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Por qué hablar en la pantalla de los abusos y las violaciones ayuda a crear un entorno más cómodo y seguro para las víctimas

Por qué hablar en la pantalla de los abusos y las violaciones ayuda a crear un entorno más cómodo y seguro para las víctimas

La manifestación del 8M en Madrid. HELENA MARGARIT CORTADELLAS

“Esperamos que, a través de nuestra historia, muchas personas puedan sentir la fuerza para romper su silencio. Que sirva para que los profesionales de todos los ámbitos tomen conciencia de lo que supone este tipo de hechos traumáticos para las víctimas y que la sociedad empiece a verbalizar esta cruel realidad silenciada”. Estas líneas forman parte del comunicado que lanzaron hace justo un año ocho víctimas de Kote Cabezudo junto al anuncio de que el documental que cuenta su historia, En el nombre de ellas, podría verse en Netflix.

Estas mismas líneas ponen de manifiesto la importancia de hablar en voz alta de los abusos, las violaciones y la violencia que las mujeres sufren en silencio, con vergüenza y miedo. El documental que ha estrenado la plataforma recientemente la ‘La Manada’, titulado No estás sola: La lucha contra La Manada y que relata el caso que sacudió la conciencia de género en la sociedad española, sigue el mismo camino, el de la visibilización y la concienciación.

Entre 1992 y 2013, José Juan Cabezudo, un fotógrafo donostiarra de modelos, se dedicó a violar y estafar a las mujeres que pasaban por su estudio. También abusaba de ellas, tomaba fotos no consentidas y distribuía pornografía infantil. Pasaron dos décadas hasta que Mario Díez, un abogado que también había trabajado como fotógrafo, recurrió una querella por estafa que una joven modelo había interpuesto tras encontrar imágenes suyas circulando por páginas web pornográficas y que había sido archivada. Entonces comenzó una investigación que descubrió toda la trama, con un total de 21 víctimas, y que terminó con una condena de 28 años y dos meses de cárcel. Ninguna se había atrevido antes a romper el voto de silencio, hasta que una alzó la voz.

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En el documental, las víctimas relatan de temor que les provocaba denunciar la situación que habían atravesado, “tras muchos años en silencio, la vergüenza y el miedo nos impedía que nuestra voz gritara, aunque son muchísimas veces en las que hemos callado a gritos y es hora de decir basta”. “Sabemos la importancia de sentirse comprendidos, por ello, queremos dedicar en especial este documental a todas aquellas víctimas de abusos, esperando que de alguna manera os sintáis arropados”, cuentan en la nota.

Vanessa en la manifestación del 8M. HELENA MARGARIT CORTADELLAS
Vanessa en la manifestación del 8M. HELENA MARGARIT CORTADELLAS

La vergüenza y el miedo aún acompañan a las víctimas. En España, se denuncian once violaciones al día. Durante el 2023, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado registraron un total de 2.307 delitos de agresión sexual con penetración, un 11% más que en 2022. También se denunciaron 7.253 delitos contra la libertad sexual, que también crecieron un 13,9% respecto al año anterior, según el Balance de Criminalidad que publica el Ministerio del Interior cada año. Con los datos sobre la mesa, se puede decir que se registra una violación cada dos horas, sin embargo, se producen muchas más. Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019, solo se denuncia una de cada diez.

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De hecho, uno de los datos más alarmantes del estudio es que un 2,2% de las mujeres que viven en España han sido violadas alguna vez. Si se extrapolan los datos del estudio (en el que participaron 9.568 encuestadas), se estima que 1.322.052 mujeres han sido violadas en algún momento de su vida. De ese grupo de mujeres, solo el 16% denunció la agresión ante la policía. Si se tienen en cuenta solo las denuncias realizadas por la mujer agredida y no por otra persona o institución, el porcentaje de denuncias de la violencia sexual disminuiría hasta el 8%.

