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‘Las devastaciones’ de Lina Alonso, su primer libro de poemas, cientos de versos dedicados a honrar la memoria de los muertos

'Las devastaciones' de Lina Alonso, su primer libro de poemas, cientos de versos dedicados a honrar la memoria de los muertos

Lina Alonso, nacida en Tunjuelito en 1994, es profesional en Literatura. Cuando no escribe, toca la guitarra. Ha contribuido significativamente al ámbito cultural y periodístico. Formó parte del equipo de Noisey en Vice, El Malpensante, La Pulla de El Espectador, y actualmente trabaja en Idartes. Sus textos han sido publicados en importantes medios como Arcadia, Universo Centro, Razón Pública, Criterio, Vallejo & Co (Perú) y La Otra (México). Además, un cuento suyo se encuentra en la antología ‘Contar la vida como contar los pasos’ (Sílaba, 2021). Recientemente publicó su primer libro de poesía, ‘Las Devastaciones’, editado por Matera Libros.

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Leer este poemario es honrar la palabra con cada recuerdo que dejan las cicatrices. Ahondar en el dolor y la devastación, como sugiere el título, a través de una poesía que busca consuelo y significado

La obra apacigua la crueldad de la vida con versos que se convierten en un abrigo. Alonso dedica el poema ‘Las olvidadas’ a aquellas mujeres trans que una vez soñaron con ser amadas, pero que, irónicamente, encontraron en ese mismo amor el camino hacia la muerte.»

Con una voz íntima y desgarradora, la autora explora el sufrimiento y la pérdida, logrando un espacio de reflexión sobre la fragilidad y la resistencia humana. Cada poema se convierte en un testimonio de la lucha por encontrar la belleza y el sentido en medio de la muerte.

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Portada del poemario ‘Las devastaciones’

Foto:Archivo particular

“Son fabuladoras exquisitas,

Se han casado con Brad Pitt y Maluma en secreto,

Viven en Fort Lauderdale, pero prefieren amanecer en

Las sillas de plástico de un motel cualquiera. (..)

Son aves de buen agujero,

Cuando una se va al cielo — o cuando un hombre, siempre un hombre,

las mata—». 

Los gestos cobran un significado más profundo a medida que nos enfrentamos a la noticia de la desaparición de una amiga o un conocido. Esta pérdida opera como un recordatorio tangible de que la muerte, inevitablemente, llega para todos. La realidad de esa ausencia conmueve y perturba, desatando una inquietud                                                      constante que nos acecha y desestabiliza.

Los 41 poemas de Alonso incomodan y perturban a quienes los leen, pues recuerdan de inmediato aquella bala que resonó en el barrio, pero de la que nunca se habló, dominada siempre por el miedo. En estos poemas hay una intención por describir las calles de Bogotá, por desenterrar las promesas hechas la noche anterior mientras se brindaba con aguardiente, y por sacudir las canciones que nos llevan a contar nuestra propia  historia. La poesía de Alonso, quizás, consiste en renunciar a las certezas y enorgullecernos de las palabras no dichas, del ruido, del caos absoluto, de las noches desnudas grabadas en las caricias, de los besos llenos de olvido y del defecto que nos lleva por el camino de la autenticidad.

La ceniza

es la ciactriz del fuego.

Y quien hizo el fuego

fabricó las sombras, 

copuló entre la noche y la sospecha. 

Vieja batalla: 

la del sol, herida universal:

la del fuego, residuo de origen.

Lina Alonso además de escribir poesía, se ha dedicado a la investigación y coordinación editorial.

Foto:Archivo personal

¿Cómo fue el proceso y la historia detrás de la publicación de su primer poemario “Las devastaciones”?

Hace algunos años Manuel Kalmanovitz, editor de la Revista Matera, me escribió para que colaborara en el número que estaba preparando, me dijo en ese entonces por facebook o al correo, ya no recuerdo, y salió un texto mío sobre las manos en pandemia, tengo una obsesión con las manos y cuando propuso el tema ¡Pum! lo tenía, le envié el texto, le gustó, luego me escribió para que colaborara en otra edición de Matera, una sobre los colores, también quedó interesante ese artículo. 

