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Así buscan salvar a los burros criollos de su extinción en una universidad de Medellín – Medellín – Colombia

Así buscan salvar a los burros criollos de su extinción en una universidad de Medellín - Medellín - Colombia

En las montañas antioqueñas, en la costa Caribe y otras regiones del país es usual ver campesinos con burros cargados que les permiten llevar y traer alimentos para sus viviendas e incluso para poder vender la cosecha en los pueblos.

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El burro se ha convertido en un fiel compañero de trabajo para el campo colombiano por su alta capacidad de carga y de aguantar temperaturas extremas, como en la costa Caribe; pero entre científicos hay preocupación ante lo que sería la extinción de la especie.

En el laboratorio de biotecnología animal del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, el PhD. Juan David Montoya avanza en una investigación con la que busca evitar una posible extinción de los burros criollos colombianos.

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Su trabajo no es reciente. Empezó hace 9 años cuando era estudiante de maestría en Ciencias Agregarías y se interesó por la manera en que se podían conseguir mejores ejemplares de mulas para el país.

La investigación ajustó 9 años de trabajo científico. 

Foto:

Sebastián Carvajal Bolívar / EL TIEMPO

“Mantienen el campo y tienen una importancia en el sector agrario como animales de transporte de carga”, dijo Montoya sobre el animal que resulta del cruce entre el burro y la yegua.

Con el tiempo, en la investigación encontró otro dato que agregó más relevancia a su trabajo académico y le dio un mayor ímpetu: 4,8 millones de burros son sacrificados anualmente para la exportación —casi siempre ilegal— de pieles según la ONG inglesa The Donkey Sanctuary.

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En China, la piel de burro es utilizada para elaborar una gelatina llamada Ejiao. Se trata de una medicina ancestral, con la que alivian la anemia o los dolores de la menstruación, y que hoy tiene en riesgo a los burros en todo el mundo.

Aunque en Colombia las autoridades no han emitido alguna alerta por una disminución de individuos que ponga en peligro la especie, en España y México, por ejemplo, se han arrojado alarmas por el peligro de extinción de diferentes razas de asno.

Los bancos de semen

Ante el riesgo latente, el científico Montoya avanzó en los últimos años en la búsqueda de diferentes alternativas para lograr la congelación del semen de los burros y establecer bancos de germoplasma que permitan la inseminación artificial para la conservación de la especie.

A diferencia de las yeguas, en el útero de las burras se produce una reacción inflamatoria mucho más alta al momento de utilizar semen congelado para la fecundación. De ahí la complejidad de su trabajo.

“Empezamos a buscar distintas alternativas para congelar el semen que nos ayudaran a mitigar el daño en el tracto reproductivo de la hembra”, explicó el académico.

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Durante la investigación, en palabras simples, el científico Montoya utilizó parte del plasma seminal —que ayuda en la eyaculación a que los espermatozoides lleguen al óvulo— y algunos azúcares para crear medios de congelación que fueran más amigables durante la inseminación de las burras.

Esa fue la parte clave del doctorado que adelantó en la Universidad Nacional, sede Medellín, desde 2018. En su trabajo encontró una buena calidad del semen al momento de descongelarlo y ponerlo en interacción con los óvulos en pruebas in vitro, es decir, en el laboratorio.

En una pajilla puede haber 100 millones de espermatozoides de burro.

Foto:

Sebastián Carvajal Bolívar / EL TIEMPO

Los resultados alentadores

Pero llegar a este punto requirió de un extenso proceso que incluso se vio beneficiado por los cierres de la pandemia, momento que le permitió a Montoya dedicar tiempo suficiente para salir los criaderos, recolectar animales y analizar las muestras.

En total, se tomaron entre 3 y 4 eyaculados de 15 burros de la región, pero solo se dejaron 10 animales y 3 eyaculados por cada uno para un total de 30 muestras almacenadas en cientos de pajillas —pequeños tubos de plástico que guardan 0.5 mililitros de semen—, con las que se probaron 8 alternativas de congelación.

Al final, hubo 3 o 4 alternativas con resultados alentadores y potencialidades para llevarlas a inseminación artificial. Algunas de ellas presentan una movilidad total —una de las principales guías para evaluar una célula— entre 25 y 30 por ciento y otras entre el 60 y 80 por ciento.

