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Mi Convive | De niña a madre, por Anna Calderón*

Mi Convive

En Venezuela solo 3 de cada 10 mujeres, niñas y adolescentes que viven en comunidades vulnerables han tenido acceso a educación sobre los métodos anticonceptivos

 

@miconvive

Nayreth era una joven de 17 años, se enteró de que estaba embarazada en febrero del 2022, llevaba dos meses de retraso en su período y en un principio pensó que era una casualidad. El signo positivo del embarazo vino acompañado de un mar de lágrimas, también de reproches y ofensas de su pareja.

“Me enteré, me puse a llorar, lo primero que hice fue decirle al papá y me dijo muchas cosas feas y yo lo que hice fue llorar más entonces. Cuando llegué a casa y di la noticia a mi familia, su reacción fue ponerse a llorar conmigo, mi mamá me dijo ‘mi niña va a tener una niña’”.

Para esta joven el embarazo significó un duelo en función de la pérdida del rol de “niña” dentro de su hogar. Con 17 años se tuvo que enfrentar a los cambios fisiológicos y conductuales asociados con el proceso de gestación, y a la vez asumir un papel asociado con la adultez aun cuando no se encontraba en esta etapa. Nayreth se vio en un cambio drástico, en donde pasó de ser hija a ser madre.

Asumir dicho rol, sin haber completado satisfactoriamente las etapas de la adolescencia, conlleva a situaciones de tensión que generan estrés emocional y psicosocial, causando efectos psicológicos asociados a estados depresivos, pérdida de la autonomía, baja autoestima y problemas interpersonales (Aguilar et al., 2021). Afortunadamente Nayreth no pasó por estas situaciones. En parte porque contó con una red de apoyo que le permitió transitar su embarazo con más serenidad.

Gracias a Dios a mí no me dio depresión postparto ni nada de eso, gracias a Dios yo mantuve la mente tranquila, gracias a Dios (…) Yo en lo personal, tuve el apoyo de mi mamá principalmente, luego de mi familia y poco a poco me fueron aceptando”.

Es fundamental el rol de la familia dentro del acompañamiento del embarazo juvenil, pues las relaciones del círculo social cercano inciden en el desarrollo del proceso de gestación hasta representar una escuela de enseñanza sobre lo que significa la maternidad. El apoyo del entorno familiar o cercano a los futuros padres es esencial para que ejerciten sus capacidades como cuidadores. 

“Mi hermana no estaba nada de acuerdo en que yo estuviera embarazada, nada, no quería que lo tuviera, incluso ella me asomó la idea de no tenerlo. Yo al principio (…) no lo quería tener, y yo dije, bueno sí, vale… y mi mamá – Ey, un momentico, tú no vas a inventar y aquí estoy yo-, y ella fue la que me dio prácticamente todo su apoyo, la que me hizo sentir bien, la que me dio la tranquilidad, todo, mi mamá fue todo”.

Si bien la joven contó con el apoyo de su madre, el embarazo significó una reestructuración de su modelo familiar. Cada uno de los integrantes tuvo que incorporar nuevas funciones en casa, lo cual vino asociado a conflictos y preocupaciones. A estos eventos se le suma una situación económica precaria, la ausencia del apoyo de su expareja y el rechazo del padre de la joven.

“Yo duré prácticamente mis nueve meses de embarazo sin cruzar palabra con mi papá, hasta que nació la niña (…) y cuando nació la bebé, ya cuando yo tenía dolores, él estaba pendiente –mira te compré una sopita, ¿cómo te sientes?, ¿ya vas a parir? Que no sé qué, que no sé cuánto–. Hasta el sol de hoy que mi niña es la luz de sus ojos, ya a mí me quitaron el puesto. Y, para mí, mi niña lo es todo”.

La maternidad representa una redefinición de la identidad femenina, puesto que la vida de la gestante, desde el momento del embarazo, estará estrechamente vinculada a las demandas de su bebé (Dias y Teixeira, 2010, citado en Fonseca, 2019). Esta situación puede resultar difícil para las adolescentes embarazadas, pues existe un reto tanto biológico como madurativo, en donde la madre adolescente debe transitar su propio desarrollo personal y social hacia la adultez, a la vez que asume la responsabilidad de cuidar y velar por el desarrollo de su hijo.

La historia de Nayreth no es un caso aislado. En Venezuela solo 3 de cada 10 mujeres, niñas y adolescentes que viven en comunidades vulnerables han tenido acceso a educación sexual integral sobre los métodos anticonceptivos y la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Bajo esta brecha de desinformación, Venezuela tiene una de las tasas de natalidad adolescente más alta de América del Sur, contando 81 partos de cada 1000 adolescentes de 15 a 19 años (Prodavinci, 2021).

Teniendo en cuenta la falta de información en cuanto a una vida sexual protegida, el embarazo adolescente suele ser inesperado para los jóvenes y para su núcleo familiar, ya que surge en una etapa en la cual los padres del bebé no tienen estabilidad económica y en la mayoría de los casos ni siquiera han culminado sus estudios secundarios (Fonseca, 2019). Ante la falta de planificación del embarazo, suelen ser los abuelos los encargados de la manutención y cuidado de los nuevos padres y de sus hijos.

El embarazo adolescente es un tema que ha sido abordado e internalizado dentro de nuestra cultura como un asunto familiar privado, de forma que en la familia recae la educación sexual, la orientación y el soporte a la crianza. Esta carga asumida suele superar en creces los recursos del núcleo familiar.

De esta manera, ante la precariedad de las políticas de salud pública en los temas relacionados a la educación sexual, es la familia la que asume la carga de educar y acompañar a las nuevas generaciones contando únicamente con sus recursos domésticos: experiencia, información disponible y voluntad, en un contexto de carencia de instituciones públicas que orienten y atiendan la realidad, las familias quedan a su suerte.

Las vivencias y los cambios dentro de la familia de Nayreth representan la historia de miles de familias venezolanas que han asumido responsabilidades en cuanto a la educación sexual de sus hijos contando exclusivamente con sus creencias y conocimientos, debido a la falta de garantías por parte del Estado sobre la difusión de información sexual y el apoyo familiar. Es en este sentido que, a partir de nuestra labor como sociedad, se hace imprescindible afianzar y promover la orientación y educación sexual, ya que es uno de los tantos desafíos a los que se enfrenta la población joven.

* Licenciada en Psicología graduada de la UCAB, especialista en acompañamiento psicosocial en el programa Vamos Convive, de Mi Convive.

Bibliografía

  • Aguilar, L., Barroeta, G., Guillén, D y Rodríguez, L. (2021). Maternidad adolescente: Apuntes derivados de una experiencia. Alternativas cubanas en psicología, 9 (27). Recuperado en acupsi.org
  • Rojas, Indira (2021). “Eres muy joven para hablar de esto”. Recuperado de Factor Prodavinci
  • Fonseca, E. (2019). Análisis dinámicas familiares, redes de apoyo y embarazo adolescente. [Tesis de especialización no publicada]. Universidad El Bosque.
  • Mi Convive A.C. (2023, 10 de octubre). Embarazo juvenil (Núm. 1) [Pódcast de video]. Háblame convive por Vamos Convive.

 

 

Fuente de TenemosNoticias.com: runrun.es

Publicado el: 2024-02-09 21:27:36
En la sección: Opinión archivos – Runrun

Publicado en Opinión

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