Menú Cerrar

¿Por qué apenas quedan grandes olmos en España?

¿Por qué apenas quedan grandes olmos en España?

El olmo, también conocido como negrillo, fue antaño una de las especies de árboles más abundantes de la Península Ibérica. Pocos municipios no contaban con un ejemplar emblemático de esta especie. Árboles resistentes, que alcanzaban un porte descomunal, con troncos inabarcables por una, e incluso por varias personas. Sin embargo, en las últimas cuatro décadas, poco a poco las poblaciones de olmo se han visto diezmadas, e incomprensiblemente, han sido los ejemplares más grandes y fuertes los que han ido cayendo víctimas de una de las mayores epidemias vegetales contemporáneas que ha asolado España.

Hoja de olmo — Freiberufler/iStock

El olmo o negrillo

De nombre científico Ulmus minor, el olmo es un árbol caducifolio ampliamente distribuido por el tercio sur y el centro de Europa, desde las costas atlánticas hasta el Caspio. De porte imponente, puede alcanzar los 40 metros de altura y troncos gruesos, robustos y tortuosos, que con frecuencia se ahuecan de forma natural.

Las hojas son relativamente pequeñas, no más de 9 centímetros de longitud, con el margen serrado, de contorno ovalado, y con una particularidad que la identifica: la base asimétrica. Es decir, cada lado del limbo termina a una altura distinta en el peciolo y, si se dobla la hoja por el nervio central, sobresale un lado del otro. A pesar de su pequeño tamaño, la gran abundancia de hojas y su disposición crea una frondosa copa que proporciona una gran cobertura a la sombra del olmo, siempre tan bien valorada.

Las flores del olmo son poco llamativas y su polinización se realiza por el viento. Sus frutos son también fáciles de reconocer: se trata de un fruto seco de tipo sámara, que contiene una sola semilla central abultada, bordeada por una membrana circundante que actúa a modo de ala, y facilita su dispersión por el viento.

En cuanto a su ecología, puede crecer desde niveles cercanos al mar hasta los 1000 metros de altitud, en climas templados y mediterráneos, con preferencia por sustratos calcáreos. Necesita suelos bien conformados y con frecuencia aparece asociado a bosques mixtos con otras especies. También es habitual encontrarlo, en los bosques de ribera, formando la orla boscosa más externa.

La madera del olmo es dura, resistente y soporta muy bien la humedad. Esto lo convertía en una especie muy adecuada para la explotación maderera: permitía la fabricación de muebles de buena calidad, resistentes a los golpes. También se empleó históricamente para la fabricación de embarcaciones, pues resiste mucho tiempo sumergida sin estropearse.

Frutos de olmo — Thankful Photography/iStock

La grafiosis del olmo

La epidemia de grafiosis que surgió durante el siglo XX fue un duro golpe para muchas poblaciones de olmo, especialmente en las áreas rurales.

La grafiosis del olmo es una enfermedad infecciosa provocada por un hongo, Ophiostoma novo-ulmi, y transmitida por escarabajos de la familia de los escolítidos, especialmente, por Scolytus multistriatus. Estos insectos ponen los huevos en el espacio que hay entre la corteza y la madera. Tras la eclosión, las larvas van excavando galerías bajo la corteza, hasta que salen al exterior para realizar la metamorfosis y viajar a olmos vecinos.

El hongo de la grafiosis se aprovecha del ciclo vital del escolítido; sus esporas se adhieren a cuerpo de la larva cuando emerge del tronco, y viaja con el escarabajo adulto hacia nuevos troncos. Cuando la hembra pone los huevos, las esporas entran con ellos, alojándose bajo la corteza y germinando.

En parte, esta es la causa de que la grafiosis afecte sobre todo a árboles viejos, con troncos fuertes y gruesos, y no tanto a los jóvenes con troncos delgados y poco desarrollados. Durante el invierno, la corteza del árbol sirve como refugio para el hongo, que detiene su crecimiento. Si la corteza es demasiado delgada, los rigores del invierno matan al hongo; pero una corteza muy gruesa sirve como abrigo y el hongo sobrevive al invierno y prolifera.

Túneles excavados por escolítidos bajo la corteza de un olmo — (CC) Ronnie Nijboer/Wikimedia

Un problema de agua

El hongo, físicamente hablando, no es capaz de causar daños graves al árbol. El problema radica en las sustancias que sintetiza. O. novo-ulmi, como parte de su metabolismo, produce varias toxinas entre las que destaca la ceratoulmina, un péptido proteico de naturaleza hidrofóbica que se difunde al sistema vascular del árbol.

