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una época de esplendor y poder para el antiguo Egipto

una época de esplendor y poder para el antiguo Egipto

Hacia el año 1540 a.C., se inicia el período conocido como el Reino Nuevo de Egipto, una nueva era que hará florecer todo el valle del Nilo. Será una de las etapas más apasionantes y de mayor esplendor de toda la historia del país. Tebas se convierte en la residencia real, la gran capital de Egipto, una fabulosa metrópolis que se extendía en más de 93 km2 en el margen oriental del Nilo. Era el reino del dios Amón, cuyo hijo terrenal era el faraón. 

Al otro lado del río, en la orilla occidental donde se pone el sol, se encontraba la montaña tebana, la montaña sagrada, donde se extienden todas las necrópolis reales y civiles de la capital y los templos funerarios llamados de los “millones de años” de los faraones; era el reino de Osiris, señor del Más Allá. A este lugar los egipcios lo llamaban “el-Qurn” o el monte “ta-sejet-aat”; El Cuerno, Campo Grande o la Cima Tebana, de 420 metros de altura, ya que la forma de la montaña tiene una curiosa geometría que recuerda a las pirámides, lugar de los entierros reales en el Reino Antiguo. Quizás este elemento geomorfológico impulsó a los primeros faraones de la Dinastía XVIII a escoger este impresionante lugar para albergar, bajo el sol abrasador del desierto, sus moradas eternas.

Famosa Avenida de las Esfinges en el Templo de Karnak, en Luxor, probablemente uno de los atractivos más importantes de este extraordinario emplazamiento. Foto: AGE

Orígenes asiáticos

A lo largo de varios siglos, Egipto vivió continuas fluctuaciones, períodos de decadencia y florecimiento, crisis de poder, guerras civiles, e incluso reyes extranjeros gobernaron el valle del Nilo. Pero pocos acontecimientos habían sido tan importantes como los ocurridos en torno al año 1550 a.C. Unos cien años antes, gobernantes de origen asiático habían asumido el poder de Egipto aprovechando la debilidad de los reyes y la decadencia de la etapa conocida como Reino Medio. Por primera vez en su historia, Egipto estaba siendo gobernado por extranjeros, los hicsos, término que viene del antiguo egipcio heqa khasut, que literalmente significaba “gobernante de tierras extranjeras”.

Nobles vasallos

Entre los numerosos vasallos de los hicsos se encontraban nobles de Tebas que durante la Dinastía XVII se dedicaron a cooperar sin oponer resistencia, hasta que en el reinado de Seqenenre comenzó la batalla por liberar Egipto. Intensas luchas sacudieron todo el valle del Nilo durante años hasta que, definitivamente hacia el año 1540 a.C., Ahmosis I conseguió la victoria sobre los “gobernantes extranjeros” y subió al trono, inaugurando así la Dinastía XVIII y unificando todo Egipto. De esta manera, comienza una de las etapas más importantes y florecientes del Antiguo Egipto. 

El historiador Ian Morris estimó que, hacia el año 1500 a.C., Tebas se habría convertido en la ciudad más grande del mundo, con una población de más de 75.000 habitantes. El dios tebano Amón fue nombrado dios del Reino y en su honor se construyeron numerosos santuarios. El Templo de Karnak se convirtió en el mayor centro de culto de todo el mundo, un complejo de recintos sagrados dedicados a los dioses más importantes de Egipto. Destaca su sala hipóstila, con más de 5.000 m2 y cuya cubierta adintelada estaba sostenida por 134 gigantescas columnas papiriformes, la construcción más espectacular jamás levantada. Sus fustes colosales se decoraron por completo con relieves policromados y simbolizan el gran pantano primigenio del cual surgió la vida en Egipto. Todos los faraones de esta dinastía quisieron engrandecer la majestuosidad de este lugar construyendo templos, capillas y lugares de culto, lo cual otorgaba, progresivamente, mayor poder a la clase sacerdotal

El inicio de su florecimiento

Los primeros reyes de la Dinastía XVIII comenzaron asegurando las fronteras de Egipto, reforzando militarmente los territorios conquistados en Oriente Próximo y Nubia. De este modo, Egipto comenzó a abrirse cada vez más al exterior, y el comercio y el arte florecieron en cada rincón. 

