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Obra de hermanos Hernán Ruiz en la Mezquita-Catedral de Córdoba

Obra de hermanos Hernán Ruiz en la Mezquita-Catedral de Córdoba

El reconocimiento de la Mezquita de Córdoba como obra capital del arte islámico hace comprensible que la intervención tardogótica y renacentista haya quedado un tanto eclipsada. Pero esta adición, que bajo una mirada superficial puede resultar agresiva, en realidad fue el vestido gracias al cual el edificio andalusí consiguió sobrevivir, y que lo convirtió a su vez en una ventana privilegiada para asomarnos a nuestra historia.

La arquitectura, a diferencia de sus dos hermanas, tiene un carácter netamente utilitario. Los edificios son como los seres vivos y de su capacidad de adaptación depende, en gran parte, su supervivencia. La Mezquita-Catedral de Córdoba es tan solo una más en la lista de construcciones que se han visto obligadas a aceptar unos usos diferentes a aquellos para los que fueron concebidas.

La sinagoga de Santa María la Blanca, en Toledo, también pudo adaptarse a un uso distinto al original. FOTO: ASC.

Las sinagogas de Santa María la Blanca y la del Tránsito, en Toledo, por citar dos ejemplos cercanos, consiguieron salvarse de la piqueta precisamente porque pudieron dar respuesta a unas necesidades de culto diferentes. Pero, la excepcionalidad de la aljama cordobesa va más allá de este fenómeno.

Dejando al margen los motivos ideológicos o políticos, las características inherentes del tipo de edificio hacen que sea un espacio muy poco adecuado para los ritos cristianos. La intervención tardogótica y renacentista en la mezquita, no solo consiguió salvar este inconveniente sino que además lo hizo dándonos una lección de integración arquitectónica y dotándolo de un valor añadido, lo que le confirió una identidad propia.

Intentando destruir la mezquita aljama de Córdoba

En 1516 Carlos I otorgó la dignidad episcopal de Córdoba a Alonso Manrique de Lara, que había sido obispo de Badajoz y, posteriormente, capellán del emperador en Flandes. Hermano del poeta Jorge Manrique, el nuevo prelado era un hombre culto, cuyo gusto se había formado en sus viajes por Europa, a donde había huido tras enemistarse con Fernando el Católico.

Cuando llegó a la ciudad del Guadalquivir, catedrales emblemáticas como las de Málaga, Granada, Jaén, Plasencia, Segovia y Salamanca, estaban en plena construcción. Es fácil imaginar la impresión que tuvo que causar a un eclesiástico que había conocido la renovación del gótico europeo —encarnado en la catedral como símbolo de la ciudad—, encontrarse con que el principal edificio de culto de su nueva diócesis seguía siendo, en esencia, un edificio islámico.

La transformación artística de la mezquita ya se había iniciado con la construcción de la Capilla de Villaviciosa, la Capilla Real y, sobre todo, con la nueva catedral realizada en tiempos de los Reyes Católicos. Pero ante la mirada del nuevo obispo, este templo debía resultar inapropiado, tanto por razones de carácter político, como por cuestiones prácticas. Por eso decidió realizar un nuevo espacio catedralicio tan pronto como consiguió reunir los fondos para ello «en medio de la eglesia, y que estaría mejor que no donde agora estaba por ser al rincón».

En 1521 comunicó al cabildo catedralicio su intención de derribar la mezquita y sustituirla por un edificio de nueva planta siguiendo, seguramente, las mismas motivaciones que habían llevado a demoler otras grandes aljamas como las de Toledo, Sevilla o Jaén.

Oposición de los cordobeses a la destrucción de su Mezquita aljama

Las obras de la catedral nueva comenzaron en la primavera de 1523 pero, al poco tiempo, el obispo se topó con un imprevisto sorprendente: la rotunda oposición del Concejo de la Ciudad.

Detrás de esta negativa, el municipio alegó los intereses particulares de algunos nobles dado que, al trasladarse al centro de la mezquita, algunas de las capillas que estaban situadas en el perímetro perderían su valor representativo. Pero, junto a esto, alegó también que «por la manera que este templo está edificado es único en el mundo».

La Mezquita-Catedral de Córdoba, vista aérea. FOTO: PEXELS/ ZEKAI-ZHU.

No es de extrañar este juicio, pues la calidad artística de la mezquita fue ensalzada prácticamente por todos los que la conocieron, desde el momento mismo de su construcción. Cuando el nuevo obispo decidió acometer la obra, los cordobeses, de alguna manera, ya entendían a este edificio como algo intrínseco a la ciudad, una obra de la que se sentían orgullosos.

Existen testimonios, como el del canónigo Jerónimo Sánchez, que así lo demuestran. Este monje expresó, a mediados del siglo XV que se trataba de «un templo merecedor de toda clase de alabanzas […] señal distintiva del honor de Córdoba».

La vinculación del pueblo cordobés hacia la mezquita había comenzado a manifestarse ya en los tiempos del califato, cuando se opuso con tanta firmeza al cambio de orientación proyectado por al-Hakam II que no tuvo más remedio que continuar la ampliación del edificio, en contra de la exigencia de la ortodoxia religiosa.

Intervención del emperador en el intento de destrucción de la Mezquita de Córdoba

El enfrentamiento entre las autoridades eclesiásticas y civiles llegó a tal magnitud que el Concejo municipal ordenó que se impusiera la pena de muerte para todos aquellos canteros que contribuyesen a su derribo, a lo que el cabildo catedralicio respondió amenazando con la excomunión de todos los que lo impidiesen.

La solución al conflicto se buscó elevando una consulta al emperador. Carlos I, que en este momento ni siquiera conocía Córdoba, tomó una decisión salomónica: autorizar la construcción de la catedral, pero sin que la obra destruyese el edificio antiguo. De esta forma, en un alarde de habilidad diplomática, consiguió que la Corona no tomase partido por ninguno de los dos bandos.

La reciente revolución de las Comunidades le había enfrentado con individuos pertenecientes a todos los estamentos de la sociedad y, quizás, este fue el motivo por el que optó por tan sorprendente dictamen. Es fácil pensar que, cuando en 1526 el emperador visitó por fin la ciudad andaluza, de camino a Granada, se arrepintiese de haber autorizado la construcción.

Hernán Ruiz incorporó a la nueva fábrica columnas y arcos originales en la Mezquita-Catedral de Córdoba, conjugando con éxito ambas estéticas. FOTO: SHUTTERSTOCK.

Una fuente apócrifa, escrita probablemente en el siglo XIX, indica que cuando el emperador vio la obra afirmó que «yo no sabía que era esto; pues no huviera permitido que se llegase a lo antiguo; porque hacéis lo que puede a ver en otras partes y haveis deshecho lo que era singular el mundo». Nunca sabremos si llegó a pronunciar estas palabras, pero lo cierto es que el edificio que tuvo que ver en este momento debía presentar un panorama bastante inquietante y desolador: una mezquita de extraordinaria calidad artística mutilada, llena de numerosos andamios, y con un boquete de dimensiones colosales en el centro que produciría un gran contraste lumínico con el resto de las naves.

Unas semanas antes de iniciarse las obras, Alonso Manrique de Lara fue nombrado arzobispo de Sevilla, por lo que, más allá de fomentar el inicio de la construcción, su participación en el proyecto, probablemente, fuese bastante limitada. Tras su marcha, unos meses más tarde, ocupó su lugar Juan Álvarez de Toledo, hijo del Duque de Alba, un hombre con un gusto mucho más clasicista que el de su predecesor y que fue quien realmente vio cómo el proyecto de construir una nueva catedral en el corazón del edificio islámico se convertía en realidad.

Obras en la Mezquita-Catedral cordobesa durante la baja Edad Media

La mayor parte de la ejecución del proyecto corrió a cargo de la familia de arquitectos cordobeses de los Hernán Ruiz, compuesta por tres generaciones de maestros de cantería.

El iniciador fue Hernán Ruiz I, que previamente ya había acometido la transformación de las galerías del patio y las puertas del muro oriental de la mezquita. Tras su muerte, acaecida en 1547, le sucedió su hijo, Hernán Ruiz II, responsable también del tramo superior de la Giralda, en Sevilla.

