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En Venezuela hay un autoritarismo heredado y una oposición que fortaleció al “verdugo”

En Venezuela hay un autoritarismo heredado y una oposición que fortaleció al “verdugo”

El socavamiento de la autonomía e independencia de los poderes públicos, la estigmatización de la disidencia y la exacerbación del rentismo petrolero, heredados de Hugo Chávez; así como la pérdida del respaldo popular y la caída de los ingresos que siguieron a su muerte, configuraron el escenario perfecto para que se radicalizara el autoritarismo con Nicolás Maduro en el poder.

A 10 años de la muerte del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, la política de su heredero “no se sustenta en una legitimidad democrática sino en una coalición fundamentalmente militar y de tribus políticas”, en palabras de la historiadora Margarita López Maya.

Un régimen que echa mano a la imagen de Chávez como la “moneda de mayor valor” que tiene, aunque “devaluada”, en opinión del doctor en ciencias políticas Ángel Álvarez.

Efecto Cocuyo consultó a los profesores Ángel Álvarez, doctor en ciencias políticas; y Margarita López Maya, historiadora, doctora en ciencias sociales y presidenta del Latín American Studies Association, para un especial que tiene como propósito ahondar en las repercusiones del modelo político chavista y explicar cómo perdimos la democracia.

Autoritarismo tras la muerte de Chávez

Nicolás Maduro no tiene ni los recursos económicos ni la popularidad que sí tenía Hugo Chávez y “que le permitía administrar el autoritarismo de una manera más eficiente”, afirma Álvarez. 

“No veo una deriva autoritaria en Maduro sino una continuación del proyecto autoritario chavista. Maduro tiene más incentivos para ser más represivo, pero no porque Chávez no fuese autoritario”, aclara.

Otro elemento que radicaliza al actual gobernante es que no tiene el control del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) que sí tenía el fallecido presidente “porque Maduro no es un activo tan simbólicamente importante como lo fue Chávez”.

En Venezuela Chávez se ha convertido en una suerte de «deidad» que mantiene simbólicamente articulado al chavismo.

Del bolivarianismo al “socialismo del siglo XXI”

López Maya ubica el inicio del bolivarianismo en los cuarteles venezolanos en los años 70 “en un contexto socioeconómico caracterizado por el agotamiento del modelo industrialista de sustitución de importaciones”, escribió para la Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales de la UCV, en 2008.

Una década después, en 1983, surge el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 que lidera Chávez, una organización clandestina que serviría como semillero para orquestar el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 que lo daría a conocer a escala nacional.

“Chávez no tenía una vocación democrática, tenía una vocación revolucionaria y tenía una educación militar. De manera que era fundamentalmente una personalidad autoritaria que no aceptaba disidencias, muy intolerante al pluralismo”, coincide con Álvarez.

No obstante, señala que es incierto calcular si hubiese llegado a la violación flagrante de los derechos humanos que ha ocurrido bajo el mandato de Maduro, según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU. “No hay capacidad para saber si hubiese llevado a la población a la emergencia humanitaria compleja en la que el 90% del país está en miseria por sus ingresos”, expresa.

Esto no lo exculpa del desmantelamiento institucional, con la anulación de la independencia y autonomía de los poderes públicos, que explica el tránsito de un régimen híbrido a un autoritarismo cerrado.

“¿Cuál es la repercusión de Chávez en la dictadura de Maduro?, pues toda porque, cuando muere, la destrucción institucional estaba en estado avanzado. Primero logra la subordinación del Poder Judicial; en 2005 del Legislativo y luego fue socavando la autonomía del resto de los poderes en aras de la voluntad y hasta del capricho del Ejecutivo”, argumenta.

López Maya recuerda que Chávez también creó el aparato de medios públicos que fungen como resonadores de la propaganda gubernamental. 

“Estigmatizó el pluralismo político, el que no lo seguía a él era un traidor y un enemigo. Todo eso le dejó el camino abierto a Maduro para que pudiese seguir gobernando por encima de la Constitución y las leyes”, sostiene.

Después de su victoria electoral en diciembre de 2006, Chávez lanzó una nueva fase del proceso de cambios que calificó de transición acelerada al “socialismo del siglo XXI”. Con esto radicalizó su deriva autoritaria que comenzó en 2002 después del golpe de Estado que lo separó temporalmente del poder.

Pero ¿qué es el socialismo del siglo XXI?, la historiadora explica que la doctrina del socialismo pasó a ser “lo que dice Chávez” y “no tiene mucho que ver con las teorías socialistas de las que no tenía mucho conocimiento”. Es por esto que López precisa que del bolivarianismo el movimiento en realidad mutó al chavismo.

Chavismo sin Chávez

El chavismo es, en su opinión, “un proyecto autocrático del siglo XXI insertado en una alianza con otras naciones autocráticas como Rusia, China, Irán, Cuba, que viene sosteniendo que la democracia o no hace falta o es falsa y cuyo objetivo principal es la perpetuidad en el poder y tiene un uso instrumental de la imagen de Chávez”.

“La utilización de Chávez sigue siendo muy importante porque es la imagen que legitima todo esto de alguna manera, lo sacan cada vez que necesitan lavarse la cara porque (el gobierno de Maduro) no está sostenido sobre una legitimidad democrática sino sobre una coalición fundamentalmente militar y de tribus políticas. La imagen de Chávez es un comodín”, agrega.

El profesor Álvarez también tiene su propia definición de chavismo: “Es una referencia ambigua porque, desde el punto de vista ideológico, no es ni siquiera algo que pudiéramos llamar socialismo del siglo XXI. Es más parecido al populismo peronista en su etapa decadente”.

