Menú Cerrar

una inmersión en la vida diaria de la antigua polis

una inmersión en la vida diaria de la antigua polis

Pericles (494-429 a.C.) reunió a la flor y nata de las artes y las ciencias en Atenas, dándole a la ciudad un esplendor que nunca antes había conocido y no conocería después jamás. Carismático e incorruptible, el estadista, político y orador dotó a Atenas de grandes obras públicas, mejorando las infraestructuras civiles y apostando por la construcción y renovación de majestuosos monumentos como la Acrópolis o el Templo de Zeus

Pero, además, el estratega mejoró la calidad de vida de sus ciudadanos abogando por la educación, defendiendo la cultura e imponiendo la igualdad. Su tiempo de gobierno en la ciudad de los dioses se conoce como el Siglo de Pericles y también como el Siglo de Oro de Atenas. Una afirmación a la que no le faltan argumentos de peso.

Férreo defensor del proceso de democratización iniciado por Efialtes, su antecesor en el cargo, y fiel a su empeño de desarrollar en su ciudad las artes y las ciencias, Pericles logró que Atenas alcanzase en el siglo V a.C. su máximo apogeo a escala política, intelectual, económica y cultural. Fue un esplendoroso período que tuvo sus evidentes y positivas repercusiones en el ámbito institucional y también doméstico, mejorando la vida de sus conciudadanos durante los 32 años que duró su gobierno, entre 461 a.C. y 429 a.C., año de su muerte.

Las casas de los atenienses

Pericles fue un hombre de origen aristocrático, pero con ideas democráticas, que mantuvo hasta el final de su vida el empeño de que todos los atenienses tuvieran los mismos derechos. De ahí que en su Atenas hubiese muy pocas fortunas y la inmensa mayoría de la población viviese sin grandes lujos y de forma modesta, pero bien.

Una vida que llevaban en casas que generalmente tenían dos pisos: el primero para los hombres y el segundo, o gineceo, para las mujeres (donde estas acostumbraban a pasar el día junto a sus sirvientas y sus hijos pequeños). Lo habitual era que esas casas tuvieran una sola apertura en la pared que daba a la calle y un patio interior en la parte trasera rodeado de columnas, al que llamaban el peristilo y por donde se colaban el aire y la luz.

Ágora romana de Atenas. Foto: Shutterstock

Aquellas casas fueron testigos de cómo la estructura de la ciudad cambiaba a medida que los planes arquitectónicos de Pericles avanzaban, transformando Atenas, que hasta entonces había tenido el aspecto de una gran aldea, con calles estrechas y tortuosas, en una ciudad de grandes avenidas que se cortaban en ángulos rectos y de cuya construcción ‘tuvieron la culpa’ grandes arquitectos de la época como Hipodamos.

Más preocupados por el confort que por el lujo, los atenienses contemporáneos de Pericles apostaban por un reducido tamaño en sus habitaciones y por la sencillez a la hora de decorarlas. El mobiliario de las casas atenienses de la época constaba de los elementos estrictamente necesarios para vivir, tales como sillas -bajas y sin respaldo-, camas, ánforas e hidras para almacenar el agua y el vino o lámparas de terracota o metal.

Una sociedad patriarcal: la mujer relegada al hogar

Era en esas casas donde las mujeres desempeñaban sus ocupaciones. Y es que en una sociedad patriarcal como la que regía en la Atenas de Pericles solo los hombres tenían todos los derechos y las ventajas, y solo ellos se beneficiaban de tener acceso a la educación y el poder.

Las féminas, sin embargo, se ocupaban de la familia y de las tareas vinculadas al hogar, entre las que se incluía la confección de las vestimentas, tanto las suyas como las de los hombres y los niños. En general, el vestuario era muy sencillo y consistía en una túnica que se recubría con un manto y un calzado que se reducía a unas sandalias de tiras.

Además de tejer e hilar, la alimentación en el hogar ateniense también era una tarea asignada a las mujeres, y entre los alimentos que consumían no faltaban los cereales, la miel, el queso, el pescado frito, el pan, los higos, las aceitunas o las salchichas.

