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Coronación de Carlos III | La monarquía británica afronta un momento crucial entre la indiferencia y la necesidad de reformas | elperiodico.com

La monarquía británica es una de las instituciones más longevas y sólidas del mundo, con más de 12 siglos de historia y algunos hitos en la adecuación de la corona al avance y el sentir de los tiempos. En 1215, Juan I, conocido como Juan sin Tierra, firmó presionado por los nobles la Carta Magna, un documento que puso las bases de la monarquía parlamentaria y de la protección de los derechos y libertades civiles. Y en 1660, Carlos II se alejó del absolutismo imperante en el resto de reinos europeos tras la restauración de la corona, que puso fin al pequeñísimo paréntesis de 10 años en que el país experimentó con la república.

Carlos III, proclamado rey el pasado 8 de septiembre tras la muerte de su madre, será coronado este sábado 6 de mayo en un momento crucial, con una tendencia a la baja en el reconocimiento de la monarquía como una institución positiva para el Reino Unido. Según la última encuesta de actitudes sociales del National Centre for Social Research (NatCen), hecha pública a finales de abril, el apoyo se encuentra en su nivel más bajo desde que se empezó a realizar este sondeo en 1983. Si aquel año el 86% de los británicos consideraban que la corona era «muy» o «bastante importante», en 2023 el porcentaje ha caído hasta el 55%. En este apartado destaca el bajo respaldo entre los más jóvenes: sólo el 12% de los ciudadanos entre 18 y 34 años ven la monarquía como «muy importante», frente al 42% de los que tienen más de 55 años.

El sentimiento más generalizado entre los ‘millennials‘ es sobre todo el desinterés. «Mientras no haga nada malo, no me importa demasiado, no creo que haya mucha diferencia entre tener rey o presidente de la república. No creo que vaya a cambiar mi salario ni mi vida», afirma Vinnie, de 28 años y estudiante de Psicología y Neurociencia en la Universidad de Londres. «En general, a la gente le da igual, la familia real no pinta demasiado. Muchos la ven más como una atracción turística», añade Randa, alumna de chino en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos. Sin embargo, sí hay algo entre tanta indiferencia que genera mucha molestia, y es el hecho de que los fastos de la coronación tengan que ser sufragados con fondos públicos. «Es frustrante, deberían gastar el dinero de forma responsable e inteligente, sobre todo en el tiempo en el que estamos», apunta esta joven de 19 años. Adam, estudiante de Historia del Arte, coincide: «Es innecesario derrochar tanto dinero cuando hay tanta gente pasando hambre».

Tendencia al alza

La preferencia por un jefe de Estado elegido democráticamente no es una opción mayoritaria en el país: sólo un 25% de los británicos (entre los jóvenes el porcentaje sube hasta el 40%) lo desean, pero el relevo en el trono y la menor popularidad de Carlos respecto de Isabel II han alimentado en los últimos meses debates sobre esta cuestión en los medios de comunicación. Incluso la BBC, poco sospechosa de ser antimonárquica, planteó hace unos días en el programa radiofónico ‘Today’ la cuestión «¿Necesitamos la monarquía?».

El republicanismo «podría crecer y probablemente lo hará, pero no veo que vaya a haber un cambio en este sentido en el corto plazo», analiza para EL PERIÓDICO Richard Toye, profesor de Historia de la Universidad de Exeter. De modo similar se expresa John Pratt, fundador del Centre for Citizenship, una plataforma que trabaja por abolir la monarquía y la aristocracia en el Reino Unido. «Creo que el republicanismo, o al menos la ausencia de apoyo a la monarquía, ha aumentado recientemente y es probable que continúe aumentando», apunta Pratt, aunque considera que este crecimiento «tiene más que ver con la desaprobación hacia los miembros de la familia Windsor que con la oposición a la institución de la monarquía». En cualquier caso, añade, todavía es pronto para saber qué efecto tendrá el reinado de Carlos entre los británicos.

Lo que parece que no genera ninguna duda es la necesidad de reformar la institución para desprenderse de privilegios que en pleno siglo XXI son vistos como agravios por la mayoría de la población, en especial en un momento de grave crisis económica como la que está viviendo el Reino Unido. «Quizás es el mejor momento que ha existido en mucho tiempo. Aquellos que no habrían apoyado el cambio o lo criticaron mientras Isabel estaba viva pueden estar más dispuestas a hacerlo ahora», subraya el profesor Toye.

«La mejor forma de modernizar la monarquía sería pagar impuesto de sociedades y de sucesiones. Ya pagan el impuesto de la renta, pero este no cubre la mayor parte de sus ingresos», explica Alexandra Penler, experta en monarquías y miembro del departamento de Historia Internacional de la London School of Economics and Political Science. Penler aboga asimismo por reducir el tamaño de la monarquía, como han hecho en Dinamarca y otros países nórdicos, y por desvincular la corona de la Iglesia de Inglaterra. «Somos un país multiconfesional o aconfesional«, señala apoyando esta modificación Ken Ritchie, secretario de Labour for the Republic, un grupo de presión integrado por miembros y simpatizantes del Partido Laborista a favor de una república. Ritchie también reclama reformas en el juramento parlamentario «para que los diputados prometan o juren fidelidad a sus electores y no al monarca»; suprimir los protocolos que «permiten al rey influir, e incluso vetar, el debate político«, y garantizar que la monarquía esté sujeta «a las mismas leyes que el resto de ciudadanos».

¿Supervivencia o sorpresa?

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Carlos tiene ante sí el ingente reto de mantener el legado de su madre. Y su principal desafío es, apunta Toye, «evitar que la monarquía se convierta en un sujeto de controversia en un momento en que su familia está dividida y los medios de comunicación están ansiosos por sacar partido a cualquier polémica». Para Ritchie, lo más importante es que el rey defina «cuál es su papel». «Ha sido proclamado rey en una era en la que la idea de la monarquía está bastante anticuada. No es un gobernante, pero no está del todo claro qué es, aparte de un extraño tipo de celebridad», añade.

En cualquier caso, no parece que peligre la existencia de la institución. «El Reino Unido y los británicos tienen un vínculo muy fuerte con la tradición y la historia, en las que la monarquía está profundamente arraigada», explica Penler. Vinnie, Randa y Adam tampoco confían en que vaya a haber ningún cambio en una «institución desfasada». Sin embargo, recuerda John Pratt, «muy poca gente predijo la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la Unión Soviética, la Primavera Árabe o, incluso, el Brexit«.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-05-04 14:00:46
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales