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Aguanté hambre, sufrí anemia y me rechazaron, pero logré convertirme en modelo internacional

Aguanté hambre, sufrí anemia y me rechazaron, pero logré convertirme en modelo internacional

La habían rechazado en decenas de castings, no sabía hablar inglés y tenía días en los que la plata no le alcanzaba ni para comer. Llevaba casi tres meses en Nueva York sin conseguir una campaña para trabajar. En ese tiempo, Elaine Palacio veía cada vez más lejos el sueño de volverse modelo internacional, una promesa por la que había decidido transformar su vida un año atrás y mudarse 3.861 kilómetros lejos de su hogar en Colombia. Sin embargo, los papeles cambiaron una mañana mientras caminaba por Soho, uno de los exclusivos barrios de Manhattan.

Iba en compañía de un amigo a unas clases de danza africana con el propósito de cambiar su ánimo, cuando una mujer la detuvo en la mitad de la acera y le preguntó su nombre y en qué agencia trabajaba. 

La joven nacida en Puerto Boyacá, de tan solo 17 años, respondió confundida y con palabras en inglés que se mezclaban con un marcado acento que delataba que era extranjera. Sin más, la reclutadora se marchó en su elegante automóvil del que se había bajado minutos atrás.

Días después le anunciaron que había sido elegida para ser el parte de Victoria Secret Pink en 2020. Así empezó su carrera. Desde ese momento ha trabajado con grandes marcas y editoriales como Vogue Italia, Valentino, Gucci, Armani, Jaquesmus, Alexander Wang, Moschino, Giorgio Armani, Victoria Beckham, Burberry, Reebok, entre otras.

Tras seis años en la industria, Palacio reconoce que su trabajo actual no está, ni cerca, del futuro que se proyectaba cuando era niña.

Elaine nació el 27 de octubre del 2001 en Boyacá. Fue criada por su madre, Sandra Milena Mosquera, una profesora de ciencias sociales; su padre, Luis Alberto Palacio, albañil, y por su abuela, María Flor Rentería, una chef reconocida en el pueblo. Desde niña, su hiperactividad y personalidad extrovertida la había orillado a ser parte de múltiples grupos de baile y de varios deportes.

“Mi abuela me inculcó a dejar la pena de lado. Siempre fui esa chica que hacía las danzas en el salón, los eventos o cualquier tipo de ‘show’ para pasar la materia”, recordó. Su actitud parece no haber cambiado, habla con facilidad y en compañía de sus manos, se ríe a carcajadas y, a pesar de contar momentos difíciles, no pierde la sonrisa.

Estudió en la Institución Educativa San Pedro Claver, en donde destacó, desde los 10 años, como parte del equipo de atletismo, llegando a traer a su colegio medallas de oro y reconocimiento como una potencial deportista de alto rendimiento en las competencias locales, departamentales y nacionales.

Así creció Palacio. Se acostumbró durante siete años al deporte exigente, a las raspaduras, a caminar y correr con paso firme y a dejar de verse delicada. Sin embargo, su abuela nunca dejó de recalcarle su belleza y que su futuro sería ser una modelo, “una exitosa, así como Naomi Elaine Campbell”.

¿Cómo voy a hacer modelo?, me veo de todo menos así

Para la puertoboyacense, quien compartía nombre con la actriz, empresaria y supermodelo británica, ese sueño era imposible. “¿Cómo voy a hacer modelo?, me veo de todo menos así”, ese era su principal pensamiento. 

Especialmente, porque, en ese momento, ser negra y modelo internacional eran “bendiciones” que solo mujeres como Naomi podían cumplir.

En su mente, por el contrario, tenía otro referente. Quería ser la siguiente Caterine Ibargüen, ganadora olímpica. “Yo estaba súper motivada para ser la mejor atleta, estaba mentalizada de que eso era lo que yo quería”, explicó. Con el propósito de continuar con esa meta, investigó y encontró que la Liga de Atletismo de Antioquia, ubicada en Medellín, debía ser su siguiente paso para avanzar en las competencias.