Esa revista es una rareza, y todo el proyecto tiene un criterio visual y editorial muy bueno, es como esas misceláneas de barrio en la que uno encuentra desde La Odisea en un segundazo de editorial Panamericana, y a la par venden salchichón cervecero, uno puede invitar al amor a un heladito mientras hay una radio prendida poniéndose los temas de la Sonora Matancera, ese carácter híbrido entre las plásticas y la literatura me gusta, ese carácter variado es raro de encontrar en el mundo editorial.

Ah bueno, y para el libro Manuel me dijo “Páseme el libro de poesía que tiene”,un día me lo encontré por la calle, creo que muy pocas veces lo había visto personalmente -Al día de hoy-, íbamos saliendo de una pollería con Natalia Ospina, una parcera, y se me hizo raro que él supiera que yo estaba trabajando ese libro, me dijo que él era brujo, y que por eso lo sabía. Se lo envié, tuvo muchísisimos cambios, él hizo la ilustración de esa perra mirando hacia quién sabe qué, que me encanta, y salió para la Feria del Libro de este año. La colección Opaco Zumbido, que es la línea de poesía de Matera Libros, tiene un diseño que también me gusta y bueno, quedó lindo el libro.

Sus poemas tienen una intención profunda y significativa de honrar a los muertos que ha dejado la guerra en Colombia. Hablemos un poco de esto…

Creo que mucha escritura en el país, desde la poesía, el ensayo o la novela está atravesada por la guerra en Colombia. Es inevitable que las artes no piensen cada cosa que pasa sobre los cuerpos y la tierra del país desde sus distintos registros. 

Los grafitis de las calles tienen a veces un rostro para quien les echa ojo de forma cuidadosa, cobran vida, traspasan el umbral de lo meramente paisajístico

Recuerdo mucho ese libro potento de T.S. Elliot ‘Función de la poesía y función de la crítica‘ en esa parte que dice “La poesía de la rebelión y la poesía de la huída no son del mismo género”, y creo que se aplica en la literatura de aquí, hay unas cosas que una lee y siente que X o Y escritor pudo haber nacido en cualquier lugar y puede ser traducido a cualquier idioma porque no despeluca nada, deja todo en su sitio, es muy correcto para escribir y es condescendiente en sus historias para todo el público, siento que el escritor latinoamericano rebelde escribe de lo que pesa sobre su ser latinoamericano incluso cuando no haga referencia a guerras o masacres. Los poemas de este libro tienen algo de eso, no sé si sea de honrar a los muertos precisamente.

El poema ‘Bogotá 6 a.m.’ captura un momento cotidiano con un sentido de asombro. ¿Qué importancia tiene para usted la cotidianidad urbana dentro de su poesía?

Porque es lo que me interesa, o una de las cosas que me interesa ver, atestiguar y celebrar. Desde que leí a Williams Carlos Williams, Luis Tejada, a Blanca Varela o a Fabián Casas me di cuenta que eso era a lo que me quería dedicar: a fijarme y a escribir sobre eso en apariencia mundano.

Las cosas y la cotidianidad tienen una determinación terrible y un carácter mortal cuando se les pone cuidado, la ciudad, las caras de trasnocho o los grafitis de las calles tienen a veces un rostro para quien les echa ojo de forma cuidadosa, cobran vida, traspasan el umbral de lo meramente paisajístico o saltan con una nueva personalidad en la escritura. Como ese cuento de ‘El carrito’ de César Aira donde el carrito del supermercado, después de una narración tremenda, fulmina el final con un “Yo soy el mal” o Patterson de Jarmusch, bueno, no sé, las vainas que aparentemente no tienen importancia me fascinan, siento que hay montón de membranas que se abren de ellas cuando uno las escribe.

Foto:Instagram @linaalonsoc

¿De qué manera llegan la literatura y la poesía a su vida?

Por la música. Por la cantina de hecho. Así llega la poesía a mi vida. 

Cuando veía los domingos hechizados y casi que suspendidos en la voz de Agustín Lara o Jeanette, cuando sonaba en la cuadra alguna canción de José Alfredo Jiménez o el Binomio de Oro y veía las mujeres en las terrazas cantando a pulmón herido, a los hombres arreglando sus cacharros en ese ambiente de barrio que tiende a engullir todo en un bullicio particular, ahí yo sentía que se descalibraba la realidad, que otro era el órden del mundo, y no era algo particularmente feliz, era como una clase obrera que tenía en la música popular un himno a sus dolores, y sobre todo palabras, en un lugar donde hablar de las emociones o de la imaginación entre las familias no es tan común.

