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Sencillos propósitos de navidad

P. Narciso Obando

La Navidad brinda, si conectas todos tus sentidos, la oportunidad de hacer un alto en el camino y revivir los sabores y los aromas del hogar. Todas estas sensaciones te pueden transportar, si te dejas llevar, a un viaje maravilloso, hacia ti mismo, hacia tu infancia, a revivir ese espíritu de Navidad al que nos entregábamos con total ingenuidad, sencillez e inocencia.

Desde allí, podemos disfrutar del camino, más o menos largo, que hemos recorrido hasta hoy, de los aciertos y de los errores, de los amigos y para algunos de los amores, de la alegría y de la tristeza, lo dulce y lo amargo… y disfrutar de esa caja llena de herramientas que hemos acumulado en el maravilloso camino que es la vida.

Navidad es un momento para olvidar y mirar hacia delante, dejar ir los sinsabores y los rencores que tanto nos dañan, dejar ir los malos recuerdos y todo aquello que nos desgasta y atenaza; sé ecológico y tíralo a la basura, si te sientes con fuerza, escríbelo en un papel y, después, rómpelo en mil pedazos y tíralo; y en el hueco que ha quedado, pon con mucho cariño, comprensión, escucha, humildad, tesón, perdón, agradecimiento, paciencia,…porque unas baterías cargadas con esa energía, te darán fuerzas para afrontar la vida con ánimos renovados.

En Navidad, cada uno de nosotros va a ser protagonista del milagro más extraordinario de toda la historia, acompañando a Jesús en el pesebre. Durante estos días es muy importante la participación fervorosa en la santa misa, la oración frente al pesebre, los cantos a Jesús Niño, y sobre todo, hacer una profunda y sincera confesión.

Se hace necesario vestirse con la túnica de la sencillez de los pastores y acercarse despacito al Niño Dios para dejarse inundar de su luz: Preparar esta Navidad como una fiesta donde reine la sencillez y la alegría, evitar el despilfarro, los regalos fastuosos, el exceso de bebida o de comida.

Vamos a proponernos algún gesto concreto para reconocer a Jesús en las personas que sufren, los más pobres, los desamparados, los “sin techo“, los desocupados, los presos, los enfermos, los abandonados, los que más nos cuesta amar. Si es posible, invitar a la mesa a alguien que este solo, mandar una tarjeta a alguien lejano, llamar por teléfono a algún amigo distanciado.

En esta Navidad se hace necesario guardar en cajas bien cerradas lo que me cambia en aquel que no soy: La envidia, los celos, la sed de venganza y todos los resentimientos que me corroen las entrañas. Selladas las cajas, las arrojaré todas a las profundidades del mar del olvido. Abriré mi corazón para que el milagro del nacimiento de Jesús se siga repitiendo entre los hombres y de esta manera resucitar al niño escondido en algún rincón apartado de mi memoria.

El objetivo final de todos es ser felices. La felicidad, procede de Dios y de nuestro interior, depende de lo que somos y experimentamos, no de lo que tenemos. La felicidad está en las pequeñas cosas de la vida, en los detalles cotidianos, por lo que quizás lo más inteligente sería empezar por ahí en nuestra lista de objetivos, conseguir cada día esas pequeñas cosas que nos dan alegría, placer, amor, amistad.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.diariodelsur.com.co

Publicado el: 2023-12-19 20:20:26
En la sección: Diario del Sur

Publicado en Ciencia

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