Estaba emocionada por mudarse, había escuchado que los deportistas de allí eran más fuertes porque venían de Chigorodó y del Chocó y que, además, los formaban profesores especializados. No obstante, ese no era el mejor momento económico para su familia, quienes tendrían que pagarle un lugar para vivir, transportes, comidas y la matrícula del último año de bachillerato, que le faltaba completar, si se iba a mudar a la capital antioqueña.

“Mi abuela era la que tenía trabajo en ese tiempo y yo le rogué y rogué, hasta que accedió a pagarme la mensualidad en la casa de mi tía”, contó. Su familia confió en ella, desde niña había sido responsable, dedicada y muy independiente, por lo que el cambio, pensaban, no le daría tan duro. “Empecé con la liga con mucho esfuerzo, pero no importaba porque yo quería seguir y sacar adelante a mis papás”, estableció.

De la pista de carreras a la pasarela

Estando en Medellín, en medio de una rutina exigente para asistir a sus entrenamientos que quedaban a dos horas de su casa, la joven de 16 años vio un aviso de un casting en la red social de Facebook para entrar a una nueva agencia de modelaje en Colombia, ‘Cover Management’.

“¿Por qué no intentar?”, pensó antes de proponerle a su tía que la acompañara hasta El Poblado a probar la idea, en ese tiempo lo veía como un hobbie que podía hacer de la mano del deporte.

Elaine recuerda ese momento con nostalgia y exactitud, había dos chicos y una chica esperando afuera cuando la llamaron a entrar, tan pronto la vieron, todos los presentes gritaron y la alagaron. Ella no entendía nada. “Empezaron a decir que era muy linda, decían ‘Wow’. Me da risa porque uno no sabe que ese momento le va a cambiar la vida”, dijo.

Yo era una mujer más marcada, más fuerte, que tuvo que cambiar a lo delicada, a lo elegante y a la moda

Tan pronto tomaron unas fotos, firmó con su primera agencia a los 16, justo para el comienzo de la temporada del Colombia Moda o, la también conocida, semana de la moda en Colombia. Apenas entró a la industria, su abuela la inscribió a la academia JC Figuera Models en Medellín.

“Fue superdifícil porque ya estaba acostumbrada a otras cosas. Yo era una mujer más marcada, más fuerte, que tuvo que cambiar a lo delicada, a lo elegante y a la moda”, hizo memoria. Sin embargo, esto no fue lo que más la impactó. Hasta el momento, no tenía idea de cómo sería el proceso de selección para las pasarelas, ni cómo eran sus nuevas colegas.

Fue en esa experiencia cuando se enteró de lo “crudo y real” que eran los castings. Más de 50 modelos esperando, algunas comiendo, durmiendo o leyendo en el suelo, hasta que una persona grita ‘Casting abierto’ y como si se tratase de una estampida de animales, todos los presentes salían corriendo a poner un folio con las fotos e información básica sobre una mesa.

“Al ver eso yo me sentí muy mal porque yo decía, si estas severas mujeres, súper hermosas, que tienen su estilo, no pasan y ahora yo, que vengo con unos pantalones y unos tenis, ¿si lo voy a hacer?”, recordó al respecto.

Participó en esta dinámica por, aproximadamente, 20 castings para las marcas que trabajarían en Colombia Moda y no quedó en ninguno. “Lo que pasó es que era muy negra y aquí estamos acostumbrados a ver a la rubia, ojiclara, con el bikini y pelo liso”. Ella sabía que contaba con obstáculos y que quizá “no tenía la misma oportunidad que otra persona”, pero ahora las condiciones son otras.

Lo que pasó es que era muy negra y aquí estamos acostumbrados a ver a la rubia, ojiclara, con el bikini y pelo liso

“En una marca grande colombiana tu no vas a ver más de tres negras en esa pasarela o más de tres mujeres indígenas representantes, no las vas a ver”, señaló. El cuarto día de pruebas, con la actitud casi por el piso, una fotografía lo cambió todo.

Un amigo, quien también era modelo, le tomó una foto improvisada con su celular e inmediatamente la envío a una prestigiosa agencia que tiene presencia en Colombia, México y Estados Unidos. “El director me escribió para firmar en Colombia y México. Su idea era llevarme a Nueva York rápido”, según le contaron, su perfil era ‘internacional’ y su mejor oportunidad era irse del país.

