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Silvio Berlusconi, el precursor, artículo de Josep Cuní | elperiodico.com

Silvio Berlusconi, el precursor, artículo de Josep Cuní

Quien nace redondo no puede morir cuadrado. El proverbio italiano define bien el perfil de Silvio Berlusconi Bossi (Milán, 29 de setiembre de 1936-12 de junio de 2023). El líder que empezó cantando baladas en los primeros cruceros por el Mediterráneo y acabó jugando al ajedrez con los todopoderosos del mundo. En medio, “un hombre, un deseo de vida, de amor y de alegría”, en palabras fúnebres del arzobispo de Milán que resumió con esta frase todo lo que podía decir. Atrás quedaba el Vaticano advirtiendo sobre sus vicios privados cuando se convirtieron en alegoría pública. Pero Berlusconi es ayer. Ha vuelto al polvo que fue. Hoy es ceniza.

Amigo de sus amigos aunque fueran poco recomendables, ‘Il Cavaliere’ ha arrastrado hasta su féretro las polémicas que ilustraron su vida. Ante el Duomo donde se celebró el funeral de Estado, los cánticos de apoyo por lo que fue se mezclaban con las críticas por lo que fundó. Los ‘hooligans’ del Milán se confundían con las ‘mama chicho’ coreando su fiesta sin fin retransmitida en directo. Esto inspiró Berlusconi a una parte importante de la sociedad italiana. Un aire de carnaval permanente que más que anticipar la cuaresma instaba a una pascua interminable. La de la resurrección de un país que abandonó el blanco y negro resignado para abordar el color imprescindible con el que disfrutar de la vida. Lo ha escrito Antonio Scurati, el autor de ‘M. El hijo del siglo’, el mejor estudio sobre Mussolini, la gran influencia italiana del siglo XX, cuyo testigo, dice, recogió Berlusconi para ser el personaje más destacado del país desde los prolegómenos del siglo XXI hasta nuestros días.

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Un Trump antes que Trump, se dijo cuando el magnate norteamericano irrumpió en la política y se buscaban antecedentes a su manera de proceder. Un referente para el mentiroso Boris Johnson, como escribió en 2003 a pesar de los cargos por corrupción que ya pesaban sobre el multimillonario populista propietario de Fininvest. Un imperio valorado en 6.000 millones de euros construido gracias a la visión, la persistencia, la osadía, la seducción, la amenaza y la compra de voluntades. Elementos que hacía confluir en un mar de intereses cruzados que hoy es visto como la brújula de los líderes autoritarios a quienes no siempre la justicia consigue doblegar. Solo que en el caso de Silvio Berlusconi, su don de gentes, su simpatía personal, su descaro habitual, su paternalismo, su homofobia y su seguridad innata forjaron un arquetipo convertido en imagen divertida de Italia durante décadas. Para bien y para mal. Concita De Gregorio, periodista de ‘La Repubblica’, concluye que ya no es tiempo para que una sola persona quiera solucionar los problemas de todos. Pero el Berlusconi triunfador quiso hacerlo. En su primer mandato suscribió un contrato con Italia obligándose a revisar anualmente su cumplimiento ante las cámaras. Se presentaba, sí, pero disimulaba el engaño. En el abanico de excusas, las justificaciones imaginativas convivían con la culpa a la vieja y triste élite política, empresarial e intelectual por resistirse a dejar entrar el aire fresco y alegre que él representaba.   

Visto ahora, y aunque a sus opositores les duela, lo consiguió. Convirtió la publicidad en lenguaje político y sustituyó al ciudadano por el cliente. Y esta es la tendencia de la derecha europea. Toda.  

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-06-16 15:19:55
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales