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El regreso de uno de los amos de la fotografía colombiana

El regreso de uno de los amos de la fotografía colombiana

Hernán Díaz (1931-2009) es parte de la santísima trinidad de la fotografía colombiana, no sé si está a la derecha, a la izquierda o en el centro, pero comparte un lugar de honor con Ruven Afanador y Leo Matiz (alguien, por supuesto, puede invocar la presencia de Nereo López, pero esa es otra discusión; ahora tenemos que hablar de Hernán).

Su exposición en la Galería El Museo (Calle 80 no. 11-42) es una de esas citas ineludibles; hay fotos que son verdaderos clásicos como su Pérsides (1959), la imagen de una feliz cartagenera que se cubre del sol con un paraguas y deja al descubierto una de esas carcajadas que la fotografía hace inmortales. O el retrato de Obregón con su cuadro más emblemático: La violencia. O la de unos niños en un inquilinato en la que todos posan con un juicio de santos. O la del desnudo de Fanny Mickey en 1961 que, por supuesto, fue el primer desnudo en Colombia. O el retrato de Fernando Botero entre Boteros, ¿no lo han visto? Miren bien la foto: es un Hernán Díaz en estado puro.

Detalle de la foto en la que  Alejandro Obregón posa junto a su obra ‘Violencia’ en uno de los retratos más famosos de Díaz

Foto:Fotos: cortesía Rafael moure / El Museo

Díaz tuvo varios méritos que van más allá de la fotografía y tienen que ver más con la sensibilidad y con el ojo de un artista; fotografió la ciudad vieja de Cartagena en los años 50 y 60 cuando no era un imán turistíco, sino un pedazo de historia en ruinas que todavía era del pueblo raso cartagenero. Las imágenes más emblemáticas de los monstruos del arte moderno fueron suyas y Ramírez Villamizar, Negret, Feliza Bursztyn o Wiedemann, posaron felices para él. Los escritores tampoco se negaban. Gabo, Cepeda Samudio y Gonzalo Arango, entre otros, son parte de su álbum; políticos y empresarios como Julio Mario Santo Domingo. Ser retratado por Hernán era una obligación para ser ‘alguien’. Pero su ojo también estuvo con la gente de la calle.

Díaz fue pionero en usar las técnicas de Irving Penn y Richard Avendon y su fondo blanco que, sobre todo, resaltaba -o resalta- la humanidad del personaje. Los retratos más famosos desde ese punto de vista son celebridades, pero en la exposición, por ejemplo, hay un campesino de ruana con su perrito en un telón blanco de fondo y la luz de una revista de modas.

Niño con frutas (1980), en la técnica: Impresión Inkjet sobre papel de algodón.

Foto:Fotos: cortesía Rafael moure / El Museo

Tuve la fortuna de trabajar con él en un par de ocasiones. En la primera, en los retratos para un reportaje en Gatopardo con el nobel portugués José Saramago, en el lejano año 2000, en el que estaba feliz por estrenar su primera cámara digital y jubilar sus potentes cámaras de rollo.

Saramago gruñó sin parar y nunca quiso posar como Dios y los fotógrafos mandan, pero milagrosamente Hernán sacó dos retratos fuera de serie que -recuerdo- merecieron el elogio de Ernesto Sabato. La segunda vez que trabajé con él fue en un reportaje que hicimos en DONJUAN con los expresidentes César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Belisario Betancur. El retrato de Betancur, el día después de su muerte, fue la primera página de EL TIEMPO. No había, por supuesto, una foto mejor.

Las imágenes más emblemáticas de los monstruos del arte moderno fueron suyas y Ramírez Villamizar, Negret, Feliza Bursztyn o Wiedemann, posaron felices para él. Los escritores tampoco se negaban. Gabo, Cepeda Samudio y Gonzalo Arango

Díaz mereció el elogio en vida de los críticos más importantes. Eduardo Serrano dijo que su papel fue tal que le devolvió a la fotografía colombiana “el status de medio artístico que la había caracterizado desde su aparición en 1840 hasta finales del siglo XIX”. Marta Traba, por su parte, no solo lo elogió hasta el cansancio, sino que lo expuso como artista y, de paso, como dice Serrano, lo elevó a otra categoría. Por eso sus fotos no solo son parte de un archivo histórico, cada foto suya tiene algo más, algo que obliga a verla siempre una vez más. En la exposición de la Galería El Museo hay varias fotos vintage firmadas con su puño y letra y el resto son ediciones numeradas y certificadas por Rafael Moure, su heredero y pareja de siempre. 

FERNANDO GÓMEZ ECHEVERRI

EDITOR DE CULTURA

@LaFeria

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2024-03-08 18:22:28
En la sección: EL TIEMPO.COM -Cultura

Publicado en Cultura

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