la historia real en la que se basa

En Mi reno de peluche, la miniserie de Netflix que se ha convertido en un inesperado éxito, se tocan varios temas perturbadores a la vez. Por un lado, el del acoso, que se muestra desde la óptica de la víctima y la forma en que un tipo de violencia de la que se habla poco, puede volverse una tragedia a toda regla. 

Donny (Richard Gadd), no solo la padece. A la vez, debe lidiar con la posibilidad que ninguna institución legal o policial pueda ayudarle. Por lo que tendrá que hacer frente a su agresora por sus propios medios desde el temor que toda la situación pueda escalar con rapidez. A pesar de sus intentos por evitarlo. 

Al otro extremo, se encuentra una durísima y honesta perspectiva acerca del abuso sexual. El protagonista de la producción resulta agredido y la serie explora en las consecuencias físicas y mentales de un hecho semejante. En especial, mostrando un excepcional punto de vista masculino sobre el tema. 

Poco a poco, Donny deberá encontrar la manera de sanar sus heridas y sobrevivir a la violación que sufrió. Al mismo tiempo, comprender hasta qué punto, ese trayecto le llevará a encontrar una forma de lidiar con el sufrimiento, el miedo y el desconcierto que padece. 

Una historia dolorosa y real en
‘Mi reno de peluche’

Todo lo anterior, podrían ser los giros de una trama especialmente dramática. Que lo es. Solo que además, Mi reno de peluche está basada en una historia verídica. Y para que resulte todavía más sorprendente, la de protagonista. Richard Gadd, que además de encabezar el elenco produce y escribe el guion, decidió llevar las dos experiencias más duras de su vida a la ficción. Eso, con la intención de analizar hechos semejantes desde un ámbito público. 

También, brindar la oportunidad a las víctimas de debatir hechos de naturaleza violenta que con frecuencia no llegan a la pantalla grande y pequeña de la forma en que la miniserie los muestra. Te contamos qué es real y que no, en la producción de Netflix. 

Todo comenzó sobre las tablas de un teatro

La historia de la serie, comenzó como una obra de teatro unipersonal. Baby Reindeer se presentó por primera vez en el festival de Edinburgh Fringe (Edimburgo), en el 2015. Por entonces, ya la historia se basaba en un alter ego ficticio de Richard Gadd, llamado Donny Dunn. Este, sufría el acoso y persecución de una mujer llamada Martha, que había conocido en el bar en que trabajaba. El personaje, contaba como luego de una charla casual, se encontró como destinatario de miles de correos electrónicos y horas enteras de notas de voz por parte de la desconocida. Por último, siendo asediado a toda horas y en todos los lugares, por su insistente presencia. 

Gradualmente, lo que parecía una obra de comedia, se volvía más oscura y densa. Eso, cuando el hostigamiento se volvía una agresión que terminaba con el personaje al borde de la locura y tan aterrorizado como para evitar salir de su casa. Para cuando la prensa se interesó en la obra, el trasfondo real sorprendió al público. El propio Gadd había sufrido toda la experiencia. De hecho, apenas se recuperaba de ella. Y en esencia, era exactamente igual a la que mostraba sobre las tablas. 

Luego de un encuentro casual y varias conversaciones informales en el bar que atendía, Gadd se encontró recibiendo ciento de correos a diario. También, notas de voz y finalmente, fue perseguido por la mujer hasta provocarle una crisis depresiva y de ansiedad. Para entonces, habían transcurrido cuatro años y medio, durante los cuales recibió alrededor de 41.000 correos electrónicos y 350 de horas de mensajes de voz. 

Una situación terrorífica que se volvió incontrolable

Para entonces, el comportamiento de la acosadora de Gadd se había vuelto más agresivo y peligroso. A todo el seguimiento en línea — que abarca 44 tweets y 46 mensajes de Facebook — se sumó el que llevaba a cabo en su vida cotidiana. Además de enviarle bolsas de regalo con objetos extraños y a menudo peligrosos, le seguía en todas sus rutinas diarias. Por último, y en el momento más duro de la situación, llegó a hostigar a la familia y pareja de Gadd. 

Por doloroso que parezca, a la víctima le llevó tiempo convencer a su círculo de amistades y parientes de la gravedad de la situación. Según contó en una entrevista con The Times, la mayoría restaba importancia a lo que ocurría y tachándolo de una anécdota curiosa. Pero todo se volvió peor, cuando la agresora empezó a frecuentar los conciertos de Gadd — que es un comediante de Stand up — y amenazarle públicamente. 

Cuando finalmente acudió a la policía, fue reprendido por “permitir” que algo semejante le ocurriera. Según relató a The Guardian, solo cuando la circunstancia se hizo tan grave y frecuente como para resultar un peligro para su vida, se le tomó en serio. Para entonces, estaba mentalmente exhausto, aterrorizado y sin saber qué hacer para continuar con su vida. Lo más preocupante es que, para entonces, Gadd había sufrido otra agresión violenta que puso en jaque su salud física y mental. 

Un tipo de agresión de la que se habla poco

En medio de la situación de acoso con la que debía lidiar, Richard Gadd también soportaba las heridas físicas y mentales de una violación. El comediante había sido víctima de agresión cometida por un escritor de televisión, que le ofreció ayuda en su carrera y terminó por suministrarle drogas. Un hecho que Mi reno de peluche también muestra en toda su crudeza. 

Para Gadd era importante que se mostrara el suceso de la manera más frontal posible, lo que hace al capítulo de la miniserie una rareza en medio de narraciones distintas. El episodio no solo muestra la agresión, sino también, todas las consecuencias que la víctima soportó, lo que incluye la culpa y el miedo. En una entrevista para The Independent , Gadd explica que la experiencia le dejó aplastado por el autodesprecio y autocastigo. Lo que, además, le empujó a un cuadro depresivo del que le llevó años recuperarse. 

Al final, la miniserie es una combinación entre esa intención de llevar a la ficción una historia difícil de digerir y las experiencias de su productor, guionista y protagonista. Lo que dio como resultado una extraña y dura visión sobre dos de los males más duros de nuestra época. También, del proceso de sanación de una víctima que utiliza la ficción como una manera de sanar heridas. El mensaje más poderoso de la propuesta.