En el chavismo sin Chávez no hay un proyecto político,  ni un liderazgo personalista, tampoco un movimiento social pujante. “Lo que hay es una ritualización del carisma de Chávez que está convertido en un rito casi religioso”, manifiesta.

¿Por qué no es un liderazgo personalista a pesar de todo el poder que concentra Maduro?, porque no hay un culto a su personalidad como sí la hubo con Chávez.

“Se está tratando de crear esta cosa ridícula con Súper Bigote, pero eso no se parece para nada a los ojos de Chávez. No se puede contrastar una comiquita con los ojos de Chávez viéndote de todos lados, como si fuera el ´Big Brother´ de 1984, con lo cual además la gente que lo seguía se identificaba apasionadamente”, explica.

Propaganda de Chávez en Caracas- 10 años de su muerte (Mairet Chourio)

La ciudad capital se llenó de los «ojos de Chávez» tras su muerte, imágenes que han sido borradas en los últimos años.

“Chávez sigue siendo la moneda de más valor dentro del discurso político de sus herederos. Pero, sin duda alguna, se ha devaluado porque está muerto, no es quien toma las decisiones. Entonces hay un cambio, que es una devaluación, porque Maduro no puede y creo que no podrá construir un culto a su persona como el que hubo con Chávez”, destaca.

¿Poder popular?

Chávez ascendió al poder no solo con la bandera de la justicia social, también prometió dar un poder protagónico a los venezolanos. 

Si bien la Constitución de 1999 incorporó un conjunto de mecanismos e instituciones de la democracia directa, al final esto no se tradujo en una incidencia real en la toma de decisiones.

Una razón de esto es que el poder popular “fue concebido como estructura del Estado, lo que tiende a debilitar su potencial para actuar como contrapeso del poder”, explica López Maya.

De acuerdo con la historiadora, el término de poder popular aparece en 2007 y no proviene de la Constitución de 1999 sino que “se toma de las tradiciones socialistas del siglo XX, particularmente la cubana”. “Este es un poder paralelo a los poderes constitucionales, con lo cual se sale totalmente de la democracia liberal y entra a ser una institución iliberal”, apunta.

Pero fue especialmente en 2009 que el “poder popular” fue adscrito a la vicepresidencia, bajo la directriz del Ejecutivo, con tareas político-partidistas.

“En la práctica se convirtieron en organismos paraestatales, en brazos del Ejecutivo nacional que hoy en día es partido, es gobierno y lo es todo. El Estado subsume a la sociedad dentro de sí”, comenta.

De la Polarización política a la social 

El “radicalismo discursivo” es otra característica del chavismo a la que apeló para profundizar la polarización política

Para López Maya, esa polarización hoy no tiene asidero porque la situación social es tan calamitosa que este discurso ya no resulta atractivo. “Chávez siempre ganó 60-40 a la oposición, con una polarización muy fuerte, con sectores muy poderosos de ambos lados. Hoy en día la situación es muy asimétrica, el gobierno tiene todo el poder y la sociedad no tiene poder”, opina.

Álvarez advierte que, si bien la polarización política se ha debilitado, hay una polarización de clases: “Hay un sector de la sociedad mayoritario que está en una situación de crisis económica, de pobreza extrema, en una situación de exclusión social, y una élite política y económica que vive de manera saudita con tiendas y carros de lujo”.

La “gran incapacidad de la oposición”

La oposición también tiene su cuota de responsabilidad en el devenir político del país en los inicios del chavismo y tras la muerte de Chávez.

Uno de los errores que destaca Álvarez como “catastrófico” fue la postulación de Francisco Arias Cárdenas, en el 2000, que respaldaron los partidos de oposición. “Pretendieron derrotar a Chávez con Arias Cárdenas, quien había sido el segundo en el golpe de Estado (del 4 de febrero del 92), lo que era absolutamente descabellado. Lo que hicieron fue fortalecer a su propio verdugo”.

“Esa reiteración de errores como lanzarse en el 2004 a las calles diciendo que habían ganado un referendo que no habían ganado, con lo cual desacreditaron el proceso electoral y le quitaron valor al voto; propiciar torpemente la salida de Chávez en el 2002 con el golpe de (Pedro) Carmona”, cuestiona.

El profesor considera que esta actuación errática se debe a la suma de dos elementos: la gran incapacidad política histórica “contrastante con la capacidad que tuvieron personas como (Rómulo) Betancourt o (Raúl) Leoni al comienzo de la democracia” y la incapacidad de coordinación por la inexistencia de coaliciones políticas que sean eficientes y disciplinadas.

“Hay una responsabilidad compartida de los sectores del chavismo y la oposición, los factores de poder que dieron el golpe de 2002, la radicalización desde el Legislativo en 2015. La oposición utilizó estrategias suma-cero para tratar de sacar al chavismo del poder cuando tenía popularidad y cuando no y fracasó en esos intentos”, responde López Maya. 

“En otros países, como Colombia y Ecuador, hemos visto cómo se usaron estrategias graduales e institucionales para contener estas fuerzas que pugnan por destruir el orden político democrático”, agrega la analista. 

¿Un futuro incierto, qué sigue?

Ambos analistas ven como escenario más probable la continuación del “statu quo”. “No veo a lo interno del chavismo –quizás los haya, pero bien escondidos- actores con vocación democrática en este momento”, sentencia López Maya.

“Sigue habiendo un clima, a 10 años de la muerte de Chávez, de incertidumbre política y de qué hacer y de estrategias, mientras no haya un proyecto de futuro compartido y atractivo para la sociedad venezolana, el presente es lo que hay y el presente es Maduro y Chávez”, concluye.

Fuente de TenemosNoticias.com: efectococuyo.com

Publicado el: 2023-03-04 17:30:00
En la sección: Política – Efecto Cocuyo

Publicado en Política