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¿Las crisis económicas aceleran o frenan los procesos de descarbonización de la economía?

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Reconstruir algo que ha sido destruido ofrece la oportunidad de construirlo mejor de cómo fue construido antes. Así pues, una crisis puede ser una oportunidad de mejorar algo. Pero ¿puede realmente funcionar esta filosofía?

 

El equipo internacional de Germán Bersalli, del Instituto de Investigación para la Sostenibilidad (RIFS) de Potsdam (Alemania), ha completado un estudio en el que ha explorado el impacto de las crisis económicas en la descarbonización; concretamente la relación entre los picos de emisiones y las crisis económicas en los 45 países que forman parte la OCDE y el G20 entre 1965 y 2019.

 

Los resultados del estudio indican que, aunque las crisis no conducen automáticamente a cambios estructurales y a una descarbonización a largo plazo, han desempeñado un papel importante a la hora de desencadenar cambios sistémicos. Casi todos los países que han alcanzado un pico máximo con la consecuente caída de las emisiones de CO2 lo hicieron durante una crisis económica.

 

Al menos 28 de estos países alcanzaron un pico de emisiones en los últimos cincuenta años, y 26 lo hicieron justo antes o durante una crisis económica, lo que sugiere que las crisis tienen un efecto en los procesos nacionales de descarbonización. Entre ellas figuran las crisis del petróleo de 1973-75 y 1979-80, el colapso de la Unión Soviética (1989-91) y la crisis financiera mundial (2007-09). Incluso cuando la actividad económica de estos países se recuperó, las emisiones no volvieron a los niveles anteriores a la crisis. Esta evolución positiva contrasta con la tendencia mundial más general de un aumento constante de las emisiones de dióxido de carbono durante este periodo, salpicado por pequeñas caídas durante las crisis.

 

Las políticas climáticas ambiciosas han demostrado ser eficaces en tiempos de crisis. La imagen representa el concepto de manera artística y simbólica. (Ilustración: RIFS / Felix Beger. CC BY-ND)

 

Los investigadores describen tres mecanismos que pueden impulsar procesos de descarbonización duraderos en el contexto de las crisis económicas:

 

Las medidas de eficiencia energética adoptadas por gobiernos y empresas en respuesta al aumento de los precios de la energía o al deterioro de las condiciones económicas. «Este mecanismo fue particularmente evidente durante las crisis del petróleo. Los países que alcanzaron su nivel máximo durante este periodo (por ejemplo, el Reino Unido, Alemania y Francia) experimentaron mejoras significativas en su intensidad energética. Disminuyó el consumo de combustibles importados caros y aumentó la eficiencia energética», afirma Bersalli. Además de las medidas gubernamentales, las empresas también respondieron a las crisis y desencadenaron nuevas tendencias de mercado, como el cambio a coches más pequeños y eficientes en Europa Occidental durante las crisis del petróleo.

 

Cambios en la estructura económica consistente en un declive de sectores intensivos en energía y carbono y a un repunte, tras la crisis, de sectores con menos emisiones por unidad de PIB. Estos cambios son impulsados por fuerzas económicas y, a veces, políticas. A medida que las economías se recuperan, las empresas recurren cada vez más a líneas de producción e instalaciones menos intensivas en energía o carbono, paralelamente a un repunte de otras actividades por ejemplo en el sector servicios. Bersalli cita a España como un ejemplo notable de este fenómeno: «En España, uno de los países más afectados durante la crisis financiera mundial y la posterior crisis del euro, los efectos sobre la industria fueron fuertes, con una caída de la participación sectorial en el PIB del 26% en 2007 al 20% en 2015; la industria de la construcción, en particular, se derrumbó y nunca se recuperó a los niveles anteriores a la crisis. La vuelta de España al crecimiento se desarrolló en otros sectores menos intensivos en carbono y energía».

 

Por último, las nuevas condiciones del mercado o las modificaciones de políticas públicas dieron lugar a cambios en la combinación energética que redujeron las emisiones de CO2. Por ejemplo, a principios de los años setenta, la primera crisis del petróleo tuvo un impacto duradero en la matriz energética, especialmente en Europa Occidental, donde se expandió la energía nuclear y las tecnologías emergentes de energías renovables suscitaron un interés creciente.

 

Johan Lilliestam (RIFS), coautor del estudio, subraya que estas conclusiones podrían ayudar a elaborar políticas de acción climática más sólidas: «También estamos viendo, en el contexto de la pandemia de COVID-19, que las políticas climáticas ambiciosas demuestran su eficacia en tiempos de crisis. Los países que lideran la transición hacia un futuro energético neutro en carbono han utilizado sus paquetes de recuperación para invertir en sectores verdes y han aprovechado la oportunidad para reforzar su posición de mercado en tecnologías e industrias emergentes neutras en carbono. Esto conducirá a una reducción de las emisiones a largo plazo».

 

Los resultados de la investigación también ofrecen una respuesta a la tan debatida cuestión de si el «crecimiento verde» es posible: puede lograrse una disociación absoluta entre crecimiento y emisiones si el crecimiento económico es moderado. Históricamente, la intensidad energética y de carbono rara vez ha descendido más de un cuatro por ciento al año. Por eso, incluso las economías que alcanzaron su punto máximo de emisiones en la década de 1970, aún tienen un largo camino por recorrer para descarbonizarse por completo.

 

El estudio se titula “Most industrialised countries have peaked carbon dioxide emissions during economic crises through strengthened structural change”. Y se ha publicado en la revista académica Communications Earth & Environment. (Fuente: RIFS / Helmholtz Centre Potsdam)

 

 

Fuente de TenemosNoticias.com: noticiasdelaciencia.com

Publicado el: 2023-02-24 06:15:45
En la sección: Ciencia Amazings® / NCYT®

Publicado en Ciencia