Menú Cerrar

La peste, la gran epidemia que ha acompañado a la humanidad

La peste, la gran epidemia que ha acompañado a la humanidad

Desde 2020, hemos vivido un episodio pandémico, con las traumáticas consecuencias que conlleva desde el punto de vista socioeconómico, sanitario y psicológico para la generación que nos ha tocado sufrirlo. Pero este tipo de situaciones no es nueva. Si el lector ha viajado por ciudades europeas, encontrará monumentos que celebran el fin de episodios epidémicos históricos.

Un ejemplo paradigmático es la Columna de la peste en Viena, un impresionante monumento erigido en 1679 en acción de gracias tras el pico epidémico de peste en esta ciudad. Es solo una evidencia de que la humanidad ha pasado antes por múltiples crisis pandémicas, algunas de ellas mucho más graves. Los microorganismos patógenos, virus y bacterias, desempeñan un papel importante en los ecosistemas, controlando las poblaciones de especies que proliferan y amenazan su equilibrio. A la especie humana, como seres pensantes, capaces de poner la razón al servicio de nuestro instinto de supervivencia, nos cuesta asumir las crudas leyes de la naturaleza. Pero por más que nuestro componente intelectual aporte una percepción antropocéntrica de nuestro papel en la biosfera, la naturaleza con frecuencia nos recuerda que nuestra supervivencia requiere un plan de sostenibilidad, que seguimos necesitando adaptarnos a los cambios que nosotros mismos forzamos en el medio ambiente en la llamada Era del Antropoceno. Como dijo Pasteur: «Los microbios serán los que tengan la última palabra». Los patógenos emergentes, virus pandémicos y bacterias resistentes a antibióticos, por ejemplo, son un aviso de que solo los más fuertes, los mejor preparados genéticamente, han de sobrevivir.

La bacteria Yersinia pestis
está asociada la enfermedad
de la peste.
Shutterstock

Una vieja conocida

La historia de la humanidad está, valga la redundancia, plagada de plagas. Y de todas las epidemias que han asolado la humanidad, las más mortíferas han tenido un protagonista indiscutible: Yersinia pestis.

La peste es una vieja conocida. A partir de reseñas históricas de la antigüedad, la fiel descripción de signos y síntomas reconocibles para la medicina moderna ha permitido establecer sin duda la etiología de la «peste de Justiniano» (541), la «peste negra» medieval (1346) o la pandemia iniciada en los siglos XVIII-XIX, aún vigente de forma endémica. Un equipo de investigación de la Universidad de Copenhague demostró en 2015 mediante secuenciación de ADN a partir de restos arqueológicos que la peste nos acompaña desde más tiempo del que imaginábamos. De entre 101 restos humanos de la Edad de Bronce obtenidos en museos y excavaciones, el genoma de la bacteria Yersinia pestis fue recuperado de siete de ellos.

A partir de pacientes víctimas de un pico epidémico en Hong Kong en 1894, Alexander Yersin, discípulo de Pasteur en su instituto parisiense, aisló a la bacteria causante de la peste, que también estaba siendo investigada por Kitasato Shibasaburō, en la escuela de Robert Koch, el laboratorio alemán rival. En honor a su maestro, Yersin bautizó a su descubrimiento Pasteurella pestis, pero en 1944 los taxónomos la rebautizaron haciendo homenaje a su descubridor

5bacc1875bafe8b906981fca

Eugenio M. Fernández Aguilar

Yersinia pestis es una bacteria gramnegativa relacionada con las enterobacterias, como Salmonella enterica o Escherichia coli. Al microscopio, en la tinción bacteriológica de gram, aparece como un típico bacilo de muy escasa longitud, casi indistinguible de otras bacterias de este grupo. Su «prima» Yersinia enterocolitica produce un cuadro de enteritis de origen alimentario similar a la salmonelosis. Pero Y. pestis es mucho más temible. Transmitida por picadura de la pulga de la rata (Xenopsila cheopis), su reservorio, ha sido responsable de la crisis epidémica más mortífera de la historia: la peste negra. Tradicionalmente, se han clasificado tres biovariedades de Y. pestis: antiqua, mediaevalis y orientalis, diferenciables por sus propiedades bioquímicas, en concreto su capacidad de reducir nitratos y fermentar glicerol. La biovariedad antiqua tiene un origen africano y probablemente fue responsable de la peste de Justiniano, mientras que mediaevalis procede del Asia central y es la responsable de la terrible peste negra del medievo. Y. p. orientalis se originó en el sudeste asiático y es la que se diseminó en la Edad Moderna y aún persiste.