Recelosa y desconfiada, dio un paso al vacío y se fue a México, a vivir en una casa de modelos y trabajar allí.

‘Siento que fue un abuso’: la experiencia en el extranjero

En el país latinoamericano estuvo seis meses y se devolvió a Colombia para sacar los papeles de la visa e irse a Nueva York. Según cuenta Palacio, allí hizo, al menos, 15 pasarelas cada por un valor que variaba entre los 800 y 1.000 dólares, de igual forma, participó en múltiples campañas de pagos millonarios. No obstante, nunca recibió alguna de las ganancias que obtenía.

“Yo era una niña y siento que fue un abuso. Esta persona me compraba ropa para ir a las audiciones y luego me cobraba millones de pesos por esas mudas”, contó que le llegó a acumular una deuda de más de 10 millones de pesos por ocho mudas de ropa. A pesar de ello, no sabía qué podía considerarse una injusticia o no, y, antes, se sentía agradecida de la oportunidad que le habían dado.

Fui la única que se quedó, la que soporté y siento que fue porque era la más pequeña

Poco a poco se dio cuenta que todas las modelos que llegaron con ella iban “desapareciendo, fui la única que se quedó, la que soporté y siento que fue porque era la más pequeña”.

Al llegar a Estados Unidos la buena racha que tuvo en México no continuó con la misma constancia, en esos meses en los que residía en un pequeño apartamento de dos habitaciones con otras seis personas, tuvo que “apretarse el bolsillo”. Debía caminar, al menos, cuatro horas para llegar a sus audiciones, colarse en el metro o saltarse comidas por dos días seguidos, o a veces tres, porque no le alcanzaba.

Unas semanas eran más complicadas que otras, especialmente, porque su jefe creía que su peso era uno de los motivos por los que estaba quedándose sin trabajo y, para “arreglarlo, me empezó a dar 40 dólares semanales, cuando me tenía que dar 100 por contrato. ¿Qué hago con eso?, nada. Me alcanzaba solo para comer, pero si tenía que comprar algo personal como jabón o desodorante, ya no podía”.

Las críticas hacia su cuerpo no paraban. La presión sobre ella fue aumentando y le insistían que debía bajar de peso rápido. “Me decían que estaba gorda y no lo estaba, estaba normal, solo que venía de ser atleta, tenía más pierna, cola y un poco más de músculo”, explicó. Sin embargo, eso no lo entendían, de hecho, su jefe empezó a aplicar medidas para revisar su cuerpo. En primer lugar, le compró unas pastillas que, según él, eran para bajar de peso.

Me decían que estaba gorda y no lo estaba, estaba normal, solo que venía de ser atleta, tenía más pierna, cola y un poco más de músculo

De igual forma, cada semana la obligaba a ir al edificio para que le tomaran la talla. El hombre quería ver resultados rápidos, por lo que Elaine, en medidas desesperadas, solía amarrarse los muslos y la cintura con cinta, apretándola hasta que el pantalón le quedara más ceñido.

“Yo ya tenía mucha ansiedad y ninguna modelo hacía nada. Lloraba todo el tiempo, pero nunca le dije a mi mamá”, se lamentó. Elaine guardó todas las malas experiencias y se fue aislando de su familia para no preocuparlos. Después de todo, apenas tenía 17 años, seguía siendo una niña.

Creía que podía soportarlo, pero la situación no cambiaba, aún no conseguía contratos de los castings y ya venía el ‘Fashion Week’ de invierno en Nueva York. “Tenía miedo de que me devolvieran y yo no quería, lo que necesitaba era tiempo”, contó que, entonces, la única salida que pudo encontrar era triplicar la dosis de las pastillas que estaba tomando.

Me tomé seis pastas y me desmayé. Gracias a Dios que había dos compañeros en el apartamento que me ayudaron y vomité”, dijo. Las consecuencias de este estilo de vida fueron cruciales para su salud: le dio anemia por un tiempo, bajó mucho de peso y sigue teniendo algunos problemas que involucran la alimentación. “Lo que pasa es que mi cuerpo no recibe la comida y estoy más flaca. Mi agente me dice que me cuide”.