Aunque muchos de esos productos eran cosechados en sus tierras y los atenienses eran frugales, la Atenas de aquellos años no daba tanto alimento como el que su creciente población necesitaba, por lo que con frecuencia se recurría a la importación de otros lugares.

Comercio marítimo: la base de la economía

De hecho, aunque la agricultura era importante en su economía, lo era mucho más el comercio marítimo, que actuaba como verdadera locomotora de las finanzas, ayudada, eso sí, por una industria artesanal de productos de calidad, que era vista con muy buenos ojos tanto por los habitantes de Atenas como por los extranjeros que a ella llegaban.

Entre estos extranjeros figuraron muchas mujeres que, procedentes de ciudades griegas del Asia Menor, llegaron a Atenas para, gracias a su refinada educación, formación cultural e inteligencia, acceder a los círculos intelectuales y políticos a los que acudían los hombres. 

La plaga de Atenas (1652), de Michael Sweerts. Pericles fue una víctima más de esta mortífera epidemia en 430 a.C. Foto: ASC

Estas mujeres, a las que despectivamente se les atribuyó el nombre de heteras o hetairas, eran personas libres e independientes que no desempeñaban el papel de esposa. Una de ellas fue Aspasia de Mileto, a quien Pericles estuvo unido desde 450/445 a.C. hasta su muerte (429 a.C.). Ella fue una de las muchas personas brillantes desde un punto de vista intelectual de las que Pericles siempre buscó rodearse.

Educación intelectual y física

Eso explica que, durante el tiempo que gobernó Atenas, la ciudad acogiese un sinfín de personalidades destacadas del mundo de la política, la filosofía, la escultura, la historia, la literatura, la arquitectura… Todas las artes y las ciencias eran bienvenidas. Ese ambiente que ensalzaba el saber y el conocimiento fue sin duda un perfecto caldo de cultivo para la educación de los atenienses. 

Si bien esa educación comenzaba en la casa familiar hasta que los niños cumplían los siete años, después continuaba en la escuela, donde diferentes maestros enseñaban a los pequeños a leer y escribir, música y cálculo matemático. Además de esas disciplinas, de las que en la Atenas de Pericles había talentos por doquier, los niños tenían la obligación de asistir a clases de educación física en las que les preparaban para un futuro servicio militar. Una formación que a los 18 años –cuando servían en la armada– completaban aprendiendo a manejar las armas.

El peso de la educación física era tal que muchos de aquellos niños acababan sus estudios siendo auténticos atletas y teniendo unos conocimientos culturales de muy alto nivel. No en vano, la ciudad era un hervidero de filósofos, gramáticos y oradores. Entre estos últimos destacó el mismísimo Pericles, a quien se le apodó el ‘Olímpico’ gracias a sus brillantes discursos y arengas.

Fiel a su propósito de embellecer su ciudad en lo físico y en lo mental, Pericles no escatimó en gastos, tiempo o esfuerzos para hacer de Atenas la capital del mundo del arte. Muchas de las obras de arquitectura, escultura, pintura y música que en aquellos años se realizaron son todavía hoy modelos de belleza, armonía y perfección.

Atenas como faro en el arte y las ciencias

Aquellas obras –de carácter religioso en su mayoría– marcaron sin duda el presente de los atenienses contemporáneos a Pericles, y embellecieron una ciudad que todavía arrastraba los restos de la destrucción que le infligieron los persas durante las Guerras Médicas.

Entre aquellas majestuosas obras destacan las construcciones y reconstrucciones de santuarios y templos como el de Zeus en Olimpia, el de Apolo en Delfos y la Acrópolis.

Acrópolis de Atenas. Foto: GETTY

Para la reconstrucción de esta última, Pericles mandó traer mármoles blancos pentélicos de la cercana y famosa cantera del Pentelycón y contrató para tal empresa a los mejores arquitectos, escultores y obreros atenienses.

Aquellas obras dieron trabajo durante más de 20 años a los ciudadanos atenienses, contribuyendo así a la prosperidad física y económica de la urbe. Aquel fue el conjunto monumental más vasto y perfecto de la historia del arte griego y pudo llevarse a cabo gracias a la financiación de los tesoros de la Confederación de Delos.

