Menú Cerrar

La ‘cosmética natural’ no existe

La 'cosmética natural' no existe

Cada vez que se habla de productos «naturales», la confusión domina el discurso. En castellano, el término «natural» tiene distintas acepciones, si se emplea para catalogar algo, generalmente en oposición a «artificial» o «sintético», lo natural es aquello que pertenece a la naturaleza o se encuentra en el estado en que se halla en la naturaleza, sin elaboración o manufactura.

Si tenemos en cuenta que el ser humano es un animal que, de hecho, pertenece a la naturaleza, lo que hacemos no deja de ser algo natural, como también son naturales estructuras creadas por otros animales, un hormiguero o un arrecife de coral. Pero si tomamos esta definición, entonces el término «artificial» o «sintético» pierde su sentido. Así pues, mantener «lo natural» como lo opuesto a «lo artificial» es establecer una diferencia entre lo elaborado por la mano humana de aquello que no lo está, y que aparece en la naturaleza sin intervención humana.

Así pues, muchas entidades normalmente consideradas naturales, como la mayoría de productos agrícolas o los animales domésticos, en realidad no lo son. Son el resultado de una selección artificial, llevada a cabo por el ser humano durante los últimos siglos o milenios, y, por lo tanto, productos de artificio.

¿Quién no ha leído nunca la etiqueta del champú — FreshSplash/iStock

La cosmética artificial

No se sabe cuál fue el primer cosmético de la humanidad. Sabemos que los antiguos egipcios, hace más de 5 000 años, estaban muy versados en la cosmética y empleaban aceites, jabones, maquillajes y ungüentos. Aquellos cosméticos se fabricaban, sobre todo, con aceites, ceras, extractos de plantas y cenizas. Hoy, el panorama cosmético es muy, muy distinto.

¿Quién no ha leído el envase del champú? Basta con leer la etiqueta de cualquier cosmético comercial para encontrar en la composición una larga lista de nombres que parecen en latín. Algunos muy frecuentes, como el sodium laureth sulphate, un agente espumante, o el limonene o el linalool, generalmente al final de la lista. También, en ocasiones, se encuentran pigmentos y nombres científicos de plantas, con las apreciaciones en inglés de leaf, flower, seed o fruit extractextracto de hoja, flor, semilla o fruto respectivamente—.

Esa lista asusta a algunos, pero no debe preocupar: todos los ingredientes presentes en la cosmética comercial han superado los controles de seguridad y están autorizados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Lo que queda claro es que en el listado existen productos que podrían calificarse como de origen natural, —como los extractos de plantas—, y otros muchos claramente sintéticos.

Aún así, el mercado ofrece una alternativa, la denominada cosmética natural, productos cosméticos elaborados, supuestamente, solo con ingredientes de origen natural. La cera de abejas y el aceite de oliva, almendra y karité se encuentran, aquí, con aceites esenciales de plantas aromáticas y aditivos como la vitamina E. Y los jabones naturales, elaborados con aceite y sosa. Algunas recetas son casi copias literales de aquella cosmética antigua de los egipcios. Todo muy natural. ¿O no?

Mujer aplicándose un cosmético — Ridofranz/iStock

La cosmética que no es natural

Si, recapitulando, asumimos que «natural» es aquello que pertenece a la naturaleza, o que se mantiene en el estado en que se halla en la ella, sin elaboración por la mano humana, en oposición a lo «artificial», elaborado por la mano humana, entonces no existe la cosmética natural.

No importa cuán simple sea el producto, cómo de poco elaborado esté. El hecho de mezclar aceite con sosa para producir jabón implica extraer el aceite de su origen, y obtener antes la materia prima —aunque sea de la naturaleza—. El segundo ingrediente, la sosa, posiblemente obtenida de cenizas, para su obtención ha sido necesario cortar y quemar madera. Y por supuesto, con los ingredientes listos, hay que elaborar el jabón. Son procesos que no suceden en la naturaleza sin intervención de la mano humana. Incluso el ungüento más simple requiere la recolección y el tratamiento de las plantas empleadas a tal fin.