‘Mi reinita, te lo dije. Tienes 18 años y mira dónde estás’

Pasaron tres meses después de vivir así cuando, finalmente, logró una oportunidad. Terry, una reclutadora de Victoria Secret la encontró en la calle y la citó a una prueba de ropa.

“Ella estaba encantada conmigo. Mi inglés estaba ‘ratata’ pero gracias a Dios se dieron las cosas e hice la campaña. Me querían poner con las grandes, pero yo estaba muy chiquita. De hecho, tuvieron que esperar 20 días hasta que yo cumpliera los 18 para poder firmar el contrato por lo que la campaña era de 20 mil dolores”, explicó con emoción en su voz. Trabajó con la empresa de ropa interior todo el año, dos veces por semana. Esta primera campaña la ayudó a pagar todas sus deudas e irse del apartamento.

“Yo renuncié con las manos vacías, una atrás y una adelante. Hasta mi visa se canceló, pero igual, al ver que yo estaba trabajando me la renovaron por tres años”, comentó que consiguió su propio lugar para vivir y firmó con otra agencia, desde ese momento las cosas empezaron a mejorar.

“El primer año yo hice Jacquemus, Off White, Valentino y varias pasarelas de la semana de la Moda en Nueva York, París y Milán”, además de convertirse en la primera modelo afrocolombiana que logra aparecer en la portada de la revista Vogue Italia de septiembre de 2020. Siendo invitada a participar en la edición de conmemoración del movimiento ‘Las vidas negras importan’ (BLM, por sus siglas en inglés).

“Mi reinita, te lo dije. Tienes 18 años y mira dónde estás”. Elaine contó que esas fueron las palabras de su abuela, María Flor, al verla en la portada. Para ella, Palacio es, sin lugar a duda, la Naomi Campbell colombiana.

A esta fecha ha logrado trabajar con múltiples empresas reconocidas. Este año se encuentra trabajando con Beauty Sara, la revista Essex y participando en diferentes pasarelas del actual ‘Fashion Week’, que se está desarrollando desde el pasado 9 de febrero. 

Fundación negros de corazón: su nuevo proyecto

Puerto Boyacá es un municipio en donde, lastimosamente, los talentos se pierden

«Puerto Boyacá es un municipio en donde, lastimosamente, los talentos se pierden”, comentó. Elaine piensa que, si no hubiese salido del municipio con el apoyo de su familia a una de las ciudades principales, como lo fue Medellín, probablemente no tendría el mismo éxito o trayectoria que tiene actualmente. Por ello, ha dedicado estos últimos tres años a convertirse en ese apoyo en su comunidad.

Finalizando el 2022, cuando se encontraba en una situación más estable y tranquila, creó un proyecto sin ánimo de lucro en compañía de sus familiares para ayudar, mediante la cultura y el deporte, a los jóvenes de Puerto Boyacá. Se trata de la ‘Fundación Negros de Corazón’, una casa, como la llama ella, en donde los niños del municipio puedan desarrollar sus capacidades y habilidades.

En este momento, la organización se dedica, principalmente, a ser un espacio para que, a quienes les guste el baile, puedan competir y demostrar sus talentos. Sin embargo, Palacio visualiza este proyecto más grande, “quiero que sea el lugar de esos jóvenes que quieran emprender o tener una oportunidad de desarrollar sus capacidades en todo tipo de arte como la música, pintura, baile y más”.

Su inspiración para fundarlo viene de sí misma, recordando cuando solía bailar en su infancia, lo mucho que le gustaba, pero las pocas oportunidades que había: sin trajes, espacios, ni profesores que les enseñaran. “Yo bailaba un montón porque mi abuela siempre no inculcó la chimia chocoana, la carranga de Boyacá y la champeta”, agregó que en su familia son un “revueltijo” de culturas.

Sus planes son continuar aplicando a varios proyectos en pro a la cultura y el deporte. La idea, de acuerdo con Elaine, es generarles beneficio a los participantes, ya sea con reconocimientos y experiencias.

Laura Nathalia Quintero Ariza. 

REDACCIÓN ÚLTIMAS NOTICIAS. 

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2024-03-23 01:00:00
En la sección: EL TIEMPO.COM -Colombia

Publicado en Colombia

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