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¿Por qué es bueno tocar y acariciar a nuestros bebés?

¿Por qué es bueno tocar y acariciar a nuestros bebés?

El sentido del tacto es más que un simple aparato sensorial; es un componente clave en el desarrollo y expansión de nuestros cerebros, influenciando el crecimiento, el aprendizaje, la comunicación y la vida misma. Es el primero de los cinco sentidos en desarrollarse, y en los recién nacidos, está notablemente más agudizado que el oído o la vista. Edward Perl, un destacado neurofisiólogo de la Universidad de Carolina del Norte, afirmaba que observar cómo toca un niño pequeño es presenciar el desarrollo de la inteligencia en su corteza cerebral.

Las investigaciones pediátricas del Touch Research Institute (Instituto de Investigaciones del Tacto) de la Universidad de Miami han revelado que los niños pequeños ya desarrollan el sentido del tacto en el útero, lo que podría explicar por qué reaccionan tan rápidamente al ser sostenidos en brazos al nacer. El reflejo de enraizamiento, la señal táctil más primitiva, se produce cuando el niño gira la cabeza hacia la mano de la madre al tocarle la cara, facilitando la búsqueda del pezón materno durante la lactancia. Los niños pequeños también reaccionan instintivamente a otras formas de estimulación táctil, como agarrar el dedo con fuerza cuando se les toca la mano o doblar los dedos al hacerles cosquillas en el pie.

El escáner revela que sin caricias el cerebro del bebe no se activa. Foto: Fotor

Tocar para crecer y desarrollarse

Los estudios con niños prematuros destacan la aceleración del crecimiento y desarrollo a través del tacto. A menudo, los niños prematuros se colocan en incubadoras para su supervivencia, pero esta medida implica la privación de contacto humano. Los escáneres de tomografía por emisión de positrones de niños privados de contacto revelan secciones fundamentales de sus cerebros apenas activas, deteniendo partes cruciales del desarrollo.

Un estudio pionero realizado por Tiffany Field, del Instituto, demostró que los niños prematuros a los que se les dieron masajes de 15 minutos tres veces al día durante diez días ganaron un 47% más de peso que sus pares a los que no se les aplicaron masajes. Este sencillo acto de contacto físico no solo estimuló el crecimiento sino que también redujo significativamente los episodios de apnea, comunes en los prematuros. Además, los niños que recibieron masajes fueron dados de alta una semana antes, lo que no solo tuvo beneficios en términos de salud, sino que también redujo el costo de la hospitalización.

El masaje a niños prematuros acelera su recuperación. Foto: Fotor

Este fenómeno se explica en parte por la estimulación del nervio vago durante los masajes, desencadenando la secreción de hormonas como la insulina y el glucagón, que intervienen en la absorción de alimentos. Además de los beneficios físicos, los masajes demostraron tener un impacto económico positivo al acelerar el alta hospitalaria.

La importancia histórica del tacto

Ya en el siglo XIII, en el Sacro Imperio Romano, se reconocía la importancia del tacto en el desarrollo. Federico II estaba interesado en saber qué lengua hablarían los niños si se les criara sin escuchar una sola palabra. Así que para averiguarlo mandó arrebatar unos cuantos recién nacidos a sus padres y los entregó a nodrizas, que los alimentaban pero tenían prohibido tocarlos o hablarles. Obviamente los niños no aprendieron ninguna lengua, pero además murieron antes de que pudieran hablar. Federico II, inadvertidamente, había descubierto el papel crucial que juega el contacto físico en el desarrollo infantil.

Sin afecto físico los bebes crecen con carencias en su desarrollo. Foto: Fotor

Esta hipótesis se confirmó en la década de los noventa cuando la investigadora de la Escuela de Medicina de Harvard Mary Carlson visitó los hacinados orfanatos de Rumanía. Allí encontró cientos de niños en cunas, envueltos en pañales y privados de contacto humano, incluso durante las actividades más básicas, como la alimentación. Al profundizar en estos entornos, Carlson se enfrentó a la cruda realidad de niños que vivían en una carencia total de estímulos táctiles y afecto físico. Los niños eran simplemente alimentados sujetando los biberones a las cunas, sin tocarlos ni mirarlos a los ojos. Esta negligencia afectiva y táctil tenía consecuencias significativas en el desarrollo de los niños.

En comparación con los niños que se habían criado en hogares cercanos, los niños de los orfanatos estaban notablemente menos desarrollados. Presentaban un retraso en el desarrollo, comportándose como si tuvieran la mitad de su edad. Además, sus niveles de cortisol, la hormona que segregamos contra el estrés, eran anormalmente altos, indicando una respuesta fisiológica constante al estrés.

La investigación de Mary Carlson no solo se detuvo en la infancia; también examinó cómo estas experiencias tempranas afectaban a los niños a medida que crecían. Los efectos observados en la infancia continuaban manifestándose en la edad adulta, evidenciando que la falta de contacto físico durante los primeros años de vida tenía implicaciones a largo plazo.

El tacto como antídoto contra la violencia

Los estudios interculturales proporcionan una perspectiva global sobre la relación entre el afecto físico y la violencia. Las sociedades donde los padres demuestran mayor afecto físico a sus hijos recién nacidos o un poco mayores tienden a tener niveles de violencia adulta considerablemente menores. Esta conexión sugiere que la cantidad y calidad del contacto humano en las primeras etapas de la vida pueden tener efectos duraderos en el comportamiento social y emocional de las personas.

El contacto físico hace sociedades menos violentas. Foto: Fotor

En el contexto de las interacciones sociales, un estudio comparativo en lugares públicos revela que en Francia se producen 200 contactos ocasionales en media hora, mientras que en EE. UU., solo se dan dos. Este estudio deja en el aire una interesante pregunta para la que no tenemos respuesta definitiva: ¿la falta de contacto físico y afecto en las primeras etapas de la vida contribuye a la disminución de las interacciones sociales y a un aumento potencial de la violencia en la edad adulta? Si bien esta correlación no establece causalidad, sugiere que el tacto y el afecto físico desempeñan un papel fundamental en la formación de conexiones sociales saludables y en la prevención de comportamientos violentos.

Así, los estudios neurocientíficos demuestran que el tacto activa áreas específicas del cerebro relacionadas con la empatía y la comprensión emocional. La capacidad de tocar y ser tocado se conecta intrínsecamente con nuestra capacidad para comprender las emociones de los demás y responder de manera empática.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-12-24 11:00:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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