España se hunde y no merece las canalladas de terroristas, independentistas y políticos de ocasión. Esa nación terminará pasando por encima de Sánchez, Puigdemont y sus seguidores
A comienzos del siglo XIX encendieron la independencia de los países forjados por los españoles en América, y no fueron simples ilustrados. A la América hispana la hicieron quienes se mezclaron con indias, negras y blancas; para interesarse en la revolución estadounidense, y de seguida en la francesa. Fueron hijos, nietos, bisnietos y tataranietos de los primeros españoles quienes hicieron en Venezuela la revolución económica, incluso con el petróleo y las cárceles.
Los venezolanos destacados de los últimos 100 años fueron educados por sacerdotes y hermanos jesuitas, lasallistas, dominicos, agustinos, claretianos, venidos de España. Aquí dejaron semillas que fructificaron e hicieron de la educación estatal un orgullo nacional y continental. La cultura de una España que superó a sus reyes y mediocres gobernantes.
En estos tiempos, el fulgor aparente del poder efímero ha enloquecido a un político tramposo, de esos que creen que todo se vale, lo bueno y malo, por ser jefe de un país. Pero una cosa es el poder, ser líder, y otra el mando. Pedro Sánchez y el PSOE han pactado un acuerdo corrosivo en una negociación indecorosa con parte de Cataluña, que le permite gobernar sin fuerza ni ética y tampoco buenas costumbres ciudadanas. Carles Puigdemont puede que pase a la historia catalana como un luchador por la independencia, pero el ñiquiñaque pasará como un pícaro, canalla y truhan.
Gobernará contra y enfrentado a la mayoría ciudadana española. Será presa constante de las peores expresiones de la política vasca, y deberá sentarse a comer con la canalla de Cataluña que, además, no sentirá remordimiento ni nada que agradecerle.
Recuerda este bandido a aquellos archiperres Borbón, padre e hijo, que de rodillas acariciaron y besaron los pies de Napoleón, distanciándose por ganar el gesto y mueca del tirano abusador. Demostraron ellos y el de ahora que el pueblo español vale mucho más que sus gobernantes, que esta es una España que Europa mira con decepción y comienza a despreciar, donde con todos sus muertos, violaciones a los derechos humanos, Carrillo y Franco fueron más profundos.
Allá y aquí
Un militar sacrificó la serenidad, valor y entereza de su patria, y anuló el legítimo reclamo por el Esequibo para burlarse de la historia y satisfacer erróneas ansias de gloria, notoriedad y fama, además de frenético por lo que le hiciera creer el castrismo y por lo que él creía el poder. Venezuela pierde la tranquilidad ciudadana, el crecimiento y el territorio Esequibo. En España, Sánchez traspapela el orgullo y la dignidad de ser integrante estimable de Europa. Volverán a ubicar en la frontera con Francia, aquel anuncio que decía, “Europa termina en los Pirineos”.
Y no miren a Felipe VI, el rey en España que muy poco o nada puede hacer atado por la Constitución, aparte de que Borbones nunca han hecho ni hacen ni harán. Quizás más adelante la princesa heredera y algún día, tal vez, reina. No hará por la sangre Borbón, quizás sí por la parte de clase media española que tiene.
La izquierda contemporánea española se chifló. Pero, más temprano que tarde, se reestablecerá un sistema de libertades, pariendo nuevas generaciones que retomarán el camino de la democracia, abriendo a España al progreso y modernidad. País que, por cierto, no merece las canalladas de terroristas, independentistas y políticos de ocasión. Esa España terminará pasando por encima de Sánchez, Puigdemont y sus seguidores. Sentimos por el Partido Socialista Obrero Español, que merecía otro destino.
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Fuente de TenemosNoticias.com: runrun.es
Publicado el: 2023-11-16 20:31:25
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