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La Tercera: Los fantasmas que persiguieron al exteniente venezolano Ronald Ojeda en Chile (Detalles) – AlbertoNews

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Minutos después de que Ronald Ojeda fue subido a un auto con rumbo desconocido por un grupo de personas con uniformes falsos de la PDI, su hermana mayor gritaba. Tenía rabia. Le insistía a los carabineros que llegaron a su departamento, en Independencia, que había sentido el acento venezolano del grupo de supuestos policías que habían sacado a Ojeda en calzoncillos desde su casa. Pedía que comenzaran a buscarlo de inmediato. Estaba segura de que esto no era un arresto normal.

Por LA TERCERA DE CHILE

La hermana cuenta todo esto durante el funeral de Ojeda, en el Cementerio Parque Canaán de Pudahuel, mientras tiene al frente el ataúd del exteniente del Ejército venezolano. Después de que sus familiares hablan, comienza el descenso del ataúd. Varios se acercan a tocarlo. La viuda de Ojeda abraza a su cuñada, quien llora a gritos. En eso, el hijo del matrimonio lanza una flor al ataúd. “Adiós, papá”, dice el menor.

Aún les duele su muerte, porque sienten que pudo haberse evitado. No entienden cómo en Chile una persona puede desaparecer en su casa y, luego, aparecer sin vida nueve días más tarde.

Aunque lo que más resienten, dice la hermana de Ojeda en su discurso, es lo que le hicieron a su hermano. Siente que se repitió algo que nunca pensaron que iba a pasar.

-Su vida estuvo marcada por tortura en dos oportunidades. Las primeras torturas fueron causadas en Venezuela, donde gracias a Dios, en aquella oportunidad, pudo librarse. Un año lleno de torturas que marcaron su cuerpo infinitas veces -dijo ella-. Aunque lastimosamente en esta oportunidad no lo pudo resistir.

Foto: Andrés Pérez / La Tercera.

Entre las personas que acompañan a la familia de Ojeda hay varios militares. Son jóvenes, entre 30 y 40 años. Visten de negro, de lentes oscuros y pelo corto. Ayudaron a organizar la logística detrás del funeral y a levantar apoyos económicos para la familia.

Estos amigos describen a Ojeda como una persona muy hermética. De allí que el trabajo de la Fiscalía ha sido tan áspero: han tenido poco éxito recopilando información de la vida de Ojeda en Chile, a pesar de haber tomado 20 declaraciones. Ese lapso de tiempo es clave para entender qué fue lo que le pasó, dijo el fiscal nacional, Ángel Valencia, en Radio Cooperativa.

Mientras una línea investigativa no descarta que su desaparición esté relacionada con el crimen organizado y la relación de Ojeda con el Tren de Aragua, estos militares están totalmente en desacuerdo con esa tesis. Ellos son del grupo Espada de Dios: varios fueron detenidos y torturados en Venezuela, junto al exteniente, por conspirar contra Nicolás Maduro.

Por eso, hoy todos dicen que, para entender el dolor tan profundo de esta familia, hay que saber que mientras Ojeda vivió en Chile, intuía que algún día su pasado vendría a pasarle la cuenta.

Ronald Ojeda egresó de la academia militar venezolana en 2012. Fue allí cuando se dio cuenta del “adoctrinamiento” que existía en la escuela. El punto de quiebre para él fue en 2016, cuando la crisis humanitaria en ese país se agudizó. Ojeda no lo aguantó.

-Teníamos una situación de poder, de privilegios. Pero éramos testigos de cómo la gente pasaba hambre, cómo los anaqueles estaban vacíos, cuando en los cuarteles nos decían que todo estaba bien– dice un militar amigo de Ojeda, que prefirió mantener su identidad en reserva. Prefiere ser llamado “Diego”, una chapa militar.

Esto llevó al teniente a involucrarse con el grupo Espada de Dios. “Diego” explica la idea del grupo.

-El plan era hacerse del poder, tomando la instalación militar más grande de Venezuela en el país. Pero yo no sé qué actividades tenía Ojeda. La información se manejaba de manera sectorizada.

Cinco de ellos, Ojeda incluido, escaparon de las torturas de la cárcel de Ramo Verde en 2017. Tras esto, se dispersaron por todo el mundo.

Ojeda eligió Perú como su nuevo hogar. Allí solicitaron asilo político. Vivió ahí durante menos de un año. Durante esa estancia, Ojeda vivió en dos ciudades: Lima y Huánuco, en el centro norte de ese país. Al tiempo, el militar admitió no sentirse seguro allá. Por eso decidió moverse y, también, a descartar ciertos destinos.

-En ese tiempo Ecuador estaba gobernado por la izquierda y en Brasil el idioma era una dificultad. Colombia estaba más cerca de Venezuela. Por ende, Chile era el país más seguro– dice el teniente José Rodríguez, quien vivió en Perú junto a Ojeda.

Ronald Ojeda llegó a Chile a finales de 2017. Según un compañero de promoción, cruzó a través del Complejo Fronterizo Chacalluta. Allí explicó su historia y solicitó asilo político.

La primera residencia que tuvo en Chile fue en Santiago, junto a su familia. Vivió ahí cerca de dos años. El primer trabajo que obtuvo al llegar fue conductor de aplicaciones: hizo Uber en Santiago durante un año y medio. Después de eso, no volvió a ese empleo. La cuenta bajo su nombre en esa empresa no tiene actividad desde 2019. Era de lo poco que podía hacer para sostener su casa. “Cuando llegó, le costó mucho encontrar trabajo, ya que no tenía documentación”, dice Rodríguez.

Ronald Ojeda y su familia, de vacaciones en una playa en Chile.

En ese tiempo el militar también aprendió a pintar. Esto coincidió con otro hecho. En 2020, Ojeda recibió una oferta laboral en Quillota, en una empresa constructora que hacía estructuras. Era más dinero del que ganaba en Santiago. Por eso, tomó a su familia y se mudó. Arrendaron una casa, en la que vivió durante la pandemia. Cuando terminó el trabajo en la construcción, tomó otro como recolector en una plantación de paltas de la zona.

Pronto la idea de vivir en la Quinta Región dejó de funcionar, porque sus ingresos eran menos de lo que necesitaba. Por eso, la familia volvió a Santiago en el año 2021. Se establecieron en un departamento en la calle Maruri, de Independencia. A finales de ese año la hermana del teniente constituyó una sociedad para instalar un centro de estética en el centro de Santiago. Allí mismo comenzó a trabajar con la esposa de Ojeda, haciendo masajes reductivos para clientas.

El teniente intentó con otros oficios. Además de ser repartidor de Rappi, emprendió en un negocio de helados artesanales con su esposa.

Sus trabajos, eso sí, no siempre bastaban. Como declaró al Ministerio Público una persona que lo conoció, hasta diciembre del año 2023 la familia Ojeda recibió dinero de un capitán del Ejército venezolano. Fueron tres transferencias por un total de aproximadamente un millón trescientos mil pesos. Ese dinero servía mucho, ya que Ojeda se encontraba sin trabajo en esa época.

 

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Fuente de TenemosNoticias.com: albertonews.com

Publicado el: 2024-03-10 07:18:45
En la sección: Internacionales – AlbertoNews – Periodismo sin censura

Publicado en Internacionales

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