Y no solo a ellos: también a otros ingresos menores que provenían de los derechos de aduana y de las multas, así como a los impuestos que debían pagar de manera permanente los ciudadanos en beneficio de la ciudad –el llamado sistema de liturgias– y al impuesto especial que en tiempo de guerra se veían obligados a pagar los ricos para llevar a cabo la construcción y mantenimiento de las trirremes que tanto poder naval dieron a Atenas

Suya era la responsabilidad también de pagar y mantener un coro necesario para las grandes fiestas religiosas, fiestas de las que se ocupaba el Estado y entre las que destacaban las Panateneas, ofrecidas a la diosa Atenea y cuya procesión ritual fue inmortalizada por Fidias en el friso del Partenón, y las que se celebraban en honor del dios Dioniso.

Además del poderío arquitectónico, en el que predominaban la línea recta y las columnas dóricas, jónicas y corintias como elementos primordiales de sus templos, la Atenas de Pericles fue un imán que atrajo a escultores del máximo nivel, como el ya mencionado Fidias, autor de la estatua de Atenea que se situó en el interior del Partenón y de la de Zeus en el Santuario de Olimpia.

Junto a él destacaron Mirón, quien se inmortalizó con su obra el Discóbolo –maravillosa representación de un atleta cuyos músculos se tensan al lanzar el disco–; Scopas, que participó en la decoración del Mausoleo de Halicarnaso, tumba del rey Mausoleo, y Praxíteles, quien con magistral belleza esculpió las estatuas de Artemisa y Hermes.

Arte funcional: la estética utilitaria

Los atenienses que vivieron bajo el gobierno de Pericles también pudieron disfrutar de toda esa belleza gracias a la producción de la cerámica que se dio en aquellos años. Algunas de aquellas piezas –de carácter utilitario, como las ánforas o los cántaros– han sobrevivido hasta nuestros días, y en ellas se puede contemplar la minuciosidad con la que eran trabajadas por sus artistas.

Vista idealizada de Atenas por Leo von Klenze (1784-1864). Foto: ALBUM

Lo mismo ocurría con los pintores, para quienes el rojo y el negro eran imprescindibles en su paleta de colores. Aquellos artistas, maestros de la perspectiva y el claroscuro, desarrollaron tres tipos de pintura durante el llamado Siglo de Pericles: el policromado de estatuas y bajorrelieves, la ejecución de cuadros murales y la ornamentación de vasos y ánforas, utilizadas tanto para el almacenaje de alimentos en los hogares y el ágora como para el transporte y exportación de aceites y vinos.

Teatro para todos

Además de estas artes, la Atenas de Pericles también fue testigo de un poderío musical cuyo desarrollo guardaba relación con el florecimiento teatral. Y es en este campo donde Pericles llevó a cabo una política republicana con gran carga social, al proponer un decreto 106 que permitía a los pobres acudir a ver las obras de teatro sin tener que pagar, siendo el Estado el que cubriría el coste de su admisión.

Además, como ya hemos mencionado, apostó porque las familias más ricas tuviesen la obligación de cuidar y sostener los coros y a los actores. De este modo, mantuvo la tradición por la que las piezas de teatro debían servir para educar moral e intelectualmente al pueblo y hacer de Atenas la gran ciudad del teatro griego. 

Entre los escritores dramáticos de aquella época, los atenienses pudieron disfrutar de las obras de Esquilo, centradas en la mitología, como Prometeo encadenado o Agamenón; Sófocles, cuyas creaciones suponían una crítica a los problemas religiosos y políticos, como en Antígona o Edipo Rey, y Aristófanes, que dominó el teatro cómico recurriendo a las críticas y caricaturas. Entre sus obras destacan Las nubes y Las avispas.

La Atenas de los nombres propios

Todos ellos convivieron en la ciudad y en esos años con grandes pensadores y escritores como Demócrito, quien imaginó el universo como una inmensa combinación de átomos. Y todos ellos fueron en más de una ocasión huéspedes de Pericles y su esposa Aspasia. 