Si se estira lo suficiente la definición de «natural», sí podría llegar a calificarse como tal la obtención de parte de una planta de la naturaleza y su uso directo como producto cosmético. Un buen ejemplo puede ser la hoja de aloe vera como hidratante, la raíz de la saponaria como un jabón improvisado, o un trozo de raíz de regaliz para limpiarse los dientes. Pero esta cosmética cuasinatural deja de serlo si las plantas empleadas a tal fin proceden del cultivo agrícola —actividad artificial—.

Quizá, el término más adecuado para los productos cosméticos elaborados con productos de origen más o menos natural, o al menos, que no se han sintetizado en un laboratorio, es cosmética artesanal —en oposición a la cosmética industrial— o cosmética tradicional.

Cosmética natural contra industrial

Existen marcas comerciales que elaboran productos cosméticos de forma artesanal. Tienden a ser más caros que los productos industriales —aunque solo sea por su forma de elaboración, más costosa—, y en general, no tienen por qué tener propiedades mejores a sus homólogos industriales.

Hay personas que los prefieren por motivos éticos; estos productos suelen estar más ligadas a economías locales y apostar por un comercio más justo. Al reducir el consumo de cosméticos industriales, el consumidor se distancia del capitalismo feroz al que su industria está asociado, y prácticas laborales y empresariales que, en ocasiones, son de ética dudosa. También suelen estar asociados con un menor uso de envases.

Otros piensan que de ese modo se reduce la experimentación animal; este argumento no se sostiene, al menos, en Europa, pues la legislación vigente ya prohíbe la experimentación animal con fines cosméticos. Y otros piensan que la cosmética artesanal es mejor —el argumento suele completarse con «porque es natural»—. La falsa asociación entre el binomio «natural – artificial» con «bueno – malo» es falaz e incorrecta, tanto en la cosmética como en otros campos; pensemos que la cicuta o la toxina botulínica son naturales, frente a las vacunas o la pasteurización que son artificiales.

Productos cosméticos… ¿naturales? — Mizina/iStock

Precauciones con la cosmética artesanal

Finalmente, hay personas que optan por fabricar sus propios productos cosméticos en casa —quien escribe, entre ellas—. Es una práctica interesante, y se puede aprender mucho de química en el proceso de elaboración, pero es necesario formarse bien antes de hacerlo y tomar siempre ciertas precauciones. No todo vale, hay mezclas peligrosas, materiales incompatibles y procesos químicos muy delicados que hay que conocer.

Un punto clave es la elaboración. Algunos productos, como los aceites esenciales, pueden ser agresivos con la piel o las mucosas, y deben diluirse siempre en aceite o agua. En este sentido, además, deben evitarse las esencias sintéticas: están preparadas para su uso como ambientador, pero no como ingrediente cosmético, y pueden provocar reacciones cutáneas indeseadas. Otros ingredientes, como la sosa cáustica, son peligrosos en su manejo, y deben manipularse extremando precauciones. Hay ciertos materiales que reaccionan violentamente con la sosa, como el aluminio. Sea como sea, los guantes y gafas protectoras nunca están de más, y en ausencia de un laboratorio, el mejor lugar para la elaboración es la cocina, cerca del grifo, donde poder lavarse en caso de necesidad.

El segundo punto clave es la conservación. Algunos productos prácticamente carecen de riesgos; unas sales de baño elaboradas con sal marina, bicarbonato, aceite de almendra y aceites esenciales —en proporciones adecuadas—, se pueden guardar casi indefinidamente sin que se estropeen. Sin embargo, otros productos, como los oleatos, las pomadas o las cremas, pueden contaminarse con bacterias, y estropearse en poco tiempo. En este caso, lo ideal es envasarlos siempre en caliente, cerrar el envase herméticamente —para evitar contaminaciones—, mantenerlo siempre refrigerado, y una vez abierto, utilizarlo en las siguientes semanas.

Referencias:

  • Di, Y. et al. 2014. Understanding Alternative Choices of Handmade Cosmetics in the Postmodern Consumer Society. Lund University.
  • Eixarch, H. et al. 2019. The Regulation of Personalized Cosmetics in the EU. Cosmetics, 6(2), 29. DOI: 10.3390/cosmetics6020029
  • Real Decreto 85/2018, de 23 de febrero, por el que se regulan los productos cosméticos, Pub. L. No. Real Decreto 85/2018, BOE-A-2018-2693 23055 (2018)

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-07-01 05:56:43
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades
WhatsApp