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El peligroso baile de los republicanos con Kanye West

El peligroso baile de los republicanos con Kanye West

Dos meses estuvo publicado y visible un lapidario mensaje en el perfil de la comisión de Justicia del Partido Republicano en la Cámara de Representantes que quería encumbrar un nuevo dogma trinitario en la política conservadora de Estados Unidos: «Kanye. Elon. Trump». Ahora, que cientos, si no miles, de estadounidenses se han pasado el fin de semana eliminando las canciones de Kanye West de sus listas de reproducción; borrándose de la piel tatuajes con su faz y su nombre, y reciclando prendas de vestir de su marca, el tuit ha sido finalmente borrado. El Partido Republicano, sin embargo, sigue inmerso en una crisis identitaria, teniendo que salir a aclarar lo obvio, que el antisemitismo es un cáncer, y que el supremacismo no tiene cabida posible entre sus filas. Pero el flirteo del mismísimo Donald Trump con West y su alucinógeno universo le ha dado a los demócratas una razón, otra más, para salir a criticar las derivas populistas y radicales asociadas al expresidente y su campaña para volver a la Casa Blanca en dos años. Lo que el rapero afroamericano West –que se hace llamar Ye a secas– dijo el 1 de diciembre en un entrevista televisada en internet le costaría la carrera a cualquiera. En Alemania, de hecho, hasta le llevarían a prisión . Dijo entre otras perlas que admira a Adolf Hitler, que está harto de las críticas a los nazis y que es víctima de una conspiración mundial judía. Después publicó en Twitter una imagen en que fundía la estrella de David, símbolo identitario del judaísmo, con la cruz gamada de los nazis. Dijo West en la entrevista en el plató, hecha mientras llevaba una máscara de color negro que le cubría toda la cara: «Cada ser humano tiene algo de valor, especialmente Hitler… Además Hitler nació cristiano… Este tipo [Hitler], que inventó las autopistas, inventó el mismo micrófono que yo uso como músico, ¿no puedes decir en voz alta que esta persona alguna vez hizo algo bueno?». Amistades polémicas En otras circunstancias, esta incendiaria diatriba de West, que padece trastorno bipolar, no hubiera pasado de ser una escandalosa nota en las revistas del corazón, un problema más para su ex, Kim Kardashian, después de que haya ido perdiendo uno a uno los contratos que le han hecho multimillonario . De hecho, West hizo las declaraciones en un programa ya de por sí extremista, dirigido y presentado por Alex Jones, un agitador condenado por mentir sobre la masacre de niños en la escuela Sandy Hook en 2012. El problema es que West ha cultivado una duradera amistad con Trump hasta hace muy poco. El pasado 22 de noviembre, en vísperas de Acción de Gracias, el rapero fue invitado por Trump a una cena en Mar-a-Lago , su mansión en Florida. No era la primera vez que los dos se veían. Trump le había recibido como presidente electo en 2016 en su rascacielos de Nueva York, y le había puesto la alfombra roja en la Casa Blanca y el Despacho Oval dos años después. A la cena en Mar-a-Lago, West no fue además solo: se trajo como acompañantes a Milo Yiannopoulos, un activista y provocador bloqueado de las redes sociales por, entre otras cosas, fomentar la pedofilia, y Nick Fuentes , un notorio e infame antisemita, defensor de ideas supremacistas y teocráticas. Este último estuvo de hecho con West como contertulio en la entrevista televisiva en el programa de Alex Jones, y hasta logró parecer algo más moderado y cabal que el rapero. Kanye West, en una imagen de 2020 EP De aquella trinidad del tuit del Partido Republicano, otro integrante ha tropezado con sus propios problemas relacionados con este escándalo. Elon Musk es dueño de Twitter desde que lo compró hace poco más de un mes por 44.000 millones de dólares . Tomó el control de esta plataforma con la idea de salvaguardar la libertad de expresión, en cuya defensa se definió como «absolutista». Una de sus primeras decisiones fue reinstaurar la cuenta de