Finalmente, la música de cantina lo hacía, y en ese desconcierto me llegó la poesía, ese hueco del lenguaje. La literatura me llegó por los libros que estaban en la casa, por las tareas que les dejaban a mis hermanos mayores. Luego agarré para la Biblioteca Pública del Tunal; ahí descubrí a Andrés Caicedo, a H.P. Lovecraft, a Mary Shelley, a Cortázar. Leía como posesa porque entre más tiempo pasaba fuera de la casa, mucho mejor. Había tiempo para leer y luego salir a miquiar en las calles, a ver que lo de los libros y el vagabundeo era un entramado que me quería devorar, un escenario del que quería ser parte. Comenzar a leer y a tocar guitarra me hicieron escribir lo que escribo.

¿Qué sentido tiene la escritura en la vida de Lina Alonso?

No lo sé aún. La escritura como sentido se fractura para mí en muchos aspectos, es una tierra que sigo indagando entre contradicciones, lecturas y sucesos que solo puedo ordenar cuando me siento frente al computador o al papel. 

A veces, si hablamos de sentido, es decir, de interpretación, la escritura puede ser la forma en la que resuelvo los tropeles de mi cabeza, que se entienda o no ya es otra cosa, otras veces me permite descansar con deudas que tengo del pasado o con mi presente, de asuntos que puedo entender mejor cuando los pongo en palabras, la escritura tiene eso de dar luces, no siempre es así, sobre fenómenos que uno a veces no puede explicar en el habla, y aunque el lenguaje es poroso y esquivo en algunas circunstancias, la escritura fija la atención, permite crear puentes y detonarlos entre lo que sucede y lo que de eso se puede decir.

¿A qué hora escribe Lina Alonso? ¿escribe con o sin música?

No tengo hora específica porque tengo que trabajar en otras cosas. Y esas otras cosas a veces exigen que esté en una oficina. Sin embargo, trato de cuidar lo intempestivo de ideas, conversaciones o sensaciones. Saco el celular y abro la aplicación de notas donde me agarre esa frase o ese impulso. En reposo le sigo trabajando o simplemente publico así y ya.

Para escribir me da la misma que estén sonando Los Suziox o Juan Gabriel, le hago, a veces cuando releo algo que escribí con determinados sonidos tienen el ritmo de eso que estuviera escuchando, no es tan bueno para los editores porque arranco a escribir y se me olvida que existen comas, puntos seguidos, o signos de ortografía y son necesarios, pero, para mí, es más necesaria la cadencia de un escrito. 

De hecho creo que el ritmo en la escritura es fundamental, hay cosas muy interesantes, pero les falta música, les falta son, y ese tipo de escritura me parece deprimente, me seca la cabeza y me voy a otro lado, uno lee, por ejemplo a Carson Mc Cullers y un blues se desliza como un gato en el techo de sus historias, o uno lee a Juan Rulfo y sus personajes se dibujan como los antihéroes de los corridos de Antonio Aguilar. En la poesía siento que lo del ritmo va por otro lado, pero lo hay, así por ejemplo los guiones de Marina Tsvietáieva, en fin.

Hay una rebeldía que siempre la ha caracterizado, y en sus escritos siempre deja esa esencia de no tener miedo a decir lo que piensa. ¿Le ha traído esto consecuencias?

Siempre hay consecuencias, y esto me parece maravilloso. Yo no sé si lo mío sea rebeldía, no creo. Ahora, si hablamos de consecuencias en la escritura, el miedo a veces juega un papel insospechado ¿Miedo a qué? ¿A que la historia se descalabre? ¿A que la imagen se quiebre? ¿A que no se cierre lo que uno comenzó? ¿A que uno lo excluyan de algo por escribir? ¿A poner el nombre propio? Nacer sin la prudencia del miedo me parece que da grandes escritos, eso se le siente a Pedro Lemebel, a Camila Sosa, a Fayad Jamís, o a Miyó Vestrini. Todo puede salir muy mal, muy bien, pero mejor cuando se siente el arrebato y la decisión de escribir sin temor.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2024-08-10 21:04:42
En la sección: EL TIEMPO.COM -Cultura

Publicado en Cultura

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