Berln sigue siendo «pobre pero sexy», 33 aos despus de la reunificacin | elmundo.es

La digitalizacin est lejos de la capital alemana: en las oficinas de los distritos municipales an se funciona por fax

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La reunificacin alemana tiene ya 33 aos de historia. El Este y el Oeste llevan ms tiempo unidos de lo que Berln estuvo dividida por el Muro, pero cada ao por estas fechas y con motivo del da nacional, el 3 de octubre, se publican informes sobre el estado de la unin. Los resultados son casi siempre los mismos: an queda mucho por hacer.

El informe anual del Comisario del Gobierno Federal para Alemania Oriental, Carsten Schneider (SPD), afirma que las diferencias estructurales entre Alemania Oriental y Occidental se han reducido o han desaparecido, pero lo cierto es que en Alemania Oriental el 40% de la poblacin se identifica explcitamente como «alemanes orientales» y slo el 52% como «alemanes». En Alemania Occidental, en cambio, el 76% se considera «alemn» y slo el 18% «alemn occidental». Casi la mitad de los alemanes orientales se sienten «ciudadanos de segunda».

Igual es porque un hogar medio en Alemania Occidental tiene un patrimonio neto de 127.900 euros y en Alemania Oriental slo 43.400 euros, segn datos del Bundesbank. O porque la pensin media de vejez pagada tras 40 o ms aos de seguro en los estados del este de Alemania a finales de 2022 era de 1.329 euros al mes y en los estados del oeste era de 1.499 euros. O porque unos cuatro millones de alemanes orientales se vieron obligados en los ltimos diez aos a emigrar al antiguo territorio federal, para buscar mejores oportunidades, mientras que 2,8 millones se desplazaron en sentido contrario. O porque la proporcin de personas mayores de 65 aos es del 22% en las ciudades del este de Alemania y del 27% en las regiones rurales, mientras que la proporcin de personas en edad laboral es del 62% en las urbes del oeste y del 57% en el medio rural.

S, los estados federados que antao formaron parte de la Repblica Democrtica Alemana (RDA) se despueblan, empobrecen y envejecen. Les queda Berln, pero los gobiernos que se han repartido todos estos aos el poder han sido tan ineficientes que hasta llevan a gloria que la capital sea «pobre pero sexy», o que aparezca en titulares como la «capital de las chapuzas», del «fracaso absoluto de sus administraciones», el «reducto de la era analgica».

En Berln la digitalizacin es como comprar libros por metros para adornar la estantera. En las oficinas de los distritos municipales an se funciona por fax. Actualmente hay en servicio 5.333 aparatos, y menos mal porque los programas informticos que deberan reemplazarlos o no funcionan o no se hablan entre s.

Queda, eso s, el sarcasmo berlins. La empresa de autobuses municipal lanz en 2015 una campaa bajo el ttulo «Me da igual» y estrofas de la cancin No hay nada que lamentar (Es gibt nicht zu bedauern), un xito de los sesenta, cuando el Muro segua en pie y el presidente estadounidense John F. Kennedy pronunci en un discurso frente al ayuntamiento en Schneberg en 1963, la que sin duda es su cita ms famosa: Ich bin ein berliner. Gramaticalmente la frase es incorrecta, pues si quiso decir «Yo soy un berlins» para decir a los berlineses que no estaban solos, lo que dijo en realidad es «Yo soy un dnut sin agujero relleno de mermelada», que es como se llaman en Alemania a esos pasteles. Los berlineses que escuchaban a Kennedy se rieron y aplaudieron, pero el presidente debi entenderlo como una muestra de apoyo y lo dijo tres veces ms.