Trump, que no ha dicho ni pío en ella. Y una de las siguientes fue no vetar a West después de que este dijera en un mensaje publicado a principios de octubre que iba a ponerse en modo «’ death con 3 ‘ contra el pueblo judío«. West se equivocó por partida doble, en realidad es ‘defcon’, acrónimo en inglés de ‘defense condition’, un término utilizado para medir el nivel de disponibilidad de las fuerzas armadas de EE.UU., y su nivel máximo es 1, y no el 3, que es solo ligeramente superior al de una situación de paz. West quedó libre en Twitter a pesar de su patente antisemitismo, hasta que a Musk no le quedó más remedio que admitir que sus nuevos filtros habían fracasado, y clausuró su perfil por el reciente mensaje con la esvástica y la estrella de David. Críticas de los demócratas Para los demócratas, que ya se van preparando para las elecciones presidenciales cuya campaña de primarias empieza en poco más de un año, lo más relevante de esta historia es la asociación del Partido Republicano, el de Lincoln y Reagan, con West y Musk, sobre todo después de que Trump se haya negado a criticar públicamente el antisemitismo del rapero o de aquellos que este llevó a una cena en su propia residencia. Hakeem Jeffries, el nuevo líder demócrata en la Cámara, sucesor de Nancy Pelosi, afirmó este fin de semana que «los demócratas han rechazado y rechazarán siempre la intolerancia en cualquiera de sus formas. Las palabras, acciones y teorías conspirativas infundadas vomitadas por el individuo antes conocido como Kanye West son detestables, históricamente inexactas y repugnantes«. La cena de marras, y la debacle de la entrevista de West, le ha permitido también a la Casa Blanca marcar distancias, y sentar el tono de lo que puede acabar siendo la reedición del duelo entre Biden y Trump en las elecciones de 2024. Según Karine Jean-Pierre, portavoz de la presidencia, «cuando se dicen cosas como estas, cuando no se habla en contra de este tipo de comentarios venenosos y peligrosos o de representación, si se quiere, eso es también increíblemente peligroso en sí mismo». El voto afroamericano West, que se presentó a la presidencia de una forma ilógica e incoherente en 2020 y lo volverá a intentar en 2024 , parecía más una solución que un problema para los republicanos hace apenas unos años. El voto afroamericano era principalmente demócrata, como el grueso de las estrellas del cine y la música. Y ahí estaba uno de los raperos más brillantes y exitosos de la historia, con una veintena de premios Grammy en su haber, un provocador nato con millones de seguidores en todo el mundo, abrazando si no el republicanismo, al menos sí el trumpismo. Según proclamó el propio Trump en un mitin en abril de 2018: «Kanye West lo entiende. Cuando ve que con nosotros el desempleo afroamericano es el más bajo de la historia, se da cuenta. Eso es algo muy importante que ha hecho por su legado, es algo muy importante». Con esta bendición presidencial, una buena parte del nuevo Partido Republicano se sintió con libertad para abrazar al rapero, aunque sus proclamas fueran cada vez más extemporáneas. Una activista ligada a Trump, que organizó varios eventos con jóvenes afroamericanos en la Casa Blanca, Candace Owens, se ha dejado ver con él en las pasarelas, insertando mensajes políticos en los desfiles montados por West, que también es diseñador de moda. El presentador de Fox News Tucker Carlson, la voz más influyente en círculos conservadores en la actualidad, se sentó con él a una larguísima entrevista laudatoria. Después se supo que la tuvo que editar para quitar varias soflamas antisemitas. Y finalmente llegó el mensaje en Twitter de los republicanos en la Cámara, que dada la deriva de West ya se ha convertido en munición de unas primarias presidenciales en las que, de momento, y a pesar de todo, Trump sigue como favorito indiscutido.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.abc.es

Publicado el: 2022-12-05 20:13:15
En la sección: Internacional

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