (FP10). Además, fomentamos los ensayos clínicos académicos, con convocatoria específica e iniciativas como nuestra Plataforma SCReN, que permite desplegarlos en todo el territorio nacional.

¿Qué medidas estáis tomando para mejorar la salud pública española desde el Instituto?
La formación es clave. Contamos con la Escuela Nacional de Sanidad, que acaba de cumplir 100 años, y ofrece másteres en Salud Pública y Administración Sanitaria. También acompañamos la innovación desde las Plataformas de Biobancos y Biomodelos (PNBB) y de Innovación y Transferencia (ITEMAS), y promovemos la traslación de la investigación al sistema sanitario mediante patentes, spin-offs o nuevas tecnologías útiles para la práctica clínica.
¿Qué investigaciones destacas en el campo de la medicina de precisión?
La medicina de precisión da un paso más allá de la medicina basada en la evidencia, personalizando los tratamientos según las características genéticas, fisiológicas y ambientales del paciente. En 2020 lanzamos IMPaCT, una infraestructura basada en tres pilares: Medicina Predictiva, Genómica y Ciencia de Datos. Gracias a ella, estamos construyendo, entre otras iniciativas, una cohorte nacional (IMPaCT Cohorte) de ciudadanos que servirá para desarrollar modelos predictivos ajustados a la realidad española.
¿Cómo está siendo la participación ciudadana en ellos?
Está siendo notablemente alta. Mientras que en cohortes como la británica UK Biobank participó un 5 % de los invitados, nosotros tenemos un 30 % de aceptación. Esto habla del compromiso de nuestra sociedad con la ciencia y de la confianza que existe en el sistema público de salud. Este entusiasmo ciudadano es esencial para lograr una medicina personalizada y eficiente.
¿Qué programas estratégicos transversales impulsáis actualmente en el Instituto?
Dentro de nuestros centros, estamos desarrollando tres grandes programas estratégicos transversales que abordan los desafíos más apremiantes y globales en materia de salud. Estos programas permiten no solo focalizar recursos y esfuerzos en áreas clave, sino también articular la colaboración de distintos agentes del sistema sanitario y científico. Más allá de estos tres programas específicos, también podemos considerar estrategias transversales dentro del SNS la labor de las 13 áreas del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER), nuestras tres plataformas científicotécnicas: SCReN (ensayos clínicos), PNBB (biobancos y biomodelos) e ITEMAS (innovación y transferencia), y nuestras Redes de Investigación Cooperativa Orientadas a Resultados en Salud (RICORS). Podemos añadir el impulso que intentamos dar a iniciativas de colaboración público-privada, que ayudan a una estrategia global colaborativa de ciencia y salud. Finalmente, las Redes de Investigación Cooperativa Orientadas a Resultados de Salud (RICORS) son también un programa transversal dentro del SNS para impulsar aspectos tan variados como las terapias avanzadas o el abordaje de la cronicidad, por citar algunas de ellas.

¿Qué labor desarrollan los tres programas transversales intramurales que citas?
El primero de los tres es el Programa de Cambio Climático y Salud, que investiga cómo el entorno en transformación —especialmente los fenómenos derivados del cambio climático— afecta directamente a la salud de la población. Nos preocupan particularmente las olas de calor, la contaminación atmosférica, la propagación de enfermedades infecciosas vinculadas a vectores, y la seguridad alimentaria, entre otros factores. Este programa busca generar evidencia científica que permita anticipar riesgos y diseñar políticas de mitigación y adaptación desde una perspectiva de salud pública.
El segundo programa es el de Salud Global, enmarcado en la filosofía de One Health (una sola salud), que reconoce la interdependencia entre la salud humana, la salud animal y la del medio ambiente. Este enfoque es fundamental para abordar enfermedades emergentes, zoonosis y problemas de salud que trascienden fronteras, como las pandemias, la resistencia a antimicrobianos o las crisis sanitarias humanitarias. A través de este programa, promovemos la colaboración internacional, la vigilancia epidemiológica global y el fortalecimiento de capacidades en países con sistemas sanitarios más frágiles.
El tercer eje es el Programa de Ciencia de Datos en Salud, centrado en el aprovechamiento masivo y estructurado de la información sanitaria para generar conocimiento nuevo. Aquí confluyen el análisis de datos clínicos, los registros electrónicos de salud, los datos genómicos y ambientales, así como los algoritmos de inteligencia artificial. El objetivo es traducir esta información en modelos predictivos, herramientas de apoyo a la decisión clínica, y sistemas de alerta precoz, todo ello con la garantía de que se respetan los principios éticos, de equidad y de protección de datos personales.
Estos tres programas no son compartimentos estancos, sino que se interrelacionan y nutren entre sí. Por ejemplo, el cambio climático puede aumentar la probabilidad de brotes epidémicos que deben ser monitorizados desde una perspectiva de salud global, y los datos generados pueden analizarse mediante ciencia de datos para mejorar las respuestas.
Creemos firmemente que el futuro de la salud pública pasa por una visión holística, colaborativa y basada en el conocimiento. Estos programas estratégicos son nuestra apuesta para anticiparnos a los retos del mañana y proteger la salud de la población desde múltiples frentes.
¿Cuál ha sido el motor personal para asumir esta dirección?
Aceptar este cargo supuso dejar mi carrera investigadora activa, pero lo hice por convicción. Proyectos como IMPaCT merecen el respaldo institucional, porque pueden transformar profundamente la salud en nuestro país. Creo firmemente en una investigación «de todos para todos», y me enorgullece contribuir a esa visión desde el Instituto de Salud Carlos III.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2025-06-13 03:00:00
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