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“Hay unos resultados en unos tratamientos más bajitos, en otros más altos, pero los más bajitos de pronto pueden ser los más alentadores y los que probablemente sirvan en el tracto reproductivo. Eso es lo que hay que mirar”, apuntó Montoya.

Y agregó: “Ojalá uno pueda probar las 8, pero hay que ser muy estratégico y sabemos que esas 3 o 4 nos van a funcionar mejor porque son las que tienen todos los elementos. En reproducción, puedes tener un semen buenísimo, pero de igual forma el tracto reproductivo de una hembra hace contracciones que ayudan al transporte pasivo”.

En un cilindro con nitrógeno líquido son almacenadas y congeladas las pajillas con el semen del burro.

Foto:

Sebastián Carvajal Bolívar / EL TIEMPO

Las pajillas en las que se almacena el semen —cada una puede tener unos 100 millones de espermatozoides— son congeladas con nitrógeno líquido a una temperatura de -196 grados celsius, en las que se pueden conservar hasta por 50 años. Eso es, precisamente, lo que se busca con el banco de germoplasma.

El proceso de descongelamiento se hace al baño maría y en un minuto la temperatura del semen pasa a 37 grados, con lo cual queda listo para la inseminación en una hembra. Hasta ese punto no ha avanzado la investigación, pero se espera que lo haga en los próximos años.

“Hacer una buena prueba necesita muchos animales, eso requiere de unos recursos importantes, ahí nos hemos visto un poquito limitados. Ojalá pudiéramos contar con una población importante, por lo menos unas 10 o 20 burras”, dijo Montoya.

El objetivo es poder adelantar algunas pruebas iniciales que permitan identificar si los medios de congelamiento, en efecto, están funcionando. Eso le permitiría a los investigadores dar una luz en el camino en procesos de inseminación artificial con burras en todo el mundo, puesto que nos son contados los trabajos que se están adelantando sobre el tema.

Eventualmente, las burras tendrán que ser trasladadas al laboratorio o los equipos, investigadores y pajillas viajarán hasta los criaderos para adelantar las pruebas de inseminación en campo. Para la fecundación del óvulo se necesitan, por lo menos, 500 millones de espermatozoides, es decir, unas 5 pajillas.

Así se ven los espermatozoides en el microscopio. 

Foto:

Sebastián Carvajal Bolívar / EL TIEMPO

Financiación pública

Toda la investigación se ha financiado en un 100 por ciento con recursos públicos de Colciencias —hoy Ministerio de Ciencia, Tecnología e innovación—, la Universidad Nacional y el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid.

Su costo, incluyendo la formación académica de Montoya, puede estar entre 400 y 500 millones de pesos, sin contar los equipos con los que se contaba en la universidad.

“Todo ha sido público. Entre los privados que nos han ayudado están los criadores de burros, las fincas y los profesionales, con los que se hizo una contraprestación. Íbamos a las fincas, nos permitían recolectar el semen los animales y nosotros les entregamos los reportes del animal”, dijo el investigador.

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En el laboratorio de biotecnología, el equipo cuenta con sofisticados equipos y aplicaciones que permiten identificar todas las características principales del semen.

Allí se sacan los informes con los que se estudian los eyaculados y se analizan las potencialidades de los diluyentes de congelamiento que se emplean para preservarlos.

La intención del equipo es seguir adelante con la investigación y llevarla a la siguiente fase en la que se pueda verificar en campo la posibilidad de avanzar en la conversación de la especie, no solo en Colombia, sino en todo el mundo.

“¿Por qué el burro es importante? Imagínense si nos quedáramos sin ellos. También tenemos que hacernos la pregunta de qué pasaría en el mundo si se acaban totalmente los burros. En Colombia son un gran sustento para la ruralidad. Y el hecho de perder una especie sería un impacto ambiental grande”, puntualizó Montoya.

SEBASTIÁN CARVAJAL BOLÍVAR
CORRESPONSAL EL TIEMPO – MEDELLÍN
Escríbanos: [email protected]

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2023-07-03 01:00:00
En la sección: EL TIEMPO.COM – Colombia

Publicado en Colombia