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Rusia recurre al hambre como arma de guerra y convierte el mar Negro en un nuevo frente bélico | elperiodico.com

Rusia recurre al hambre como arma de guerra y convierte el mar Negro en un nuevo frente bélico

Durante un año y medio, el mar Negro, que comparten seis estados, tres de ellos miembros de la OTAN, ha permanecido relativamente al margen de las hostilidades que se desarrollaban en territorio ucraniano tras la invasión rusa: incidentes navales esporádicos, bombardeos de infraestructuras portuarias, pero poco más. La retirada de Rusia del acuerdo del grano, que permitía a Ucrania exportar cereales de forma segura desde sus puertos ribereños, ha dado al traste con esta cierta tranquilidad. En las últimas semanas se han multiplicado los incidentes navales entre buques de guerra rusos y cargueros en aguas internacionales, al tiempo que crecen las voces en la Alianza Atlántica para intervenir e impedir que el bloqueo naval del Kremlin convierta el hambre en el mundo en un arma de guerra y acabe estrangulando el sector agrario de Ucrania, vital para su supervivencia como Estado.

«Muchos de los granos» exportados gracias al pacto vigente hasta hace poco, «en especial el trigo» iban «a países en vías de desarrollo», ha explicado a EL PERIODICO Carlos Mera, jefe de investigación de Mercados de Materías Primas en Rabobank. Hasta julio del presente año, el Programa Alimentario Mundial (PAM), organismo dependiente de la ONU que distribuye alimentos para refugiados de larga duración y desplazados, recibía de Ucrania el 80% del trigo que empleaba en sus programas alimentarios. Según datos de la difunta Iniciativa del Mar Negro, un 65% del trigo ucraniano que empleaba el corredor naval se destinaba a «países en vías de desarrollo». En 2021, antes de que comenzara la guerra, la agricultura ocupaba cerca del 11% del PIB ucraniano, una cifra que se ha reducido ostensiblemente tras el arranque de las hostilidades.

Crecientes evidencias

Ante las crecientes evidencias de que Rusia busca estrangular la economía del país atacado, y la certeza de que las vías alternativas para la salida del grano -el río Danubio, por ferrocarril hasta Rumanía o por carretera-, tanto las autoridades de Kiev como la propia OTAN han comenzado a elaborar planes y estrategias alternativas. A mediados de agosto, el Servicio Estatal de Navegación Marítima y Navegación Interior anunció el establecimiento de un «corredor temporal» para buques civiles que salían de los puertos de Odesa, Chornomorsk y Pivdennyi, los mismos puertos incluidos en la difunta iniciativa del mar Negro. Dicha institución advirtió, al mismo tiempo, de los riesgos que existían para la navegación en semejantes condiciones, en particular las minas o la posibilidad de ser interceptados por navíos de guerra rusos. Y solo los capitanes de los buques que acepten navegar bajo «semejantes condiciones» serían autorizados a zarpar, reza el anuncio del corredor. Para evitar dar justificaciones al bando ruso, Oleh Chalyk, portavoz de la Marina ucraniana, anunció que se instalarían «cámaras en todos los barcos» con el fin de mostrar que se trata solo de una «misión humanitaria sin propósito militar alguno». El primer buque en emplear esta nueva vía de navegación fue el Joseph Schulte, un portacontenedores de 94.000 toneladas con bandera de Hong Kong, que llegó a Estambul el 18 de agosto tras navegar por aguas internacionales sin novedad.

Sin embargo, el creciente número de incidentes navales protagonizados por la Marina rusa, ha disparado el riesgo de una escalada. A mediados de agosto, las fuerzas rusas abrieron fuego contra el carguero Sukru Okan, de 2155 toneladas, que navegaba con destino al puerto ucraniano de Izmail, asegurando que había rehusado detenerse para ser inspeccionado. Soldados rusos abordaron el buque desde un helicóptero y obligaron a los tripulantes en el puente de mando, arma en ristre, a arrodillarse, protagonizando una tensa escena que finalmente se solucionó cuando quedo claro que se trataba de un buque civil.

«Piratería»

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El incidente naval desató la alarma en la OTAN. El almirante retirado James Stavridis, excomandante de las fuerzas aliadas en Europa entre 2009 y 2013 calificó dichas acciones de «equivalente a la piratería» y destinadas a socavar las relaciones comerciales de Ucrania con sus socios, lo que podría suscitar una respuesta de la Alianza Atlántica. «Si Rusia comienza a abordar buques o a amedrantarlos y amenazarlos, creo probable que la OTAN responda apoyando un corredor humanitario para la navegación», auguró. La OTAN «podría proteger a los buques con aviones militares o con escolta naval«, continuó.

Suceda lo que suceda, una realidad va imponiéndose con el paso de los días. La actividad militar en las aguas y las costas del mar Negro va en aumento, con bombardeos, ataques y tomas y dacas constantes entre las fuerzas ucranianas y rusas, convirtiendo esas aguas en una «zona de guerra tan relevante para la OTAN como Ucrania occidental», admitió a ‘The New York Times’ Ivo Daalder, exembajador ante la OTAN, al frente del think tank Consejo de Chicago para los Asuntos Globales. Así las cosas, el Consejo OTAN-Ucrania decidió, el pasado 26 de julio, incrementar los vuelos de vigilancia sobre el mar Negro con aviones no pilotados.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-08-27 12:00:17
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales