La alerta recorre Europa tras los atentados en Arras y Bruselas

En reacción a la amenaza, Francia ordenó el viernes elevar el nivel de alerta a ‘urgencia atentado’, el más alto de los que contempla el plan Vigipirate, el dispositivo de vigilancia y prevención con el que cuenta el país. Como recordaba ‘Le Figaro’, el plan entró en vigor tras la cadena de atentados islamistas que golpeó Francia entre julio y noviembre de 1995, entonces consecuencia del radicalismo procedente de Argelia.

Proteger las escuelas

Entre otras cosas, el reciente aumento de la alerta implicaba la prohibición de aparcar frente a centros escolares y el despliegue, hasta el lunes, de 7.000 militares extra en la operación Sentinelle, que es la encargada de patrullar en puntos sensibles para evitar atentados.

En Francia, la voluntad de proteger las escuelas no solo está vinculada a los asesinatos del profesor Samuel Paty en octubre de 2020 y al más reciente sucedido en Arras, sino a otros precedentes que hacen temer por la seguridad de las aulas. Por ejemplo, en septiembre de 1995, un coche bomba explotó cerca de la escuela judía de Villeurbaine, a las afueras de Lyon, causando varios heridos. Más terrible fue lo ocurrido en marzo de 2012, cuando el terrorista Mohamed Merah mató a cuatro personas, tres de ellas niños, en otra escuela judía de Toulouse. Con unos 500.000 judíos y entre 5 y 6 millones de musulmanes, las tensiones se encuentran a flor de piel.

Francia no es el único país que está alerta. También la semana pasada, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, advirtió del «riesgo de emulación» de atentados en el país, que se enfrenta en estas últimas semanas a una grave crisis migratoria procedente del Mediterráneo. Ayer, el ministro italiano del Interior, Matteo Piantedosi, matizaba que por el momento no hay una amenaza evidente de ataque, pero que la situación exige de la mayor prevención.

La anterior gran oleada de atentados que golpeó la Unión Europea comenzó en enero de 2015, cuando los hermanos Kouachi mataron en París a los redactores y dibujantes de la revista ‘Charlie Hebdo’ y Amedy Coulibaly asaltó un supermercado ‘kosher’. Se trataba del preámbulo de la violencia que Daesh se disponía a desatar en Francia, pues, en noviembre de 2015, varios comandos terroristas llenaron de cadáveres las calles de su capital, aprovechándose del ajetreo de la noche del viernes y de un partido en el Stade de France. Unos meses más tarde, en julio, un camión provocó un atropello masivo en el Paseo de los Ingleses de Niza durante los actos de la Fiesta Nacional, un nuevo atentado que se saldó con 86 muertos.

Entre medias, el terror también había golpeado en Bruselas. En marzo de 2016, dos atentados suicidas, en el metro de la capital y en el aeropuerto, dejaron 35 muertos. En una controvertida decisión, una de las jóvenes heridas, gravemente afectada por problemas psicológicos tras lo que había presenciado, recibió la eutanasia con solo 23 años en octubre de 2022. De Bélgica procedían, precisamente, algunos de los terroristas que atentaron en París en 2015, como uno de los juzgados, Salah Abdeslam, que fue detenido durante una redada en el barrio de Molenbeek.

En el Reino Unido -donde, en junio de 2017, un atentado acabó con la vida de varias personas, entre ellas, el español Ignacio Echevarría-, en Alemania -con el atropellamiento en un mercadillo de Navidad en diciembre de 2016- y en España -que sufrió los atentados de Barcelona y Cambrils-, las alarmas también permanecen encendidas.