Durante el reinado
de Antonino en el Imperio
romano hubo una pandemia de peste en el año 541.
Grabado del siglo XVIII que
muestra a médicos atendiendo
a la población.
ACE

Tres tipos de peste

La peste es una infección muy grave. Es algo que tenemos interiorizado gracias a la literatura, el cine (clásico imprescindible El séptimo sello de Ingmar Bergman, por ejemplo) y la televisión. Existen tres tipos en función de la vía de contagio y las manifestaciones clínicas: la peste bubónica, septicémica y neumónica

La peste bubónica se contrae al sufrir la picadura de una pulga infectada. Este insecto hematófago, al succionar suele regurgitar algo de sangre, inoculando el patógeno en los tejidos en la zona de la picadura. Yersinia pestis puede sobrevivir a las defensas, sobreviviendo en el interior de los fagocitos, que la transportan a los nódulos linfáticos adyacentes a la zona de la picadura, causando una linfoadenitis severa con una inflamación que avanza a hemorragia y necrosis del ganglio (muerte celular generalizada en el tejido). Por tanto, los «bubones» característicos son en realidad los ganglios linfáticos inflamados y necrosados

La linfadenitis es una inflamación de los ganglios producida normalmente como respuestas a
bacterias, virus u hongos
Shutterstock

Si la enfermedad avanza, la bacteria pasa de los ganglios infectados a la sangre, causando el cuadro septicémico, normalmente mortal. Un componente de la pared celular bacteriana, el lipopolisacárido, actúa como endotoxina, causando coagulación diseminada en los vasos sanguíneos y, como consecuencia, necrosis isquémica, es decir, muerte celular a causa de la falta de oxígeno en los tejidos. La formación de estos microcoágulos diseminados agota la capacidad de coagulación de la sangre, causando hemorragias generalizadas. Los pacientes frecuentemente tosen o vomitan sangre y sufren hemorragias en la dermis u órganos internos, lo que causa las ronchas rojas o negruzcas en la piel que le dieron a la enfermedad el sobrenombre de peste negra o muerte negra. 

Por último, la peste neumónica, también mortal, se produce cuando la bacteria afecta a los pulmones. Puede llegar vía hematógena a consecuencia del cuadro septicémico o puede ser inhalada. En esta fase, la bacteria se disemina en aerosoles y secreciones respiratorias y puede contagiarse entre personas sin intervención del vector, la pulga de la rata. Estarán familiarizados con el «médico de la peste», un personaje típico del carnaval veneciano (aunque la vestimenta la ideó un médico parisino en el siglo XVI) con una máscara en forma de pico de pájaro que pretendía proteger al facultativo de esta vía de contagio. La peste neumónica, que comienza con síntomas gripales poco aparentes, se complica rápidamente con la destrucción masiva del tejido pulmonar y causa la muerte en pocos días.

Si el lector ha tenido estómago para leer este artículo hasta aquí, se preguntará ¿hay peste en el siglo XXI? En efecto, la peste está presente en ciertas áreas de todos los continentes habitados, excepto Oceanía, siendo endémica en algunos países. Las mayores incidencias ocurren en Madagascar, República Democrática del Congo y Perú. Aunque los brotes no son muy numerosos, cada caso es motivo de alerta. El último brote de consideración ocurrió en Madagascar en 2017, con 2417 casos confirmados y 209 fallecimientos. 

