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La estética de la política y las paradojas de lo visual, por Isaac Nahón Serfaty*

La estética de la política y las paradojas de lo visual, por Isaac Nahón Serfaty*

Desarrollar un ojo crítico para no caer en el juego de las imágenes y de la estética grotesca o heroica de la política es una necesidad en este mundo saturado por lo visual

 

@narrativaoral

La foto de la reseña policial de Donald Trump es la evidencia de la fuerza de la estética en la política. Como producto que ha sido de los medios de comunicación, desde su época de playboy neoyorkino pasando por el show de televisión The Apprentice, el expresidente de los Estados Unidos puso la cara “adecuada” frente a la cámara que lo dejó retratado para la historia como el primer presidente de EE. UU. con ficha criminal. Ni Richard Nixon, quien tuvo que renunciar por el escándalo de espionaje contra sus adversarios demócratas, terminó en la cárcel. Trump supera en histrionismo de la provocación a todos sus predecesores.

La foto muestra a un Trump con mirada desafiante, con su típico peinado de cabello “rubio o fresa” (según lo señala la ficha policial), corbata roja y traje clásico. Confirma que es relativamente alto (1 metro 92) y que ha perdido algo de peso (está en 97 kilos). Sus seguidores se sienten aun más reivindicados con el brevísimo arresto del precandidato republicano, pues de forma visual han comprobado que Trump es “víctima” del sistema que conspira para que no vuelva a ser presidente y que, según los más radicales, le “robó” la elección que perdió contra Biden.

Los argumentos jurídicos o morales contra Trump no sirven de nada ante los ojos de sus fieles electores. Lo que importa es la estética que tiene resonancia con su público. Allí está en la foto de Trump, sin miedo, enfrentando las “falsas” acusaciones de intervención indebida en el proceso electoral en el estado de Georgia. Allí está dando la cara, este “rubio fresa” millonario que puede pagar una fianza de 200.000 dólares (una mera “propina” para el magnate inmobiliario que tantas veces ha quebrado y vuelto a resurgir), y que sale después como un héroe a dar entrevistas sobre la componenda del sistema corrupto que no quiere que él vuelva a “hacer América grande”.

Contradicciones de la imagen

El siglo XXI nos ha dado varios ejemplos de la importancia de la estética en la política. No es que el siglo XX, o incluso antes en la historia, la apariencia y las poses no fueran relevantes (piensen solo en las estatuas de los emperadores romanos). Pero la explosión de las comunicaciones y las redes ha potenciado la imagen como recurso retórico de una forma nunca antes vista en el devenir humano. Los venezolanos recordarán la proeza grotesca de Hugo Chávez cuando abrió en cadena nacional de televisión el sarcófago que contenía el esqueleto de Simón Bolívar.

O más recientemente, las fotos crudas de cientos de presos semidesnudos encarcelados en El Salvador por el presidente Nayib Bukele, como prueba visual de su guerra contra la delincuencia.  Y no podemos dejar pasar las múltiples apariciones imperiales de Vladimir Putin en la televisión rusa, como supuesta evidencia de que es un hombre en “control” de una guerra en Ucrania, guerra que ha sido más complicada de lo que el mismo Putin se esperaba.

Todas las imágenes que venimos de describir, como en el caso de la foto de la reseña policial de Trump, comunican una paradoja. No tienen una lectura única y eso las convierte en armas de doble filo. El expresidente de EE. UU. ha puesto la cara para la foto que confirma su dureza y determinación, pensando siempre en su audiencia. No deja, sin embargo, de dar la impresión (especialmente, cuando se ponen juntas las fotos de todos los reseñados en este caso, incluyendo a Ruddy Giuliani) que, el conjunto de los indiciados, formarían parte de una “mafia” que no respeta las reglas de la democracia. Sea o no cierto esto, poco importa en el espacio mediático dominado por la imagen. El doble filo indica que el héroe y el villano se combinan, y es probablemente ese carácter de “villano irreverente” de Trump lo que lo hace más heroico ante los ojos de sus fanáticos.

En el caso de la violación del sepulcro de Bolívar por parte de Chávez también hay una paradoja. Para muchos la escena fue horrible, un acto despreciable. Pero simbólicamente Chávez buscaba un doble efecto. Acercarse por una vía cuasi metafísica al Libertador y, al mismo, bajarlo del pedestal del héroe mostrando a un esqueleto muy alejado de las representaciones pictóricas del militar que lideró la independencia de una buena parte de Suramérica. De nuevo, estamos ante las contradicciones de la imagen. En este caso, contagiarse de la grandeza del líder y al mismo tiempo rebajarlo al nivel del mortal humano, para, en la fantasía de Chávez, sustituir al fundador de la patria en el imaginario del “pueblo”.

Las fotos de los presos semidesnudos en El Salvador han generado muchos comentarios. Algunos las han comparado con los campos de concentración de los nazis. Cuerpos arrumados, violentados, humillados. La dureza visual de las imágenes produce rechazo entre quienes consideran a Bukele como un presidente autoritario que no respeta el Estado de derecho. Sin embargo, entre los que apoyan la política de mano dura de Bukele, estas imágenes son la evidencia clara de que las medidas del mandatario salvadoreño van en serio, que es un presidente que cumple.

Putin, con sus poses imperiales en el Kremlin, quiere confirmar que es el jefe máximo e incuestionable de Rusia en tiempos de guerra. Claro que la puesta en escena, con soldados bien erguidos saludando militarmente al presidente ruso, está diseñada para lograr ese efecto, especialmente adentro del país. Ya dijimos que toda imagen tiene varias lecturas, y más todavía en tiempos de redes sociales, manipulación, memes y rumores conspirativos. Más de una de estas apariciones imperiales de Putin han servido para especular sobre su salud o para poner en duda su liderazgo sobre sus generales.

La reciente muerte del jefe de los mercenarios de Wagner, Yevgeny Prigozhin, en un supuesto accidente aéreo, parece confirmar que Putin sigue en control de la situación. Las dudas, de todos modos, también circulan, pues nadie verá el cadáver medianamente reconocible de Prigozhin, quien debió haber muerto carbonizado. Solo tenemos acceso a reportes forenses del gobierno de Putin que confirman que el ADN de uno de los cadáveres corresponde al jefe de los mercenarios.

Desarrollar un ojo crítico para no caer en el juego de las imágenes y de la estética grotesca o heroica de la política es una necesidad en este mundo saturado por lo visual. Eso, creo, será solo posible para unos pocos. La mayoría, como escribió Maquiavelo en El Príncipe, juzga más con sus ojos que con sus manos, ya que cada uno puede ver fácilmente, pero entiende muy poco. 

* Profesor de la Universidad de Ottawa (Canadá).

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Fuente de TenemosNoticias.com: runrun.es

Publicado el: 2023-08-31 13:06:07
En la sección: Opinión archivos – Runrun

Publicado en Opinión
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