Ambos apostaron siempre por rodearse de personas cultivadas como el filósofo Anaxágoras, los historiadores Heródoto –que describió las Guerras Médicas–, Tucídides, autor de La Guerra del Peloponeso, y Jenofonte, el arquitecto Hipódamo de Mileto, el logógrafo Lisias o los oradores Demóstenes, Temístocles y Arístides. Pero la enumeración de mentes privilegiadas que acudieron a Atenas en la época de Pericles no acaba aquí.

Dibujo de las murallas largas que conectaban Atenas con los puertos de El Pireo y Phalerum. (Historia universal ilustrada, de Edmund Ollier). Foto: ALBUM

Prueba de ello es que en el ámbito filosófico tres fueron los grandes nombres propios que destacaron. Entre ellos figura Sócrates, considerado uno de los más versados sabios griegos, autor de máximas como “Solo sé que no sé nada” y condenado a beber cicuta tras ser acusado de introducir nuevos dioses y corromper a la juventud, de la que era maestro. 

A Sócrates se une uno de sus discípulos, Platón, fundador de la Academia, escuela filosófica nacida alrededor del año 387 a. C. Y ya algo más tarde, en el siglo VI a.C., Aristóteles, discípulo del anterior y fundador de la psicología y la lógica.

Avances científicos

En materia de ciencias, la Atenas de Pericles tampoco escatimó en lo referente a medicina, matemática, física, geografía y astronomía. Si en la primera destacó Hipócrates, al desligar la medicina de la magia, la hechicería y la superstición, en la segunda descollaron Pitágoras, a quien se atribuye la invención de la tabla de multiplicar, además del teorema y el triángulo que llevan su nombre, y Tales de Mileto. 

En el campo de la física, los progresos más importantes en el Siglo de Pericles se dieron en el sistema de medir la longitud, la superficie y el tiempo. Los atenienses contaban el tiempo por años solares y meses lunares (12 meses de 29 días y medio), y cada ocho años agregaban uno suplementario.

Juicio, ataques y calumnias

Pero, pese a esa atmósfera de sabiduría y conocimiento, en la Atenas de Pericles también hubo sitio para las afrentas, los juicios, las condenas y los ataques personales. Ataques que vivió en primera persona y muy de cerca el propio Pericles a cargo de sus rivales en política.

Aquellas afrentas fueron dirigidas contra Fidias, su amigo escultor, a quien se le acusó de apropiación indebida de oro destinado a la estatua de Atenea y de ofensa moral, y contra Aspasia, acusada de corromper a las mujeres de Atenas. 

Aunque Aspasia fue absuelta, su amigo Fidias tuvo que exiliarse a Élide (si bien Plutarco indica que fue condenado por estas acusaciones y que habría muerto en la cárcel en Atenas, de enfermedad o envenenado). Otro amigo de Pericles, Anaxágoras, fue atacado por la Ekklesía por sus creencias religiosas. Fue esta la que también atacó a Pericles, demandando una justificación por su ostensible derroche y mala administración de dinero público.

Ánforas de comida y vino para la corte real minoica del palacio de Knossos (isla de Creta). Foto: SHUTTERSTOCK

Aquellos ataques no solo empañaron la figura del estratega, sino que supusieron el principio del fin. Un fin que tuvo que ver con la Guerra del Peloponeso, en la que Pericles llevó a Atenas a luchar contra Esparta y de la que la ciudad de los dioses no salió victoriosa. La primera gran derrota de aquel conflicto llegó cuando Esparta saqueó e invadió Ítaca obligando a Pericles a refugiarse junto a su pueblo tras las murallas de Atenas. 

Aquel hacinamiento de la población generó pésimas condiciones para la salud pública, que derivaron en una epidemia –se cree que fue una fiebre tifoidea–. Así, en 430 a.C., miles de atenienses sucumbieron ante una temible plaga, incluidos los dos hijos del primer matrimonio de Pericles, su hermana y él mismo.

Tras la muerte del gobernante que dio a Atenas sus años dorados, la ciudad se sumió en una época de letargo que se llevó consigo el resplandor que había protagonizado durante varias décadas. La vida cotidiana de los atenienses cambió para siempre. 

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-12-09 16:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

Deja un comentario