El escenario de la reunión del G7 que se celebra en Canadá no podía ser mucho más majestuoso que Kananaskis, un enclave en las rocosas con picos impresionantes y lagos de cristalinas y gélidas aguas turquesas. Esa naturaleza que quita la respiración puede ser también brutal y salvaje, y es metáfora perfecta de esta cumbre, donde pese a la aparente fuerza de la diplomacia hay terremotos, y como ya sucedió en otra en Canadá hace siete años, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es un elemento de disrupción.
La guerra comercial que ha lanzado el republicano ha cobrado un lugar central en este cónclave. Y una misión compartida por Alemania, Francia e Italia, las tres naciones europeas representadas en el G-7, así como por Reino Unido, Japón y Canadá, es tratar de mantener aplacada la furia arancelaria de Trump, que ha vuelto al grupo por primera vez en su segundo mandato, y buscar avances en la negociación que ha impuesto contra el reloj en la negociación de muchos sus aranceles, los que erróneamente llama “recíprocos”, que salvo acuerdo empezará a aplicar el 9 de julio.
Friedrich Merz, Emmanuel Macron y Giorgia Meloni están haciendo un frente común. Mantuvieron una reunión el domingo, antes de que este lunes el canciller alemán celebrara un encuentro bilateral con el estadounidense poco antes del inicio oficial de la cumbre. Y en un comunicado se mostraron “decididos a hablar” con el gobierno de EEUU “para ver si podemos encontrar una solución”. ”No habrá solución en esta cumbre”, reconocían, “pero quizá podamos acercarnos a una solución con pequeños pasos”.
Aranceles y defensa
Trump ha mantenido este lunes una reunión que no estaba en la agenda con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Ya la víspera la alemana y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, habían hecho llegar públicamente sus mensajes a Trump en una rueda de prensa en la que le advirtieron de que sus políticas proteccionistas ponen en peligro la capacidad europea de elevar su gasto en defensa, como reclama el republicano urgiéndoles a que llegue al 5% del PIB.
“Mantengamos el comercio entre todos justo, predecible y abierto, Todos debemos evitar medidas proteccionistas. Es un mensaje importante que el G7 puede enviar a los mercados y al mundo”, había dicho en esa rueda de prensa Von der Leyen, que consiguió que Trump aceptara su petición para un encuentro. .
Evitar el cisma
La última vez que Trump estuvo en una cumbre del G7 en Canadá fue en 2018, entonces en Quebec. Aquella cita en su primer mandato, también marcado por su guerra comercial, dejó la foto histórica de los líderes rodeándole y él de brazos cruzados y gesto impasible y acabó como el rosario de la aurora, sin comunicado y con Trump insultando al anfitrión, entonces Justin Trudeau.
Ahora han cambiado no solo él políticamente, sino la forma de los otros líderes de intentar abordarle. Y este lunes Mark Carney, flamante primer ministro de Canadá, cuya victoria electoral no se entendería sin el discurso de Trump llamando a la anexión de su vecino del norte, abría la cumbre señalando a Trump como un líder transformador que ha “anticipado los enormes cambios” que vive el mundo y da “audaces pasos para lidiar con ellos”. Entre halagos, en cualquier caso, se podían leer también mensajes críticos de Carney, que debe negociar el tratado de libre comercio entre los dos países y México que Trump ha roto unilateralmente. “La nostalgia no es una estrategia”, declaraba.
Segmentados por las guerras y por Rusia
Para tratar de evitar un cisma como el de 2018 en esta 50 reunión del G7 ya se había desistido de acabar con un comunicado conjunto y se había optado por dejar solo declaraciones segmentadas, pero incluso en muchas de ellas Trump hace la ansiada unidad difícil o imposible. Se descartaba que apoyara una urgiendo a Israel e Irán a la desescalada. Y en la meta de lograr una posición consensuada sobre la guerra de Ucrania, el republicano volvía a evidenciar su cercanía con el líder ruso, Vladimir Putin.
Horas antes de la reunión prevista este martes en Kananaskis con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, Trump criticaba otra vez públicamente que se expulsara a Rusia del G-8 tras la invasión de Crimea. “Fue un gran error”, ha dicho. “Putin me habla, no habla a nadie más, y no está contento con aquello. Básicamente no habla con la gente que le echó, y estoy de acuerdo con ello”.
El líder de Washington defendía luego en otras declaraciones haber esperado para imponer más sanciones a Rusia., hNo son fáciles. No es un camino de una sola dirección», ha dicho, asegurando que le cuestan «mucho dinero» a EEUU y abogando porque la Unión Europea imponga esos castigos antes que Washington.
Trump también se ha mostrado abierto a la idea de que el G7 no solo vuelva a ser G8 sino que se amplíe a G9 con China. A preguntas de un periodista en Kananaskis , «No es mala idea. No me importa si alguien quiere que entre China», ha declarado el mandatario en este G7 que pretende abordar también cómo reducir la dependencia de China en cuestión de tierras y materiales raros, que se han hecho indispensables para numerosas industrial globales. Es precisamente una de las cuestiones en el núcleo de las negociaciones comerciales de EEUU con Pekín, y un terreno donde está jugando con fuerza sus bazas Xi Jinping.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2025-06-16 16:34:00
En la sección: El Periódico – internacional