Durante los primeros años, las obras del nuevo edificio avanzaron con rapidez, debido a la gran cantidad de sillares de piedra que existían en las ruinas de la antigua ciudad palatina de Madinat al-Zahra y a la abundante financiación por parte del cabildo. Pero, desde la década de los 60 comenzaron a surgir algunos problemas, derivados de la aparición de grietas en uno de los muros, que obligaron a modificar el proyecto inicial.

En el último tercio del siglo XVI tomó el relevo el tercero de la saga familiar. Tras un parón en las obras y diversas vicisitudes, que a punto estuvieron de arruinar toda la construcción, finalmente esta fue concluida en 1607 por otro arquitecto cordobés, Juan de Ochoa. Bajo la dirección de este maestro pudo cerrarse por fin la nave del crucero, gracias al empleo de ladrillos que se decoraron con estuco, unos materiales que resultaban más económicos que la piedra y que permitieron reducir los costes y aligerar los empujes sobre los muros.

La genialidad de los hermanos Hernán Ruiz plasmada en la Mezquita-Catedral de Córdoba

El encargo que recibió el primero de los Hernán Ruiz era de una complejidad extraordinaria, pero también lo fue la genialidad que demostró el arquitecto a la hora de diseñar el proyecto.

A los condicionantes culturales y sociales que se encontró habría que sumar, también, los problemas estructurales que podrían derivarse al modificar un edificio que en ningún caso había sido pensado para soportar los empujes de una bóveda de piedra.

El nuevo edificio se situó en un ámbito encuadrado entre los muros de la quibla de la primitiva mezquita de Abd al-Rahman I, la de la ampliación de Abd al-Rahman II y el extremo occidental de la de Almanzor.

Para realizar la obra tuvo que desmontar una parte significativa de las naves de la mezquita, que comprendía un espacio mayor del que ocupa la catedral actual y que debió coincidir con el momento en que el emperador visitó la fábrica, en 1526. Pero, pronto el maestro Hernán Ruiz I arregló este aparente desaguisado, reconstruyendo la obra derruida e incorporando las columnas y los arcos originales a la nueva fábrica, enhebrando bóvedas góticas con arcos califales y conjugando, de forma magistral, la antigüedad con la estética del tardogótico.

Hernán Ruiz es responsable de los claustros actuales del Patio de los Naranjos, cuyas galerías habían comenzado a construirse en época de Abd al-Rahman I. FOTO: SHUTTERSTOCK.

De esta forma, consiguió crear un deambulatorio que suavizaba las nuevas formas en el interior del edificio y además daba paso a la nave de mayor altura y luminosidad, destinada al coro, el crucero y el presbiterio. Esta parte, que ya se aleja por completo del mundo medieval hispánico, fue ejecutada en su mayor parte por Hernán Ruiz II. En ella, tanto el diseño como la decoración son las propias del Quinientos andaluz y es la parte que más contrastes genera con el edificio omeya.

El ideólogo del proyecto arquitectónico no pudo evitar que la intervención modificase por completo el perfil exterior del edificio pero, en el interior, gran parte de las perspectivas de las naves de la mezquita no se vieron obstaculizadas.

La extraordinaria sensibilidad del primero de los Hernán Ruiz hacia el edificio heredado se observa en los arcos de la parte inferior del crucero y en los relieves del ciclo de la Pasión del trascoro, donde podemos encontrar uno de los mejores ejemplos para demostrar lo vano que resulta acercarse al arte desde la historia de los estilos.

Las características aplicadas a la arquitectura gótica o renacentista, que con tanta frecuencia se leen todavía en muchos manuales, poco pueden esclarecer ante semejante alarde de hibridación artística.

De esta forma, se consiguió un edificio magistral, una Mezquita-Catedral única en el mundo, que revela en su lenguaje las diferentes formas en la que nuestros antepasados se enfrentaron a las manifestaciones artísticas legadas por sus enemigos religiosos.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Interesante o Muy Historia.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-03-13 10:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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