Javier Milei llegó al poder con una propuesta de cambio radical: reducir drásticamente el déficit fiscal con su política de «motosierra», frenar la inflación evitando la emisión monetaria e implementar una libertad de moneda llamada popularmente «dolarización». Durante lo que va de su mandato, Argentina registra señales de recuperación económica pero los desafíos a enfrentar siguen siendo grandes.
El regreso del liberalismo
La llegada de Milei representa, para muchos, el resurgimiento de ideas liberales que marcaron la década menemista. El presidente Milei no pierde oportunidad para elogiar al expresidente Carlos Menem, a quien considera un referente y de quien ha dicho que es «el mejor presidente de los últimos 40 años» de Argentina. Y aunque hay similitudes, las condiciones de partida son muy distintas.
Menem asumió el poder en 1989 en plena crisis hiperinflacionaria, después de dos devaluaciones sucesivas en 1983 y 1985 en las que se quitó 7 ceros a la moneda. En ese contexto, implementó la convertibilidad en 1991, quitándole 4 ceros más a la moneda e igualando así el peso al dólar. Concretó un extenso plan de privatizaciones para reducir el tamaño del Estado, que aceleró una política de liberación de los mercados. Esto, a su vez, atrajo capitales extranjeros y estabilizó la economía. Sin embargo, la falta de compromiso en reducir el déficit fiscal provocó un fuerte endeudamiento: la deuda externa pasó de 65.000 millones de dólares en 1989 a cerca de 145.000 millones en 2001.
Milei y el plan de shock económico
Milei también enfrenta una situación crítica al momento de asumir el poder: inflación interanual superior al 140 %, déficit fiscal sostenido por emisión monetaria, múltiples tipos de cambio con brechas superiores al 100 %, controles de precios, subsidios generalizados y desconfianza de los mercados producto de una política distributiva que infló un teórico estado de bienestar en Argentina.
Frente a ello, el presidente impulsó un programa de shock económico: sinceramiento del tipo de cambio a través de una devaluación del cambio oficial, recorte agresivo del gasto público y eliminación de regulaciones mediante la denominada «ley ómnibus» y el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23 «para la reconstrucción de la economía». Los resultados parecerían darle la razón: en abril de 2025, el Gobierno registró un superávit primario de unos 650 millones de dólares y la inflación cayó a 1,5 %, el nivel más bajo desde 2020.
El talón de Aquiles del presidente argentino es la falta de grandes inversiones extranjeras. Según Eduardo Bauzá, expresidente provisional de la Cámara del Senado de Mendoza e hijo del antiguo jefe del gabinete de ministros de Carlos Menem, «el modelo del actual Gobierno de Milei tiene ciertas similitudes con el modelo de Menem y los mismos efectos en la sociedad. Lo que falta es la confianza internacional, que se refleja en la ausencia de las grandes inversiones a Argentina».
La dolarización en pausa
Uno de los pilares del discurso de Milei fue la promesa de dolarización. A diferencia de Menem, que impuso una dolarización por ley, el plan de Milei prevé una transición técnica: requiere, primero, liquidar la base monetaria en pesos (cantidad de dinero en circulación en la economía) y los pasivos remunerados (instrumentos de deuda que emite el Banco Central).
Así que la dolarización llegará cuando pueda crear una estructura financiera para recapitalizar al Banco Central. Su implementación, por tanto, requiere condiciones macroeconómicas favorables.
Por ahora, la situación no permite la dolarización porque los instrumentos de deuda generados por el Banco Central, o pasivos remunerados, siguen siendo altos, no se puede reemplazar todo el dinero en circulación y las reservas de divisas extranjeras del Banco Central no son suficientes.
Según Philip Bagus, economista alemán y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, en una «dolarización endógena» la gente empieza utilizar los dólares de forma espontánea. Hay un tipo de cambio libre entre pesos y dólares. Como no hay intervención estatal, que podría sobrevalorar el peso, no existe el peligro de divisa cara o barata. Si el cambio está caro, los dólares se van de Argentina, y los precios bajan y, en ese caso, crece la competitividad. Si está barato, entran dólares y los precios suben. El ajuste es vía mercado y no a través de la intervención del Banco Central en la economía.
También Alejandro Nimo, colaborador del profesor de la Escuela Austriaca de Economía Dr. Jesús Huerta de Soto, ambos consejeros del presidente Milei en cuestiones monetarias, pronostica un crecimiento de estabilidad económica en Argentina con el cierre del Banco Central y la eliminación del peso argentino.
Sin moneda propia se garantiza, en su opinión, que a futuro, si no hubiese un Gobierno responsable con sus políticas económicas, sea mucho más difícil manipular la economía, por ejemplo, con los índices y las tasas de interés, así como emitir moneda generando inflación.
Todo esto, sumado a salir del sistema de reserva fraccionaria en la banca y pasar a un sistema de coeficiente de caja del 100 % para los depósitos a la vista (es decir, que los bancos tuvieran en efectivo todo el montante de sus depósitos, evitando que una institución central tenga que regularlo con las tasas de depósito), asegurarían la estabilidad de la economía a largo plazo, según postulan.
La gran apuesta
A diferencia de Carlos Menem, Milei no tiene la mayoría ni en el Senado ni en la Cámara de Diputados. Para continuar y llevar a cabo su plan necesita hacer reformas importantes que no se han podido efectuar hasta ahora. Su gran apuesta está en las próximas elecciones legislativas del 26 de octubre. Si logra una mayoría en ambas cámaras y si sus reformas refuerzan la mejora de la economía argentina, tal vez consiga impulsar la confianza de los inversores internacionales.
(chp)
Fuente de TenemosNoticias.com: www.dw.com
Publicado el: 2025-07-02 16:15:00
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