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La crisis de la gasolina, por Antonio José Monagas

La crisis de la gasolina, por Antonio José Monagas

Los abismales y continuos desfalcos cometidos en perjuicio de PDVSA fueron los que originaron la crisis de gasolina, no las sanciones

 

@ajmonagas

La crisis de la gasolina obliga a una revisión de las circunstancias. Apelando, por supuesto, al carácter significativo que ha hecho de la escasez de gasolina una crisis con su respectiva espiral de conflictos generados por el régimen político venezolano.

Intentar la respuesta a la situación-problema que envuelve esta discusión, anima una indagación de razones y efectos que no han sido detallados para dar cuenta del problema de la traumática escasez de gasolina en Venezuela.

¿Verdad o presunción?

A decir de furibundos seguidores del régimen socialista venezolano, y de sus propios gobernantes, vacíos del conocimiento administrativo, económico y logístico, la crisis de gasolina se debe a “las sanciones aplicadas por gobiernos foráneos”.

La cháchara argumentada por personeros del régimen para justificar los problemas que el manejo de la gasolina no es convincente. Se tienen datos contundentes y demostrados que rebaten la machacada narrativa gubernamental. La escasez de gasolina no obedece a las escuetas razones que a cada momento declaran los gobernantes y sus adláteres. Las sanciones son dirigidas a personajes acusados de delitos de lesa humanidad, casi todos miembros directos o indirectos del gobierno nacional.

Más allá de las supuestas sanciones, la crisis de gasolina tiene sus causas en problemas de tecnología, ingeniería, logística, comercialización y distribución, causados por el mal manejo del negocio petrolero y el saqueo continuado a PDVSA.

Al interior del análisis

A los fines de ordenar el análisis, podrían señalarse causas arraigadas en una dinámica gubernamental populista, demagógica, despótica, arbitraria, conspirativa, y sin sentido de correspondencia con deberes y valores cívicos y preferencias nacionales.

Lo que la situación arrastra en términos de los problemas que sus incidencias contrajeron, aparece la corrupción tejida detrás y debajo del manejo operativo de la gasolina. 

La desproporcionada corrupción advertida en el manejo de la gasolina, toma partido en el curso de operaciones relacionadas con la tecnología que sigue su producción, comercialización y distribución. Pero también, en lo que refiere a su ingeniería y logística.

Sin embargo, en lo que a la crisis de la gasolina se refiere, la voracidad de quienes operan los distintos canales financieros a través de los cuales se negocia la oferta–demanda del producto en sus diferentes presentaciones, es una razón mayúscula que termina complicando la situación.

Implicaciones de otro tenor

Cabe subrayar que este problema no tiene nada que ver con las sanciones. Si bien no nace con la llegada del crecido autoritarismo militarista que trae el “socialismo del siglo XXI”, adquirió la fuerza que le brindó el poder abusivo que se arraigó con las arbitrariedades que permitieron la siniestra confabulación entre la política e intereses coyunturales promovidos por el malogrado modelo económico impuesto luego del arribo del militarismo en 1999.

La crisis de la gasolina no fue un evento circunstancial. No emergió de problemas estructurales que pudieron surgir de un cambio de paradigmas que habría podido intervenir la administración del desarrollo que habría transmutado el devenir técnico-económico-social del país.

En ello tuvieron incidencia, entre otras implicaciones:

El ejercicio de la política impuesto por un régimen que trastocó criterios de desarrollo confiscándolos a nombre de argumentos ideológicos. Así se devastaron industrias estratégicas, universidades, empresas y corporaciones estudiosas de la historia, la economía, la cultura, la sociología política, la geografía y las ciencias básicas.

El desmantelamiento de la meritocracia sobre la cual pivota la responsabilidad de dirigir un país que se precia de la posibilidad real de alcanzar el desarrollo de sus capacidades más notorias. El país se convirtió en un empacho de motivaciones que solo buscan escalar social y profesionalmente con base en el valor del carnet político del partido de gobierno que identifica al belicoso y al incapaz.

El funcionamiento de una economía subordinada a los mandamientos de un gobierno sin capacidad para diferenciar entre una política de Estado y otra para el «bochinche, la impudicia y el negocio que capitaliza divisas a partir de ilícitos».

La dinámica de una política gubernamental que se precia de hordas violentas por el solo hecho de ser representativas de ideologías fundamentalistas y gobiernos ortodoxos.

La preferencia hacia razones que “exaltan” el intercambio de bienes materiales o servicios por otros objetos o servicios (trueque o vulgar permuta) para validar negocios oscuros que terminan intercambiando petróleo por horas-hombre de personas sin formación.

La masiva emigración de una juventud preparada y familias consolidadas que despojó de trabajadores a empresas nacionales con futuro promisorio.

Los abismales y continuos desfalcos cometidos en perjuicio de la hacienda pública venezolana que despojaron del patrimonio sobre el cual se afianzaba el funcionamiento de empresas propiedad del Estado. Además, cometidos al amparo de la “justicia socialista” y premiando al delincuente en altos cargos de representación diplomática, política, social o económica fuera del país.

Al cierre

En consecuencia, el país con la mayor reserva petrolera del planeta, Venezuela, no tiene la menor capacidad para revertir alguna de estas causas que avivan el atraso de lo que por derecho natural, político y económico corresponde disfrutar. Mientras tanto, el país sigue pecando dada la incultura política del elector y la desvergüenza de quienes deberían actuar con la honestidad y responsabilidad que las circunstancias exigen. De no ser así, el país se verá agarrotado por la crisis de la gasolina.

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Fuente de TenemosNoticias.com: runrun.es

Publicado el: 2023-09-23 19:37:07
En la sección: Opinión archivos – Runrun

Publicado en Opinión