Claro que esto es anecdótico comparado con lo que ocurrió en el siglo XIV. Hasta entonces, jamás en la historia de la humanidad la población humana había dejado de crecer. Es imposible hacer una estimación precisa de la mortalidad que causó la peste negra. Entre 50 y 200 millones en apenas una década en todo el mundo sucumbieron a la epidemia. Solo en Europa, entre 1347 y 1352 murieron 25-30 millones de personas, casi la mitad de la población. En ciudades portuarias, como Marsella, se diezmó el 60 % de la población. En los reinos de la península ibérica, como en otros reinos europeos, el año 1348 fue el que acusó el pico de mortalidad más severo, siendo el Reino de Navarra el más afectado. El propio rey de Castilla, Alfonso XI, murió víctima de la enfermedad en 1350. La mitad de la población de ciudades como París o Florencia sucumbió. En Europa se tardarían entre 150 y 200 años en recuperar los valores demográficos previos a la crisis.

Suburbio en Antananarivo, MadagascarGetty

Recorriendo el mundo

¿Cómo se originó la pandemia de la peste negra de 1348? Se ha trazado un origen de la epidemia en el Sur de Rusia en 1345, de ahí a Crimea en 1346, Constantinopla y Messina (en Sicilia) en 1347, para llegar a todos los principales puertos europeos en 1348. Recientemente se han encontrado evidencias más concluyentes del origen de la peste negra. En un cementerio al pie de los montes Tian Shan, en Kirguistán, los historiadores se dieron cuenta de que la mayoría de las tumbas databan de los años 1338 y 1339 y en algunas de ellas se indicaba que la peste había sido la causa de la muerte

El análisis de ADN antiguo de piezas dentales de cadáveres exhumados de estas tumbas permitió reconstituir el genoma de Yersinia pestis que en pocos años diezmaría la humanidad. La secuencia confirma que corresponde a los ancestros de las cepas de Y. pestis conocidas y que probablemente la mortífera cepa se generó cerca de allí, donde los roedores silvestres, entre ellos el gerbil (Rhombomys opimus), y sus pulgas actúan como reservorios. Esta evidencia surge de comparar el genoma recuperado de estos cadáveres con cepas aisladas de roedores de la zona en la actualidad, al comprobar su gran nivel de homología.

La vigilancia y el control de la peste requieren una investigación de las especies de animales y
pulgas que intervienen en el ciclo de la enfermedad
Shutterstock

Genética moldeada por las pandemias

Tras la muerte negra de 1347, la peste regresó a Europa en múltiples ocasiones, de manera más irregular y menos virulenta, hasta desaparecer de la Europa Occidental en el siglo XIX. Se debate sobre si esta introducción desde Asia fue única y la bacteria permaneció en reservorios locales, causando brotes sucesivos a lo largo de los siglos, o bien se volvió a introducir desde Asia por la Ruta de la Seda o vía marítima en múltiples ocasiones. Esta última hipótesis tiene más adeptos. La virulencia de estos brotes, no obstante, no es comparable con la que causó tan enorme mortandad a mediados del siglo XIV, quizás porque la propia enfermedad seleccionó a los más fuertes: la población superviviente. Un reciente estudio señala que este parece ser el caso. 

Los investigadores buscaron secuencias génicas relacionadas con la respuesta inmunitaria en 516 restos humanos tomados de enterramientos del Reino Unido y Dinamarca, separando aquellos datados antes de 1348 de los que fallecieron después de la gran epidemia. Estudiando de manera comparativa la variabilidad genética en loci relacionados con la respuesta inmunitaria las cohortes pre y post muerte negra, lograron detectar determinados alelos que se habían seleccionado positivamente durante los años de la peste negra. Su conclusión es que, en efecto, se seleccionó la genética que favorecían la supervivencia. 

Uno de los alelos seleccionados era una variante del gen ERAD2, que codifica una proteína implicada en el procesamiento de antígenos bacterianos para su presentación al sistema inmunitario. Los autores prueban que, presente en homocigosis, este alelo reduce la letalidad de Yersinia en sus portadores. Esta es la prueba de que este tipo de calamidades es un motor para la evolución de la especie humana. 

Los mismos alelos que se seleccionaron en el siglo XIV ante la presión selectiva que ejercía la infección por Yersinia hoy se asocian con una mayor susceptibilidad a sufrir enfermedades autoinmunes. En definitiva, nuestra genética actual, con sus ventajas y sus inconvenientes, ha sido moldeada por las pandemias del pasado.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-06-29 10:25:34
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Mi resumen de noticias

WhatsApp