La reina Hatshepsut llegó al trono en el año 1479 a.C., tras la muerte de su hermanastro y marido Tuthmosis II. Con su reinado se escribirá uno de los capítulos más apasionantes de las familias reales egipcias. Tras quedarse viuda, se convirtió en corregente con su sobrino menor de edad Tuthmosis III, hijo de su marido y de una esposa secundaria. No tardó mucho tiempo en proclamarse faraón gobernante, haciéndose representar incluso con el arquetipo de lo que debía ser un faraón: físico masculino, rostro y cuerpo vigorosos, ataviada con el tocado nemes y la barba ceremonial postiza, como podemos observar en las imágenes de su emblemático templo funerario en Deir el-Bahari. 

La localización privilegiada del Templo de Hatshepsut permite valorar aún más su magnificencia. Las montañas, al fondo, lo cubren como un manto. Foto: AGE

La historia de su vida ha estado ligada a diferentes luchas de poder, que le pertenecía legítimamente desde su nacimiento. El ascenso de la reina al trono se produjo gracias al apoyo de un grupo íntimo de poderosos e influyentes funcionarios de la corte real. Hoy en día, sabemos que su reinado fue uno de los más florecientes,desde el punto de vista artístico, de todo Egipto. El arte y la cultura experimentaron un impulso increíble por todo el valle del Nilo, se reactivaron tradiciones antiguas y se introdujeron grandes innovaciones. La reina faraón otorgaba mucha importancia a la construcción y restauración de edificios religiosos, así como a los contactos comerciales con países extranjeros. Impresionante fue la expedición comercial que Hatshepsut mandó al país de Punt, cuya localización exacta se desconoce hoy en día, en el octavo año de su reinado. 

Los espléndidos relieves de su templo funerario narran que dicha expedición se adentró por tierra y mar durante varios meses más de 1.000 km en territorio extranjero, de donde se trajeron árboles de mirra, incienso, animales exóticos, oro y piedras preciosas. El viaje al país de Punt supuso un hito en la historia de la humanidad, ya que por primera vez se atestigua una auténtica decisión de estrategia política internacional, dedicada a controlar una ruta comercial de primer orden para los intereses de Egipto.

Del pacifismo a la guerra

Todo lo que tuvo de pacífico el reinado de Hatshepsut, tuvo de belicoso y militar el de su sucesor, Tuthmosis III. Tras subir al trono mandó destruir –e incluso usurpó– todos los monumentos de su antecesora e hizo borrar el nombre de la reina faraón, con lo que las listas de los reyes posteriores no mencionan la presencia de esta mujer en el trono de Egipto. Son famosas sus campañas militares contra los mitanni, en el actual Kurdistán, así como en la zona de Libia y en la Alta Nubia. Con Tuthmosis III, Tebas se convirtió en una gran capital cultural y comercial. 

Por su parte, Amenhotep III fue el noveno faraón de la Dinastía XVIII. Aportó al país del Nilo estabilidad y bienestar. Su política estuvo caracterizada por una audaz diplomacia con los reinos extranjeros a través de sus bodas con las hijas de príncipes extranjeros y gobernantes de pueblos vecinos. Ningún otro faraón de su dinastía hizo construir por todo el país tantos y tan monumentales templos y estatuas de sí mismo. Cabe destacar, por ejemplo, los Colosos de Memnón, que se hallaban en la entrada de su templo funerario. Akhenaton subió al trono cuando su hermano mayor, y verdadero príncipe heredero, murió prematuramente. Con este monarca se abriría una nueva etapa en la historia del arte en Egipto. Fue un rey visionario y radical y un gran reformador. 

Cuando Akhenaton muere, ocupa el trono un soberano efímero, y a continuación un niño de tan solo ocho o nueve años de edad, llamado Tutankhatón, que pronto cambió su nombre por el de Tutankhamon.

Los Colosos de Memnón, dos estatuas gemelas que muestran a Amenhotep III en posición
sedente mirando al este, en dirección al río Nilo y al Sol naciente. Foto: Istock

El pequeño Tutankhatón

Tan solo reinó diez años, y su pequeña tumba, poco adecuada para un faraón, induce a pensar que su muerte fue repentina, que su verdadera morada para el Más Allá no estaba aún preparada. Hubo que equipar y decorar la tumba a toda prisa y de forma descuidada. En cambio, su increíble ajuar, compuesto por 5.398 objetos, sigue siendo, hoy en día, materia de numerosos estudios y análisis. Tutankhamon murió a los 19 años, sin dejar herederos (sus hijas murieron antes). El propio Carter llegó a decir que si alguna de las hijas de Tutankhamon hubiera sobrevivido y reinado, la historia de Egipto hubiera sido otra muy distinta.

Referencias:

  • Shaw Ian. Historia del Antiguo Egipto. Ed. Oxford.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-10-13 11:24:03
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades
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