Cuando les preguntaron a las víctimas por qué no denunciaron los hechos ante un juzgado o ante la policía, la mayoría contestó que fue por vergüenza (40,3%) y por haber sido menor cuando tuvieron lugar los hechos (40,2%). El 36,5% citaba el temor a no ser creída y el 23,5% el miedo al agresor. También hay un 24,6% de ellas que decían que “eran otros tiempos, otra época y no se hablaba de estas cosas”. El 20,2% no lo hizo por desconocimiento o porque no sabía lo que la policía podía hacer y hay un 18,4% que pensó que era su culpa.

La manifestación del 8M en Madrid. HELENA MARGARIT CORTADELLAS
La manifestación del 8M en Madrid. HELENA MARGARIT CORTADELLAS

Ahí están otra vez, la culpa, la vergüenza y el miedo. Son tres sentimientos que revictimizan a las mujeres agredidas y que van de la mano con una idea sobre la violación que pervive en el imaginario colectivo de nuestra sociedad, que apunta con el dedo a las mujeres y que impide a muchas dar el paso para denunciar. Las dos herramientas para cambiar esta percepción son la educación y la cultura. Lo explica Carlota Coronado, profesora en el Máster Propio en Violencia de Género en la Universidad Complutense de Madrid especializada en la influencia del cine y la televisión en la sociedad.

“El audiovisual nos educa y crea conciencia, es una fuente de creación de opinión”, comienza explicando Corondo, que añade que “hay veces que el mensaje del audiovisual nos llega mucho más que mensajes que nos pueden llegar a través de los otros medios de comunicación o, incluso, a través de nuestros propios familiares, amigos y demás”. Esto no significa que las víctimas acudan a denunciar tras verse reflejadas en una serie o documental, aclara, sino que “acaba con los tabúes al visibilizar determinados temas”.

Para Coronado, lo que se muestra en la plantilla ayuda a sensibilizar “porque los mecanismos de la ficción televisiva hacen que empatices más, que sufras con ese personaje”. “Te muestra incluso las consecuencias del silencio. No solo el de la víctima, también el de las personas que están alrededor” porque “ayudan a concienciar a todo un entorno que apoye a la víctima, para que la crean, para que la empujen a denunciar”, detalla.

En este sentido, el documental No estás sola: La lucha contra La Manada es una pieza que sirve para mentalizar y cambiar la visión que culpabiliza a las mujeres cuando son agredidas. Sobre todo, porque el caso marcó un antes y en después en la mirada de los españoles, “hasta entonces, los abusos y violaciones no tenían el impacto mediático ni por parte de la sociedad que tuvo este”. Sacó a la calle a cientos de miles de mujeres en todo el país por un proceso judicial que culpabilizaba a la víctima y minimizaba la violencia que había sufrido.

La manifestación del 8M en Madrid. HELENA MARGARIT CORTADELLAS
La manifestación del 8M en Madrid. HELENA MARGARIT CORTADELLAS

“El caso de La Manada, como el #MeToo, hace que hablemos y cuando hablas, normalizas, no la violencia, sino el hecho de hablar de las violencias que has sufrido”, explica la profesora, que recuerda que este es el sentido y objetivo del feminismo, “que las mujeres hablen de lo que les pasa y que conviertan lo que era privado en político”.

En sus clases, Coronado pone como ejemplo de series que tratan la temática de la violación Creedme. “La idea de la serie es concienciar a la sociedad de que cuando una víctima dice algo no hay que ponerla en entredicho. Hay que creerla de primeras. O sea, existe la presunción de inocencia, evidentemente, pero también hay que eliminar los prejuicios que hay y omitir determinadas preguntas que se hacen a las víctimas”, recuerda.

La realidad y la ficción se retroalimentan. Las series, películas y documentales sirven para sensibilizar a la población sobre realidades como esta, pero no serían posible si no existiera un activismo y un cambio social previo. “No podríamos tener las series que he dicho si no hubiera habido antes un #MeToo y si no hubiera habido antes un rechazo masivo al caso de La Manada”, sentencia Coronado.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.infobae.com

Publicado el: 2024-03-09 01:09:22
En la sección: Infobae.com

Publicado en Internacionales

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