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105 años de Rosa Albina Chacón – Diario La Nación

105 años de Rosa Albina Chacón – Diario La Nación

Su mamá, Josefa Chacón, le dijo que nació en la aldea Cucurí, municipio Córdoba, el 20 de enero de 1919, el Día de san Sebastián, pero en la cédula de identidad su fecha de nacimiento es el 19 de febrero de 1919. Tiene un hijo, seis nietos, 11 bisnietos y 4 tataranietos


José Luis Guerrero S.

— ¿Cuántos años cumple usted? –le pregunté a la señora Rosa Albina Chacón viuda de Guillén, en la casa de su nieta Sonia Guillén, en el barrio Santa Eduviges de Táriba, el miércoles 17 de enero.

— Tengo más de 100 y me faltan como dos o tres días para completar otros cinco años más— responde levantando su mano derecha, como intentado contar los días con sus dedos, y luego suelta una carcajada con mucha espontaneidad.

Ella es Rosa Albina Chacón viuda de Guillén, quien hoy, 20 de enero de 2024 cumple 105 años de vida. Nació en la aldea Cucurí, zona rural del municipio Córdoba en el año 1919, donde vivió con sus padres Josefa Chacón y Alejandro Estévez, en una familia integrada por cinco hermanos, tres de ellos varones.

Con el paso de los años ha perdido parte de la visión y de la audición. Se le debe gritar para que pueda escuchar y contar todo lo que aún recuerda de sus tiempos mozos, vividos en el campo junto a sus padres, sus hermanos, su esposo y su único hijo, en una época que recalcó varias veces “de mucha felicidad”. Camina lento, apoyada con un bastón. Come de todo y no consume medicamentos.

Aquí Rosa Albina (105 años), junto a su nieta Sonia Guillén (57 años), su bisnieta Karelys Silva (25 años) y su tataranieta Isabela (2 años). (Foto/José Luis Guerrero)

— Me casé con Audon Guillén en el año 1938, cerca de Nochebuena. Yo tenía 19 años cuando lo conocí por la aldea La Tinta. Él tenía…, no lo recuerdo –su nieta le ayuda y dice 38 años-. Fue en la Catedral –el civil en Santa Ana, aporta la nieta- … él me regaló un corte (se refiere a un trozo grande de tela ya cortada que antes se vendía en tiendas pequeñas como las bodegas) para hacerme el vestido y así fue — narra, en cortas respuestas, mientras aprieta sus manos y ríe un poco con picardía.

Siempre le gustó una fiesta y bailar música de cuerda, música del campo, entonada con mucho gusto y alegría. Su esposo no bailaba y le permitía disfrutar con otros hombres, todos amigos, conocidos, que la sacaban a bailar.

— Yo sí bailaba mucho –ríe con mucho encanto-. Me gustaba. Era por Nochebuena, Año Nuevo, cuando había la oportunidad. Eso era por allá, en el patio de la finca por Agua Dulce, cerca de Vega de Aza. Se amanecía bailando –agrega por partes, en voz pausada.

— ¿Su esposo la dejaba bailar con otros hombres?

— Él no era celoso. Me dejaba. No me decía nada –responde y en su mirada muestra en silencio una sonrisa. Parece revivir uno de esos bailes en alpargatas en el patio donde tostaban el café para vender.

— ¿Cuántos hijos tuvo usted?

— Uno solo. Se llama Luis Antonio Guillén Chacón –actualmente tiene 87 años y trabaja en la finca que heredó de sus padres, nos dice su nieta-.

— ¿Por qué un solo hijo?

— Quién sabe por qué sería. Yo no me hice remedios, no me hice nada.

Recuerda que estaba embarazada y un día, mientras molía maíz para los pollos, sintió que “algo” se salió de su cuerpo. Fue una pérdida. Era una niña. Su nieta Sonia cree que la partera pudo causar algún daño cuando la abuela tuvo su hijo, de allí que no hubo más descendencia.

II

Más y más recuerdos

Tras enviudar en 1975, ella sigue en la finca de Agua Dulce, por Vega de Aza. Allí permanece hasta los 98 años porque no quiso venirse a la ciudad con otros parientes. Su hijo decide traerla a su casa, y actualmente comparte con su nieta Sonia, su bisnieta Karelis Silva (24) y la tataranieta Isabela Tapias, de dos años, en la casa de la calle 5, de barrio Santa Eduviges de Táriba, municipio Cárdenas.

Disfruta, como buena tachirense, el tomar una taza de café negro. Lo percibe con su olfato y siempre reclama le sirvan. Este miércoles está sentada en un mueble de la sala. Lleva su cabello suelto, las canas dominan. Su rostro muestra las huellas de los años que también se ven en sus brazos, de piel muy suave en las palmas de sus manos, que se siente al saludar al visitante. Viste una bata de algodón, un abrigo naranja y cubre sus piernas con una toalla verde manzana.

Cree en Dios y en la Virgen, sin precisar a cuál de las advocaciones le reza más. Siempre montó su pesebre por Navidad y lo desmontaba el Día de la Candelaria.

— ¡Claro que íbamos a la iglesia! –responde al hacerle la pregunta: ¿Iba a misa?- Por Semana Santa fuimos muchas veces a Santa Ana, a San Cristóbal, también a Táriba.

No aprendió a leer ni a escribir, pero sí dominó las cuentas relacionadas con las ventas de café y de muchas otras verduras que cultivaban en la finca. A su hijo lo llevó a la escuela, lo formó como un hombre de bien.

— ¿Cómo le gustaba llevar su cabello? ¿En clinejas?

— El cabello lo llevaba como fuera –se lleva la mano a sus canas-. Largo, con clinejas, con moños, con peinetas.

— ¿A cuáles presidentes recuerda?

— Yo me acuerdo de un presidente… Raúl Medina Angarita… de Rafael Caldera, uno llamado Rómulo, eran dos –se refiere a Betancourt y Gallegos-. A Carlos Andrés Pérez, el militar Chávez también… Marcos Pérez Jiménez… a Juan Vicente Gómez… De él recuerdo que compraba café y mandaba a las fincas herramientas para trabajar. A mi nona le llegó eso.

— ¿Usted fue recolectora de café?

— ¡Pues claro!, en eso trabajé por muchos años en la finca. El café se vendía bastante –responde por partes, en frases-. Yo me colocaba el canasto en la cintura, agarraba las ramas de la mata y a quitar café de pepas rojas. No me pasó nada grave en esta tarea.

Como buena cocinera, preparó de todo para muchos trabajadores de la finca y para su hijo, luego para sus nietos cuando la visitaban. Sopas de granos, muchas hallacas para comer en diciembre, cocinado en leña.

Rosa Albina es parte de nuestra historia. Vivió su vida feliz en el campo y ahora, en la ciudad, a su manera. Nunca ha necesitado ser llevada a un centro asistencial para ser operada. Disfruta de las conversaciones con sus parientes. Sabe de su descendencia.

— Nona, ¿cómo llamaba usted a las gallinas para que fueran a comer?— pregunta Sonia durante la conversación.

— “Tucutucutuco” y venían corriendo –dice en medio de una carcajada, que nos reitera que la vida es para vivirla en el sendero de nuestros días.

Rosa Albina Chacón viuda de Guillén suma 105 años de vida desglosados en al menos 38 mil 325 días, 1.260 meses. Es el regalo para sus familiares, quienes con seguridad le cantarán cumpleaños. ¡Dios la bendiga!

 

 

 

Fuente de TenemosNoticias.com: lanacionweb.com

Publicado el: 2024-01-20 00:05:02
En la sección: Diario La Nación

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