La ceratoulmina tiene una capacidad surfactante, es decir, reduce la tensión superficial de los líquidos. El transporte de agua de una planta, desde las raíces hasta las hojas, se realiza gracias al mantenimiento de una cohesión firme, como el líquido que asciende al sorber por una pajita. Para mantener la cohesión, tiene que haber una tensión, y si se rompe, se pueden formar burbujas que provocan embolismo en el sistema vascular, un problema que se conoce como cavitación.

El efecto surfactante de la ceratoulmina produce precisamente este efecto: reduce la tensión del agua, y favorece la aparición de embolismos y cavitación, más probable cuanto más grande sea el árbol. Cuando se detiene el flujo de savia bruta de las raíces a las hojas, el árbol sufre un estrés hídrico equivalente a la falta de riego. Las hojas languidecen, amarillean y mueren, y con ellas, poco más tarde, el árbol.

Olmo — afinocchiaro/iStock

¿Hay soluciones?

En las últimas décadas se ha trabajado firmemente en la lucha contra esta enfermedad y se han identificado principalmente tres vías de actuación.

En primer lugar, dado que el vector principal son los escolítidos, se considera que una buena manera de luchar contra la propagación es reducir el tamaño de sus poblaciones. Se ha intentado el control químico, inyectando insecticidas u otras toxinas bajo la corteza para destruir a los insectos que viven en su interior; o el control biológico, especialmente empleando el hongo Phomopsis oblonga, que disuade al insecto; o fomentando la presencia del pájaro carpintero u hormigas capaces de cazar a los escolítidos.

Un sistema más directo es la lucha contra el hongo, mediante sistemas de control químico y biológico. Los sistemas de control químicos incluyen la inyección de compuestos como el ácido salicílico, que inducen en el olmo reacciones de defensa contra la infección. Para el control biológico, se han empleado bacterias como Pseudomonas que, en determinadas condiciones, producen sustancias antimicóticas. Los métodos contra el hongo y contra el insecto son, frecuentemente, compatibles,y permiten abordar las dos vías simultáneamente.

La tercera vía es, probablemente, la más prometedora: el desarrollo de olmos transgénicos. Ciertas bacterias que contienen plásmidos pueden generar una mayor resistencia en las plantas a la enfermedad o una síntesis de sustancias antimicóticas. Ya se ha ensayado la aplicación de genes de bacterias del género Agrobacterium en otras especies de olmo, como Ulmus procera o Ulmus americana. Los resultados son prometedores: los olmos transgénicos resultantes en su fase juvenil muestran una mayor resistencia al hongo que los olmos silvestres. Aunque, para evaluar su éxito en la etapa adulta se requiere tiempo. Los olmos crecen despacio, y hay procesos que la ciencia no puede acelerar.

Quizá, dentro de unos años, se confirme que las medidas tomadas son verdaderamente eficaces, y se podrá comenzar a recuperar aquellos olmos perdidos por una de las mayores epidemias vegetales contemporáneas de España.

Referencias:

  • Bowden, C. G. et al. 1994. Isolation and characterization of the cerato-ulmin toxin gene of the Dutch elm disease pathogen, Ophiostoma ulmi. Current Genetics, 25(4), 323-329. DOI: 10.1007/BF00351485
  • García, J. A. M. et al. 2008. Carvacrol y ácido salicílico incrementan la resistencia de Ulmus minor frente a Ophiostoma novo-ulmi. Cuadernos de la Sociedad Española de Ciencias Forestales, 26, Article 26. DOI: 10.31167/csef.v0i26.9732
  • Garland, J. S. et al. 2001. Ri-plasmid mediated transformation and regeneration of Ulmus procera (English Elm). Plant Growth Regulation, 33(2), 123-129. DOI: 10.1023/A:1017535308124
  • Martín, J. A. et al. 2019. Breeding and scientific advances in the fight against Dutch elm disease: Will they allow the use of elms in forest restoration? New Forests, 50(2), 183-215. DOI: 10.1007/s11056-018-9640-x
  • Newhouse, A. E. et al. 2007. Transgenic American elm shows reduced Dutch elm disease symptoms and normal mycorrhizal colonization. Plant Cell Reports, 26(7), 977-987. DOI: 10.1007/s00299-007-0313-z

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-10-03 13:00:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades